5 ideas para enseñar el evangelio a los niños

Recuerdo claramente cuando llevé a mi hija menor a un zoológico. Ella tenía aproximadamente un año y medio, y le dije: «Cuando demos la vuelta a esta esquina, ¡vas a ver el animal terrestre más grande de todo el mundo!». Pasamos junto a los árboles y había un elefante justo delante de nosotros, con la trompa levantada en señal de saludo.

Los ojos de mi hija se abrieron de par en par con asombro, admiración y quizá un poco de miedo, mientras señalaba a la gigantesca criatura sin decir una palabra. «¿Adivina qué?», le dijo mi esposo. «Dios es aún más asombroso que eso».

Los niños pequeños pueden aprender a amar la Palabra de Dios de un modo que les prepare para buscarla por sí mismos a medida que crecen

 

Hay millones de maneras de acercar a los niños a Dios. Cada día está lleno de oportunidades. Pero ¿cómo podemos dar un paso más y ayudarles a empezar a entender el evangelio? Estos son cinco principios generales que nos funcionaron a mi esposo y a mí mientras criábamos a nuestros cinco hijos durante sus primeros años.

1. Lee la Palabra

Mucho antes de que los preescolares puedan leer la Biblia por sí solos, podemos introducirles en la Palabra de Dios. Los niños pueden memorizar las Escrituras, sobre todo si se les pone música o se les acompaña con movimientos de las manos. Puede que los pequeños no comprendan todo lo que recitan, pero están guardando la Palabra en Su corazón (Sal 119:11).

La Biblia contiene historias apasionantes, además de palabras de verdad y vida. El bebé Moisés en el río, Daniel en el foso de los leones y el nacimiento de Cristo son relatos apasionantes para los niños. Los libros ilustrados pueden ser excelentes recursos para acceder a las historias bíblicas y a la teología, pero no hay que evitar leer historias sacadas directamente de la Biblia (¡solo hay que repasar antes las partes más crudas!).

Puede que tu audiencia no entienda el contexto de la historia israelita o la trama de los pactos, pero, como explicó Pablo, «la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo» (Ro 10:17). Incluso los niños pequeños pueden aprender a amar la Palabra de Dios de un modo que les prepare para buscarla por sí mismos a medida que crecen.

2. Mira el mundo

Los cielos declaran la gloria de Dios, y los ojos de nuestros pequeños están bien abiertos para ver esa gloria a su alrededor. Podemos hablar de Dios como Creador cuando miramos las variedades de peces en la tienda de animales o las flores en un jardín o los sabores en nuestra alacena de especias. Podemos hablar del cuidado de Dios cuando vemos a un pájaro encontrar una semilla o cuando el sol sale maravillosamente cada mañana. Incluso en las partes duras o peligrosas de la naturaleza, podemos hablar del plan de Dios para el mundo, de cómo se quebrantó y de cómo será redimido.

Tienes la increíble e intimidante oportunidad de mostrar a los niños en tu vida cómo es el amor de Dios amándolos con paciencia, constancia, creatividad, fidelidad y gozo

 

La historia de la bondad de Dios se desarrolla a nuestro alrededor, y nuestros hijos nos piden todo el tiempo que la traduzcamos a un lenguaje que puedan entender porque Dios les ha dado el asombro y la curiosidad por Su mundo. Cuando hablamos del mundo con nuestros hijos, podemos enseñarles el evangelio a través del lente de la creación, la caída, la redención y la consumación (aunque no utilicemos todas esas grandes palabras enseguida).

3. Enseña la ley

Aunque las narraciones de la Biblia parezcan lo más natural para los niños pequeños, enseñar la ley también es importante, e implica al menos dos partes. La primera es enseñar lo que la Palabra de Dios dice sobre el bien y el mal. Podemos decir a nuestros hijos, como hacen muchos padres, que la Biblia dice que tratemos a los demás como queremos que nos traten a nosotros (Lc 6:31).

Enseñanzas como esta hacen mucho más que simplemente ayudar a los niños a aprender a convivir; también revelan los estándares de Dios para el pecado y la justicia. Son lecciones valiosas en un mundo que a menudo nos anima a redefinir lo que está bien y lo que está mal, engañándonos a nosotros mismos al pensar que lo estamos haciendo bien. Jesús dice en Lucas 5:31-32 que los enfermos son los que saben que necesitan un médico. La ley nos enseña que no estamos bien.

La segunda parte es enseñar que las acciones tienen consecuencias. Sea cual sea la forma en que tu familia decida establecer límites con amor, cumplir tu palabra con coherencia y aplicar consecuencias justas puede mostrar a los niños las verdades bíblicas sobre la bondad, la rectitud y la justicia.

Ser padres incluye animar a nuestros hijos y hablarles de su valor inherente como personas creadas por Dios a Su imagen. Pero cuando también les enseñamos amorosamente sobre el pecado a través de la Palabra de Dios y de las consecuencias, no solo les damos sabiduría práctica para vivir, sino que también sentamos las bases para que entiendan el evangelio. Si los niños no llegan a verse a sí mismos como pecadores que han quebrantado la ley de Dios y merecen justamente un castigo, tampoco entenderán su necesidad de Cristo.

4. Explica la gracia

A medida que los niños crecen en su comprensión de la ley, están más preparados para comprender el extraordinario valor de la gracia. Pero tenemos que explicarles claramente la gracia. Los niños pueden oír referencias culturales a «dar las gracias» antes de una comida o «darte gracia» cuando cometes un error. Debemos explicarles que la gracia significa que todos merecemos un castigo justo, pero que Dios nos amó tanto que cargó con nuestro castigo.

No deberíamos dar por sentadas las oportunidades de compartir el evangelio con los pequeños en nuestras vidas

 

Cuando hablamos con nuestros hijos sobre la ley de Dios, sobre el pecado o sobre el quebrantamiento del mundo que nos rodea, tenemos oportunidades naturales para enseñarles sobre la gracia. Podemos decirles que solo Dios es perfecto en bondad y amor, y que por eso la salvación solo puede venir a través de Jesús. Podemos planificar estas conversaciones y considerar cuidadosamente cómo explicaremos el evangelio. Una mamá me contó que escribió el evangelio en unas cuantas líneas utilizando un lenguaje que sus hijas pudieran entender, y luego se las repitió una y otra vez en diferentes ocasiones.

5. Vívelo

Muchos cristianos pueden recordar las oraciones y la fidelidad de los adultos que los llevaron a la iglesia, compartieron la verdad y los amaron bien cuando eran niños. Tienes la increíble e intimidante oportunidad de mostrar a los niños en tu vida cómo es el amor de Dios amándolos con paciencia, constancia, creatividad, fidelidad y gozo.

Pero, alabado sea Dios, podemos seguir compartiendo el evangelio incluso cuando —quizá especialmente cuando— inevitablemente cometemos errores. Puedes mostrar a los niños que amas cómo es fracasar, pedir perdón y caminar en arrepentimiento con el Señor, por Su gracia.

Jesús nos mandó «hacer discípulos de todas las naciones» (Mt 28:19). Tenemos el increíble privilegio de vivir ese mandamiento en nuestros hogares e iglesias cuando compartimos el evangelio con nuestros pequeños. Muchos de nosotros nos entrenamos ampliamente para evangelizar a extraños, pero no deberíamos dar por sentadas las oportunidades de compartir el evangelio con los pequeños en nuestras vidas. Jesús invita a los niños a acercarse a Él, piensa cómo puedes ayudarles en el camino.


Publicado originalmente en The Gospel CoalitionTraducido por Eduardo Fergusson.

Ginger Blomberg es escritora de The Gospel Coalition y autora de Charlie and the Preschool Prodigal. Su esposo, Daniel, es vicepresidente del Becket Fund for Religious Liberty, y viven en el Lowcountry de Carolina del Sur con sus cinco hijos.

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