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Lectura de Hoy
10-05-2024
DEVOCIONAL
Devocional: Salmos 56–57
Las monedas americanas llevan las palabras “En Dios confiamos”. En nuestra era pluralista, es razonable que la gente pregunte, “¿Qué Dios?” Aunque la respuesta sea clara que se trata del Dios de la Biblia, sospecho que mucha gente concibe esta confianza en Dios como algo privado y místico. Es inquietante con qué facilidad se piensa en la fe en Dios como una especie de intuición religiosa, una sensibilidad piadosa, con sólo una vaguísima comprensión de lo que esta confianza en Dios realmente implica. La fe de David no es así. Dos veces en el Salmo 56 su descripción del Dios en quien ha puesto su confianza implícitamente da sustancia al significado de la palabra “confianza”. “Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza. Confío en Dios y alabo su palabra; confío en Dios y no siento miedo. ¿Qué puede hacerme un simple mortal?” (56: 3-4 énfasis añadido). Y otra vez, “Confío en Dios y alabo su palabra; confío en el SEÑOR y alabo su palabra; confío en Dios y no siento miedo. ¿Qué puede hacerme un simple mortal?” (56:10-11). En ambos pasajes, David comprende que la confianza en Dios es la única solución a su miedo: “Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza… confío en Dios y no siento miedo. ¿Qué puede hacerme un simple mortal?” El texto que encabeza e introduce el salmo nos explica que fue escrito poco después de su experiencia horripilante en Gat (1 Samuel 21: 10-15). Mientras huía, David se escondió en territorio de los filisteos, y estuvo muy cerca de la muerte. Se libró al fingir que estaba loco. Sin duda había sentido un miedo terrible, y en medio de su miedo había puesto su confianza en Dios, y encontró las fuerzas para realizar una hazaña espectacular que le salvó la vida. Pero lo que más nos llama la atención en esta confesión de confianza por parte de David es el hecho de que repite una frase. Tres veces habla “de Dios cuya palabra alabaré”. En este contexto la palabra específica que da lugar a esta frase seguramente tiene mucho que ver con la razón por la cual David podía confiar tan plenamente bajo estas condiciones. En cuanto a cuál fue esta “palabra”, el candidato más probable es la promesa divina que recibiría el reino y que sería establecido como cabeza de una dinastía. Sus circunstancias actuales son tan nefastas que la incredulidad parecería más justificada que la confianza. Pero David confía en “el Señor, cuya palabra alabaré”. Lo que necesitamos es confianza en el Dios que habla, una fe en Dios que esté firmemente fundada en lo que este Dios que habla ha dicho. Luego, en medio de las circunstancias más deplorables, podemos encontrar un descanso profundo en el Dios que permanece fiel a su palabra. Cae por su peso que una fe así está fundada en las palabras reveladas de Dios. Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso. |
Devocional: Santiago 2 |
Pablo escribe: “Porque sostenemos que todos somos justificados por la fe, y no solo por las obras que la ley exige” (Romanos 3:28). Santiago dice: “¡Qué tonto eres! ¿Quieres convencerte de que la fe sin obras es estéril? […]. Como podéis ver, a una persona se la declara justa por las obras, y no solo por la fe […]. Pues como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta” (Santiago 2:14-26, especialmente vv. 20, 24, 26). La contradicción formal entre Pablo y Santiago es tan llamativa que ha provocado un incesante debate a lo largo de los siglos. Muchos críticos contemporáneos, que dudan de que Dios haya hablado realmente en la Biblia, creen que los pasajes son incompatibles, y que juntos demuestran que desde el principio existieron ramas diferentes del cristianismo con interpretaciones distintivas e incluso mutuamente contradictorias. Otros piensan que el verdadero secreto que define la relación entre Pablo y Santiago reside en los distintos significados de “obras” y “hechos”. Han surgido muchas explicaciones, pero no podemos valorarlas aquí. Sin embargo, ayudará reflexionar en los siguientes puntos: (a) Pablo y Santiago se están enfrentando a problemas muy diferentes. Pablo está lidiando con los que dicen que las obras, sean malas o buenas, contribuyen de forma fundamental a la conversión al cristianismo (véase una de sus respuestas en Romanos 9:10-12). Su respuesta es que no lo hacen ni pueden hacerlo: la gracia de Dios únicamente se recibe por fe. Santiago lucha con los que sostienen que la fe salvadora se encuentra incluso en aquellos que simplemente afirman (por ejemplo) que hay un solo Dios (Santiago 2:19). Su respuesta es que esta fe es insuficiente; la auténtica produce buenas obras o, de lo contrario, está muerta. (b) El asunto del orden de la secuencia está, pues, en juego. Pablo declara que las obras no pueden ayudar a una persona a ser cristiano; Santiago sostiene que el cristiano debe realizar buenas obras. No obstante, Pablo estaría de acuerdo en este punto; véase, por ejemplo, 1 Corintios 6:9-11. (c) Pablo emplea constantemente el término “justificación”, el acto por el que Dios, en base a la obra de Cristo en la cruz, declara absueltos y justos a los pecadores culpables. Esa justificación es totalmente por gracia (Romanos 3:20; Gálatas 2:16). Santiago se centra más en la “justificación” ante los semejantes (2:18) e incluso en el juicio final. Dice que una vida cristiana auténtica debe ser una vida transformada. De nuevo, Pablo está de acuerdo: “Porque es necesario que todos comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba lo que le corresponda, según lo bueno o malo que haya hecho mientras vivió en el cuerpo” (2 Corintios 5:10). La asignación de recompensas puede ser por gracia, porque incluso nuestras buenas obras brotan finalmente de la gracia de Dios. Por tanto, las obras no son menos necesarias. Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso. |
Números 19 |
La purificación de los inmundos |
19 Después el SEÑOR habló a Moisés y a Aarón: 2 «Este es el estatuto de la ley que el SEÑOR ha ordenado: “Dile a los israelitas que te traigan una novilla alazana sin defecto, que no tenga manchas y sobre la cual nunca se haya puesto yugo. 3 Y ustedes se la darán al sacerdote Eleazar, y él la sacará fuera del campamento, y será degollada en su presencia. 4 Entonces el sacerdote Eleazar tomará con su dedo de la sangre, y rociará un poco de sangre hacia el frente de la tienda de reunión, siete veces. 5 Luego la novilla será quemada en su presencia; todo se quemará, su cuero, su carne, su sangre y su estiércol. 6 El sacerdote tomará madera de cedro, e hisopo y escarlata, y los echará en medio del fuego en que arde la novilla. 7 ”Luego el sacerdote lavará su ropa y bañará su cuerpo en agua, y después entrará en el campamento, pero el sacerdote quedará inmundo hasta el atardecer. 8 Asimismo, el que la haya quemado lavará su ropa con agua y bañará su cuerpo con agua, y quedará inmundo hasta el atardecer. 9 Entonces un hombre que esté limpio juntará las cenizas de la novilla y las depositará fuera del campamento en un lugar limpio, y la congregación de los israelitas las guardará para el agua para la impureza; es agua para purificar del pecado. 10 Y el que haya recogido las cenizas de la novilla lavará su ropa y quedará inmundo hasta el atardecer; y será un estatuto perpetuo para los israelitas y para el extranjero que reside entre ellos. 11 ”El que toque el cadáver de una persona quedará inmundo por siete días. 12 Y aquel se purificará a sí mismo de su inmundicia con el agua al tercer día y al séptimo día, y entonces quedará limpio; pero si no se purifica a sí mismo al tercer día y al séptimo día, no quedará limpio. 13 Cualquiera que toque un cadáver, el cuerpo de un hombre que ha muerto, y no se purifique a sí mismo, contamina el tabernáculo del SEÑOR; y esa persona será eliminada de Israel. Será inmundo porque el agua para la impureza no se roció sobre él; su impureza aún permanece sobre él. 14 ”Esta es la ley para cuando un hombre muera en una tienda: Todo el que entre en la tienda y todo el que esté en la tienda, quedará inmundo por siete días. 15 Y toda vasija abierta que no tenga la cubierta atada sobre ella, será inmunda. 16 De igual manera, todo el que en campo abierto toque a uno que ha sido muerto a espada, o que ha muerto de causas naturales, o que toque hueso humano, o tumba, quedará inmundo durante siete días. 17 Entonces para la persona inmunda tomarán de las cenizas de lo que se quemó para purificación del pecado, y echarán sobre ella agua corriente en una vasija. 18 Y una persona limpia tomará hisopo y lo mojará en el agua, y lo rociará sobre la tienda y sobre todos los muebles, y sobre las personas que estuvieron allí y sobre aquel que tocó el hueso, o al muerto, o al que moría por causas naturales, o la tumba. 19 Entonces la persona limpia rociará sobre el inmundo al tercer y al séptimo día; al séptimo día lo purificará de la inmundicia, y él lavará su ropa y se bañará en agua, y quedará limpio al llegar la tarde. 20 ”Pero el hombre que sea inmundo y que no se haya purificado a sí mismo de su inmundicia, esa persona será eliminada de en medio de la asamblea, porque ha contaminado el santuario del SEÑOR; el agua para la impureza no se ha rociado sobre él; es inmundo. 21 Por tanto será estatuto perpetuo para ellos. Y el que rocíe el agua para la impureza lavará su ropa, y el que toque el agua para impureza quedará inmundo hasta el atardecer. 22 Y todo lo que la persona inmunda toque quedará inmundo; y la persona que lo toque quedará inmunda hasta el atardecer”». Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
Salmos 56–57 |
Oración de confianza y gratitud Para el director del coro; según la tonada de «La paloma silenciosa de los que están lejos». Mictam de David cuando los filisteos lo prendieron en Gat. |
56 Ten piedad de mí, oh Dios, porque el hombre me ha pisoteado; Me oprime combatiéndome todo el día. 2 Mis enemigos me han pisoteado todo el día, Porque muchos son los que con soberbia pelean contra mí. 3 El día en que temo, Yo en Ti confío. 4 En Dios, cuya palabra alabo, En Dios he confiado, no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre? 5 Todo el día pervierten mis palabras; Todos sus pensamientos contra mí son para mal. 6 Atacan, se esconden, Espían mis pasos, Como esperando para quitarme la vida. 7 Por causa de la iniquidad, arrójalos, En Tu ira humilla a los pueblos, oh Dios. 8 Tú has tomado en cuenta mi vida errante; Pon mis lágrimas en Tu frasco; ¿Acaso no están en Tu libro? 9 Entonces mis enemigos retrocederán el día en que yo te invoque. Esto sé: que Dios está a favor mío. 10 En Dios, cuya palabra alabo, En el SEÑOR, cuya palabra honro; 11 En Dios he confiado, no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre? 12 Están sobre mí, oh Dios, los votos que te hice; Ofrendas de acción de gracias te ofreceré. 13 Pues Tú has librado mi alma de la muerte, Y mis pies de tropiezo, Para que yo pueda andar delante de Dios En la luz de la vida. Oración pidiendo ser librado de los perseguidores Para el director del coro; según tonada de «No destruyas». Mictam de David, en la cueva, cuando huía de Saúl. 57 Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí, Porque en Ti se refugia mi alma; En la sombra de Tus alas me ampararé Hasta que la destrucción pase. 2 Clamaré al Dios Altísimo, Al Dios que todo lo hace para mí. 3 Él enviará desde los cielos y me salvará; Él reprocha al que me pisotea. (Selah) Dios enviará Su misericordia y Su verdad. 4 Mi alma está entre leones; Tengo que acostarme entre los que vomitan fuego; Entre los hijos de los hombres, cuyos dientes son lanzas y saetas, Y cuya lengua es espada afilada. 5 Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios; Sea Tu gloria sobre toda la tierra. 6 Han tendido una red para mis pasos; Mi alma está abatida; Han cavado una fosa delante de mí, Pero ellos mismos han caído en medio de ella. (Selah) 7 Firme está mi corazón, oh Dios, mi corazón está firme; ¡Cantaré y entonaré salmos! 8 ¡Despierta, gloria mía! ¡Despierten, arpa y lira! ¡A la aurora despertaré! 9 Te alabaré entre los pueblos, Señor; Te cantaré alabanzas entre las naciones. 10 Porque grande, hasta los cielos, es Tu misericordia, Y hasta el firmamento Tu verdad. 11 Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios; Sobre toda la tierra sea Tu gloria. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
Isaías 8:1–9:7 |
Invasión de Asiria 8 Entonces el SEÑOR me dijo: «Toma una tablilla grande y escribe sobre ella en caracteres comunes: Veloz es el botín, rápida la presa. 2 Y tomaré conmigo como testigos fieles al sacerdote Urías y a Zacarías, hijo de Jeberequías». 3 Entonces me acerqué a la profetisa, y ella concibió y dio a luz un hijo. Y el SEÑOR me dijo: «Ponle por nombre Maher Shalal Hash Baz. 4 Porque antes que el niño sepa clamar “padre mío” o “madre mía”, la riqueza de Damasco y el botín de Samaria serán llevados ante el rey de Asiria». 5 Y volvió el SEÑOR a hablarme de nuevo, diciendo: 6 «Por cuanto este pueblo ha rehusado las aguas de Siloé que corren mansamente, Y se ha regocijado en Rezín y en el hijo de Remalías, 7 Por tanto, el Señor va a traer sobre ellos las aguas impetuosas y abundantes del Éufrates, Es decir, al rey de Asiria con toda su gloria, Que se saldrá de todos sus cauces y pasará sobre todas sus riberas. 8 Fluirá con ímpetu en Judá, inundará y seguirá adelante, Hasta el cuello llegará, Y la extensión de sus alas Llenará la anchura de tu tierra, oh Emmanuel. 9 »Quebrántense, pueblos, que serán destrozados; Presten oído, confines todos de la tierra. Prepárense, que serán destrozados; Prepárense, que serán destrozados. 10 Tracen un plan, pero será frustrado; Profieran una palabra, pero no permanecerá, Porque Dios está con nosotros». 11 Pues así el SEÑOR me habló con gran poder y me instruyó para que no anduviera en el camino de este pueblo, y dijo: 12 «No digan ustedes: “Es conspiración”, A todo lo que este pueblo llama conspiración, Ni teman lo que ellos temen, ni se aterroricen. 13 Al SEÑOR de los ejércitos es a quien ustedes deben tener por santo. Sea Él su temor, Y sea Él su terror. 14 Entonces Él vendrá a ser santuario; Pero piedra de tropiezo y roca de escándalo Para ambas casas de Israel, Y lazo y trampa para los habitantes de Jerusalén. 15 Muchos tropezarán allí, Y caerán y serán quebrantados; Serán enlazados y apresados». 16 Ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos. 17 Aguardaré al SEÑOR que esconde Su rostro de la casa de Jacob. Sí, a Él esperaré. 18 Yo y los hijos que el SEÑOR me ha dado estamos por señales y prodigios en Israel, de parte del SEÑOR de los ejércitos que mora en el monte Sión. 19 Y cuando les digan: «Consulten a los adivinos y a los espiritistas que susurran y murmuran», digan: «¿No debe un pueblo consultar a su Dios? ¿Acaso consultará a los muertos por los vivos?». 20 ¡A la ley y al testimonio! Si ellos no hablan conforme a esta palabra, es porque no hay para ellos amanecer. 21 Y pasarán por la tierra oprimidos y hambrientos. Y sucederá que cuando tengan hambre, se enojarán y maldecirán a su rey y a su Dios, volviendo el rostro hacia arriba. 22 Después mirarán hacia la tierra, y verán tribulación y tinieblas, lo sombrío de la angustia; y serán lanzados a la oscuridad. Nacimiento y reinado del Príncipe de Paz 9 Pero no habrá más melancolía para la que estaba en angustia. Como en tiempos pasados, Él trató con desprecio a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí, pero después la hará gloriosa por el camino del mar al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. 2 El pueblo que andaba en tinieblas Ha visto gran luz; A los que habitaban en tierra de sombra de muerte, La luz ha resplandecido sobre ellos. 3 Multiplicaste la nación, Aumentaste su alegría. Se alegran en Tu presencia Como con la alegría de la cosecha, Como se regocijan los hombres cuando se reparten el botín. 4 Porque Tú quebrarás el yugo de su carga, el báculo de sus hombros, Y la vara de su opresor, como en la batalla de Madián. 5 Porque toda bota que calza el guerrero en el fragor de la batalla, Y el manto revolcado en sangre, serán para quemar, combustible para el fuego. 6 Porque un Niño nos ha nacido, un Hijo nos ha sido dado, Y la soberanía reposará sobre Sus hombros. Y se llamará Su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz. 7 El aumento de Su soberanía y de la paz no tendrán fin Sobre el trono de David y sobre su reino, Para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la justicia Desde entonces y para siempre. El celo del SEÑOR de los ejércitos hará esto. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
Santiago 2 |
El pecado de la parcialidad |
2 Hermanos míos, no tengan su fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo con una actitud de favoritismo. 2 Porque si en su congregación entra un hombre con anillo de oro y vestido de ropa lujosa, y también entra un pobre con ropa sucia, 3 y dan atención especial al que lleva la ropa lujosa, y dicen: «Siéntese aquí, en un buen lugar»; y al pobre dicen: «Tú estate allí de pie, o siéntate junto a mi estrado»; 4 ¿acaso no han hecho distinciones entre ustedes mismos, y han venido a ser jueces con malos pensamientos? 5 Hermanos míos amados, escuchen: ¿No escogió Dios a los pobres de este mundo para ser ricos en fe y herederos del reino que Él prometió a los que lo aman? 6 Pero ustedes han despreciado al pobre. ¿No son los ricos los que los oprimen y personalmente los arrastran a los tribunales? 7 ¿No blasfeman ellos el buen nombre por el cual ustedes han sido llamados? 8 Si en verdad ustedes cumplen la ley real conforme a la Escritura: «AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO», bien hacen. 9 Pero si muestran favoritismo, cometen pecado y son hallados culpables por la ley como transgresores. 10 Porque cualquiera que guarda toda la ley, pero falla en un punto, se ha hecho culpable de todos. 11 Pues el que dijo: «NO COMETAS ADULTERIO», también dijo: «NO MATES». Ahora bien, si tú no cometes adulterio, pero matas, te has convertido en transgresor de la ley. 12 Así hablen ustedes y así procedan, como los que han de ser juzgados por la ley de la libertad. 13 Porque el juicio será sin misericordia para el que no ha mostrado misericordia. La misericordia triunfa sobre el juicio. La fe y las obras 14 ¿De qué sirve, hermanos míos, si alguien dice que tiene fe, pero no tiene obras? ¿Acaso puede esa fe salvarlo? 15 Si un hermano o una hermana no tienen ropa y carecen del sustento diario, 16 y uno de ustedes les dice: «Vayan en paz, caliéntense y sáciense», pero no les dan lo necesario para su cuerpo, ¿de qué sirve? 17 Así también la fe por sí misma, si no tiene obras, está muerta. 18 Pero alguien dirá: «Tú tienes fe y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras». 19 Tú crees que Dios es uno. Haces bien; también los demonios creen, y tiemblan. 20 Pero, ¿estás dispuesto a admitir, oh hombre vano, que la fe sin obras es estéril? 21 ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? 22 Ya ves que la fe actuaba juntamente con sus obras, y como resultado de las obras, la fe fue perfeccionada; 23 y se cumplió la Escritura que dice: «Y ABRAHAM CREYÓ A DIOS Y LE FUE CONTADO POR JUSTICIA», y fue llamado amigo de Dios. 24 Ustedes ven que el hombre es justificado por las obras y no solo por la fe. 25 Y de la misma manera, ¿no fue la ramera Rahab también justificada por las obras cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? 26 Porque así como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así también la fe sin las obras está muerta. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |