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Lectura de Hoy
01-05-2024
DEVOCIONAL
Devocional: Números 8
Antes de llevar a cabo sus obligaciones por primera vez, los levitas fueron apartados mediante un ritual establecido por Dios mismo, a fin de hacerles “ceremonialmente limpios” (Números 8:5-14). No es necesario preocuparnos por los detalles en este momento. En lo que sí reflexionaremos es en el razonamiento teológico que Dios ofrece para este procedimiento. Estas cosas ya se han tratado: aquí se trata de un repaso. Dios les ha “apartado para mí” (8:16): es decir, ha escogido a los levitas “de entre los israelitas” (8:6) para que le pertenezcan de una manera especial, “en lugar de todos los primogénitos de Israel” (8:16). Revisa otra vez más el razonamiento: brota del libro de Éxodo, de la primera Pascua, cuando los primogénitos de Egipto fueron asesinados, pero no así los primogénitos de Israel (8:17-18). Pero aquí se plantea un nuevo elemento. Dios ha “recibido” a los levitas como particularmente suyos, y habiéndoles “recibido” también los ha “dado” como “regalos” a Aarón y a sus hijos, los sumo-sacerdotes, “…y se los ha entregado a Aarón y a sus hijos como un regalo. Los levitas ministrarán en la Tienda de reunión en favor de los israelitas, y harán propiciación por ellos, para que no sufran una desgracia al acercarse al santuario” (8:19). Por tanto, Dios les ha “tomado” y “entregado” a su pueblo. Formalmente, por supuesto, Dios les “dio” a Aarón y a sus hijos, pero puesto que el trabajo de los levitas sería a favor de todo Israel, hay un sentido en el cual Dios ha dado a los levitas a la nación entera. Este patrón se vuelve a exponer con detalle diez capítulos más tarde (Números 18:5-7). Dios dice a Aarón, “Considera que yo mismo he escogido, de entre la comunidad, a tus hermanos los levitas, para dártelos como un regalo. Ellos han sido dedicados al SEÑOR para que sirvan en la Tienda de reunión” (18:6). El paralelo más cercano que encontramos en el Nuevo Testamento está en Efesios 4. A raíz de su muerte y resurrección, Jesucristo “Cuando ascendió a lo alto, se llevó consigo a los cautivos y dio dones a los hombres” (Efesios 4:8). Ostensiblemente, las palabras proceden del Salmo 68:18, donde el texto en hebreo dice que Dios “recibió dones de los hombres”. Pero se ha argumentado, con razón, que el Salmo 68 asume el sistema expuesto en Números 8 y 18, y que en cualquier caso Pablo une Números y Salmo 68 para subrayar algo importante. Bajo el nuevo pacto, Cristo Jesús, gracias a su triunfo, nos ha “capturado” y a cada uno de nosotros (Efesios 4:7) nos ha dado gracia y nos ha devuelto a la iglesia como sus “dones a los hombres”. Es así como debemos pensar en nosotros mismos. Somos los “cautivos” de Dios, capturados de entre la raza de portadores rebeldes de la imagen de Dios, y ahora derramados como sus “dones a los hombres”. Esto reviste nuestro servicio de una dignidad inimaginable. Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso. |
Devocional: Hebreos 6 |
El pasaje de la “apostasía”, Hebreos 6:4-6 (compárese con 10: 26-31), ha sido históricamente foco de considerables debates teológicos y pastorales. El meollo de la cuestión es: ¿Pueden los verdaderos creyentes perder su salvación? Algunos cristianos contestan afirmativamente, aunque es difícil encajar tales afirmaciones con, por ejemplo, la “cadena de oro” de Romanos 8:29-30 o las aseveraciones sin reservas de Juan 6:39-40, 44. Algunos cristianos han sugerido entonces que lo que Hebreos predice no es una pérdida de la vida eterna, sino una incapacidad de realizar un servicio útil. Sin embargo, el lenguaje de Hebreos 6 y 10 es más severo. Otros postulan que la advertencia es meramente hipotética o incluso beneficiosa, un medio de gracia que garantiza que los creyentes no apostatarán. No obstante, si sabemos eso, es difícil que tomemos en serio la advertencia, ya que se nos asegura de antemano que no habrá apóstatas, lo cual la convierte en ridícula y no lo desesperadamente seria que el autor de Hebreos cree que es. Aun así, otros sostienen que, en otros pasajes, el Nuevo Testamento puede enseñar la perseverancia y