Sin compromiso no hay impacto

El impacto de una iglesia depende del compromiso de sus miembros 

La fuerza de una iglesia local, independientemente de su tamaño o forma de organización, es la suma del compromiso de todos sus miembros. Sí, es el sentido de compromiso que asume cada miembro de la iglesia lo que determina cuán sólida y capaz es ella. ¿Cómo podemos ver en la práctica el nivel de nuestro compromiso con la iglesia?

I. Comprometido con la unidad 

El compromiso fundamental del cristiano con su iglesia es con respecto a la unidad. Si su compromiso en este punto es débil, su compromiso en todo lo demás no puede ser fuerte y, en efecto, todo lo demás se ve amenazado. Pero si su compromiso con la unidad de la iglesia es fuerte, esto garantizará la calidad de su compromiso en las demás áreas también.

 Todo compromiso que asuman los miembros de una iglesia puede tomarse como firme cuando, ante todo, son «solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz» (Efesios 4.3). Cada cristiano debe asegurarse de estar comprometido con la unidad de su iglesia, de estar dispuesto a esforzarse a convivir con sus hermanos «sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa» (Filipenses 2.2).
Un cristiano demuestra estar comprometido con la unidad cuando:

 II. Comprometido con la adoración 

Ciertamente, el nunca faltar en los cultos no significa en sí mismo que uno es un miembro comprometido. Hay quienes nunca faltan a los cultos pero no demuestran mayor compromiso con la iglesia. ¡Nunca están dispuestos a hacer algo más que ocupar su lugar en las bancas! Pero, por el otro lado, resulta difícil estar seguro del compromiso de alguien que no frecuenta los cultos más que en Navidad y Pascuas. El cristiano comprende que es su responsabilidad estar presente cuando su pueblo, la Iglesia, se reúne para adorar a Dios. Pero no solo lo comprende, ¡este es su deseo! Puede decir con el salmista: «Alabaré a Jehová con todo el corazón en la compañía y congregación de los rectos» (Salmo 111.1). Si por alguna circunstancia de fuerza mayor no podrá o no pudo asistir al culto, el cristiano que está comprometido con su iglesia procurará avisar cuanto antes a sus pastores o líderes. Él toma en serio la palabra que nos alienta a reconocer el valor del hábito de reunirnos, «no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos» (Hebreos 10.25).
 El cristiano comprometido:

III. Comprometido con la misión 

El creyente comprometido reconoce y se apropia de la misión de la Iglesia de Cristo en la Tierra. La Iglesia es, por definición, una comunidad de creyentes que reconocen a Cristo como Salvador y le sirven como Señor, y que además se han unido entre sí para cumplir una gran misión.
Podemos enumerar cinco propósitos básicos en la misión de la Iglesia en el mundo:

En el contexto de su propia iglesia local, el creyente comprometido se siente responsable del cumplimiento de esta misión y participa en la misma de diversas maneras —desde orar hasta contribuir al sostenimiento económico de los programas, actividades y proyectos.

IV. Comprometido con el servicio 

En este punto nos referimos a la actitud del miembro comprometido hacia sus hermanos en el cuerpo de Cristo. Esa actitud, en palabras del apóstol Pablo, consiste en el servicio mutuo y voluntario: «…servíos por amor los unos a los otros» (Gálatas 5.13). Uno puede ir a un recital en el teatro sin involucrarse en lo más mínimo con los demás espectadores. Unirse a un club puede abrir oportunidades para entablar alguna que otra relación de amistad con otros socios. Pero compartir la vida en el cuerpo de Cristo implica “convivir con nuestros hermanos”, en una expresión plena de vida fraternal.
 El creyente comprometido se sentirá motivado a involucrarse en la vida de la iglesia a través de sus dones espirituales, consciente de que «a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho [de todos]» (1 Corintios 12.7). El creyente, en suma, se dedica a servir a sus hermanos de acuerdo a las necesidades que se presentan y según las posibilidades que Dios le da, con:

Estando verdaderamente comprometidos con nuestra iglesia, no esperaremos hasta que se nos ofrezca “una oportunidad para el servicio”. Más bien, tomaremos nosotros mismos la iniciativa de acercarnos a nuestros pastores o líderes más próximos para hacerles saber que estamos disponibles y con ganas de servir.

Finalmente, debemos decir que nuestro compromiso con la iglesia descansa sobre nuestro compromiso con el Señor. Su compromiso con la iglesia será fuerte en tanto que fortalezca su compromiso con Aquel que es la cabeza del cuerpo.

7 Señales de mi compromiso con la iglesia 

Fuentes consultadas: 
• Pablo Deiros, “La iglesia del nuevo milenio”.
• Juan Driver, “Renovación de la iglesia: comunidad y compromiso”.
• Kevin y Sherry Harney, “Encuentra una iglesia que puedas amar, y ama la iglesia que encuentres”.


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