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31-03-2024

DEVOCIONAL

Devocional: Juan 21

Tras el asombroso intercambio con el cual Pedro queda restaurado, Jesús le dice en voz baja que su discipulado acabará por costarle la vida: “cuando seas viejo, extenderás las manos y otro te vestirá y te llevará adonde no quieras ir” (Juan 21:18). Si esta predicción contiene en sí cierta ambigüedad, cuando Juan lo deja escrito en este relato toda posible ambigüedad ya había desaparecido: “Esto dijo Jesús para dar a entender la clase de muerte con que Pedro glorificaría a Dios” (21:19). Según la tradición, probablemente cierta, Pedro fue martirizado en Roma más o menos cuando ejecutaron a Pablo, ambos bajo Nerón, durante la primera mitad de la década de los 60 de siglo I.
Pedro observa al “discípulo a quien Jesús amaba” – ni más ni menos que el apóstol Juan – que les seguía mientras él y Jesús caminaban por la playa (20:20). El término “a quien Jesús amaba” no debería dar a entender que Jesús mantuviese ningún juego desagradable de favoritos de manera arbitraria. Hay ciertas indicaciones de que algunas de las personas que seguían a Jesús se sentían especialmente amadas por él. Por ejemplo, cuando Lázaro estaba gravemente enfermo, sus hermanas le hicieron llegar un mensaje diciendo: “Señor, tu amigo querido está enfermo” (11:3). Incluso después de la resurrección y ascensión, los seguidores de Jesús se deleitaron en su amor hacia ellos, su amor personal en particular, de modo que Pablo sólo necesita mencionar a Jesús y la cruz, para que brote espontáneamente la frase: “quien me amó y dio su vida por mí” (Gálatas 2:20).
No obstante, en el caso que nos ocupa, queda algo del Pedro antiguo. Sin duda, estaba gozoso al quedar restituido y que se le encargase la tarea de alimentar a los corderos y a las ovejas de Jesús (Juan 21:15-17). Por otro lado, la perspectiva de una muerte ignominiosa le resulta menos atrayente. Por tanto, cuando Pedro ve a Juan pregunta, “Señor, ¿y este, qué?” (21:21).
No tenemos derecho a criticar a Pedro. La mayoría de nosotros no cesamos de comparar nuestro historial de servicio con el de otros. ¡El color verde es frecuente entre los ministros del evangelio! Otra persona parece tener una vida más fácil, lo que nos permite explicar el aparente mayor éxito de su ministerio. Sus niños han salido mejores, su iglesia parece más próspera, su actividad evangelística más eficaz. O cuando logramos un cierto “éxito”, y miramos a los que siguen detrás, hacemos comentarios algo despectivos acerca de los que pronto nos sustituirán. “Después de todo, ellos han tenido más ventajas que nosotros, ¿verdad?”
Es un comportamiento tan patético, tan centrado en nosotros mismos, tan pecaminoso. Jesús dice a Pedro: “Si quiero que él permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú sígueme” (21:22). La diversidad de los dones y de los tipos de gracia que Dios concede es enorme. Jesús es el único Maestro al que debemos complacer.
 

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Proverbios 18
Muchos proverbios de este libro tratan el asunto de las disputas. Algunos se ocupan del ámbito judicial; por ejemplo, “No está bien declarar inocente al malvado y dejar de lado los derechos del justo” (18:5). También, “El primero en presentar su caso parece inocente, hasta que llega la otra parte y lo refuta” (18:7), un dicho que puede aplicarse en escenarios más amplios que los tribunales. El elemento judicial apenas sorprende, puesto que las apelaciones definitivas se dirigían al propio Salomón en su reino. No obstante, muchos de estos proverbios relativos a disputas tienen poco que ver con el sistema judicial (aunque la más privada de las disputas podía llegar a la corte y tal vez las reflexiones de Salomón, incluso sobre las disputas privadas, fuesen estimuladas por algunas de las cosas que juzgó). Encontramos dos de esos proverbios aquí: Proverbios 18:1318.
(1) “Es necio y vergonzoso responder antes de escuchar” (18:13). La aplicación de estas palabras puede ser muy amplia. Nos acordamos de esos parlanchines agresivos y exasperantes que raramente dejan que acabemos una frase o pensamiento, interrumpiéndonos con su propio punto de vista. Peor aún, qué terrible situación en que ninguna de las partes en disputa escucha realmente a la otra. Por supuesto, existen casos en que literalmente no se puede decir nada a favor de ninguna de ellas, aunque son escasos. Casi siempre hay algo que se pueda decir a la parte contraria, aunque no sea del todo defendible en realidad. ¿Cómo podemos darnos cuenta de que no estamos escuchando? ¿Cómo podemos esperar convencerla de lo que decimos si no le damos la oportunidad de hablar, escuchando con cortesía? En la mayor parte de los conflictos, las tensiones se rebajarán si una de las partes toma la iniciativa de bajar el volumen, hablar despacio, enfriar la retórica y tratar humildemente de escuchar y descubrir exactamente lo que la otra está diciendo.
(2) “El echar suertes pone fin a los litigios y decide entre las partes en pugna” (18:18). “Echar suertes” puede referirse al acto en que los sacerdotes recurrían a Urim y Tumim buscando dirección (p. ej., Éxodo 28:30), pero sospecho que no es así. Algunas disputas se vuelven tan violentas o complejas que la forma más simple de solucionarlas es lanzar una moneda al aire, por supuesto, si ambas partes se comprometen a aceptar el resultado. Otras no pueden ni deben resolverse de esa forma. El camino más simple puede encontrarse cuando ambas partes reconocen, en el fondo, la culpa que les corresponde.
Estas reflexiones dejan inequívocamente claro el profundo compromiso de la Biblia con la verdad, la integridad al escuchar y hablar, y la paz tanto como la justicia.
 

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
Levítico 2–3
La ley de las ofrendas de cereal
2 "Cuando alguien ofrezca una ofrenda de cereal como ofrenda al Señor, su ofrenda será de flor de harina, sobre la cual echará aceite y pondrá incienso. Entonces la llevará a los sacerdotes hijos de Aarón; y el sacerdote tomará de ella un puñado de la flor de harina, con el aceite y con todo su incienso, y el sacerdote la quemará como memorial sobre el altar. Es una ofrenda encendida de aroma agradable para el Señor. El resto de la ofrenda de cereal pertenece a Aarón y a sus hijos. Es cosa santísima de las ofrendas encendidas para el Señor.
"Cuando ofrezcas una ofrenda al Señor, una ofrenda de cereal cocida al horno, será de tortas de flor de harina sin levadura, amasadas con aceite, o de hojaldres sin levadura, untados con aceite. Y si tu ofrenda es una ofrenda de cereal preparada en sartén, será de flor de harina sin levadura, amasada con aceite. La partirás en pedazos y echarás aceite sobre ella. Es una ofrenda de cereal.
"Si tu ofrenda es una ofrenda de cereal preparada en cazuela, será hecha de flor de harina con aceite. Cuando traigas al Señor la ofrenda de cereal hecha de estas cosas, será presentada al sacerdote y él la llevará al altar. El sacerdote tomará su porción de la ofrenda de cereal como memorial, y la quemará sobre el altar como ofrenda encendida de aroma agradable para el Señor. 10 El resto de la ofrenda de cereal pertenece a Aarón y a sus hijos. Es cosa santísima de las ofrendas encendidas para el Señor.
11 "Ninguna ofrenda de cereal que ustedes ofrezcan al Señor será hecha con levadura, porque no quemarán ninguna levadura ni ninguna miel como ofrenda encendida para el Señor. 12 Como ofrenda de primicias las ofrecerán al Señor, pero no ascenderán como aroma agradable sobre el altar. 13 Además, toda ofrenda de cereal tuya sazonarás con sal, para que la sal del pacto de tu Dios no falte de tu ofrenda de cereal; con todas tus ofrendas ofrecerás sal.
14 "Pero si ofreces al Señor una ofrenda de cereal de los primeros frutos, ofrecerás espigas verdes tostadas al fuego, granos tiernos desmenuzados, como ofrenda de cereal de tus primeros frutos. 15 Luego echarás aceite y pondrás incienso sobre ella. Es una ofrenda de cereal. 16 Y el sacerdote quemará como memorial parte de los granos desmenuzados, con su aceite y con todo su incienso. Es una ofrenda encendida para el Señor.
La ley de las ofrendas de paz
3 "Si alguien ofrece su ofrenda como sacrificio de las ofrendas de paz, si la ofrece del ganado, sea macho o hembra, la ofrecerá sin defecto delante del Señor. Pondrá su mano sobre la cabeza de su ofrenda y la degollará a la puerta de la tienda de reunión. Entonces los sacerdotes hijos de Aarón rociarán la sangre sobre el altar por todos los lados. El que ofrece el sacrificio de las ofrendas de paz, presentará una ofrenda encendida al Señor: la grasa que cubre las entrañas y toda la grasa que hay sobre las entrañas, los dos riñones con la grasa que está sobre ellos y sobre los lomos, y el lóbulo del hígado, que quitará con los riñones. Los hijos de Aarón lo quemarán en el altar, sobre el holocausto que está sobre la leña en el fuego. Es una ofrenda encendida de aroma agradable para el Señor.
"Pero si su ofrenda como sacrificio de las ofrendas de paz para el Señor es del rebaño, sea macho o hembra, sin defecto la ofrecerá. Si va a presentar un cordero como su ofrenda, lo ofrecerá delante del Señor. Pondrá su mano sobre la cabeza de su ofrenda y la degollará delante de la tienda de reunión. Entonces los hijos de Aarón rociarán su sangre sobre el altar por todos los lados. Del sacrificio de las ofrendas de paz, traerá una ofrenda encendida al Señor: la grasa, la cola entera, que cortará cerca del espinazo, la grasa que cubre las entrañas y toda la grasa que hay sobre las entrañas, 10 los dos riñones con la grasa que está sobre ellos y sobre los lomos, y el lóbulo del hígado, que quitará con los riñones. 11 Entonces el sacerdote lo quemará sobre el altar como alimento. Es una ofrenda encendida para el Señor.
12 "Si su ofrenda es una cabra, la ofrecerá delante del Señor. 13 Pondrá su mano sobre su cabeza y la degollará delante de la tienda de reunión. Entonces los hijos de Aarón rociarán su sangre sobre el altar por todos los lados. 14 Después presentará de ella su ofrenda como ofrenda encendida para el Señor: la grasa que cubre las entrañas y toda la grasa que hay sobre las entrañas, 15 los dos riñones con la grasa que está sobre ellos y sobre los lomos, y el lóbulo del hígado, que quitará con los riñones. 16 Entonces el sacerdote los quemará sobre el altar como alimento. Es una ofrenda encendida como aroma agradable. Toda la grasa es del Señor. 17 Estatuto perpetuo será por todas sus generaciones, dondequiera que ustedes habiten: ninguna grasa ni ninguna sangre comerán”».

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Juan 21
Jesús se manifiesta junto al mar
21 Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a los discípulos junto al mar de Tiberias, y se manifestó de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo, Natanael de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos de Sus discípulos. «Me voy a pescar», les dijo* Simón Pedro. «Nosotros también vamos contigo», le dijeron* ellos. Fueron y entraron en la barca, y aquella noche no pescaron nada.
Cuando ya amanecía, Jesús estaba en la playa; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dijo*: «Hijos, ¿acaso tienen algún pescado?». «No», respondieron ellos. Y Él les dijo: «Echen la red al lado derecho de la barca y hallarán pesca». Entonces la echaron, y no podían sacarla por la gran cantidad de peces.
Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba, dijo* a Pedro: «¡Es el Señor!». Oyendo Simón Pedro que era el Señor, se puso la ropa, porque se la había quitado para poder trabajar, y se echó al mar. Pero los otros discípulos vinieron en la barca, porque no estaban lejos de tierra, sino a unos 100 metros, arrastrando la red llena de peces. Cuando bajaron a tierra, vieron* brasas ya puestas y un pescado colocado sobre ellas, y pan. 10 Jesús les dijo*: «Traigan algunos de los peces que acaban de sacar».
11 Simón Pedro subió a la barca, y sacó la red a tierra, llena de peces grandes, 153 en total; y aunque había tantos, la red no se rompió. 12 Jesús les dijo*: «Vengan y desayunen». Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle: «¿Quién eres Tú?», sabiendo que era el Señor. 13 Jesús vino*, tomó* el pan y se lo dio*; y lo mismo hizo con el pescado. 14 Esta fue la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos, después de haber resucitado de entre los muertos.
Diálogo de Jesús con Pedro
15 Cuando acabaron de desayunar, Jesús dijo* a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?». «Sí, Señor, Tú sabes que te quiero», le contestó* Pedro. Jesús le dijo*: «Apacienta Mis corderos».
16 Volvió a decirle por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». «Sí, Señor, Tú sabes que te quiero», le contestó* Pedro. Jesús le dijo*: «Pastorea Mis ovejas».
17 Jesús le dijo por tercera vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?». Pedro se entristeció porque la tercera vez le dijo: «¿Me quieres?». Y le respondió: «Señor, Tú lo sabes todo; Tú sabes que te quiero». «Apacienta Mis ovejas», le dijo* Jesús. 18 «En verdad te digo, que cuando eras más joven te vestías y andabas por donde querías; pero cuando seas viejo extenderás las manos y otro te vestirá, y te llevará adonde no quieras».
19 Esto dijo, dando a entender la clase de muerte con que Pedro glorificaría a Dios. Y habiendo dicho esto, le dijo*: «Sígueme». 20 Pedro, volviéndose, vio* que les seguía el discípulo a quien Jesús amaba, el que en la cena se había recostado sobre el pecho de Jesús y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?». 21 Entonces Pedro, al verlo, dijo* a Jesús: «Señor, ¿y este, qué?». 22 Jesús le dijo*: «Si Yo quiero que él se quede hasta que Yo venga, ¿a ti, qué? Tú, sígueme».
23 Por eso el dicho se propagó entre los hermanos que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: «Si Yo quiero que se quede hasta que Yo venga, ¿a ti, qué?».
24 Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas y el que escribió esto, y sabemos que su testimonio es verdadero.
25 Y hay también muchas otras cosas que Jesús hizo, que si se escribieran* en detalle, pienso que ni aun el mundo mismo podría* contener los libros que se escribirían*.

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Proverbios 18
18 El que vive aislado busca su propio deseo,
Contra todo consejo se encoleriza.
El necio no se deleita en la prudencia,
Sino solo en revelar su corazón.
Cuando llega el impío, llega también el desprecio,
Y con la deshonra viene la afrenta.
Aguas profundas son las palabras de la boca del hombre;
Arroyo que fluye, la fuente de la sabiduría.
No es bueno mostrar preferencia por el impío,
Para ignorar al justo en el juicio.
Los labios del necio provocan riña,
Y su boca llama a los golpes.
La boca del necio es su ruina,
Y sus labios una trampa para su alma.
Las palabras del chismoso son como bocados deliciosos,
Y penetran hasta el fondo de las entrañas.
También el que es negligente en su trabajo
Es hermano del que destruye.
10 El nombre del Señor es torre fuerte,
A ella corre el justo y está a salvo.
11 La fortuna del rico es su ciudad fortificada,
Y como muralla alta en su imaginación.
12 Antes de la destrucción el corazón del hombre es altivo,
Pero a la gloria precede la humildad.
13 El que responde antes de escuchar,
Cosecha necedad y vergüenza.
14 El espíritu del hombre puede soportar su enfermedad,
Pero el espíritu quebrantado, ¿quién lo puede sobrellevar?
15 El corazón del prudente adquiere conocimiento,
Y el oído del sabio busca el conocimiento.
16 La dádiva del hombre le abre camino
Y lo lleva ante la presencia de los grandes.
17 Justo parece el primero que defiende su causa
Hasta que otro viene y lo examina.
18 La suerte pone fin a los pleitos
Y decide entre los poderosos.
19 El hermano ofendido es más difícil de ganar que una ciudad fortificada,
Y los pleitos son como cerrojos de fortaleza.
20 Con el fruto de su boca el hombre sacia su vientre,
Con el producto de sus labios se saciará.
21 Muerte y vida están en poder de la lengua,
Y los que la aman comerán su fruto.
22 El que halla esposa halla algo bueno
Y alcanza el favor del Señor.
23 El pobre habla suplicando,
Pero el rico responde con dureza.
24 El hombre de muchos amigos se arruina,
Pero hay amigo más unido que un hermano.
   
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Colosenses 1
Saludo
1 Pablo , apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia a ustedes y paz de parte de Dios nuestro Padre.
Gratitud de Pablo por los colosenses
Damos gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, orando siempre por ustedes, pues hemos oído de su fe en Cristo Jesús y del amor que tienen por todos los santos, a causa de la esperanza reservada para ustedes en los cielos. De esta esperanza ustedes oyeron antes en la palabra de verdad, el evangelio que ha llegado hasta ustedes. Así como en todo el mundo está dando fruto constantemente y creciendo, así lo ha estado haciendo también en ustedes, desde el día que oyeron y comprendieron la gracia de Dios en verdad.
Así ustedes lo aprendieron de Epafras, nuestro amado consiervo, quien es fiel servidor de Cristo de parte nuestra, el cual también nos informó acerca del amor de ustedes en el Espíritu.
Pablo ora por los colosenses
Por esta razón, también nosotros, desde el día que lo supimos, no hemos cesado de orar por ustedes, pidiendo que sean llenos del conocimiento de Su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual, 10 para que anden como es digno del Señor, haciendo en todo, lo que le agrada, dando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios. 11 Rogamos que ustedes sean fortalecidos con todo poder según la potencia de Su gloria, para obtener toda perseverancia y paciencia, con gozo 12 dando gracias al Padre que nos ha capacitado para compartir la herencia de los santos en la Luz.
La persona y la obra de Jesucristo
13 Porque Él nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de Su Hijo amado, 14 en quien tenemos redención: el perdón de los pecados. 15 Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.
16 Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él. 17 Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen.
18 Él es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, a fin de que Él tenga en todo la primacía. 19 Porque agradó al Padre que en Él habitara toda la plenitud, 20 y por medio de Él reconciliar todas las cosas consigo, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de Su cruz, por medio de Él, repito, ya sean las que están en la tierra o las que están en los cielos.
21 Y aunque ustedes antes estaban alejados y eran de ánimo hostil, ocupados en malas obras, 22 sin embargo, ahora Dios los ha reconciliado en Cristo en Su cuerpo de carne, mediante Su muerte, a fin de presentarlos santos, sin mancha e irreprensibles delante de Él. 23 Esto Él hará si en verdad permanecen en la fe bien cimentados y constantes, sin moverse de la esperanza del evangelio que han oído, que fue proclamado a toda la creación debajo del cielo, y del cual yo, Pablo, fui hecho ministro.
Cristo en ustedes, la esperanza de gloria
24 Ahora me alegro de mis sufrimientos por ustedes, y en mi carne, completando lo que falta de las aflicciones de Cristo, hago mi parte por Su cuerpo, que es la iglesia. 25 De esta iglesia fui hecho ministro conforme a la administración de Dios que me fue dada para beneficio de ustedes, a fin de llevar a cabo la predicación de la palabra de Dios, 26 es decir, el misterio que ha estado oculto desde los siglos y generaciones, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos. 27 A estos Dios quiso dar a conocer cuáles son las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en ustedes, la esperanza de la gloria.
28 A Él nosotros proclamamos, amonestando a todos los hombres, y enseñando a todos los hombres con toda sabiduría, a fin de poder presentar a todo hombre perfecto en Cristo. 29 Con este fin también trabajo, esforzándome según Su poder que obra poderosamente en mí.
   
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