preservación de los santos, pero que aquí se presupone que algunos caerán y que simplemente debemos vivir con esa tensión, por no decir contradicción. Mi opinión es que el asunto gira en torno a dos hechos, con una importante consecuencia pastoral. Primero, Hebreos no enseña una cosa, y Pablo y Juan otra. Pablo ruega a los cristianos que se examinen para ver si están en la fe (2 Corintios 13:5), pero elabora la cadena de oro. Juan advierte que algunas ramas en Cristo (la vid verdadera) pueden ser cortadas (Juan. 15:1-8), pero insiste en que este preservará a todos aquellos que el Padre le ha dado. Por tanto, no es en absoluto provechoso enfrentar Hebreos 6 contra Juan y Pablo, pues como hemos visto coincide con un elemento presente en ellos. Segundo, debemos preguntarnos si las descripciones individuales (“iluminados”, “que han saboreado el don celestial”, etc.) en Hebreos 6 y 10 nos conducen a pensar en lo|s cristianos auténticos. La respuesta a esta pregunta tiene relación con nuestra teología de conversión y el significado de “cristiano genuino”. El Nuevo Testamento ofrece muchos ejemplos de personas que prueban la gracia de Dios lo suficiente como para cambiar su vida y unirse a la iglesia visible, aunque no tienen la clase de gracia que les permite perseverar. Incluso Hebreos 3:6, 14 lo presupone. Bajo una definición “estricta” de cristiano auténtico, nadie caerá. La pregunta entonces es: “¿Perseverarás? ¿Es tu experiencia de gracia tan débil que puede apartarse de la cruz? ¿Cuáles son las consecuencias pastorales? Las reflexiones indican que la Biblia ofrece una maravillosa seguridad a los débiles y los pusilánimes, pero amenaza con poner a prueba duramente la autenticidad de la profesión de fe de los que desafían abiertamente. Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso. |
Números 8 |
Las siete lámparas |
Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: 2 «Habla a Aarón y dile: “Cuando pongas las lámparas, las siete lámparas alumbrarán al frente del candelabro”». 3 Y así lo hizo Aarón; puso las lámparas al frente del candelabro, como el SEÑOR había ordenado a Moisés. 4 Así estaba hecho el candelabro: de oro labrado a martillo; desde su base hasta sus flores fue obra labrada a martillo; según el modelo que el SEÑOR le mostró a Moisés, así hizo el candelabro. La purificación de los levitas 5 De nuevo el SEÑOR habló a Moisés y le dijo: 6 «Toma de entre los israelitas a los levitas y purifícalos. 7 Así harás con ellos para su purificación: rociarás sobre ellos agua purificadora, y que ellos hagan pasar una navaja sobre todo su cuerpo, laven sus ropas y quedarán purificados. 8 Tomarán entonces un novillo con su ofrenda de cereal, flor de harina mezclada con aceite; y tú tomarás otro novillo como ofrenda por el pecado. 9 Y harás que se acerquen los levitas delante de la tienda de reunión. Reunirás también a toda la congregación de los israelitas, 10 y presentarás a los levitas delante del SEÑOR; y los israelitas pondrán sus manos sobre los levitas. 11 »Entonces Aarón presentará a los levitas delante del SEÑOR, como ofrenda mecida de los israelitas, para que ellos puedan cumplir el ministerio del SEÑOR. 12 Los levitas pondrán sus manos sobre la cabeza de los novillos, y entonces ofrecerán uno como ofrenda por el pecado y el otro como holocausto al SEÑOR, para hacer expiación por los levitas. 13 Harás que los levitas estén de pie delante de Aarón y delante de sus hijos, para presentarlos como ofrenda mecida al SEÑOR. 14 »Así separarás a los levitas de entre los israelitas, y los levitas serán Míos. 15 Y después de eso, los levitas podrán entrar para ministrar en la tienda de reunión, tú los purificarás y los presentarás como ofrenda mecida; 16 porque son enteramente dedicados para Mí de entre los israelitas. Los he tomado para Mí en lugar de todo primer fruto de la matriz, los primogénitos de todos los israelitas. 17 Porque Míos son todos los primogénitos de entre los israelitas, tanto de hombres como de animales; el día en que herí a todo primogénito en la tierra de Egipto, los santifiqué para Mí. 18 Pero he tomado a los levitas en lugar de los primogénitos de entre los israelitas. 19 Y he dado a los levitas como un don a Aarón y a sus hijos de entre los israelitas, para cumplir el ministerio de los israelitas en la tienda de reunión y para hacer expiación en favor de los israelitas, para que no haya plaga entre ellos al acercarse al santuario». 20 Moisés, Aarón y toda la congregación de los israelitas hicieron así a los levitas. Conforme a todo lo que el SEÑOR había mandado a Moisés acerca de los levitas, así hicieron con ellos los israelitas. 21 Los levitas se purificaron a sí mismos de pecados, y lavaron sus ropas; y Aarón los presentó como ofrenda mecida delante del SEÑOR. También Aarón hizo expiación por ellos para purificarlos. 22 Entonces, después de eso, los levitas entraron para cumplir su ministerio en la tienda de reunión delante de Aarón y delante de sus hijos. Como el SEÑOR había ordenado a Moisés acerca de los levitas, así hicieron con ellos. La jubilación de los levitas 23 Entonces el SEÑOR le dijo a Moisés: 24 «Esto es lo que se refiere a los levitas: desde los veinticinco años en adelante entrarán a cumplir el servicio en el ministerio de la tienda de reunión. 25 Pero a los cincuenta años se jubilarán de ejercer el ministerio, y no trabajarán más. 26 Sin embargo, pueden ayudar a sus hermanos en la tienda de reunión a cumplir sus obligaciones, pero no a ejercer el ministerio. Así harás con los levitas en cuanto a sus obligaciones». Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
Salmos 44 |
Oración nacional de intercesión Para el director del coro. Masquil de los hijos de Coré. |
44 Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, Nuestros padres nos han contado La obra que hiciste en sus días, En los tiempos antiguos: 2 Tú con Tu mano echaste fuera las naciones, Pero a ellos los plantaste. Afligiste a los pueblos, Pero a ellos los hiciste crecer. 3 Pues no fue por su espada que tomaron posesión de la tierra, Ni fue su brazo el que los salvó, Sino Tu diestra y Tu brazo, y la luz de Tu presencia, Porque te complaciste en ellos. 4 Tú eres mi Rey, oh Dios; Manda victorias a Jacob. 5 Contigo rechazaremos a nuestros adversarios; En Tu nombre pisotearemos a los que contra nosotros se levanten. 6 Porque yo no confiaré en mi arco, Ni me podrá salvar mi espada; 7 Pues Tú nos has salvado de nuestros adversarios, Y has avergonzado a los que nos aborrecen. 8 En Dios nos hemos gloriado todo el día. Por siempre alabaremos Tu nombre. (Selah) 9 Sin embargo, Tú nos has rechazado y nos has confundido, Y no sales con nuestros ejércitos. 10 Nos haces retroceder ante el adversario, Y los que nos aborrecen tomaron botín para sí. 11 Nos entregas como ovejas para ser devorados, Y nos has esparcido entre las naciones. 12 Vendes a Tu pueblo a bajo precio, Y nada has ganado con su venta. 13 Nos haces el oprobio de nuestros vecinos, Escarnio y burla de los que nos rodean. 14 Nos pones por proverbio entre las naciones, Causa de risa entre los pueblos. 15 Todo el día mi ignominia está delante de mí, Y la vergüenza de mi rostro me ha abrumado 16 Por la voz del que me reprocha e insulta, Por la presencia del enemigo y del vengativo. 17 Todo esto nos ha sobrevenido, pero no nos hemos olvidado de Ti, Ni hemos faltado a Tu pacto. 18 No se ha vuelto atrás nuestro corazón, Ni se han desviado nuestros pasos de Tu senda; 19 Sin embargo, nos has quebrantado en la región de los chacales, Y nos has cubierto con la sombra de la muerte. 20 Si nos hubiéramos olvidado del nombre de nuestro Dios, O extendido nuestras manos a un dios extraño, 21 ¿No se habría dado cuenta Dios de esto? Pues Él conoce los secretos del corazón. 22 Pero por causa Tuya nos matan cada día; Se nos considera como ovejas para el matadero. 23 ¡Despierta! ¿Por qué duermes, Señor? ¡Levántate! No nos rechaces para siempre. 24 ¿Por qué escondes Tu rostro Y te olvidas de nuestra aflicción y de nuestra opresión? 25 Porque nuestra alma se ha hundido en el polvo; Nuestro cuerpo está pegado a la tierra. 26 ¡Levántate! Sé nuestra ayuda, Y redímenos por amor de Tu misericordia. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
Cantares 6 |
Mutuo encanto de los esposos EL CORO: 6 «¿Adónde se ha ido tu amado, Oh la más hermosa de las mujeres? ¿Adónde se ha dirigido tu amado, Para que lo busquemos contigo?». LA ESPOSA: 2 «Mi amado ha descendido a su huerto, A las eras de bálsamo, A apacentar su rebaño en los huertos Y recoger lirios. 3 Yo soy de mi amado y mi amado es mío, Él apacienta su rebaño entre los lirios». EL ESPOSO: 4 «Eres hermosa como Tirsa, amada mía, Encantadora como Jerusalén, Imponente como un ejército con estandartes. 5 Aparta de mí tus ojos, Porque ellos me han confundido; Tu cabellera es como un rebaño de cabras Que descienden de Galaad. 6 Tus dientes son como rebaño de ovejas Que suben del lavadero, Todas tienen mellizas, Y ninguna de ellas ha perdido su cría. 7 Tus mejillas son como mitades de granada Detrás de tu velo. 8 Sesenta son las reinas y ochenta las concubinas, Y las doncellas, sin número; 9 Pero sin igual es mi paloma, mi perfecta, Es la hija única de su madre, La preferida de la que la dio a luz. Las doncellas la vieron y la llamaron bienaventurada, También las reinas y las concubinas, y la alabaron, diciendo: 10 “¿Quién es esta que se asoma como el alba, Hermosa como la luna llena, Refulgente como el sol, Imponente como escuadrones abanderados?”. 11 Descendí al huerto de los nogales Para ver el verdor del valle, Para ver si la vid había retoñado, Si los granados habían florecido. 12 Sin que me diera cuenta, mi alma me colocó Sobre los carros de mi noble pueblo». EL CORO: 13 «¡Regresa, regresa, oh Sulamita; Regresa, regresa, para que te contemplemos!». Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
Hebreos 6 |
Jesús como Sumo Sacerdote |
6 Por tanto, dejando las enseñanzas elementales acerca de Cristo, avancemos hacia la madurez, no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas y de la fe en Dios, 2 de la enseñanza sobre lavamientos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno. 3 Y esto haremos, si Dios lo permite. 4 Porque en el caso de los que fueron una vez iluminados, que probaron del don celestial y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, 5 que gustaron la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, 6 pero después cayeron, es imposible renovarlos otra vez para arrepentimiento, puesto que de nuevo crucifican para sí mismos al Hijo de Dios y lo exponen a la ignominia pública. 7 Porque la tierra que bebe la lluvia que con frecuencia cae sobre ella y produce vegetación útil a aquellos por los cuales es cultivada, recibe bendición de Dios. 8 Pero si produce espinos y cardos no vale nada, está próxima a ser maldecida, y termina por ser quemada. Esperanza de cosas mejores 9 Pero en cuanto a ustedes, amados, aunque hablemos de esta manera, estamos persuadidos de las cosas que son mejores y que pertenecen a la salvación. 10 Porque Dios no es injusto como para olvidarse de la obra de ustedes y del amor que han mostrado hacia Su nombre, habiendo servido, y sirviendo aún, a los santos. 11 Pero deseamos que cada uno de ustedes muestre la misma solicitud hasta el fin, para alcanzar la plena seguridad de la esperanza, 12 a fin de que no sean perezosos, sino imitadores de los que mediante la fe y la paciencia heredan las promesas. La promesa de Dios es segura 13 Pues cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por uno mayor, juró por Él mismo, 14 diciendo: «CIERTAMENTE TE BENDECIRÉ Y CIERTAMENTE TE MULTIPLICARÉ». 15 Y así, habiendo esperado con paciencia, Abraham obtuvo la promesa. 16 Porque los hombres juran por uno mayor que ellos mismos, y para ellos un juramento dado como confirmación es el fin de toda discusión. 17 Por lo cual Dios, deseando mostrar más plenamente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de Su propósito, interpuso un juramento, 18 a fin de que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, los que hemos buscado refugio seamos grandemente animados para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. 19 Tenemos como ancla del alma, una esperanza segura y firme, y que penetra hasta detrás del velo, 20 adonde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho, según el orden de Melquisedec, Sumo Sacerdote para siempre. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |