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Lectura de Hoy
02-05-2024
DEVOCIONAL
Devocional: Números 9
Hay dos temas que controlan Números 9. El segundo es el descenso del pilar de la nube y la columna de fuego sobre el tabernáculo, “la Tienda del Pacto”, el primer día que fue montado (9:15-23). La columna había guiado y protegido al pueblo desde su partida de Egipto. Fue una señal visible de la presencia de Dios –y a partir de este momento esta tiene que ver con el tabernáculo (y más tarde con el templo). De modo que la línea narrativa de la manifestación de la presencia de Dios continúa. Pero el primer tema es la celebración de la Pascua en el aniversario de la primera Pascua (9:1-14). La primera Pascua, tal como se describe en Éxodo 12, no sólo estaba inseparablemente vinculada con el Éxodo, sino que también se tenía que conmemorar, de acuerdo con el Pacto Mosaico, de maneras muy bien definidas (Ex. 12; Lev. 23:5-8; Deut. 16:1-8). Las instrucciones de Dios a Moisés son que el pueblo celebre la Pascua “ciñéndose a todos sus estatutos y preceptos” (Números 9:3). Pero esta estipulación precipita una crisis. Puesto que algunas personas se habían vuelto ceremonialmente impuras al entrar en contacto con un cadáver (por ejemplo de algún miembro de su familia que había muerto), en principio no podían participar de la fiesta de la Pascua hasta volver a estar limpios –y esto requería tanto tiempo que no podrían celebrar la fiesta en el día prescrito, el catorce de Ahib (llamado Nisán después del exilio), el primer mes del calendario judío. De modo que Moisés consulta al Señor. La respuesta del Señor es que en tal caso, estas personas ceremonialmente impuras podían posponer la celebración de la Pascua hasta el día catorce del segundo mes. Pero esta posposición, el Señor insiste, sólo corresponde a los que no puedan, por motivos ceremoniales, celebrarla en el día prescrito. Los que opten por esta posposición por razones de conveniencia personal deben ser excluidos del pueblo. Hay muchas cosas que podemos aprender de este episodio, pero hay una en particular que a veces no se tiene en cuenta. En cualquier sistema complejo de leyes, tarde o temprano llegará otra ley diferente que establecerá como válidas otras reivindicaciones que estarán en conflicto con las primeras. Como resultado, dichas leyes tienen que establecerse de acuerdo con una jerarquía de importancia. Aquí el mes se considera menos importante que la pureza ceremonial o la propia celebración de la Pascua. Jesús mismo reconoce este principio general. Según la Ley estaba prohibido realizar cualquier trabajo regular en el sábado, y luego la misma Ley dice también que el hijo varón tenía que ser circuncidado el octavo día. Supongamos que el octavo día caiga en un sábado (Juan 7:23). ¿Cuál de las leyes tiene prioridad? Las mentes que sólo sean capaces de pensar en un plano legal tal vez no captarán la dirección hacia la cual todas las leyes apuntan. Cuando estas leyes se miran como es debido, dice Jesús (y Pablo señala lo mismo con otras palabras), descubriremos que todas ellas apuntan hacia él (Juan 7:24). Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso. |
Devocional: Hebreos 7 |
En el volumen 1 (meditación del 13 de enero), reflexionamos sobre el lugar de Melquisedec en Génesis y en el resto del canon. En Hebreos 7, podemos hacerlo de nuevo, mirando hacia el pasado. Nos centraremos en algunos de los giros que encontramos en Hebreos 7:11-28 en la línea de pensamiento. (1) En los versículos anteriores, el autor proclama que Melquisedec fue más grande que Abraham y, por tanto, también que Leví, descendiente de este (en la cultura hebrea el padre siempre era superior al hijo). Así que, el sacerdote Melquisedec fue históricamente más importante que el sacerdote Leví; en principio, entonces, el sacerdocio de aquel, como institución, es superior al levítico. (2) Cuando se leen secuencialmente los documentos del Antiguo Testamento, resulta sorprendente que, varios siglos después de la ley mosaica que estableció a los levitas como sacerdotes, Dios anuncie en el Salmo 110 (Hebreos 5:6; 7:17, 21) que está levantando una figura mesiánica que será sacerdote eterno según el orden de Melquisedec, no de Leví. (Véase la meditación del 17 de junio del volumen 1). (3) En principio, esa promesa anuncia la obsolescencia del sacerdocio levítico. No puede perdurar. En el Salmo 110, Dios anuncia por medio de David que este será sustituido por el de Melquisedec. (4) Esto significa, a su vez, que debe producirse un cambio en la ley-pacto dada en Sinaí. En ocasiones, tenemos la tentación de pensar que la ley trataba principalmente acerca de la “moralidad”, aderezada con un poco de ceremonial religioso y alguna cosa más añadida. De ser así, podría permanecer intacta cuando el sacerdocio cambiase. Sin embargo, este no es el argumento de Hebreos, que nos dice que el sacerdocio levítico, lejos de ser añadido, era la misma base de la ley (7:11). En otras palabras, en ciertos aspectos las funciones ceremoniales de la ley son fundamentales en su estructura de pacto. Por tanto, con la venida de un sacerdocio no levítico “también tiene que cambiarse la ley” (7:12; cp. 7:17-19), es decir, la ley-pacto. Esto indica, asimismo, que la ley mosaica no desempeñaba la función de establecer un modelo de adoración y un marco religioso siempre válido para el pueblo de Dios. No obstante, formaba parte de un patrón que apuntaba al futuro, hacia un sacerdote aún más grande y al pacto definitivo. Inevitablemente, existen puntos de continuidad entre el pacto de Sinaí y el nuevo, pero el cambio fundamental debe comprenderse para ver cómo se cohesiona la Biblia. (5) Estas reflexiones nos llevan a la maravillosa imagen de la perfección y finalidad de Jesús como sacerdote del orden de Melquisedec que encontramos en este capítulo. Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso. |
Números 9 |
La Pascua |
9 El SEÑOR habló así a Moisés en el desierto de Sinaí, en el primer mes del segundo año de su salida de la tierra de Egipto: 2 «Que los israelitas celebren la Pascua a su tiempo señalado. 3 En el día catorce de este mes, al atardecer, ustedes la celebrarán a su tiempo señalado; la celebrarán conforme a todos sus estatutos y conforme a todas sus ordenanzas». 4 Mandó, pues, Moisés a los israelitas que celebraran la Pascua. 5 Y celebraron la Pascua en el mes primero, en el día catorce del mes, al atardecer, en el desierto de Sinaí; tal como el SEÑOR había ordenado a Moisés, así lo hicieron los israelitas. 6 Pero había algunos hombres que estaban inmundos por causa de una persona muerta, y no pudieron celebrar la Pascua aquel día. Y vinieron ante Moisés y Aarón aquel día, 7 y aquellos hombres les dijeron: «Aunque estemos inmundos por causa de una persona muerta, ¿por qué se nos impide presentar la ofrenda del SEÑOR en su tiempo señalado entre los israelitas?». 8 Entonces Moisés les dijo: «Esperen, y oiré lo que el SEÑOR ordene acerca de ustedes». Ley de la Pascua 9 Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: 10 «Habla a los israelitas y diles: “Si alguien de ustedes o de sus descendientes está inmundo por causa de un muerto, o anda lejos de viaje, puede, sin embargo, celebrar la Pascua al SEÑOR. 11 La celebrarán a los catorce días del segundo mes, al atardecer; la comerán con pan sin levadura y hierbas amargas. 12 Nada dejarán de ella hasta la mañana, ni quebrarán hueso de ella; conforme a todos los estatutos de la Pascua la celebrarán. 13 Pero si alguien que está limpio y no anda de viaje, deja de celebrar la Pascua, esa persona será eliminada de entre su pueblo, porque no presentó la ofrenda del SEÑOR a su tiempo señalado. Ese hombre llevará su pecado. 14 Y si un extranjero reside entre ustedes y celebra la Pascua al SEÑOR, conforme al estatuto de la Pascua y conforme a su ordenanza lo hará; ustedes tendrán un solo estatuto, tanto para el extranjero como para el nativo de la tierra”». La nube sobre el tabernáculo 15 El día que fue erigido el tabernáculo, la nube cubrió el tabernáculo, la tienda del testimonio, y al atardecer estaba sobre el tabernáculo algo que parecía de fuego, hasta la mañana. 16 Así sucedía continuamente; la nube lo cubría de día, y la apariencia de fuego de noche. 17 Y cuando la nube se levantaba de sobre la tienda, enseguida los israelitas partían; y en el lugar donde la nube se detenía, allí acampaban los israelitas. 18 Al mandato del SEÑOR los israelitas partían, y al mandato del SEÑOR acampaban; mientras la nube estaba sobre el tabernáculo, permanecían acampados. 19 Aun cuando la nube se detenía sobre el tabernáculo por muchos días, los israelitas guardaban la ordenanza del SEÑOR y no partían. 20 Cuando la nube permanecía algunos días sobre el tabernáculo, según la orden del SEÑOR, permanecían acampados; y según la orden del SEÑOR, partían. 21 Pero cuando la nube permanecía desde el atardecer hasta la mañana, y la nube se levantaba por la mañana, ellos partían; y si permanecía durante el día y durante la noche, cuando la nube se levantaba, ellos partían. 22 Ya fuera que la nube se detuviera sobre el tabernáculo permaneciendo sobre él dos días, o un mes, o un año, los israelitas permanecían acampados y no partían; pero cuando se levantaba, partían. 23 Al mandato del SEÑOR acampaban, y al mandato del SEÑOR partían; guardaban la ordenanza del SEÑOR según el mandato del SEÑOR por medio de Moisés. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
Salmos 45 |
Cántico de las bodas del Rey Para el director del coro; según Sosanim. Masquil de los hijos de Coré. Canción de amor. |
45 Rebosa en mi corazón un tema bueno; Al Rey dirijo mis versos; Mi lengua es como pluma de escribiente muy ligero. 2 Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; La gracia se derrama en Tus labios; Por tanto, Dios te ha bendecido para siempre. 3 Prepara Tu espada sobre el muslo, oh valiente, En Tu esplendor y Tu majestad. 4 En Tu majestad cabalga en triunfo, Por la causa de la verdad, de la humildad y de la justicia; Que Tu diestra te enseñe cosas tremendas. 5 Tus flechas son agudas; Los pueblos caen debajo de Ti; En el corazón de los enemigos del rey están Tus flechas. 6 Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; Cetro de equidad es el cetro de Tu reino. 7 Has amado la justicia y aborrecido la iniquidad; Por tanto Dios, Tu Dios, te ha ungido Con óleo de alegría más que a Tus compañeros. 8 Todas Tus vestiduras están perfumadas con mirra, áloe y casia; Desde palacios de marfil te han alegrado con instrumentos de cuerda. 9 Hijas de reyes hay entre Tus damas nobles; A Tu diestra, en oro de Ofir, está la reina. 10 Escucha, hija, presta atención e inclina tu oído; Olvídate de tu pueblo y de la casa de tu padre. 11 Entonces el Rey deseará tu hermosura; Inclínate ante Él, porque Él es tu señor. 12 Y la hija de Tiro vendrá con presentes; Los ricos del pueblo suplicarán tu favor. 13 Toda radiante está la hija del Rey dentro de su palacio; Recamado de oro está su vestido. 14 En vestido bordado será conducida al Rey; Las vírgenes, sus compañeras que la siguen, Serán llevadas a Ti. 15 Serán conducidas con alegría y regocijo; Entrarán al palacio del Rey. 16 En lugar de tus padres estarán tus hijos; Los harás príncipes en toda la tierra. 17 Haré que Tu nombre sea recordado por todas las generaciones; Por tanto, los pueblos te darán gracias eternamente y para siempre. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
Cantares 7 |
EL ESPOSO: «¿Por qué han de contemplar a la Sulamita, Como en la danza de los dos coros? 7 ¡Cuán hermosos son tus pies en sandalias, Oh hija de príncipe! Las curvas de tus caderas son como joyas, Obra de manos de artífice. 2 Tu ombligo, como una taza redonda Que nunca le falta vino mezclado; Tu vientre como montón de trigo Cercado de lirios. 3 Tus dos pechos, como dos crías, Mellizas de una gacela. 4 Tu cuello, como torre de marfil, Tus ojos, como los estanques en Hesbón Junto a la puerta de Bat Rabim; Tu nariz, como la torre del Líbano Que mira hacia Damasco. 5 Tu cabeza se eleva como el monte Carmelo, Y la cabellera suelta de tu cabeza es como hilos de púrpura; El rey se ha cautivado de tus trenzas. 6 ¡Qué hermosa y qué encantadora eres, Amor mío, con todos tus encantos! 7 Tu estatura es semejante a la palmera, Y tus pechos, a sus racimos. 8 Yo dije: “Subiré a la palmera, Tomaré sus frutos”. ¡Sean tus pechos como racimos de la vid, El perfume de tu aliento como manzanas, 9 Y tu paladar como el mejor vino!». LA ESPOSA: «Entra suavemente el vino en mi amado, Como fluye por los labios de los que se duermen. 10 »Yo soy de mi amado, Y para mí es todo su deseo. 11 Ven, amado mío, salgamos al campo, Pasemos la noche en las aldeas. 12 Levantémonos temprano y vayamos a las viñas; Veamos si la vid ha brotado, Si se han abierto sus flores, Y si han florecido los granados. Allí te entregaré mi amor. 13 Las mandrágoras han exhalado su fragancia, Y a nuestras puertas hay toda clase de frutas escogidas, Tanto nuevas como añejas, Que he guardado para ti, amado mío. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
Hebreos 7 |
El sacerdocio de Melquisedec |
7 Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que se encontró con Abraham cuando este regresaba de la matanza de los reyes, y lo bendijo, 2 y Abraham le entregó el diezmo de todos los despojos. El nombre Melquisedec significa primeramente rey de justicia, y luego también rey de Salem, esto es, rey de paz. 3 Sin tener padre, ni madre, y sin genealogía, no teniendo principio de días ni fin de vida, siendo hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote a perpetuidad. Grandeza de Melquisedec 4 Consideren, pues, la grandeza de este Melquisedec a quien Abraham, el patriarca, dio el diezmo de lo mejor del botín. 5 Y en verdad los hijos de Leví que reciben el oficio de sacerdote, tienen mandamiento en la ley de recoger el diezmo del pueblo, es decir, de sus hermanos, aunque estos son descendientes de Abraham. 6 Pero aquel cuya genealogía no viene de ellos, recibió el diezmo de Abraham y bendijo al que tenía las promesas. 7 Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor. 8 Aquí, ciertamente hombres mortales reciben el diezmo, pero allí, los recibe uno de quien se da testimonio de que vive. 9 Y, por decirlo así, por medio de Abraham también Leví, que recibía diezmos, pagaba diezmos, 10 porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro. Cristo, sacerdote para siempre 11 Ahora bien, si la perfección era por medio del sacerdocio levítico, (pues sobre esa base recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad había de que se levantara otro sacerdote según el orden de Melquisedec, y no designado según el orden de Aarón? 12 Porque cuando se cambia el sacerdocio, necesariamente ocurre también un cambio de la ley. 13 Pues aquel de quien se dicen estas cosas, pertenece a otra tribu, de la cual nadie ha servido en el altar. 14 Porque es evidente que nuestro Señor descendió de Judá, una tribu de la cual Moisés no dijo nada tocante a sacerdotes. 15 Y esto es aún más evidente, si a semejanza de Melquisedec se levanta otro sacerdote, 16 que ha llegado a serlo, no sobre la base de una ley de requisitos físicos, sino según el poder de una vida indestructible. 17 Pues de Cristo se da testimonio: «TÚ ERES SACERDOTE PARA SIEMPRE SEGÚN EL ORDEN DE MELQUISEDEC». 18 Porque ciertamente, queda anulado el mandamiento anterior por ser débil e inútil 19 (pues la ley nada hizo perfecto), y se introduce una mejor esperanza, mediante la cual nos acercamos a Dios. 20 Y por cuanto no fue sin juramento, 21 pues en verdad ellos llegaron a ser sacerdotes sin juramento, pero Él, por un juramento del que le dijo: «EL SEÑOR HA JURADO Y NO CAMBIARÁ: “TÚ ERES SACERDOTE PARA SIEMPRE”». 22 Por eso, Jesús ha venido a ser fiador de un mejor pacto. 23 Los sacerdotes anteriores eran más numerosos porque la muerte les impedía continuar, 24 pero Jesús conserva Su sacerdocio inmutable puesto que permanece para siempre. 25 Por lo cual Él también es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de Él se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos. 26 Porque convenía que tuviéramos tal Sumo Sacerdote: santo, inocente, inmaculado, apartado de los pecadores, y exaltado más allá de los cielos, 27 que no necesita, como aquellos sumos sacerdotes, ofrecer sacrificios diariamente, primero por sus propios pecados y después por los pecados del pueblo. Porque esto Jesús lo hizo una vez para siempre, cuando Él mismo se ofreció. 28 Porque la ley designa como sumos sacerdotes a hombres débiles, pero la palabra del juramento, que vino después de la ley, designa al Hijo, hecho perfecto para siempre. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |