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Lectura de Hoy

27-06-2024

DEVOCIONAL

Devocional: Salmo 119:121-144

Uno de los grandes temas de las Sagradas Escrituras es el mismo que sale con frecuencia en el Salmo 119, es el despliegue de las palabras que Dios da luz “y da entendimiento al sencillo” (119:130) en dos aspectos, como mínimo.

En primer lugar, “sencillo” se puede referir a los “necios”, los “cortos de entendimiento” –los que no entienden nada de cómo vivir en la luz de la revelación que Dios en su gracia ha provisto–. La exposición de las palabras de Dios da luz a personas así. Les enseña cómo tienen que vivir, y les da una profundidad y comprensión en cuestiones morales y espirituales que jamás habían demostrado anteriormente.

En segundo lugar, las palabras de Dios expanden nuestros horizontes. Unos párrafos antes, el salmista escribió: “¡Cuánto amo yo tu ley! Todo el día medito en ella. Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos porque me pertenecen para siempre. Tengo más discernimiento que todos mis maestros porque medito en tus estatutos. Tengo más entendimiento que los ancianos porque obedezco tus preceptos” (119:97-100). El salmista no está diciendo que tenga un coeficiente intelectual superior que sus profesores, ni que sea más inteligente que sus enemigos ni más listo que los ancianos del pueblo. Más bien está afirmando que la reflexión continua en la instrucción de Dios (su “ley”) y un compromiso profundo a obedecer los preceptos de Dios, provee al creyente unos parámetros para la vida y también un entendimiento más profundo que quedan inasequibles tanto a los que son teólogos brillantes pero nada más, como a los líderes políticos muy bien adiestrados.

Uno de mis propios estudiantes podría servir de ejemplo. A duras penas se licenció de la escuela secundaria. Jamás había entrado en ninguna iglesia. Cuando preguntaba a su padre acerca de Dios, se le decía que dejara de hablar de temas así. Se alistó en el ejército como un soldado raso y llevó una vida dura. En varias ocasiones se drogó con LSD. Finalmente se alistó en las fuerzas aéreas y comenzó a llevar su ejemplar de la Biblia (repartida a todos los soldados por los gedeones) por todas partes, como si fuese un talismán y así protegerse del peligro cuando saltaba de los aviones. En una ocasión la comenzó a leer –al principio despacio, ya que no era buen lector–. La leyó toda entera y se convirtió. Se acercó a uno de los capellanes y le dijo: “Padre, soy salvo”. El capellán le dijo: “Aun no”, y le inició en las clases de catecismo. Por fin encontró una iglesia que enseñaba la Biblia. Se liberó de las drogas (y al cabo de seis meses muchos de sus compañeros drogadictos en el ejército fueron expulsados), dejó el ejército, consiguió entrar en la universidad por los pelos, pero creció y maduró enormemente hasta encontrarse entre los mejores en Griego en la Facultad de Teología.

Absorbía profundamente las palabras de Dios. Transformó su vida y le proporcionó más entendimiento que muchos de sus profesores. “La exposición de las palabras de Dios da luz, y da entendimiento al sencillo”.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Isaías 59
Isaías 59 se divide en tres partes. Si se saca de este contexto en el libro, podría interpretarse como una descripción de la caída en el pecado y la degradación que caracterizó muchas etapas de la historia de Israel, y que sigue haciéndolo en muchos periodos de la experiencia de la iglesia. Sin embargo, tanto su posición en el libro como los dos últimos versículos indican que el profeta está hablando de la congregación del pueblo de Dios después de regresar del exilio. Siguen caracterizados por el pecado y solo existe una esperanza.

La primera sección (59:1-8) describe al pueblo en su desesperación. El profeta declara que la razón de su difícil situación no es ninguna deficiencia de Dios: “La mano del Señor no se queda corta para salvar” (59:1). El problema es su propio pecado: “Son vuestras iniquidades las que os separan de vuestro Dios. Son estos pecados los que lo llevan a ocultar su rostro para no escuchar” (59:2). Después, sigue la tediosa lista: injusticia, falta de integridad, violencia, conspiraciones. La raíz de todo ello se encuentra en el carácter humano: el mal emana desde dentro. “Sus pensamientos son perversos; dejan ruina y destrucción en sus caminos. No conocen la senda de la paz; no hay justicia alguna en su camino. Abren senderos tortuosos, y el que anda por ellos no conoce la paz” (59:7b-8). No es de extrañar que el apóstol Pablo cite varias de estas líneas en su propia condena de la raza humana (Ro. 3:15-17). ¿Qué puede hacerse con personas tan persistentes en el pecado? Incluso el enorme trauma del exilio demuestra ser insuficiente para transformarlos.

En la segunda sección (59:9-15a), los verbos aparecen en primera persona del plural. El lenguaje es el de un lamento colectivo. Estos dolientes (compárese con 57:19) se afligen por sus pecados. El lenguaje es brutalmente honesto. Como el propio Isaías, como Daniel o Esdras, no solo confiesan sus propios pecados, sino los de su pueblo (6:5; Daniel 9:4-19Esdras 9:6-15). Saben que su situación es desesperada, lo cual, en sí mismo, es una señal de gracia. El pueblo de Dios está más lejos de la reforma y el avivamiento cuando están engreídamente satisfechos, como la iglesia de Laodicea (Apocalipsis 3:14-22). Existe esperanza cuando por la gracia de Dios se retuercen de dolor en una agonía de honesta confesión, terriblemente conscientes del poder insidioso y dominante del pecado en su vida y su cultura.

La tercera sección (59:15b-21) provee el alivio. Sólo Dios es suficiente para solucionar esta situación, y es más que eso. Dios vio que ningún otro podía salvar al pueblo, “por eso su propio brazo vendrá a salvarlos” (59:16). Una vez más, esta visión de esperanza y promesa acaba en proporciones apocalípticas y en las categorías del nuevo pacto (59:20-21).

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
Deuteronomio 32
Cántico de Moisés
32 «Presten atención, oh cielos, y déjenme hablar; Y oiga la tierra las palabras de mi boca. Caiga como la lluvia mi enseñanza, Y destile como el rocío mi discurso, Como llovizna sobre el verde prado Y como aguacero sobre la hierba. Porque yo proclamo el nombre del SEÑOR; Atribuyan grandeza a nuestro Dios. ¡La Roca! Su obra es perfecta, Porque todos Sus caminos son justos; Dios de fidelidad y sin injusticia, Justo y recto es Él. En forma pervertida se han portado con Él. No son Sus hijos, debido a los defectos de ellos; Son una generación perversa y torcida. ¿Así pagan ustedes al SEÑOR, Oh pueblo insensato e ignorante? ¿No es Él tu Padre que te compró? Él te hizo y te estableció. Acuérdate de los días pasados; Considera los años de todas las generaciones. Pregunta a tu padre, y él te lo hará saber; A tus ancianos, y ellos te lo dirán. Cuando el Altísimo dio a las naciones su herencia, Cuando separó los hijos del hombre, Fijó los límites de los pueblos Según el número de los israelitas. Pues la porción del SEÑOR es Su pueblo; Jacob es la parte de Su heredad. 10 Lo encontró en tierra desierta, En la horrenda soledad de un desierto; Lo rodeó, cuidó de él, Lo guardó como a la niña de Sus ojos. 11 Como un águila que despierta su nidada, Que revolotea sobre sus polluelos, Extendió Sus alas y los tomó, Los llevó sobre Su plumaje. 12 El SEÑOR solo lo guió, Y con él no hubo dios extranjero. 13 Lo hizo cabalgar sobre las alturas de la tierra, Y comió el producto del campo; Le hizo gustar miel de la peña, Y aceite del pedernal, 14 Cuajada de vacas y leche de ovejas, Con grasa de corderos, Y carneros de raza de Basán y machos cabríos, Con lo mejor del trigo; De la sangre de uvas bebiste vino.
15 »Pero Jesurún engordó y dio coces (has engordado, estás cebado y rollizo); Entonces abandonó a Dios que lo hizo, Y despreció a la Roca de su salvación. 16 Lo provocaron a celos con dioses extraños, Con abominaciones lo provocaron a ira. 17 Ofrecieron sacrificios a demonios, no a Dios, A dioses que no habían conocido, Dioses nuevos que vinieron recientemente, A los que los padres de ustedes no temieron. 18 Despreciaste a la Roca que te engendró, Y olvidaste al Dios que te dio a luz.
19 »Y el SEÑOR vio esto, y se llenó de ira A causa de la provocación de Sus hijos y de Sus hijas. 20 Entonces Él dijo: “Esconderé de ellos Mi rostro, Veré cuál será su fin; Porque son una generación perversa, Hijos en los cuales no hay fidelidad. 21 Ellos me han provocado a celo con lo que no es Dios; Me han irritado con sus ídolos. Yo, pues, los provocaré a celos con los que no son un pueblo; Los irritaré con una nación insensata. 22 Porque fuego se ha encendido en Mi ira, Que quema hasta las profundidades del Seol, Consume la tierra con su fruto, E incendia los fundamentos de los montes.
23 ”Amontonaré calamidades sobre ellos, Emplearé en ellos Mis flechas. 24 Serán debilitados por el hambre, y consumidos por la plaga Y destrucción amarga; Dientes de fieras enviaré sobre ellos, Con veneno de serpientes que se arrastran en el polvo. 25 Afuera traerá duelo la espada, Y dentro el terror, Tanto al joven como a la virgen, Al niño de pecho como al hombre encanecido. 26 Yo hubiera dicho: ‘Los haré pedazos, Borraré la memoria de ellos de entre los hombres’, 27 Si no hubiera temido la provocación del enemigo, No sea que entendieran mal sus adversarios, No sea que dijeran: ‘Nuestra mano ha triunfado, Y no es el SEÑOR el que ha hecho todo esto’”.
28 »Porque son una nación privada de consejo, Y no hay en ellos inteligencia. 29 Ojalá que fueran sabios, que comprendieran esto, Que comprendieran su futuro. 30 ¿Cómo es que uno puede perseguir a mil, Y dos hacer huir a diez mil, Si su Roca no los hubiera vendido, Y el SEÑOR no los hubiera entregado? 31 En verdad, su roca no es como nuestra Roca; Aun nuestros mismos enemigos así lo juzgan. 32 Porque la vid de ellos es de la vid de Sodoma Y de los campos de Gomorra; Sus uvas son uvas venenosas, Sus racimos, amargos. 33 Su vino es veneno de serpientes, Y ponzoña mortal de cobras.
34 “¿No tengo Yo esto guardado conmigo, Sellado en Mis tesoros? 35 Mía es la venganza y la retribución; A su tiempo el pie de ellos resbalará, Porque el día de su calamidad está cerca, Ya se apresura lo que les está preparado”. 36 Porque el SEÑOR vindicará a Su pueblo Y tendrá compasión de Sus siervos, Cuando vea que su fuerza se ha ido, Y que nadie queda, ni siervo ni libre. 37 Entonces Él dirá: “¿Dónde están sus dioses, La roca en que buscaban refugio, 38 Que comían la grasa de sus sacrificios, Y bebían el vino de su libación? ¡Que se levanten y los ayuden! ¡Que sean ellos su refugio! 39 Vean ahora que Yo, Yo soy el Señor, Y fuera de Mí no hay dios. Yo hago morir y hago vivir. Yo hiero y Yo sano, Y no hay quien pueda librar de Mi mano. 40 Ciertamente, alzo a los cielos Mi mano, Y digo: Como que vivo Yo para siempre, 41 Cuando afile Mi espada flameante Y Mi mano empuñe la justicia, Me vengaré de Mis adversarios Y daré el pago a los que me aborrecen. 42 Embriagaré Mis flechas con sangre, Y Mi espada se hartará de carne, De sangre de muertos y cautivos, De los jefes de larga cabellera del enemigo”. 43 Regocíjense, naciones, con Su pueblo, Porque Él vengará la sangre de Sus siervos; Traerá venganza sobre Sus adversarios, Y hará expiación por Su tierra y Su pueblo».

Se ordena a Moisés subir al monte Nebo

44 Entonces llegó Moisés y habló todas las palabras de este cántico a oídos del pueblo, él, con Josué, hijo de Nun. 45 Cuando terminó Moisés de hablar todas estas palabras a todo Israel, 46 les dijo: «Fijen en su corazón todas las palabras con que les advierto hoy: ordenarán a sus hijos que obedezcan cuidadosamente todas las palabras de esta ley. 47 Porque no es palabra inútil para ustedes; ciertamente es su vida. Por esta palabra prolongarán sus días en la tierra adonde ustedes van, cruzando el Jordán a fin de poseerla».
48 En aquel mismo día, el SEÑOR le dijo a Moisés: 49 «Sube a estos montes de Abarim, al monte Nebo, que está en la tierra de Moab frente a Jericó, y mira hacia la tierra de Canaán, la cual doy en posesión a los israelitas. 50 Morirás en el monte al cual subes, y serás reunido a tu pueblo, así como tu hermano Aarón murió sobre el monte Hor, y fue reunido a su pueblo; 51 porque ustedes me fueron infieles en medio de los israelitas en las aguas de Meriba de Cades, en el desierto de Zin, porque no me santificaron en medio de los israelitas. 52 Por tanto, solo de lejos verás la tierra, pero no entrarás allí, a la tierra que doy a los israelitas».

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Salmo 119:121-144
LIBRO QUINTO
Ayin.
121 He practicado el juicio y la justicia; No me abandones a mis opresores. 122 Sé fiador de Tu siervo para bien; Que no me opriman los soberbios. 123 Desfallecen mis ojos por Tu salvación Y por la promesa de Tu justicia. 124 Haz con Tu siervo según Tu misericordia Y enséñame Tus estatutos. 125 Yo soy Tu siervo, dame entendimiento Para que conozca Tus testimonios. 126 Es tiempo de que actúe el SEÑOR, Porque han quebrantado Tu ley. 127 Por tanto, amo Tus mandamientos Más que el oro, sí, más que el oro fino. 128 Por tanto, estimo rectos todos Tus preceptos acerca de todas las cosas, Y aborrezco todo camino de mentira.

Pe.

129 Maravillosos son Tus testimonios, Por lo que los guarda mi alma. 130 La exposición de Tus palabras imparte luz; Da entendimiento a los sencillos. 131 Abrí mi boca y suspiré, Porque anhelaba Tus mandamientos. 132 Vuélvete a mí y tenme piedad, Como acostumbras con los que aman Tu nombre. 133 Afirma mis pasos en Tu palabra, Y que ninguna iniquidad me domine. 134 Rescátame de la opresión del hombre, Para que yo guarde Tus preceptos. 135 Haz resplandecer Tu rostro sobre tu siervo, Y enséñame Tus estatutos. 136 Ríos de lágrimas vierten mis ojos, Porque ellos no guardan Tu ley.
Tsade.
137 Justo eres Tú, SEÑOR, Y rectos Tus juicios. 138 Has ordenado Tus testimonios con justicia, Y con suma fidelidad. 139 Mi celo me ha consumido, Porque mis adversarios han olvidado Tus palabras. 140 Es muy pura Tu palabra, Y Tu siervo la ama. 141 Pequeño soy, y despreciado, Pero no me olvido de Tus preceptos. 142 Tu justicia es justicia eterna, Y Tu ley verdad. 143 Angustia y aflicción han venido sobre mí, Pero Tus mandamientos son mi deleite. 144 Tus testimonios son justos para siempre; Dame entendimiento para que yo viva.

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Isaías 59
Confesión de la maldad de Israel

59 La mano del SEÑOR no se ha acortado para salvar; Ni Su oído se ha endurecido para oír. Pero las iniquidades de ustedes han hecho separación entre ustedes y su Dios, Y los pecados le han hecho esconder Su rostro para no escucharlos. Porque las manos de ustedes están manchadas de sangre, Y sus dedos de iniquidad. Sus labios hablan mentira, Su lengua murmura maldad. No hay quien clame con justicia ni quien abogue con honestidad. Confían en la confusión, y hablan falsedades; Conciben malicia, y dan a luz iniquidad. Incuban huevos de áspides y tejen telas de araña; El que come de sus huevos muere, Y del que es aplastado sale una víbora. Sus telas no servirán de vestidos, Ni se cubrirán con lo que hacen. Sus obras son obras de iniquidad, Y actos de violencia hay en sus manos. Sus pies corren al mal, Y se apresuran a derramar sangre inocente. Sus pensamientos son pensamientos de iniquidad, Desolación y destrucción hay en sus caminos. Camino de paz no conocen, Y no hay justicia en sus senderos. Han torcido a su favor las sendas, Cualquiera que ande en ellas no conoce la paz.
Por tanto, el derecho está lejos de nosotros, Y no nos alcanza la justicia. Esperamos luz, y solo hay tinieblas; Claridad, pero andamos en oscuridad. 10 Vamos tocando la pared como ciegos, Y andamos a tientas como los que no tienen ojos; Tropezamos al mediodía como al anochecer, Entre los robustos somos como muertos. 11 Todos nosotros gruñimos como osos, Y gemimos tristemente como palomas. Esperamos la justicia, pero no la hay, La salvación, pero está lejos de nosotros. 12 Porque se han multiplicado nuestras transgresiones delante de Ti, Y nuestros pecados testifican contra nosotros. Porque nuestras transgresiones están con nosotros, Y conocemos nuestras iniquidades: 13 Transgredir y negar al SEÑOR, Apartarse de nuestro Dios, Hablar de opresión y rebelión, Concebir y proferir en el corazón palabras mentirosas. 14 Se ha vuelto atrás el derecho, Y la justicia permanece lejos; Porque ha tropezado en la plaza la verdad, Y la rectitud no puede entrar. 15 Sí, falta la verdad, Y el que se aparta del mal es hecho presa. Y lo vio el SEÑOR, Y desagradó a Sus ojos que no hubiera derecho. 16 Vio que no había nadie, Y se asombró de que no hubiera quien intercediera. Entonces Su brazo le trajo salvación, Y Su justicia lo sostuvo. 17 Se puso la justicia como coraza, Y el casco de salvación en Su cabeza; Como vestidura se puso ropas de venganza, Y se envolvió de celo como de un manto. 18 Conforme a los hechos, así Él pagará: Furor para Sus adversarios, justo pago para Sus enemigos; A las islas dará su pago. 19 Y temerán desde el occidente el nombre del SEÑOR Y desde el nacimiento del sol Su gloria, Porque Él vendrá como torrente impetuoso, Que el viento del SEÑOR impulsa. 20 «Y vendrá un Redentor a Sión Y a los que se aparten de la transgresión en Jacob», declara el SEÑOR.
21 «En cuanto a Mí», dice el SEÑOR, «este es Mi pacto con ellos»: «Mi Espíritu que está sobre ti, y Mis palabras que he puesto en tu boca, no se apartarán de tu boca, ni de la boca de tu descendencia, ni de la boca de la descendencia de tu descendencia», dice el SEÑOR, «desde ahora y para siempre».

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Mateo 7
El juicio hacia los demás
7 »No juzguen para que no sean juzgados. Porque con el juicio con que ustedes juzguen, serán juzgados; y con la medida con que midan, se les medirá.
»¿Por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: “Déjame sacarte la mota del ojo”, cuando la viga está en tu ojo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano.
»No den lo santo a los perros, ni echen sus perlas delante de los cerdos, no sea que las huellen con sus patas, y volviéndose los despedacen a ustedes.

La oración recibirá respuesta

»Pidan, y se les dará; busquen, y hallarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿O qué hombre hay entre ustedes que si su hijo le pide pan, le dará una piedra, 10 o si le pide un pescado, le dará una serpiente? 11 Pues si ustedes, siendo malos, saben dar buenas dádivas a sus hijos, ¿cuánto más su Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden?
12 »Por eso, todo cuanto quieran que los hombres les hagan, así también hagan ustedes con ellos, porque esta es la ley y los profetas.

Dos puertas y dos sendas

13 »Entren por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. 14 Pero estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.

Cómo conocer a los falsos profetas

15 »Cuídense de los falsos profetas, que vienen a ustedes con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16 Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? 17 Así, todo árbol bueno da frutos buenos; pero el árbol malo da frutos malos. 18 Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. 19 Todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego. 20 Así que, por sus frutos los conocerán.
21 »No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en Tu nombre, y en Tu nombre echamos fuera demonios, y en Tu nombre hicimos muchos milagros?”. 23 Entonces les declararé: “Jamás los conocí; APÁRTENSE DE MÍ, LOS QUE PRACTICAN LA INIQUIDAD”.

Los dos cimientos

24 »Por tanto, cualquiera que oye estas palabras Mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca; 25 y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero no se cayó, porque había sido fundada sobre la roca.
26 »Todo el que oye estas palabras Mías y no las pone en práctica, será semejante a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena; 27 y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; y cayó, y grande fue su destrucción».
28 Cuando Jesús terminó estas palabras, las multitudes se admiraban de Su enseñanza; 29 porque les enseñaba como uno que tiene autoridad, y no como sus escribas.

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