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Lectura de Hoy
10-04-2024
DEVOCIONAL
Devocional: Salmo 17
El Salmo 17 es una petición de vindicación. Es evidente que David sabe que no siempre actúa justamente (¡Ver Salmo 51!). Pero, en determinadas circunstancias, el creyente puede saber con certeza que ha actuado con integridad y con una rectitud transparente. Es el caso de David en este salmo. Si, en circunstancias de esta clase, unos adversarios han difundido mentiras, o han conspirado contra ti, si, como león al acecho de su presa, están resueltos a hacerte caer (17:10-12), ¿qué debe hacer el justo? La primera respuesta debe ser una humilde búsqueda de la presencia del Dios que vindica. David espera no sólo una vindicación última, sino también algo mucho más inmediato: “¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados!” (17:13). No obstante, es consciente de que, al reclamar una vindicación así, Dios lo alinea con los que no sólo pertenecen a este mundo: “¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida!” (17:14). Puesto que Dios permanece soberano, la vindicación sólo puede venir de Dios: “Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo” (17:2). De hecho, David invoca el amor fiel de Dios hacia los suyos: “Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor” (17:7). Todas estas son lecciones muy importantes que hallan eco, sea en su totalidad o bien en parte, en muchos pasajes de la Biblia. De modo que Pablo dice a los creyentes en Roma, “No paguéis a nadie mal por mal. Procurad hacer lo bueno delante de todos. Si es posible, y en cuanto dependa de vosotros, vivid en paz con todos. No os venguéis, hermanos míos, sino dejad el castigo en las manos de Dios, porque está escrito: «Mía es la venganza; yo pagaré», [Deuteronomio 32:35] dice el Señor” (Romanos 12: 17-19). Este es un principio que los creyentes deben constantemente volver a aprender y aplicar a sí mismos. Es fácil asimilarlo cuando las cosas van viento en popa. Sin embargo, cuando los miembros de una congregación comienzan a atacar tu ministerio injustamente, cuando surgen chismosos que van minando tu posición en la empresa a fin de lograr alguna ventaja a expensas tuyas, cuando tus compañeros de facultad achacan a todo lo que hagas o digas las motivaciones más viles, es entonces cuando se pone a prueba la actitud que deja todo en manos del Dios, cuyo cuidado hacia los suyos y cuya pasión para la justicia garantizan la vindicación última. Esta es la fe que trae alivio a nuestro estrés: “Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me bastará con verte cuando despierte” (17:15). Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso. |
Devocional: Proverbios 28 |
Quiero hacer dos observaciones acerca de Proverbios 28: En primer lugar, este capítulo, al igual que otros en este libro, dedica una atención considerable a los gobernantes. “Cuando hay rebelión en el país, los caudillos se multiplican; cuando el gobernante es entendido, se mantiene el orden” (28:2). Se reconoce así la responsabilidad colectiva de gobernante y pueblo. “Cuando los justos triunfan, se hace justicia, se hace gran fiesta; cuando los impíos se imponen, todo el mundo se esconde” (28:12; cp. 28:28 también). Las habilidades para gobernar no son meramente administrativas y personales, sino que están vinculadas a las cuestiones más profundas de la justicia pública. “Un león rugiente, un oso hambriento, es el gobernante malvado que oprime a los pobres” (28:15). Este versículo expresa un pensamiento parecido de forma muy elocuente. “El gobernante falto de juicio es terrible opresor; el que odia las riquezas prolonga su vida” (28:16). Aquí, se refleja el peligro de la corrupción en cualquier gobierno, especialmente aquel que no tiene oposición ni limitaciones electorales. De hecho, este pasaje expone de forma proverbial lo que Deuteronomio 17:18-20 dice de forma más exhaustiva. En segundo lugar, algunas personas afirman que la literatura sapiencial bíblica parece tan ajena al resto de la línea argumental de las Escrituras que no saben cómo integrarla en el conjunto. Los sermones y estudios bíblicos sobre Proverbios o Eclesiastés siempre corren el peligro de degenerar en un enfoque moralista que podría encajar fácilmente en cualquier otro marco religioso. Entendemos el problema, pero existen más vínculos entre la literatura sapiencial y el resto del canon de los que algunas veces se reconocen. Mencionaremos tres en este capítulo: (1) Excepcionalmente, este capítulo se refiere tres veces a la ley de Dios. “Los que abandonan la ley alaban a los malvados; los que la obedecen luchan contra ellos” (28:4), lo cual ilustra las consecuencias sociales de guardar la ley. “El hijo entendido se sujeta a la ley; el derrochador deshonra a su padre” (28:7), un contraste tan sorprendente como sugerente. “Dios aborrece hasta la oración del que se niega a obedecer la ley” (28:9), lo cual demuestra que, bajo los términos del antiguo pacto, la fidelidad a Dios se mostraba obedeciendo a la ley. (2) “Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja, halla perdón” (28:13), con ecos y avances impresionantes en 1 Juan 1:9. (3) “El rico se las da de sabio; el pobre pero inteligente lo desenmascara” (28:11); “El que es ambicioso provoca peleas, pero el que confía en el Señor prospera” (28:25). Leamos el libro de Santiago. Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso. |
Levítico 14 |
La purificación de los leprosos |
9 Entonces el SEÑOR le dijo a Moisés: 2 «Esta será la ley del leproso en los días de su purificación. Será llevado al sacerdote, 3 y el sacerdote saldrá fuera del campamento. El sacerdote lo examinará, y si la infección ha sido sanada en el leproso, 4 entonces el sacerdote mandará tomar dos avecillas vivas y limpias, madera de cedro, un cordón escarlata e hisopo para el que ha de ser purificado. 5 Después el sacerdote mandará degollar una de las avecillas en una vasija de barro sobre agua corriente. 6 En cuanto a la avecilla viva, la tomará junto con la madera de cedro, el cordón escarlata y el hisopo, y los mojará junto con la avecilla viva en la sangre del ave muerta sobre el agua corriente. 7 Después rociará siete veces al que ha de ser purificado de la lepra, lo declarará limpio, y soltará al ave viva en campo abierto. 8 »El que ha de ser purificado lavará su ropa, se rasurará todo el cabello, se bañará en agua y quedará limpio. Después podrá entrar al campamento, pero por siete días permanecerá fuera de su tienda. 9 Al séptimo día se rasurará todo el cabello: se rasurará la cabeza, la barba y las cejas; todo su cabello. Entonces lavará su ropa y se lavará el cuerpo en agua, y quedará limpio. 10 »En el octavo día tomará dos corderos sin defecto, una cordera de un año sin defecto, tres décimas de un efa (7.3 litros) de flor de harina mezclada con aceite como ofrenda de cereal y un tercio de litro de aceite; 11 y el sacerdote que lo declare limpio, presentará delante del SEÑOR al hombre que ha de ser purificado, con las ofrendas, a la entrada de la tienda de reunión. 12 Entonces el sacerdote tomará uno de los corderos y lo traerá como ofrenda por la culpa, con el tercio de litro de aceite, y los presentará como ofrenda mecida delante del SEÑOR. 13 Enseguida degollará el cordero en el lugar donde degüellan la ofrenda por el pecado y el holocausto, en el lugar del santuario, porque la ofrenda por la culpa, lo mismo que la ofrenda por el pecado, pertenece al sacerdote; es cosa santísima. 14 »Entonces el sacerdote tomará de la sangre de la ofrenda por la culpa, y la pondrá el sacerdote sobre el lóbulo de la oreja derecha del que ha de ser purificado, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de su pie derecho. 15 El sacerdote tomará también del tercio de litro de aceite, y lo derramará en la palma de su mano izquierda; 16 después el sacerdote mojará el dedo de su mano derecha en el aceite que está en la palma de su mano izquierda, y con el dedo rociará del aceite siete veces delante del SEÑOR. 17 De lo que quede del aceite que está en su mano, el sacerdote pondrá un poco sobre el lóbulo de la oreja derecha del que se ha de purificar, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de su pie derecho, encima de la sangre de la ofrenda por la culpa; 18 y el resto del aceite que está en la mano del sacerdote, lo pondrá sobre la cabeza del que ha de ser purificado. Así el sacerdote hará expiación por él delante del SEÑOR. 19 »Luego el sacerdote ofrecerá el sacrificio por el pecado y hará expiación por el que se ha de purificar de su inmundicia. Y después, degollará el holocausto. 20 Y el sacerdote ofrecerá sobre el altar el holocausto y la ofrenda de cereal. Así hará expiación el sacerdote por él, y quedará limpio. 21 »Pero si es pobre y no tiene suficientes recursos, entonces tomará un cordero como ofrenda por la culpa, como ofrenda mecida, a fin de hacer expiación por él, y una décima de un efa (2.2 litros) de flor de harina mezclada con aceite para ofrenda de cereal, y un tercio de litro de aceite, 22 y dos tórtolas o dos pichones, según sus recursos; uno será como ofrenda por el pecado y el otro para holocausto. 23 Al octavo día los llevará al sacerdote para ofrecerlos por su purificación, a la entrada de la tienda de reunión, delante del SEÑOR. 24 »El sacerdote tomará el cordero de la ofrenda por la culpa y el tercio del litro de aceite, y los presentará como ofrenda mecida delante del SEÑOR. 25 Luego degollará el cordero de la ofrenda por la culpa, y el sacerdote tomará de la sangre de la ofrenda por la culpa y la pondrá sobre el lóbulo de la oreja derecha del que ha de ser purificado, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de su pie derecho. 26 El sacerdote derramará también del aceite sobre la palma de su mano izquierda; 27 y con el dedo de su mano derecha el sacerdote rociará un poco del aceite que está en la palma de su mano izquierda siete veces delante del SEÑOR. 28 »Después el sacerdote pondrá del aceite que está en su mano sobre el lóbulo de la oreja derecha del que ha de ser purificado, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de su pie derecho, en el lugar de la sangre de la ofrenda por la culpa. 29 Y el resto del aceite que está en la mano del sacerdote lo pondrá en la cabeza del que ha de ser purificado, a fin de hacer expiación por él delante del SEÑOR. 30 Entonces ofrecerá una de las tórtolas o de los pichones, según sus recursos. 31 Ofrecerá lo que pueda, uno como ofrenda por el pecado, y el otro como holocausto, junto con la ofrenda de cereal. Así el sacerdote hará expiación delante del SEÑOR en favor del que ha de ser purificado. 32 Esta es la ley para el que tenga infección de lepra, cuyos recursos para su purificación sean limitados». Cuarentena de casas infectadas 33 También el SEÑOR les dijo a Moisés y a Aarón: 34 «Cuando ustedes entren en la tierra de Canaán, que les doy en posesión, y Yo ponga una marca de lepra sobre una casa en la tierra de su posesión, 35 el dueño de la casa irá y le avisará al sacerdote: “Algo así como la marca de la lepra ha aparecido en mi casa”. 36 El sacerdote entonces ordenará que desocupen la casa antes de que él entre para examinar la marca, a fin de que nada se contamine en la casa; y después el sacerdote entrará y examinará la casa. 37 Examinará la marca, y si la marca sobre las paredes de la casa tiene cavidades verdosas o rojizas, y parece más profunda que la superficie, 38 el sacerdote saldrá a la puerta de la casa, y cerrará la casa por siete días. 39 »Al séptimo día el sacerdote regresará y la inspeccionará. Si la marca se ha extendido en las paredes de la casa, 40 el sacerdote les ordenará quitar las piedras que tienen la marca y arrojarlas a un lugar inmundo fuera de la ciudad. 41 Y hará raspar toda la casa por dentro, y arrojarán fuera de la ciudad, a un lugar inmundo, el polvo que raspen. 42 Luego tomarán otras piedras y reemplazarán aquellas piedras; y él tomará otra mezcla y volverá a recubrir la casa. 43 »Sin embargo, si la marca vuelve a aparecer en la casa después de que él haya quitado las piedras y raspado la casa, y después de haberla recubierto con mezcla, 44 el sacerdote entrará y la examinará. Si ve que la marca se ha extendido en la casa, será una lepra maligna en la casa; es inmunda. 45 Derribará, pues, la casa, sus piedras, sus maderas y todo el emplaste de la casa, y los llevará fuera de la ciudad a un lugar inmundo. 46 Además, cualquiera que entre a la casa durante el tiempo que él la cerró, quedará inmundo hasta el atardecer. 47 También, el que duerma en la casa lavará sus ropas, y el que coma en la casa lavará sus ropas. 48 »Pero si el sacerdote entra y la examina, y la marca no se ha extendido en la casa después de que la casa fue recubierta, el sacerdote declarará la casa limpia, porque la marca no ha vuelto a aparecer. 49 Entonces, para purificar la casa, tomará dos avecillas, madera de cedro, un cordón escarlata e hisopo, 50 y degollará una de las avecillas en una vasija de barro sobre agua corriente. 51 Después tomará la madera de cedro, el hisopo y el cordón escarlata, junto con la avecilla viva, y los mojará en la sangre de la avecilla muerta y en el agua corriente, y rociará la casa siete veces. 52 Así purificará la casa con la sangre de la avecilla y con el agua corriente, junto con la avecilla viva, con la madera de cedro, con el hisopo y con el cordón escarlata. 53 Sin embargo, a la avecilla viva la dejará ir en libertad, fuera de la ciudad, hacia el campo abierto. Así hará expiación por la casa, y quedará purificada». 54 Esta es la ley acerca de toda infección de lepra, o de tiña; 55 y para la ropa o la casa con lepra, 56 para una hinchazón, una erupción o una mancha blanca lustrosa, 57 para enseñar cuándo son inmundas y cuándo son limpias. Esta es la ley sobre la lepra. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
Salmos 17 |
Oración pidiendo protección Oración de David. |
17 Oye, oh SEÑOR, una causa justa; atiende a mi clamor; Presta oído a mi oración, que no es de labios engañosos. 2 Que de Tu presencia venga mi vindicación; Que Tus ojos vean lo que es justo. 3 Tú has probado mi corazón, Me has visitado de noche; Me has puesto a prueba y nada hallaste. He resuelto que mi boca no peque. 4 En cuanto a las obras de los hombres, por la palabra de Tus labios Yo me he guardado de los caminos de los violentos. 5 Mis pasos se han mantenido firmes en Tus sendas. No han resbalado mis pies. 6 Yo te he invocado, oh Dios, porque Tú me responderás; Inclina a mí Tu oído, escucha mi palabra. 7 Muestra maravillosamente Tu misericordia, Oh, Salvador de los que se refugian a Tu diestra Huyendo de los que se levantan contra ellos. 8 Guárdame como a la niña de Tus ojos; Escóndeme a la sombra de Tus alas 9 De los impíos que me despojan, De mis enemigos mortales que me rodean. 10 Han cerrado su insensible corazón; Hablan arrogantemente con su boca. 11 Ahora han cercado nuestros pasos; Fijan sus ojos para echarnos por tierra, 12 Como león que ansía despedazar, Como leoncillo que acecha en los escondites. 13 Levántate, SEÑOR, sal a su encuentro, derríbalo; Con Tu espada libra mi alma del impío. 14 Líbrame de los hombres, con Tu mano, oh SEÑOR, De los hombres del mundo, cuya herencia está en esta vida, Y cuyo vientre llenas de Tu tesoro. Se llenan de hijos, Y dejan lo que les abunda a sus pequeños. 15 En cuanto a mí, en justicia contemplaré Tu rostro; Al despertar, me saciaré cuando contemple Tu semblante. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
Proverbios 28 |
Proverbios antitéticos 28 El impío huye sin que nadie lo persiga, Pero los justos están confiados como un león. 2 Por la transgresión de la tierra, muchos son sus príncipes; Pero por el hombre entendido y de conocimiento permanece estable. 3 El pobre que oprime a los humildes Es como lluvia torrencial que no deja pan. 4 Los que abandonan la ley alaban a los impíos, Pero los que guardan la ley luchan contra ellos. 5 Los hombres malvados no entienden de justicia, Pero los que buscan al SEÑOR lo entienden todo. 6 Mejor es el pobre que anda en su integridad Que el que es perverso, aunque sea rico. 7 El que guarda la ley es hijo entendido, Pero el que es compañero de glotones avergüenza a su padre. 8 El que aumenta su riqueza por interés y usura, La recoge para el que se apiada de los pobres. 9 Al que aparta su oído para no oír la ley, Su oración también es abominación. 10 El que extravía a los rectos por el mal camino En su propia fosa caerá, Pero los íntegros heredarán el bien. 11 El rico es sabio ante sus propios ojos, Pero el pobre que es entendido, lo sondea. 12 Cuando los justos triunfan, grande es la gloria, Pero cuando los impíos se levantan, los hombres se esconden. 13 El que encubre sus pecados no prosperará, Pero el que los confiesa y los abandona hallará misericordia. 14 Cuán bienaventurado es el hombre que siempre teme, Pero el que endurece su corazón caerá en el infortunio. 15 Cual león rugiente y oso agresivo Es el gobernante perverso sobre el pueblo pobre. 16 Al príncipe que es gran opresor le falta entendimiento, Pero el que odia las ganancias injustas prolongará sus días. 17 El hombre cargado con culpa de sangre humana, Fugitivo será hasta la muerte; que nadie lo apoye. 18 El que anda en integridad será salvo, Pero el que es de camino torcido caerá de repente. 19 El que labra su tierra se saciará de pan, Pero el que sigue propósitos vanos se llenará de pobreza. 20 El hombre fiel abundará en bendiciones, Pero el que se apresura a enriquecerse no quedará sin castigo. 21 Hacer acepción de personas no es bueno, Pues por un bocado de pan el hombre pecará. 22 El hombre avaro corre tras la riqueza Y no sabe que la miseria vendrá sobre él. 23 El que reprende al hombre hallará después más favor Que el que lo lisonjea con la lengua. 24 El que roba a su padre o a su madre Y dice: «No es transgresión», Es compañero del hombre destructor. 25 El hombre arrogante provoca rencillas, Pero el que confía en el SEÑOR prosperará. 26 El que confía en su propio corazón es un necio, Pero el que anda con sabiduría será librado. 27 El que da al pobre no pasará necesidad, Pero el que cierra sus ojos tendrá muchas maldiciones. 28 Cuando los impíos se levantan, los hombres se esconden; Pero cuando perecen, los justos se multiplican. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
2 Tesalonicenses 2 |
La venida del Señor y el hombre de pecado |
2 Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con Él, les rogamos, hermanos, 2 que no sean sacudidos fácilmente en su modo de pensar, ni se alarmen, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera de nosotros, en el sentido de que el día del Señor ha llegado. 3 Que nadie los engañe en ninguna manera, porque no vendrá sin que primero venga la apostasía y sea revelado el hombre de pecado, el hijo de perdición. 4 Este se opone y se exalta sobre todo lo que se llama dios o es objeto de culto, de manera que se sienta en el templo de Dios, presentándose como si fuera Dios. 5 ¿No se acuerdan de que cuando yo estaba todavía con ustedes les decía esto? 6 Ustedes saben lo que lo detiene por ahora, para ser revelado a su debido tiempo. 7 Porque el misterio de la iniquidad ya está en acción, solo que aquel que por ahora lo detiene, lo hará hasta que él mismo sea quitado de en medio. 8 Entonces será revelado ese impío, a quien el Señor matará con el espíritu de Su boca, y destruirá con el resplandor de Su venida. 9 La venida del impío será conforme a la actividad de Satanás, con todo poder y señales y prodigios mentirosos, 10 y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, porque no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. 11 Por esto Dios les enviará un poder engañoso, para que crean en la mentira, 12 a fin de que sean juzgados todos los que no creyeron en la verdad sino que se complacieron en la iniquidad. Firmes en la doctrina 13 Pero nosotros siempre tenemos que dar gracias a Dios por ustedes, hermanos amados por el Señor, porque Dios los ha escogido desde el principio para salvación mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad. 14 Fue para esto que Él los llamó mediante nuestro evangelio, para que alcancen la gloria de nuestro Señor Jesucristo. 15 Así que, hermanos, estén firmes y conserven las doctrinas que les fueron enseñadas, ya de palabra, ya por carta nuestra. 16 Y que nuestro Señor Jesucristo mismo, y Dios nuestro Padre, que nos amó y nos dio consuelo eterno y buena esperanza por gracia, 17 consuele sus corazones y los afirme en toda obra y palabra buena. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |