Reseñas
Mujer, conoce el plan de Dios para tu sexualidad.
Una reseña del libro «Puro sexo puro: Un regalo de Dios para toda mujer que anhela un matrimonio pleno» (Editorial Vida, 2022).
Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella,
el mundo y los que en él habitan.
Porque Él la fundó sobre los mares,
y la asentó sobre los ríos (Salmo 24:1-2).
Este pasaje bíblico es uno de tantos que afirman que Dios es el dueño de todo. Eso implica que los seres humanos somos simples mayordomos, porque todo lo que tenemos y podemos disfrutar le pertenece a Él.
Es importante que vivamos conscientes de esta realidad: no somos dueños, somos administradores. Nuestras pertenencias y las personas que amamos son parte de Sus buenas dádivas (Stg 1:17; Ro 11:36). Si somos creyentes, ni siquiera nos pertenecemos a nosotras mismas, debido a que Él nos compró (1 Co 6:19-20; cp. Sal 24:1). Por tanto, debemos vivir para Su gloria y de acuerdo con Su voluntad.
Puro sexo puro
CORNELIA HERNÁNDEZ DE MATOS
Puro sexo puro: Un regalo de Dios para toda mujer que anhela un matrimonio pleno (Editorial Vida, 2022), fue escrito por Cornelia Hernández de Matos, quien es médico, consejera y terapeuta sexual y familiar.
EDITORIAL VIDA. 240 PÁGINAS.
Son muchas las áreas de nuestra vida que debemos examinar para ver si somos fieles administradoras de lo que Dios nos dio. Sin embargo, hay una de ellas que puede pasar desapercibida y de la cual no se habla a menudo: nuestra sexualidad.
Por eso agradezco al Señor por este nuevo recurso: Puro sexo puro: Un regalo de Dios para toda mujer que anhela un matrimonio pleno (Editorial Vida, 2022), escrito por Cornelia Hernández de Matos, quien es médico, consejera y terapeuta sexual y familiar. La autora enseña con claridad lo siguiente:
A Dios sí le importa lo que Sus criaturas hagan con sus cuerpos. No es bíblica la idea de que mi cuerpo es mío y puedo hacer lo que quiera con él. Dios está pendiente de cada detalle de nuestras vidas y hasta de cada motivación de nuestros corazones. Fuimos creadas con un propósito eterno y nuestros cuerpos también deben reflejar la sabiduría de nuestro Señor, es dueño de nuestras vidas (p. 174).
Esto tiene una aplicación especial dentro del matrimonio y es útil aprender de este tema, ya sea que te encuentres soltera o casada.
Parte de Su diseño
La autora explica que cuando Dios diseñó el matrimonio, asignó un rol a cada cónyuge para que juntos puedan mostrar a los demás la belleza del evangelio. Para saber si estamos cumpliendo con una buena mayordomía en el matrimonio debemos buscar evidencias del amor y la gracia de Dios en nuestras vidas. ¿Dónde encontrar estas evidencias? En la forma en que desempeñamos nuestro rol en el hogar, con nuestro esposo e hijos, y si los demás ven que Cristo es nuestra fuente de gozo y fortaleza cada día.
Pero eso no es todo. Dentro de Su diseño, Dios incluyó el placer sexual, el cual es un «regalo de bodas» (como lo llama la autora) que también debemos administrar con sabiduría. «El Dios que creó nuestras vidas, también diseñó el matrimonio y nos regaló el placer sexual como una muestra de Su gracia y amor» (p. 185). Parte del deseo de Dios para los casados es que se disfruten mutuamente. Darle gloria con nuestras vidas implica que disfrutemos junto a nuestro esposo de ese regalo.
A Dios le importa nuestra sexualidad; Él desea que la vivamos plenamente y la disfrutemos de manera pura. […] Estoy convencida de que una mujer casada glorifica mejor a Dios cuando disfruta de la intimidad con su esposo (p. 13).
Quizás te resulte incómodo leer sobre este tema, pero Dios no lo ha dejado fuera de Su Palabra y debemos escuchar lo que Él tiene que decir al respecto. El libro Puro sexo puro es muy valioso al orientarnos bíblicamente en este tema.
En los capítulos 1 al 6 del libro, la autora nos muestra de manera sencilla —desde las perspectivas bíblica y científica— que el placer sexual, lejos de ser algo inmoral e impuro, es parte del diseño perfecto de Dios. También nos instruye de forma práctica y respetuosa sobre cómo el sexo se puede disfrutar en cada etapa de la vida matrimonial. Nos ayuda a conocer mejor la sexualidad femenina y masculina, y siempre respalda sus consejos con la verdad bíblica.
Los buenos límites
Después de leer los párrafos anteriores, podrías preguntarte: si el placer sexual es un regalo de Dios, bueno y perfecto, ¿por qué a veces nos resulta tan incómodo hablar de este tema? ¿Por qué los creyentes a menudo no vemos la sexualidad como una buena dádiva?
El pecado también ha hecho estragos en esta área. Nuestro corazón egoísta y rebelde nos ha llevado a creer que Dios no desea que seamos felices y plenas, como si quisiera subyugarnos con Sus límites. Sin embargo, la realidad es que la Escritura nos enseña que debemos ver a un Padre amoroso que nos cuida por medio de Sus mandamientos (1 Jn 5:3).
Los límites en la sexualidad protegen a la pareja, la cuidan de heridas y malos condicionamientos que afecten el futuro de la vida sexual de ambos. Dios no es un aguafiestas cósmico que trata de aburrirnos la vida; por el contrario, anhela que sus hijas vivan su diseño a plenitud (p. 168).
Los capítulos 7 y 8 nos brindan principios que nos ayudarán a definir el marco dentro del cual podemos estar tranquilas y seguras de que Dios se agrada de la forma en que disfrutamos y experimentamos la sexualidad, sin dañarnos.
Dios instituyó el matrimonio desde la creación, dándoles a los cónyuges el regalo del placer sexual para ser disfrutado dentro de esos límites de fidelidad y amor matrimonial. Cualquier actividad sexual fuera del matrimonio será juzgada por Dios, al igual que cualquier actividad inmoral que deshonre la pureza y manche la santidad que debería reflejar esa institución divina (p. 168).
Esperanza para pecadoras
La sexualidad es un regalo de Dios que podemos disfrutar libremente dentro de Su marco de protección. Él desea que estemos satisfechas en la relación conyugal en que nos puso (o pondrá), porque así reflejaremos mejor la futura y perfecta unión con Cristo que nos llenará de deleite y plenitud. Esto podría parecernos utópico cuando vemos nuestra sexualidad llena de fallas, pecado y desilusión. Por eso la autora nos advierte:
La desinformación, la vergüenza y las experiencias no satisfactorias van creando expectativas inadecuadas, frustración y hasta una resignación malsana que arruinan el disfrute que Dios desea para cada uno de los esposos (p. 68).