Plan
Lectura de Hoy
29-05-2024
DEVOCIONAL
Devocional: Salmos 83-84
“El Señor es sol y escudo; Dios nos concede honor y gloria. El Señor brinda generosamente su bondad a los que se conducen sin tacha. Señor Todopoderoso, ¡dichosos los que en ti confían!” (Salmo 84:11-12). Gran parte de este salmo exulta del alegre privilegio y la delicia de morar en la presencia de Dios que, para los hijos del antiguo pacto, significaba vivir a la sombra del templo. “Anhelo con el alma los atrios del Señor; casi agonizo por estar en ellos. Con el corazón, con todo el cuerpo, canto alegre al Dios de la vida” (84:2). Tener un lugar “junto a tu altar” es tener un hogar, así como el gorrión halla una morada o la golondrina construye un nido (84:3). “Dichoso el que habita en tu templo, pues siempre te está alabando” (84:4; ver también la meditación del 17 de Abril). Pero ¿qué ocurre con los dos últimos versículos de este salmo? ¿Acaso no exageran y prometen demasiado? El salmista insiste en que Dios no niega “nada bueno” a aquellos cuyo caminar es irreprensible. Bueno, como todos pecamos, supongo que debe haber una cláusula de escape: ¿Quién es intachable? ¿No es evidente que Dios retiene muchas cosas buenas a un montón de gente cuyos caminos son tan irreprensibles como pueden serlo de este lado del nuevo cielo y la nueva tierra? Consideremos a Eric Liddell, el famoso atleta olímpico escocés que se homenajea en la película Carros de fuego. Liddell se convirtió en misionero para China. Durante diez años impartió clases en una escuela y, después, pasó al interior del país para realizar una evangelización de primera línea. La obra no solo era desafiante, sino peligrosa, en gran parte por las crecientes incursiones de los japoneses. Finalmente, fue recluido con otros muchos occidentales. Fue una luz resplandeciente de servicio y buen ánimo en el miserable campamento; un faro para los muchos niños que no habían visto a sus padres durante años, un líder abnegado. Pero unos pocos meses antes de ser liberado, Liddell murió de un tumor cerebral. Tenía cuarenta y tres años. Jamás vio a la más pequeña de sus tres hijas en esta vida: su esposa e hijos habían regresado a Canadá antes del barrido japonés que acorraló a los extranjeros. ¿Acaso Dios no le negó una larga vida, años de servicio fructífero, el gozo de criar a sus propios hijos? La respuesta se halla, quizás, en su himno favorito: ¡Descansa, alma mía! El Señor está de tu parte; Lleva con paciencia la cruz de la pena y el dolor. Deja que tu Dios ordene y provea; En cada cambio, él permanecerá fiel. ¡Descansa, alma mía! Tu mejor Amigo, tu Amigo celestial Te conduce a un gozoso final a través de caminos espinosos. Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso. |
Devocional: Isaías 30 |
Isaías 30—31 constituyen una severa denuncia de todos los que buscan una alianza con Egipto. Ambos capítulos comienzan con una tremenda oposición a esta alianza (30:1-5; 31:1-3). Sin embargo, Isaías 30 concluye hablando de la gracia de Dios, mientras que Isaías 31 lo hace con un poderoso llamamiento al arrepentimiento. Existen sorprendentes paralelismos entre el capítulo 30 y la segunda lectura destacada de hoy, Judas. La primera mitad de Isaías 30 denuncia a los líderes de Judá que buscan desesperadamente la ayuda de Egipto. Sus enviados ya han llegado a ciudades del delta del Nilo (30:4). Asnos y camellos cargados de riquezas cruzan el Neguev hacia el sur para comprar el apoyo de Egipto. Desde la perspectiva de Dios, esto demuestra que son infieles al pacto. Son “hijos rebeldes”, “hijos engañosos” (30:1, 9), en lugar de ser los hijos fieles que él esperaba (Éxodo 4:22-23). Son más parecidos al “hijo rebelde” de Deuteronomio 21:18-21, totalmente incapaces de entender las enseñanzas y finalmente condenados por una razón descorazonadora: no quieren escuchar la revelación, bien las estipulaciones del antiguo pacto que prohibía cualquier retorno a Egipto (Éxodo. 13:17; Deuteronomio 17:16), bien las visiones de sus profetas y videntes contemporáneos (30:10). Su criterio para aceptar un sermón es dolorosamente simple: “Decidnos cosas agradables, profetizad ilusiones. ¡Apartaos del camino, retiraos de la senda, y dejad de enfrentarnos con el Santo de Israel!” (30:10-11). Estas palabras recuerdan terriblemente la búsqueda de la “espiritualidad” que se da en la actualidad, dentro y fuera de la iglesia, el “cristianismo terapéutico”, el cristianismo ecuménico y el evangelio de la prosperidad. Existen enormes diferencias entre estos movimientos, por supuesto, pero lo que falta en todos ellos es el impactante asunto del juicio inminente allá donde no hay una sumisión incondicional a la revelación por gracia de Dios. Nuestra esperanza es la gracia del Señor (30:17-33). Él anhela ser misericordioso con su pueblo (30:18), como su Maestro (30:18-22), como quien sana a su tierra (30:23-26) o como el Guerrero que los defiende (30:27-33). Aquí tenemos las alternativas fundamentales: la gracia (30:18) o Tofet (30:33), la pira que anuncia al propio infierno. Judas comprende esta idea. En su época, los falsos maestros que llevaban al pueblo por el mal camino son “impíos” que sufrirán “el castigo de un fuego eterno” (Judas 4, 7). Como contraste: “¡Al único Dios, nuestro Salvador, que puede guardaros para que no caigáis, y presentaros sin tacha y con gran alegría ante su gloriosa presencia, sea la gloria, la majestad, el dominio y la autoridad, por medio de Jesucristo nuestro Señor, antes de los siglos, ahora y para siempre! (24-25). Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso. |
Deuteronomio 2 |
La providencia del SEÑOR |
2 »Después nos volvimos y salimos hacia el desierto por el camino del Mar Rojo, como el SEÑOR me había mandado, y por muchos días dimos vueltas al monte Seir. 2 Entonces el SEÑOR me habló: 3 “Ustedes han dado ya bastantes vueltas alrededor de este monte. Vuélvanse ahora hacia el norte, 4 y da orden al pueblo, diciendo: ‘Ustedes van a pasar por el territorio de sus hermanos, los hijos de Esaú que habitan en Seir, y ellos les tendrán miedo. Así que tengan mucho cuidado; 5 no los provoquen, porque no les daré nada de su tierra, ni siquiera la huella de un pie, porque a Esaú he dado el monte Seir por posesión. 6 Les comprarán con dinero los alimentos para comer, y también con dinero comprarán de ellos agua para beber. 7 Pues el SEÑOR tu Dios te ha bendecido en todo lo que has hecho; Él ha conocido tu peregrinar a través de este inmenso desierto. Por cuarenta años el SEÑOR tu Dios ha estado contigo; nada te ha faltado’”. En camino de Cades a Zered 8 »Pasamos, pues, de largo a nuestros hermanos, los hijos de Esaú que habitan en Seir, lejos del camino del Arabá, lejos de Elat y de Ezión Geber. Y nos volvimos, y pasamos por el camino del desierto de Moab. 9 Entonces el SEÑOR me dijo: “No molestes a Moab, ni los provoques a la guerra, porque no te daré nada de su tierra por posesión, pues he dado Ar a los hijos de Lot por posesión. 10 (Antes habitaban allí los emitas, un pueblo tan grande, numeroso y alto como los anaceos. 11 Como los anaceos, ellos también son considerados gigantes, pero los moabitas los llaman emitas. 12 Los horeos habitaban antes en Seir, pero los hijos de Esaú los desalojaron y los destruyeron delante de ellos, y se establecieron en su lugar, tal como Israel hizo con la tierra que el SEÑOR les dio en posesión). 13 ”Levántense ahora, y crucen el torrente de Zered”, dijo el SEÑOR. Y cruzamos el torrente de Zered. 14 El tiempo que nos llevó para venir de Cades Barnea, hasta que cruzamos el torrente de Zered, fue de treinta y ocho años; hasta que pereció toda la generación de los hombres de guerra de en medio del campamento, como el SEÑOR les había jurado. 15 Además, la mano del SEÑOR fue contra ellos, para destruirlos de en medio del campamento, hasta que todos perecieron. 16 »Cuando todos los hombres de guerra ya habían perecido de entre el pueblo, 17 el SEÑOR me habló: 18 “Tú cruzarás hoy por Ar la frontera de Moab. 19 Y cuando llegues frente a los amonitas, no los molestes ni los provoques, porque no te daré en posesión nada de la tierra de los amonitas, pues se la he dado a los hijos de Lot por heredad”. 20 (Esta región es también conocida como la tierra de los gigantes, porque antiguamente habitaban gigantes en ella, a los que los amonitas llaman zomzomeos, 21 pueblo grande, numeroso y alto como los anaceos, pero que el SEÑOR destruyó delante de ellos. Y los amonitas los desalojaron y se establecieron en su lugar, 22 tal como Dios hizo con los hijos de Esaú, que habitan en Seir, cuando destruyó a los horeos delante de ellos; y ellos los desalojaron, y se establecieron en su lugar hasta hoy. 23 Y a los aveos que habitaban en aldeas hasta Gaza, los caftoreos, que salieron de Caftor, los destruyeron y se establecieron en su lugar). 24 “Levántense; pónganse en marcha y pasen por el valle del Arnón. Mira, he entregado en tu mano a Sehón amorreo, rey de Hesbón, y a su tierra; comienza a tomar posesión y entra en batalla con él. 25 Hoy comenzaré a infundir el espanto y terror tuyo sobre los pueblos debajo del cielo, quienes, al oír tu fama, temblarán y se angustiarán a causa de ti”. Conquista de Sehón 26 »Entonces, desde el desierto de Cademot, envié mensajeros a Sehón, rey de Hesbón, con palabras de paz, diciéndole: 27 “Déjeme pasar por su tierra; solamente iré por el camino, sin apartarme ni a la derecha ni a la izquierda. 28 Me venderá comestibles por dinero para que yo pueda comer, y me dará agua por dinero para que pueda beber; déjeme tan solo pasar a pie, 29 tal como hicieron conmigo los hijos de Esaú que habitan en Seir y los moabitas que habitan en Ar, hasta que cruce el Jordán a la tierra que el SEÑOR nuestro Dios nos da”. 30 Pero Sehón, rey de Hesbón, no quiso dejarnos pasar por su tierra porque el SEÑOR tu Dios endureció su espíritu e hizo obstinado su corazón, a fin de entregarlo en tus manos, como lo está hoy. 31 Y el SEÑOR me dijo: “Mira, he comenzado a entregar a Sehón y su tierra en tus manos. Comienza a ocuparla para que poseas la tierra”. 32 »Entonces Sehón salió con todo su pueblo a encontrarnos en batalla en Jahaza. 33 Y el SEÑOR nuestro Dios lo entregó a nosotros; y lo derrotamos a él, a sus hijos y a todo su pueblo. 34 En aquel tiempo tomamos todas sus ciudades, y exterminamos a hombres, mujeres y niños de cada ciudad. No dejamos ningún sobreviviente. 35 Tomamos solamente como nuestro botín los animales y los despojos de las ciudades que habíamos capturado. 36 Desde Aroer, que está a la orilla del valle del Arnón, y desde la ciudad que está en el valle, aun hasta Galaad, no hubo ciudad inaccesible para nosotros; el SEÑOR nuestro Dios nos las entregó todas. 37 Pero, conforme a todo lo que el SEÑOR nuestro Dios había prohibido, no te acercaste a la tierra de los amonitas, a todo lo largo del arroyo Jaboc, ni a las ciudades del monte. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
Salmos 83-84 |
Oración contra enemigos desafiantes Cántico. Salmo de Asaf. |
83 Oh Dios, no permanezcas en silencio; No calles, oh Dios, ni te quedes quieto. 2 Porque Tus enemigos rugen, Y los que te aborrecen se han enaltecido. 3 Hacen planes astutos contra Tu pueblo, Y juntos conspiran contra Tus protegidos. 4 Han dicho: «Vengan, y destruyámoslos como nación, Para que ya no haya memoria del nombre de Israel». 5 Porque de corazón han conspirado a una; Hacen pacto contra Ti: 6 Las tiendas de Edom y de los ismaelitas, Moab y los agarenos, 7 Gebal, Amón y Amalec, Filistea con los habitantes de Tiro; 8 Asiria también se ha unido a ellos; Se han convertido en ayuda para los hijos de Lot. (Selah) 9 Trátalos como a Madián, Como a Sísara, como a Jabín en el torrente Cisón, 10 Que fueron destruidos en Endor, Que quedaron como estiércol para la tierra. 11 Pon a sus nobles como a Oreb y Zeeb, Y a todos sus príncipes como a Zeba y Zalmuna, 12 Que dijeron: «Apoderémonos De los prados de Dios». 13 Oh Dios mío, ponlos como polvo en remolino; Como paja ante el viento. 14 Como fuego que consume el bosque, Y como llama que incendia las montañas, 15 Así persíguelos con Tu tempestad, Y aterrorízalos con Tu torbellino. 16 Cubre sus rostros de vergüenza, Para que busquen Tu nombre, oh SEÑOR. 17 Sean avergonzados y turbados para siempre; Sean humillados y perezcan, 18 Para que sepan que solo Tú, que te llamas el SEÑOR, Eres el Altísimo sobre toda la tierra. Anhelo por la adoración en el templo Para el director del coro; sobre Gitit. Salmo de los hijos de Coré. 84 ¡Cuán preciosas son Tus moradas, Oh SEÑOR de los ejércitos! 2 Anhela mi alma, y aun desea con ansias los atrios del SEÑOR; Mi corazón y mi carne cantan con gozo al Dios vivo. 3 Aun el gorrión ha hallado casa, Y la golondrina nido para sí donde poner sus polluelos: ¡Tus altares, oh SEÑOR de los ejércitos, Rey mío y Dios mío! 4 ¡Cuán bienaventurados son los que moran en Tu casa! Continuamente te alaban. (Selah) 5 ¡Cuán bienaventurado es el hombre cuyo poder está en Ti, En cuyo corazón están los caminos a Sión! 6 Pasando por el valle de Baca lo convierten en manantial, También las lluvias tempranas lo cubren de bendiciones. 7 Van de poder en poder, Cada uno de ellos comparece ante Dios en Sión. 8 ¡Oh SEÑOR, Dios de los ejércitos, oye mi oración; Escucha, oh Dios de Jacob! (Selah) 9 Mira, oh Dios, escudo nuestro, Y contempla el rostro de Tu ungido. 10 Porque mejor es un día en Tus atrios que mil fuera de ellos. Prefiero estar en el umbral de la casa de mi Dios Que morar en las tiendas de impiedad. 11 Porque sol y escudo es el SEÑOR Dios; Gracia y gloria da el SEÑOR; Nada bueno niega a los que andan en integridad. 12 Oh SEÑOR de los ejércitos, ¡Cuán bienaventurado es el hombre que en Ti confía!. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
Isaías 30 |
Alianza inútil con Egipto 30 «¡Ay de los hijos rebeldes», declara el SEÑOR, «Que ejecutan planes, pero no los Míos, Y hacen alianza, pero no según Mi Espíritu, Para añadir pecado sobre pecado! 2 Los que descienden a Egipto Sin consultarme, Para refugiarse al amparo de Faraón, Y buscar abrigo a la sombra de Egipto. 3 Por tanto, el amparo de Faraón será su vergüenza, Y el abrigo a la sombra de Egipto, su humillación. 4 Porque sus príncipes están en Zoán, Y sus embajadores llegan a Hanes. 5 Todos se avergonzarán a causa de un pueblo que no les trae provecho, No les sirve de ayuda ni de utilidad, sino de vergüenza y también de oprobio». 6 Oráculo sobre las bestias del Neguev. Por tierra de tribulación y angustia, De donde vienen la leona y el león, la víbora y la serpiente voladora, Llevan sus riquezas sobre lomos de pollinos Y sus tesoros sobre lomos de camellos, A un pueblo que no les traerá provecho, 7 O sea, a Egipto, cuya ayuda es vana y vacía. Por tanto lo he llamado Rahab el destruido. 8 Ahora ve, escríbelo en una tablilla delante de ellos Y grábalo en un rollo, Para que sirva en el día postrero Como testigo para siempre. 9 Porque este es un pueblo rebelde, hijos falsos, Hijos que no quieren escuchar La instrucción del SEÑOR; 10 Que dicen a los videntes: «No vean visiones»; Y a los profetas: «No nos profeticen lo que es recto, Dígannos palabras agradables, Profeticen ilusiones. 11 Apártense del camino, desvíense de la senda, No oigamos más acerca del Santo de Israel». 12 Por tanto, así dice el Santo de Israel: «Ya que han desechado esta palabra, Y han confiado en la opresión y en el engaño, y se han apoyado en ellos, 13 Por eso esta iniquidad será para ustedes Como muro agrietado a punto de caer, Como abultamiento en una pared alta, Cuya caída viene de repente, en un instante. 14 Su caída es como el romper de una vasija de alfarero, Despedazada sin piedad; No se halla entre sus pedazos ni un tiesto Para tomar fuego del hogar O para sacar agua de una cisterna». 15 Porque así ha dicho el Señor DIOS, el Santo de Israel: «En arrepentimiento y en reposo serán salvos; En quietud y confianza está su poder». Pero ustedes no quisieron, 16 Y dijeron: «No, porque huiremos a caballo». Por tanto, huirán. Y: «Sobre corceles veloces cabalgaremos». Por tanto, serán veloces los que los persigan. 17 Mil huirán ante la amenaza de uno solo; Ante la amenaza de cinco huirán, Hasta que sean dejados como una enseña en la cima de un monte, Y como señal sobre una colina. Promesa de bendición para Israel 18 Por tanto, el SEÑOR desea tener piedad de ustedes, Y por eso se levantará para tener compasión de ustedes. Porque el SEÑOR es un Dios de justicia; ¡Cuán bienaventurados son todos los que en Él esperan! 19 Oh pueblo de Sión, morador de Jerusalén, no llorarás más. Ciertamente Dios se apiadará de ti a la voz de tu clamor. Cuando la oiga, te responderá. 20 Aunque el Señor les ha dado pan de escasez y agua de opresión, Él, tu Maestro, no se esconderá más, sino que tus propios ojos contemplarán a tu Maestro. 21 Tus oídos oirán detrás de ti estas palabras: «Este es el camino, anden en él», ya sea que vayan a la derecha o a la izquierda. 22 Entonces profanarás tus imágenes talladas recubiertas de plata, y tus imágenes fundidas revestidas de oro. Las esparcirás como cosa inmunda, y les dirás: «¡Fuera de aquí!». 23 Y Él te dará lluvia para la semilla que siembres en la tierra, y el pan del producto de la tierra será rico y abundante. En aquel día tus ganados serán apacentados en espaciosos pastizales. 24 También los bueyes y los asnos que labran la tierra comerán forraje con sal, que ha sido aventado con pala y con bieldo. 25 Sobre todo monte alto y sobre toda colina elevada habrá arroyos de aguas perennes el día de la gran matanza, cuando caigan las torres. 26 La luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol será siete veces mayor, como la luz de siete días, el día que el SEÑOR ponga una venda en la fractura de Su pueblo y cure la llaga que Él ha causado. 27 Miren, el nombre del SEÑOR viene de lejos; Ardiente es Su ira, y denso es Su humo. Sus labios están llenos de indignación, Su lengua es como fuego consumidor, 28 Y Su aliento como un torrente desbordado Que llega hasta el cuello, Para zarandear a las naciones en una zaranda de destrucción, Y poner la brida que conduce a la ruina en las mandíbulas de los pueblos. 29 Ustedes tendrán cánticos como en la noche sagrada de fiesta, Y alegría de corazón como cuando uno marcha al son de la flauta, Para ir al monte del SEÑOR, a la Roca de Israel. 30 Y el SEÑOR hará oír la majestad de Su voz, Y dejará ver la descarga de Su brazo Con furia de ira y llama de fuego consumidor, Con turbión, aguacero y piedra de granizo. 31 Porque a la voz del SEÑOR, Asiria se aterrará, Cuando Él la hiera con la vara. 32 Y cada golpe de la vara de castigo Que el SEÑOR descargue sobre ella, Será al son de panderos y liras; Y en batallas, blandiendo armas, Él peleará contra ellos. 33 Porque Tofet está preparado desde hace tiempo, Ciertamente, ha sido dispuesto para el rey. Él lo ha hecho profundo y ancho, Una pira de fuego con abundante leña; El soplo del SEÑOR, como torrente de azufre, lo enciende.. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
Judas |
Saludo |
1 Judas , siervo de Jesucristo y hermano de Jacobo, a los llamados, amados en Dios Padre y guardados para Jesucristo: 2 Misericordia, paz y amor les sean multiplicados. Motivo de la carta 3 Amados, por el gran empeño que tenía en escribirles acerca de nuestra común salvación, he sentido la necesidad de escribirles exhortándolos a luchar ardientemente por la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos. 4 Pues algunos hombres se han infiltrado encubiertamente, los cuales desde mucho antes estaban marcados para esta condenación, impíos que convierten la gracia de nuestro Dios en libertinaje, y niegan a nuestro único Soberano y Señor, Jesucristo. Advertencias de la historia para los impíos 5 Ahora quiero recordarles a ustedes, aunque ya definitivamente lo saben todo, que el Señor, habiendo salvado al pueblo de la tierra de Egipto, destruyó después a los que no creyeron. 6 Y a los ángeles que no conservaron su señorío original, sino que abandonaron su morada legítima, los ha guardado en prisiones eternas bajo tinieblas, para el juicio del gran día. 7 Así también Sodoma y Gomorra y las ciudades circunvecinas, a semejanza de aquellos, puesto que ellas se corrompieron y siguieron carne extraña, son exhibidas como ejemplo al sufrir el castigo del fuego eterno. 8 No obstante, de la misma manera también estos hombres, soñando, contaminan su cuerpo, rechazan la autoridad, y blasfeman de las majestades angélicas. 9 Pero cuando el arcángel Miguel luchaba contra el diablo y discutía acerca del cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: «El Señor te reprenda». 10 Pero estos blasfeman las cosas que no entienden, y las cosas que como animales irracionales conocen por instinto, por estas cosas son ellos destruidos. 11 ¡Ay de ellos! Porque han seguido el camino de Caín, y por ganar dinero se lanzaron al error de Balaam, y perecieron en la rebelión de Coré. 12 Estos son escollos ocultos en los ágapes de ustedes, cuando banquetean con ustedes sin temor, apacentándose a sí mismos. Son nubes sin agua llevadas por los vientos, árboles de otoño sin fruto, dos veces muertos y desarraigados. 13 Son olas furiosas del mar, que arrojan como espuma su propia vergüenza; estrellas errantes para quienes la oscuridad de las tinieblas ha sido reservada para siempre. 14 De estos también profetizó Enoc, en la séptima generación desde Adán, diciendo: «El Señor vino con muchos millares de Sus santos, 15 para ejecutar juicio sobre todos, y para condenar a todos los impíos de todas sus obras de impiedad, que han hecho impíamente, y de todas las cosas ofensivas que pecadores impíos dijeron contra Él». 16 Estos son murmuradores, criticones, que andan tras sus propias pasiones. Hablan con arrogancia, adulando a la gente para obtener beneficio. Exhortaciones apostólicas a los fieles 17 Pero ustedes, amados, acuérdense de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo, 18 quienes les decían: «En los últimos tiempos habrá burladores que irán tras sus propias pasiones impías». 19 Estos son los que causan divisiones. Son individuos mundanos que no tienen el Espíritu. 20 Pero ustedes, amados, edificándose en su santísima fe, orando en el Espíritu Santo, 21 consérvense en el amor de Dios, esperando ansiosamente la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. 22 Tengan misericordia de algunos que dudan. 23 A otros, sálvenlos, arrebatándolos del fuego; y de otros tengan misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por la carne. Bendición 24 Y a Aquel que es poderoso para guardarlos a ustedes sin caída y para presentarlos sin mancha en presencia de Su gloria con gran alegría, 25 al único Dios nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea gloria, majestad, dominio y autoridad, antes de todo tiempo, y ahora y por todos los siglos. Amén. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |