La creación proclama la gloria de Dios, dice el salmista, «Y el firmamento anuncia la obra de Sus manos» (Sal 19:1). La creación, que nos deleita e impresiona con sus complejidades y maravillas, es un testigo fiel que nos recuerda y enseña la inmensidad, el poder, la bondad y la sabiduría de Su Creador. Los cielos cuentan la gloria del Señor.
Pero el salmista inspirado no se detuvo ahí, sino que su enfoque también se dirige hacia la ley del Señor.
La gloria divina en las Escrituras
En la segunda parte del Salmo 19 (vv. 7-14) se alaban los atributos y las virtudes de la Palabra del Señor. La primera parte es tan abrumadora y preciosa, que puede atrapar nuestra atención con rapidez. Sin embargo, el resto del salmo es igualmente glorioso:
La ley del SEÑOR es perfecta, que restaura el alma;
El testimonio del SEÑOR es seguro, que hace sabio al sencillo.
Los preceptos del SEÑOR son rectos, que alegran el corazón;
El mandamiento del SEÑOR es puro, que alumbra los ojos (Sal 19:7-8).
El salmista celebra que la Palabra de Dios es perfecta, fiel y recta. Ella tiene poder para vivificar, guiar, transformar y alegrar. David alaba los atributos y las excelencias de la Palabra del Señor. De esta manera, también está exaltando a Dios mismo, porque así como vemos Su gloria en la creación, también vemos la gloria divina en las Escrituras que Él inspiró.
Las Sagradas Escrituras cuentan la gloria de Dios y todos sus libros anuncian la majestad de Su autor
Las Sagradas Escrituras cuentan la gloria de Dios y todos sus libros anuncian la majestad de Su autor. Un verso a otro verso declara Su sabiduría y grandeza. En ellos hay palabras y lenguaje que describen Su gloria y majestad. Esto se hace evidente de varias maneras, pero en especial lo vemos en la belleza única e incomparable de su trama central.
La Biblia es la historia de cómo Dios redime a la humanidad y al mundo, y tiene su punto más alto en la gloria que Él mismo demostró al enviar a Su Hijo para redimirnos. Por eso debemos insistir en que las Escrituras también cuentan la gloria de Dios. La Biblia está llena de Su gloria.
La gloria de Dios en la trama bíblica
La Escritura, desde Génesis hasta Apocalipsis, enseña que el nombre, la honra y la alabanza del Señor es el propósito mayor de todo lo que existe. La gloria de Dios da sentido a todas las cosas y es la razón que mueve a Dios a hacer todo lo que hace.
La gloria divina no es un tema incidental ni secundario en el relato bíblico. Es el inicio, el argumento central y la meta suprema de toda la trama. La historia de la redención está centrada en la gloria de Dios.
La Biblia nos dice que Su gloria es la realidad que precede la existencia de todas las cosas, porque antes de la fundación del mundo Dios Padre ya compartía Su gloria con el Hijo (Jn 17:5). Su gloria es vista en toda la creación (Sal 19:1-2) y es la meta de todo lo creado (Ro 11:36; Col 1:16). Dios no la comparte con nadie (Is 42:8).
Además, Él formó un pueblo para gloria Suya, para que proclame Su alabanza (Is 43:7, 21). Él muestra Su gloria en redimir a Israel (Is 44:23), como también en el juicio que hace sobre todas las naciones por darle la espalda (Ez 39:21-23). De hecho, despreciar y rechazar Su gloria es la esencia del pecado y la maldad humana (Ro 1:23, 3:23). Por lo tanto, el desprecio de la gloria de Dios es la razón por la que la humanidad está entregada a pasiones vergonzosas y a una mente depravada, la razón por la cual el mundo es un lugar de misterio, dolor y muerte (Ro 1:24-28; 6:23; 8:22-23).
Su gloria es lo que Dios busca en cada acto de Su providencia (Ro 11:36) y en cada una de Sus obras (Is 45:5-7). Su gloria es la razón por la que Cristo vino a la tierra (Jn 17:4) y la gloria divina resplandeció en Él de manera definitiva y suprema, tanto en Su vida como en Su muerte para salvar a Su pueblo (He 1:3; Jn 17:4).
Dios hace resplandecer Su gloria en el corazón de aquellos que redime, para que lo conozcan en Cristo, y este conocimiento es la mayor experiencia que un ser humano puede vivir (2 Co 4:6; Fil 3:8). Los redimidos somos transformados al mirar Su gloria (2 Co 3:18) y somos llamados a hacer todo para Su gloria (1 Co 10:31), porque ver a Dios exaltado en gloria es la razón de ser de la iglesia (Ef 3:21).
En el día final, Su gloria se mostrará cuando Su justicia castigue a Sus enemigos y salve a Su pueblo por pura misericordia (Ro 9:22-23). En aquel día, todo ser humano glorificará al Padre cuando doble sus rodillas y confiese que Jesús es Señor (Fil 2:11). Los redimidos nos presentaremos sin mancha delante de Su gloria (Jud vv. 24-25) y disfrutaremos de Su gloria por toda la eternidad (1 P 5:10; 2 Ti 2:10; Ef 3:21).
La gloria de Dios debe regir nuestra lectura, estudio y meditación de Su Palabra. Es un principio de interpretación que nos ayuda a comprender y explicar el sentido de la Escritura