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Lectura de Hoy
17-06-2024
DEVOCIONAL
Devocional: Salmos 110–111
El capítulo del Antiguo Testamento que más se cita en el Nuevo es el Salmo 110. Es un salmo oracular: es decir, no describe la experiencia del autor sino que pronuncia palabras que el autor había recibido por revelación inmediata y directa –en forma de “oráculo” de Dios mismo. Incluso puede que haya partes del salmo que el mismo salmista no llegase a sondear (de la misma manera que Daniel no sondeaba el significado de todo lo que vio en sus visiones y tuvo que transmitir a una generación venidera [Daniel 12:4, 8-10]). En el salmo, el Señor, Yahvé, se dirige a alguien a quien David mismo llama “mi Señor”. Este elemento, tanto como cualquier otro, ha convencido a muchos comentaristas, sean judíos o cristianos, que se trata explícitamente de un salmo mesiánico, y que la persona con quien David habla es el mismo anhelado Mesías. Voy a centrar mis comentarios en el versículo 4: “El Señor ha jurado y no cambiará de parecer: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec”. Dado que Yahvé aquí se dirige al Mesías, ¿qué quieren decir estas palabras? Hay dos cosas que llaman la atención: En primer lugar, Mequisedec mismo –es la segunda vez que se menciona en toda la Biblia. La primera vez fue en Génesis 14:18-20. Después de la derrota de los reyes, Abraham tiene un encuentro con este extraño rey-sacerdote, y le da una porción del botín. Hay varias cosas que se pueden deducir de este breve encuentro (ver la meditación del 13 de enero), pero luego Melquisedec desaparece del mapa, hasta este salmo, compuesto casi mil años más tarde. En segundo lugar. Muchas cosas han sucedido en la historia de Israel. El pueblo había sido sometido a una esclavitud feroz, habían sido rescatados en el Éxodo, habían recibido la ley en Sinaí, habían entrado en la Tierra Prometida, y habían vivido el período de los jueces antes de llegar a este trance, a principios de la dinastía Davídica. Por encima de todo, en Sinaí se había prescrito un tabernáculo, con sus ritos asociados, todo lo cual debía ser ministrado por los levitas y por los sumos sacerdotes procedentes de esta tribu. La Ley de Moisés había estipulado de manera inequívoca que únicamente los levitas podían desempeñar estas funciones sacerdotales. Sin embargo, aquí tenemos un oráculo de Dios que insistía que Dios levantaría a otro sacerdote-rey con una descendencia muy diferente. Yahvé extenderá el cetro de este poderoso rey desde Sión: es decir, su poder estará vinculado a Sión, con Jerusalén, y con la dinastía Davídica naciente. Como sacerdote pertenecerá no al orden Levítico sino al de Melquisedec. No es de extrañar que el autor de la carta a los Hebreos comprende que aquí se anuncia ni más ni menos que la caducidad de la Alianza de Moisés (Hebreos 7:11-12). Nos hacía falta un sacerdocio mejor, y ahora lo tenemos. Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso. |
Devocional: Isaías 49 |
En los primeros seis versículos de Isaías 49, habla el Siervo del Señor. ¿Quién es él? No se le nombra, pero podemos extraer algunas conclusiones de la descripción provista por el texto. Como al profeta Jeremías, Dios lo llama antes de que naciese (49:1; cp. Jeremías 1:5); como él, encuentra una oposición que lo lleva a la desesperación, aunque persevera fielmente (49:4; cp. Jeremías 4:19-22, etc.). Dios ha hecho su boca como “una espada afilada” (49:2), lo cual sugiere un ministerio profético. No obstante, lo más asombroso de este Siervo es algo que parece ser una sorprendente confusión a primera vista. Dios se dirige a él en estos términos: “Israel, tú eres mi siervo; en ti seré glorificado” (49:3, cursivas añadidas). Por tanto, el Siervo es Israel, pero el Señor lo llama “para hacer que Jacob se vuelva a él, que Israel se reúna a su alrededor” (49:5, cursivas añadidas), lo cual distingue a este Siervo de Israel y lo representa como su salvador. ¿Por qué? Como en Isaías 42, este Siervo encarna todo lo que Israel debió haber sido. Es un Israel ideal, el Siervo perfecto de Dios, y por tanto una figura diferente del Israel empírico, capaz de salvar a este. En parte, su identidad sigue siendo secreta en este punto del libro: “Me convirtió en una flecha pulida, y me escondió en su aljaba”, dice él. Sin embargo, Dios declara: “No es gran cosa que seas mi siervo, ni que restaures a las tribus de Jacob, ni que hagas volver a los de Israel, a quienes he preservado. Yo te pongo ahora como luz para las naciones, a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra” (49:6). De hecho, incluso cuando el Señor utiliza a este Siervo “para hacer que Jacob se vuelva a él, que Israel se reúna a su alrededor” (49:5), seguramente se está vislumbrando algo más que un retorno a la tierra o a Jerusalén. Después de todo, el siervo Ciro cumple eso para Israel. Este Siervo, sin embargo, lleva a Israel a Dios; la restauración tiene menos que ver con un lugar que con el Dios viviente. Isaías 49 es demasiado complejo para que podamos resumirlo adecuadamente aquí. Sin embargo, quiero llamar la atención sobre dos temas. Primero, en 49:8-12, el pueblo “retornado” no se compone sólo de israelitas, sino de gentiles, y el regreso es principalmente hacia Dios. Los israelitas volverían desde el norte, pero aquellos vendrían de todas partes. Segundo, aunque el Señor ha prometido algunas cosas buenas, Sion (que representa al pueblo de Dios) se queja de que el Señor la ha abandonado y olvidado. No obstante, el Señor responde con un compromiso conmovedor: “¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho…? Aun cuando ella lo olvidara, ¡yo no te olvidaré!” (49:15). En tiempos de inactividad y desánimo, recordemos los compromisos a largo plazo de Dios y reflexionemos sobre Romanos 8:31-39. Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso. |
Deuteronomio 22 |
Leyes diversas |
22 »No verás extraviado el buey de tu hermano, o su oveja, sin que te ocupes de ellos; sin falta los llevarás a tu hermano. 2 Y si tu hermano no vive cerca de ti, o si no lo conoces, entonces lo traerás a tu casa, y estará contigo hasta que tu hermano lo busque; entonces se lo devolverás. 3 Así harás con su asno, y lo mismo harás con su vestido; así harás igualmente con cualquier cosa que tu hermano haya perdido y que tú halles. No te es permitido ignorarlos. 4 No verás el asno de tu hermano, o su buey, caído en el camino sin ocuparte de ellos; sin falta lo ayudarás a levantarlos. 5 »La mujer no vestirá ropa de hombre, ni el hombre se pondrá ropa de mujer; porque cualquiera que hace esto es abominación al SEÑOR tu Dios. 6 »Si encuentras un nido de pájaros por el camino, en un árbol o en la tierra, con polluelos o con huevos, y la madre echada sobre los polluelos o sobre los huevos, no tomarás la madre con los hijos; 7 sin falta dejarás ir a la madre, aunque a los hijos los puedes tomar para ti, para que te vaya bien y prolongues tus días. 8 »Cuando edifiques casa nueva, le harás un muro a tu azotea, para que no traigas culpa de sangre sobre tu casa si alguien se cayera de ella. 9 »No sembrarás tu viña con dos clases de semilla, no sea que todo el fruto de la semilla que hayas sembrado y el producto de la viña queden inservibles. 10 No ararás con buey y asno juntos. 11 No vestirás ropa de material mezclado de lana y lino. 12 »Te harás borlas en las cuatro puntas del manto con que te cubras. Leyes sobre la moralidad 13 »Si un hombre toma a una mujer y se llega a ella, y después la aborrece, 14 y la acusa de actos vergonzosos y la denuncia públicamente y dice: “Tomé a esta mujer, pero al llegarme a ella no la encontré virgen”, 15 entonces el padre y la madre de la joven tomarán las pruebas de la virginidad de la joven y las llevarán a los ancianos de la ciudad, a la puerta. 16 Y el padre de la joven dirá a los ancianos: “Yo di mi hija por mujer a este hombre, pero él la aborreció; 17 ahora él le atribuye actos vergonzosos, diciendo: ‘No encontré virgen a tu hija’. Pero esta es la prueba de la virginidad de mi hija”. Y extenderán la ropa delante de los ancianos de la ciudad. 18 »Entonces los ancianos de la ciudad tomarán al hombre y lo castigarán; 19 le pondrán una multa de 100 siclos (1.14 kilos) de plata, que darán al padre de la joven, porque denunció públicamente a una virgen de Israel. Y ella seguirá siendo su mujer; no podrá despedirla en todos sus días. 20 Pero si el asunto es verdad, que la joven no fue hallada virgen, 21 entonces llevarán a la joven a la puerta de la casa de su padre, y los hombres de su ciudad la apedrearán hasta que muera, porque ella ha cometido una terrible ofensa en Israel prostituyéndose en la casa de su padre. Así quitarás el mal de en medio de ti. 22 »Si se encuentra a un hombre acostado con una mujer casada, los dos morirán, el hombre que se acostó con la mujer, y la mujer. Así quitarás el mal de Israel. 23 »Si hay una joven virgen que está comprometida a un hombre, y otro hombre la encuentra en la ciudad y se acuesta con ella, 24 entonces ustedes llevarán a los dos a la puerta de esa ciudad y los apedrearán hasta que mueran; la joven, porque no dio voces en la ciudad, y el hombre, porque ha violado a la mujer de su prójimo; así quitarás el mal de en medio de ti. 25 »Pero si el hombre encuentra en el campo a la joven que está comprometida, y el hombre la fuerza y se acuesta con ella; entonces morirá solo el que se acuesta con ella. 26 No harás nada a la joven; no hay en la joven pecado digno de muerte, porque como cuando un hombre se levanta contra su vecino y lo mata, así es este caso. 27 Cuando él la encontró en el campo, la joven comprometida dio voces, pero no había nadie que la salvara. 28 »Si un hombre encuentra a una joven virgen que no está comprometida, y se apodera de ella y se acuesta con ella, y son descubiertos, 29 entonces el hombre que se acostó con ella dará cincuenta siclos de plata al padre de la joven, y ella será su mujer porque la ha violado. No podrá despedirla en todos sus días. 30 »Ninguno tomará a la mujer de su padre para que no descubra lo que es de su padre. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
Salmos 110–111 |
El Señor da autoridad al rey Salmo de David. |
110 Dice el SEÑOR a mi Señor: «Siéntate a Mi diestra, Hasta que ponga a Tus enemigos por estrado de Tus pies». 2 El SEÑOR extenderá desde Sión Tu poderoso cetro, diciendo: «Domina en medio de Tus enemigos». 3 Tu pueblo se ofrecerá voluntariamente en el día de Tu poder; En el esplendor de la santidad, desde el seno de la aurora; Tu juventud es para Ti como el rocío. 4 El SEÑOR ha jurado y no se retractará: «Tú eres sacerdote para siempre Según el orden de Melquisedec». 5 El Señor está a Tu diestra; Quebrantará reyes en el día de Su ira. 6 Juzgará entre las naciones, Las llenará de cadáveres, Quebrantará cabezas sobre la ancha tierra. 7 Él beberá del arroyo en el camino; Por tanto levantará la cabeza. Las obras redentoras del SEÑOR 111 ¡Aleluya! Daré gracias al SEÑOR con todo mi corazón, En la compañía de los rectos y en la congregación. 2 Grandes son las obras del SEÑOR, Buscadas por todos los que se deleitan en ellas. 3 Esplendor y majestad es Su obra, Y Su justicia permanece para siempre. 4 Ha hecho Sus maravillas para ser recordadas; Clemente y compasivo es el SEÑOR. 5 Ha dado alimento a los que le temen; Recordará Su pacto para siempre. 6 Ha hecho conocer a Su pueblo el poder de Sus obras, Al darle la heredad de las naciones. 7 Las obras de Sus manos son verdad y justicia, Fieles todos Sus preceptos. 8 Son afirmados para siempre, Ejecutados en verdad y rectitud. 9 Él ha enviado redención a Su pueblo, Ha ordenado Su pacto para siempre; Santo y temible es Su nombre. 10 El principio de la sabiduría es el temor del SEÑOR; Buen entendimiento tienen todos los que practican Sus mandamientos; Su alabanza permanece para siempre. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
Isaías 49 |
Promesa de salvación 49 Escúchenme, islas, Y atiendan, pueblos lejanos. El SEÑOR me llamó desde el seno materno, Desde las entrañas de Mi madre mencionó Mi nombre. 2 Ha hecho Mi boca como espada afilada, En la sombra de Su mano me ha escondido. Me ha hecho también como flecha escogida, En Su aljaba me ha escondido. 3 Y me dijo: «Tú eres Mi siervo, Israel, En quien Yo mostraré Mi gloria». 4 Y Yo dije: «En vano he trabajado, En vanidad y en nada he gastado Mis fuerzas; Pero Mi derecho está en el SEÑOR, Y Mi recompensa con Mi Dios». 5 Y ahora dice el SEÑOR (el que me formó desde el seno materno para ser Su siervo, Para hacer que Jacob vuelva a Él y que Israel se reúna con Él, Porque honrado soy a los ojos del SEÑOR Y Mi Dios ha sido Mi fortaleza), 6 Dice Él: «Poca cosa es que Tú seas Mi siervo, Para levantar las tribus de Jacob y para restaurar a los que quedaron de Israel. También te haré luz de las naciones, Para que Mi salvación alcance hasta los confines de la tierra». 7 Así dice el SEÑOR, el Redentor de Israel, el Santo suyo, Al despreciado, al aborrecido de la nación, Al siervo de gobernantes: «Lo verán reyes y se levantarán, Príncipes, y se postrarán, A causa del SEÑOR que es fiel, Del Santo de Israel que te ha escogido». 8 Así dice el SEÑOR: «En tiempo propicio te he respondido, En día de salvación te he ayudado. Te guardaré y te daré por pacto del pueblo, Para restaurar la tierra, para repartir las heredades asoladas, 9 Para decir a los presos: “Salgan”; A los que están en tinieblas: “Muéstrense”. Por los caminos pastarán, Y en todas las alturas desoladas tendrán sus pastos. 10 No pasarán hambre ni sed, No los herirá el calor abrasador ni el sol, Porque el que tiene compasión de ellos los guiará, Y los conducirá a manantiales de aguas. 11 Convertiré todos Mis montes en camino, Y Mis calzadas serán levantadas. 12 Miren, estos vendrán de lejos; Otros del norte y del occidente, Y aquellos de la tierra de Sinim». 13 Griten de júbilo, cielos, y regocíjate, tierra. Prorrumpan, montes, en gritos de alegría, Porque el SEÑOR ha consolado a Su pueblo, Y de Sus afligidos tendrá compasión. 14 Pero Sión dijo: «El SEÑOR me ha abandonado, El Señor se ha olvidado de mí». 15 ¿Puede una mujer olvidar a su niño de pecho, Sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Aunque ella se olvidara, Yo no te olvidaré. 16 En las palmas de Mis manos, te he grabado; Tus muros están constantemente delante de Mí. 17 Tus edificadores se apresuran; Tus destructores y tus devastadores Se alejarán de ti. 18 Levanta en derredor tus ojos y mira: Todos ellos se reúnen, vienen a ti. «Vivo Yo», declara el SEÑOR, «Que a todos ellos como joyas te los pondrás, y te adornarás con ellos como una novia. 19 En cuanto a tus lugares desiertos y desolados y tu tierra arruinada, Ahora serás ciertamente demasiado estrecha para los moradores, Y tus devoradores estarán muy lejos. 20 Todavía te dirán al oído los hijos de los que fuiste privada: “El lugar es muy estrecho para mí; Hazme sitio para que yo more aquí”. 21 Y dirás en tu corazón: “¿Quién me ha dado estos? Pues yo había sido privada de mis hijos, Y era estéril, desterrada y errante. Y a estos, ¿quién los ha criado? Yo había sido dejada sola; Y estos, ¿dónde estaban?”». 22 Así dice el Señor DIOS: «Levantaré hacia las naciones Mi mano, Y hacia los pueblos alzaré Mi estandarte. Traerán a tus hijos en brazos, Y tus hijas en hombros serán llevadas. 23 Reyes serán tus tutores, Y sus princesas, tus nodrizas. Rostro en tierra te rendirán homenaje Y el polvo de tus pies lamerán. Y sabrás que Yo soy el SEÑOR, Y que no se avergonzarán los que esperan en Mí. 24 »¿Se le podrá quitar la presa al poderoso, O rescatar al cautivo del tirano?». 25 Ciertamente así dice el SEÑOR: «Aun los cautivos del poderoso serán recobrados, Y rescatada será la presa del tirano. Con el que luche contigo Yo lucharé, Y salvaré a tus hijos. 26 Haré comer a tus opresores su propia carne, Y como si fuera vino dulce, con su sangre se embriagarán. Y toda carne sabrá que Yo, el SEÑOR, soy tu Salvador Y tu Redentor, el Poderoso de Jacob». Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
Apocalipsis 19 |
Alabanzas en el cielo |
19 Después de esto oí como una gran voz de una gran multitud en el cielo, que decía: «¡Aleluya! La salvación y la gloria y el poder pertenecen a nuestro Dios, 2 PORQUE SUS JUICIOS SON VERDADEROS Y JUSTOS, Pues ha juzgado a la gran ramera Que corrompía la tierra con su inmoralidad, Y HA VENGADO LA SANGRE DE SUS SIERVOS EN ELLA». 3 Y dijeron por segunda vez: «¡Aleluya! EL HUMO DE ELLA SUBE POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS». 4 Entonces los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron y adoraron a Dios, que está sentado en el trono, y decían: «¡Amén! ¡Aleluya!». 5 Y del trono salió una voz que decía: «Alaben ustedes a nuestro Dios, todos ustedes Sus siervos, Los que le temen, los pequeños y los grandes». Anuncio de las bodas del Cordero 6 Oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas y como el sonido de fuertes truenos, que decía: «¡Aleluya! Porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina. 7 Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a Él la gloria, Porque las bodas del Cordero han llegado y Su esposa se ha preparado». 8 Y a ella le fue concedido vestirse de lino fino, resplandeciente y limpio, Porque las acciones justas de los santos son el lino fino. 9 El ángel me dijo*: «Escribe: “Bienaventurados los que están invitados a la cena de las Bodas del Cordero”». También me dijo*: «Estas son palabras verdaderas de Dios». 10 Entonces caí a sus pies para adorarlo. Y me dijo*: «No hagas eso. Yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos que poseen el testimonio de Jesús; adora a Dios. El testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía». El jinete del caballo blanco 11 Vi el cielo abierto, y apareció un caballo blanco. El que lo montaba se llama Fiel y Verdadero. Con justicia juzga y hace la guerra. 12 Sus ojos son una llama de fuego, y sobre Su cabeza hay muchas diademas. Tiene un nombre escrito que nadie conoce sino Él. 13 Está vestido de un manto empapado en sangre, y Su nombre es: El Verbo de Dios. 14 Los ejércitos que están en los cielos, vestidos de lino fino, blanco y limpio, lo seguían sobre caballos blancos. 15 De Su boca sale una espada afilada para herir con ella a las naciones y las regirá con vara de hierro. Él mismo pisa el lagar del vino del furor de la ira de Dios Todopoderoso. 16 En Su manto y en Su muslo tiene un nombre escrito: «REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES». 17 Vi a un ángel que estaba de pie en el sol. Clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: «Vengan, congréguense para la gran cena de Dios, 18 para que coman carne de reyes, carne de comandantes y carne de poderosos, carne de caballos y de sus jinetes, y carne de todos los hombres, libres y esclavos, pequeños y grandes». 19 Entonces vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos reunidos para hacer guerra contra Aquel que iba montado en el caballo blanco y contra Su ejército. 20 Y la bestia fue apresada, junto con el falso profeta que hacía señales en su presencia, con las cuales engañaba a los que habían recibido la marca de la bestia y a los que adoraban su imagen. Los dos fueron arrojados vivos al lago de fuego que arde con azufre. 21 Los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca de Aquel que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de sus carnes. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |