Reflexiones
Marquemos la diferencia como hijos de Dios
“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. (Romanos 12: 3-5)”
El cuerpo humano es maravilloso, solamente nuestro Dios lo pudo crear con tanta perfección, con tanta armonía, con tantas funciones como; respiración, circulación, digestión, pensamiento, defensa contra enfermedades, movimientos etc.
Todo órgano de nuestro cuerpo por insignificante que parezca tiene una función importante dentro del organismo y cada uno de sus miembros cumplen una función específica, que marcan la diferencia y es tan marcada esta diferencia, que cuando uno de estos órganos falla, nuestro cuerpo se reciente y nuestra calidad de vida disminuye o nuestra salud se deteriora.
Si hacemos una analogía de este tema. podemos decir que cada uno de nosotros formamos parte del cuerpo de Cristo, es decir, cada uno de nosotros cumplimos las funciones y los propósitos de Cristo en este mundo, somos Sus manos, Sus pies, Sus ojos, Su boca, etc. Nuestro Señor Jesucristo, al ascender a los cielos, ya dejó de estar físicamente con nosotros en este mundo, pero Su Espíritu a través de nosotros sigue activo.
Nuestro Dios trabaja en nosotros, para que podamos cumplir Su voluntad y nuestros deberes como hijos de Dios, pero tristemente muchos de nosotros, exigimos únicamente nuestros derechos como Sus hijos, pero no queremos cumplir con nuestros deberes, para con nuestro Padre Celestial. En este sentido, nos comportamos al igual que un niño, que solo exige beneficios en su hogar, pero no está dispuesto a hacer el menor esfuerzo, para estudiar o para colaborar en los quehaceres del hogar, por lo tanto, lo lógico sería que no debiese exigir sus derechos personales, si no está cumpliendo con sus deberes como hijos.
Cada uno de nosotros como hijos de nuestro Dios, debemos marcar la diferencia dentro de esta sociedad, dentro de nuestras familias, dentro de nuestro vecindario, y la forma de marcar esa diferencia no es solo con nuestras bocas, sino con nuestras acciones y con nuestra manera de vivir.
“Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. (Santiago 2:17-18)”
La mejor manera de ganar al mundo para Cristo es por medio de las acciones que reflejan nuestra fe, es decir, a través de nuestro testimonio y de nuestro estilo de vida.
Veamos entonces como podemos ser cristianos que marquen la diferencia, cristianos que están dispuestos a hacerse notar, como parte del cuerpo de Cristo y para tal efecto, veamos cuales deben ser nuestras actitudes para mostrar ese cambio que nuestro Dios a hecho en nuestras vidas.
NO TENIENDO MAS ALTO CONCEPTO DE SI MISMO.
“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. (Romanos 12: 3)”
En otras palabras, que no tengamos mayor estima de nosotros mismos o que nos veamos como superiores a los demás. Si algo tiene que distinguir a un hijo de Dios es la humildad y no la altanería, ni el fanfarroneo de su persona, ni de las cosas que hace o que posee, ya que, si tenemos más que otros, es por que nuestro Dios así lo ha decidido. Una persona que tiene un concepto más alto de sí mismo, siempre tendrá muchos problemas para llevarse bien con su prójimo, y no podrá marcar la diferencia, pues se ofende fácilmente, por que piensa que merece un trato preferencial.
Lo que impresiona a las personas no es lo que poseemos, sino la calidad de persona que somos, muchos cristianos no tienen absolutamente nada material pero su personalidad atrae a muchas personas a los pies de Cristo.
PONIENDO AL SERVICIO DE NUESTRO DIOS LOS DONES QUE ÉL NOS HA DADO.
“De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría. (Romanos 12: 6-8)”