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Lectura de Hoy
14-07-2024
DEVOCIONAL
Devocional: Hechos 1
Entre la ascensión de Jesús y Pentecostés, la iglesia naciente, cerca de ciento veinte fieles, se congregaba para orar. En una de estas reuniones, Pedro se puso en pie e inició la acción que nombró a Matías como sustituto de Judas Iscariote (Hechos 1:15-26). (1) El uso de las Escrituras (1:16,20) parece ser lo que guía a Pedro a concluir que “es preciso” (1:21) elegir a uno de los otros hombres que estuvo con Jesús desde el inicio de su ministerio público para que remplazara a Judas el traidor. Esto lo vemos en el libro de los Hechos, y superficialmente, el razonamiento es claro. El Salmo 69:25 dice: “Quédense desiertos sus campamentos, y deshabitadas sus tiendas de campaña”. Pedro aplica esto a Judas. El Salmo 109:8 insiste: “que otro se haga cargo de su oficio”. Pedro lo toma como un permiso divino para buscar un sustituto. En el contexto de los Salmos 69 y 109, David busca venganza contra los enemigos -que alguna vez fueron amigos cercanos, que lo habían traicionado. Pedro usa estos versículos en una de dos maneras. Por un lado, es posible que (a) Pedro esté cometiendo el grave error de sacar un texto de su contexto. Estos textos nunca se aplicaron a Judas y sólo se logra hacerlo con trucos y malabares exegéticos. O, por otro lado, puede que (b) Pedro ya esté presuponiendo una tipología de David bastante sofisticada. Si este sentido de traición y súplica por una justicia vindicadora jugó un papel tan importante en la experiencia del gran rey David, ¿cuánto más en el Hijo grandísimo del gran David? ¿Por qué debemos estremecernos ante este razonamiento? Durante los cuarenta años anteriores, Jesús había hablado frecuentemente con sus discípulos (1:3), explicando con todo detalle “lo que se refería a él en todas las Escrituras” (Lucas 24:27). Ciertamente, la tipología de David aparece en los evangelios en labios de Jesús. ¿Por qué no debemos aceptar que lo enseñó a sus discípulos? (2) De acuerdo con los criterios aquí presentados— que el apóstol sustituto tenía que haber sido testigo del Jesús resucitado, pero, además, haber estado con los discípulos “todo el tiempo que el Señor Jesús vivió entre nosotros” (1:21-22) —, Pablo no hubiera cumplido con las condiciones. El apostolado de Pablo era irregular y él mismo lo reconocía (1 Corintios 15:8-9). No debemos pensar en tonterías como que aquí Pedro y la iglesia cometieron un error al no esperar el nombramiento de Pablo. (3) La elección de uno de los dos por medio de la suerte (1:23-26) no es un ejemplo para los procedimientos de gobierno de nuestra iglesia local. De ahí en adelante, no vuelve a aparecer un procedimiento similar en la vida de la iglesia según se presenta en el Nuevo Testamento. Esto parece ser más bien la culminación de un procedimiento del Antiguo Testamento, mediante el cual Dios mismo selecciona y autoriza a los doce hombres del cuerpo apostólico. Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso. |
Devocional: Jeremías 10 |
Dos reflexiones sobre Jeremías 10: En primer lugar, el castigo catastrófico que estaba a punto de caer sobre Judá se atribuye a sus líderes incompetentes: “Los pastores se han vuelto necios, no buscan al Señor; por eso no han prosperado, y su rebaño anda disperso” (10:21). En este contexto, “pastores” incluye a todos los que dirigen los asuntos de una nación: rey, sacerdotes, profetas y otros líderes. Los ámbitos en que estos líderes son incompetentes no son la administración general, el carisma, la agudeza financiera o el potencial de gestión. Son “necios”, lo cual se manifiesta en el hecho de que “no buscan al Señor”. No quiere decir únicamente que no acudan a las simples formas de requerir el consejo de Dios, como consultar a los profetas y considerar los rituales prescritos como un talismán que trae buena suerte. Significa más bien que no están dispuestos a hacer realmente lo que Dios quiere. No se acercan a él con la contrición y la profunda reverencia por su Palabra de la que Isaías habla (Isaías 66). No lo tratan como si fuese fundamentalmente “otro”, diferente de la multitud de dioses falsos que los rodean. Las naciones y las iglesias siguen la dinámica que marcan sus líderes. Si estos buscar con pasión conocer y obedecer la voluntad de Dios, nuestras perspectivas son excelentes; si son disolutos e intoxicados por el egoísmo, estas son sombrías o incluso desesperadas. Segundo, en los últimos versículos (10:23-25), Jeremías se identifica con su pueblo de una forma que llama la atención. “SEÑOR, yo sé que el hombre no es dueño de su destino, que no le es dado al caminante dirigir sus propios pasos. Corrígeme, SEÑOR, pero con justicia, y no según tu ira, pues me destruirías” (10:23-24). Estas líneas podrían interpretarse inicialmente refiriéndose a Jeremías como profeta, como individuo y nada más. Ciertamente, cada creyente debería ser consciente de su pecado de forma que pueda suplicar a Dios que lo salve de la destrucción que merece. Sin embargo, un análisis más detenido muestra que los pecados que Jeremías está confesando son los de la nación, en particular la autodeterminación petulante que se niega a reconocer la divinidad absoluta de Dios, la gloriosa verdad de que sólo él es Dios y lo controla todo. El siguiente versículo revela que lo que Jeremías quiere que el Señor salve es “Jacob”, el pueblo del pacto de Dios. Sin duda, se ha decretado el castigo contra él, pero el profeta suplica al Todopoderoso que no borre al pueblo de la faz de la tierra con su ira, sino que reserve el correctivo más duro para “las familias que no invocan tu nombre”. Por tanto, Jeremías clama a Dios por sí mismo, pero también por su pueblo, con el cual se identifica, como hace Pablo en Gálatas 2:17-21 y quizás en Romanos 7:7ss. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
Josué 20–21 |
Las ciudades de refugio |
20 Entonces el SEÑOR habló a Josué y le dijo: 2 «Diles a los israelitas: “Designen las ciudades de refugio de las cuales les hablé por medio de Moisés, 3 para que huya allí el que haya matado a cualquier persona sin intención y sin premeditación. Ellas les servirán a ustedes de refugio contra el vengador de la sangre. 4 El que busca refugio huirá a una de estas ciudades, se presentará a la entrada de la puerta de la ciudad y expondrá su caso a oídos de los ancianos de la ciudad. Estos lo llevarán con ellos dentro de la ciudad y le darán un lugar para que habite en medio de ellos. 5 “Y si el vengador de la sangre lo persigue, ellos no entregarán al acusado en su mano, porque hirió a su prójimo sin premeditación y sin odiarlo de antemano. 6 Habitará en esa ciudad hasta que comparezca en juicio delante de la congregación, y hasta la muerte del que sea sumo sacerdote en aquellos días. Entonces el refugiado volverá a su ciudad y a su casa, a la ciudad de donde huyó”». 7 Entonces ellos separaron a Cedes en Galilea, en la región montañosa de Neftalí, y a Siquem en la región montañosa de Efraín, y a Quiriat Arba, es decir, Hebrón, en la región montañosa de Judá. 8 Y más allá del Jordán, al oriente de Jericó, designaron a Beser en el desierto, en la llanura de la tribu de Rubén, a Ramot en Galaad, de la tribu de Gad, y a Golán en Basán, de la tribu de Manasés. 9 Estas fueron las ciudades designadas para todos los israelitas y para el extranjero que resida entre ellos, para que cualquiera que hubiera matado a cualquier persona sin intención, pudiera huir allí, y no muriera a mano del vengador de la sangre hasta que hubiera comparecido ante la congregación. Ciudades de los levitas 21 Entonces los jefes de las casas de los levitas se acercaron al sacerdote Eleazar, a Josué, hijo de Nun, y a los jefes de las casas de las tribus de los israelitas, 2 y les hablaron en Silo en la tierra de Canaán y les dijeron: «El SEÑOR ordenó por medio de Moisés que se nos dieran ciudades donde habitar, con sus tierras de pasto para nuestro ganado». 3 Entonces los israelitas dieron de su heredad a los levitas estas ciudades con sus tierras de pasto, de acuerdo al mandato del SEÑOR. 4 Y la suerte cayó en las familias de los coatitas. Y a los hijos del sacerdote Aarón, que eran de los levitas, les tocaron en suerte trece ciudades de la tribu de Judá, de la tribu de Simeón y de la tribu de Benjamín. 5 Al resto de los hijos de Coat les tocaron en suerte diez ciudades de las familias de la tribu de Efraín, de la tribu de Dan y de la media tribu de Manasés. 6 A los hijos de Gersón les tocaron en suerte trece ciudades de las familias de la tribu de Isacar, de la tribu de Aser, de la tribu de Neftalí y de la media tribu de Manasés en Basán. 7 A los hijos de Merari les tocaron, según sus familias, doce ciudades de la tribu de Rubén, de la tribu de Gad y de la tribu de Zabulón. 8 Los israelitas dieron por suerte a los levitas estas ciudades con sus tierras de pasto, como el SEÑOR había ordenado por medio de Moisés. 9 Les dieron estas ciudades que aquí se mencionan por nombre, de la tribu de los hijos de Judá y de la tribu de los hijos de Simeón. 10 Fueron para los hijos de Aarón, una de las familias de los coatitas, de los hijos de Leví, porque la suerte fue de ellos primero. 11 Les dieron Quiriat Arba, siendo Arba el padre de Anac, es decir, Hebrón, en la región montañosa de Judá, con las tierras de pasto alrededor. 12 Pero los campos de la ciudad y sus aldeas se los dieron a Caleb, hijo de Jefone, como propiedad suya. 13 Y a los hijos del sacerdote Aarón les dieron Hebrón, la ciudad de refugio para el que haya matado a alguien, con sus tierras de pasto, Libna con sus tierras de pasto, 14 Jatir con sus tierras de pasto, Estemoa con sus tierras de pasto, 15 Holón con sus tierras de pasto, Debir con sus tierras de pasto, 16 Aín con sus tierras de pasto, Juta con sus tierras de pasto y Bet Semes con sus tierras de pasto; nueve ciudades de estas dos tribus. 17 De la tribu de Benjamín, Gabaón con sus tierras de pasto, Geba con sus tierras de pasto, 18 Anatot con sus tierras de pasto y Almón con sus tierras de pasto; cuatro ciudades. 19 Todas las ciudades de los sacerdotes, hijos de Aarón, eran trece ciudades con sus tierras de pasto. 20 Las ciudades de la tribu de Efraín fueron dadas por suerte a las familias de los hijos de Coat, los levitas, el resto de los hijos de Coat. 21 Y les dieron Siquem, la ciudad de refugio para el que haya matado a alguien, con sus tierras de pasto, en la región montañosa de Efraín y Gezer con sus tierras de pasto, 22 Kibsaim con sus tierras de pasto y Bet Horón con sus tierras de pasto; cuatro ciudades. 23 De la tribu de Dan, Elteque con sus tierras de pasto, Gibetón con sus tierras de pasto, 24 Ajalón con sus tierras de pasto y Gat Rimón con sus tierras de pasto; cuatro ciudades. 25 De la media tribu de Manasés, les dieron por suertes Taanac con sus tierras de pasto y Gat Rimón con sus tierras de pasto; dos ciudades. 26 Todas las ciudades con sus tierras de pasto para las familias del resto de los hijos de Coat fueron diez. 27 Para los hijos de Gersón, una de las familias de los levitas, de la media tribu de Manasés, les dieron Golán en Basán, la ciudad de refugio para el que haya matado a alguien, con sus tierras de pasto y Beestera con sus tierras de pasto; dos ciudades. 28 De la tribu de Isacar, les dieron Quisión con sus tierras de pasto, Daberat con sus tierras de pasto, 29 Jarmut con sus tierras de pasto y Enganim con sus tierras de pasto; cuatro ciudades. 30 De la tribu de Aser, les dieron Miseal con sus tierras de pasto, Abdón con sus tierras de pasto, 31 Helcat con sus tierras de pasto y Rehob con sus tierras de pasto; cuatro ciudades. 32 De la tribu de Neftalí, les dieron Cedes en Galilea, la ciudad de refugio para el que haya matado a alguien, con sus tierras de pasto, Hamot Dor con sus tierras de pasto y Cartán con sus tierras de pasto; tres ciudades. 33 Todas las ciudades de los gersonitas, conforme a sus familias, eran trece ciudades con sus tierras de pasto. 34 A las familias de los hijos de Merari, el resto de los levitas, les dieron de la tribu de Zabulón, Jocneam con sus tierras de pasto, Carta con sus tierras de pasto, 35 Dimna con sus tierras de pasto y Naalal con sus tierras de pasto; cuatro ciudades. 36 De la tribu de Rubén, les dieron Beser con sus tierras de pasto, Jahaza con sus tierras de pasto, 37 Cademot con sus tierras de pasto y Mefaat con sus tierras de pasto; cuatro ciudades. 38 De la tribu de Gad, les dieron Ramot en Galaad, la ciudad de refugio para el que haya matado a alguien, con sus tierras de pasto, Mahanaim con sus tierras de pasto, 39 Hesbón con sus tierras de pasto y Jazer con sus tierras de pasto; cuatro ciudades en total. 40 Todas estas fueron las ciudades de los hijos de Merari conforme a sus familias, el resto de las familias de los levitas y su suerte fue doce ciudades. 41 Todas las ciudades de los levitas en medio de la posesión de los israelitas fueron cuarenta y ocho ciudades con sus tierras de pasto. 42 Cada una de estas ciudades tenía sus tierras de pasto alrededor; así fue con todas estas ciudades. 43 De esa manera el SEÑOR dio a Israel toda la tierra que había jurado dar a sus padres, y la poseyeron y habitaron en ella. 44 Y el SEÑOR les dio reposo en derredor, conforme a todo lo que había jurado a sus padres. Ninguno de sus enemigos pudo hacerles frente; el SEÑOR entregó a todos sus enemigos en sus manos. 45 No faltó ni una palabra de las buenas promesas que el SEÑOR había hecho a la casa de Israel. Todas se cumplieron. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
Hechos 1 |
Introducción |
1 En el primer relato, estimado Teófilo, escribí acerca de todo lo que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, 2 hasta el día en que fue recibido arriba en el cielo, después de que por el Espíritu Santo Él había dado instrucciones a los apóstoles que había escogido. 3 A estos también, después de Su padecimiento, se presentó vivo con muchas pruebas convincentes, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles de lo relacionado con el reino de Dios. 4 Y reuniéndolos, les mandó que no salieran de Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre: «La cual», les dijo, «oyeron de Mí; 5 porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo dentro de pocos días». La ascensión 6 Entonces los que estaban reunidos, le preguntaban: «Señor, ¿restaurarás en este tiempo el reino a Israel?». 7 Jesús les contestó: «No les corresponde a ustedes saber los tiempos ni las épocas que el Padre ha fijado con Su propia autoridad; 8 pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes; y serán Mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra». 9 Después de haber dicho estas cosas, fue elevado mientras ellos miraban, y una nube lo recibió y lo ocultó de sus ojos. 10 Mientras Jesús ascendía, estando ellos mirando fijamente al cielo, se les presentaron dos hombres en vestiduras blancas, 11 que les dijeron: «Varones galileos, ¿por qué están mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de ustedes al cielo, vendrá de la misma manera, tal como lo han visto ir al cielo». En el aposento alto 12 Entonces los discípulos regresaron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, que está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo. 13 Cuando hubieron entrado en la ciudad, subieron al aposento alto donde estaban hospedados, Pedro, Juan, Jacobo y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, hijo de Jacobo. 14 Todos estos estaban unánimes, entregados de continuo a la oración junto con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con Sus hermanos. La suerte de Judas y la elección de Matías 15 Por este tiempo, un grupo como de ciento veinte personas estaba reunido allí, y Pedro se puso de pie en medio de los hermanos, y dijo: 16 «Hermanos, tenía que cumplirse la Escritura en que por boca de David el Espíritu Santo predijo acerca de Judas, el que se hizo guía de los que prendieron a Jesús. 17 »Porque Judas era contado entre nosotros y recibió parte en este ministerio». 18 Este, pues, con el precio de su terrible infamia adquirió un terreno, y cayendo de cabeza se reventó por el medio, y todas sus entrañas se derramaron. 19 Esto llegó al conocimiento de todos los que habitaban en Jerusalén, de manera que aquel terreno se llamó en su propia lengua Acéldama, es decir, campo de sangre. 20 «Pues en el libro de los Salmos está escrito: “Que sea hecha desierta su morada, Y no haya quien habite en ella”; Y: “Que otro tome su cargo”. 21 Por tanto, es necesario que de los hombres que nos han acompañado todo el tiempo que el Señor Jesús vivió entre nosotros, 22 comenzando desde el bautismo de Juan, hasta el día en que de entre nosotros Jesús fue recibido arriba al cielo, uno sea constituido testigo con nosotros de Su resurrección». 23 Presentaron a dos: a José, llamado Barsabás, al que también llamaban Justo, y a Matías. 24 Después de orar, dijeron: «Tú, Señor, que conoces el corazón de todos, muéstranos a cuál de estos dos has escogido 25 para ocupar este ministerio y apostolado, del cual Judas se desvió para irse al lugar que le correspondía». 26 Echaron suertes y la suerte cayó sobre Matías, y fue contado con los once apóstoles. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
Jeremías 10 |
Los dioses falsos y el Dios verdadero 10 Oigan la palabra que el Señor les habla, oh casa de Israel. 2 Así dice el Señor: «El camino de las naciones no aprendan, Ni de las señales de los cielos se aterroricen, Aunque las naciones les tengan terror. 3 Porque las costumbres de los pueblos son vanidad; Pues un leño del bosque es cortado, Lo trabajan las manos de un artífice con el cincel; 4 Con plata y oro lo adornan, Con clavos y martillos lo aseguran Para que no se mueva. 5 Como los espantapájaros de un pepinar, Sus ídolos no hablan; Tienen que ser transportados, Porque no andan. No les tengan miedo, Porque no pueden hacer ningún mal, Ni tampoco hacer bien alguno». 6 No hay nadie como Tú, oh Señor. Grande eres Tú, y grande es Tu nombre en poderío. 7 ¿Quién no te temerá, oh Rey de las naciones? Porque esto se te debe. Porque entre todos los sabios de las naciones, Y en todos sus reinos, No hay nadie como Tú. 8 Pero ellos a una son torpes y necios En su enseñanza de vanidades, pues su ídolo es un leño. 9 Plata laminada es traída de Tarsis Y oro de Ufaz. Ese ídolo es obra de un artífice y de las manos de un orfebre; Su vestido es de violeta y púrpura; Todo ello obra de peritos. 10 Pero el Señor es el Dios verdadero; Él es el Dios vivo y el Rey eterno. Ante Su enojo tiembla la tierra, Y las naciones son impotentes ante Su indignación. 11 Así les dirán: «Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, perecerán de la tierra y de debajo de los cielos». 12 Él es el que hizo la tierra con Su poder, El que estableció el mundo con Su sabiduría, Y con Su inteligencia extendió los cielos. 13 Cuando Él emite Su voz, hay estruendo de aguas en los cielos; Él hace subir las nubes desde los extremos de la tierra, Hace los relámpagos para la lluvia Y saca el viento de sus depósitos. 14 Todo hombre es torpe, falto de conocimiento; Todo orfebre se avergüenza de su ídolo; Porque engañosas son sus imágenes fundidas, Y no hay aliento en ellas. 15 Vanidad son, obra ridícula, En el tiempo de su castigo perecerán. 16 No es como esta la porción de Jacob; Porque Él es el Hacedor de todo, E Israel es la tribu de Su heredad; El Señor de los ejércitos es Su nombre. 17 Recoge del suelo tus pertenencias, Tú que moras sitiada. 18 Porque así dice el Señor: «En esta ocasión, lanzaré con honda a los habitantes de la tierra, Y los afligiré Para que me puedan hallar». 19 ¡Ay de mí, por mi quebranto! Mi herida es incurable. Pero yo me dije: «De cierto esta es una enfermedad, Y debo soportarla». 20 Mi tienda está destruida, Y todas mis cuerdas rotas; Mis hijos me han abandonado y no queda ninguno. No hay quien plante de nuevo mi tienda Ni coloque mis cortinas. 21 Porque los pastores se han entorpecido Y no han buscado al Señor; Por tanto, no prosperaron, Y todo su rebaño se ha dispersado. 22 ¡Se oye un rumor! Viene Una gran conmoción desde la tierra del norte, Para convertir las ciudades de Judá En desolación, en guarida de chacales. 23 Yo sé, oh Señor, que no depende del hombre su camino, Ni de quien anda el dirigir sus pasos. 24 Repréndeme, oh Señor, pero con justicia, No con Tu ira, no sea que me reduzcas a nada. 25 Derrama furor sobre las naciones que no te conocen, Y sobre los linajes que no invocan Tu nombre. Porque han devorado a Jacob, Lo han devorado y lo han consumido, Y han asolado su morada. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
Mateo 24 |
Profecía sobre la destrucción del templo |
24 Cuando Jesús salió del templo, y se iba, se acercaron Sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. 2 Pero Él les dijo: «¿Ven todo esto? En verdad les digo que no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada». Señales antes del fin 3 Estando Jesús sentado en el monte de los Olivos, se acercaron a Él los discípulos en privado, y le preguntaron: «Dinos, ¿cuándo sucederá esto, y cuál será la señal de Tu venida y de la consumación de este siglo?». 4 Jesús les respondió: «Tengan cuidado de que nadie los engañe. 5 Porque muchos vendrán en Mi nombre, diciendo: “Yo soy el Cristo”, y engañarán a muchos. 6 Ustedes van a oír de guerras y rumores de guerras. ¡Cuidado! No se alarmen, porque es necesario que todo esto suceda; pero todavía no es el fin. 7 Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino, y en diferentes lugares habrá hambre y terremotos. 8 Pero todo esto es solo el comienzo de dolores. 9 »Entonces los entregarán a tribulación, y los matarán, y serán odiados de todas las naciones por causa de mi nombre. 10 Muchos se apartarán de la fe entonces, y se traicionarán unos a otros, y unos a otros se odiarán. 11 Se levantarán muchos falsos profetas, y a muchos engañarán. 12 Y debido al aumento de la iniquidad, el amor de muchos se enfriará. 13 Pero el que persevere hasta el fin, ese será salvo. 14 Y este evangelio del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin. La abominación de la desolación 15 »Por tanto, cuando ustedes vean la abominación de la desolación, de que se habló por medio del profeta Daniel, colocada en el lugar santo, y el que lea que entienda, 16 entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. 17 El que esté en la azotea, no baje a sacar las cosas de su casa; 18 y el que esté en el campo, no vuelva atrás a tomar su capa. 19 Pero ¡ay de las que estén encinta y de las que estén criando en aquellos días! 20 »Oren para que la huida de ustedes no suceda en invierno, ni en día de reposo. 21 Porque habrá entonces una gran tribulación, tal como no ha acontecido desde el principio del mundo hasta ahora, ni acontecerá jamás. 22 Y si aquellos días no fueran acortados, nadie se salvaría; pero por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados. 23 »Entonces si alguien les dice: “Miren, aquí está el Cristo”, o “Allí está”, no lo crean. 24 Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán grandes señales y prodigios, para así engañar, de ser posible, aun a los escogidos. 25 Vean que se lo he dicho de antemano. 26 Por tanto, si les dicen: “Miren, Él está en el desierto”, no vayan; o “Miren, Él está en las habitaciones interiores”, no les crean. 27 Porque así como el relámpago sale del oriente y resplandece hasta el occidente, así será la venida del Hijo del Hombre. 28 Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres. 29 »Pero inmediatamente después de la tribulación de esos días, el sol se oscurecerá, la luna no dará su luz, las estrellas caerán del cielo y las potencias de los cielos serán sacudidas. 30 Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre; y todas las tribus de la tierra harán duelo, y verán al Hijo del Hombre que viene sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria. 31 Y Él enviará a Sus ángeles con una gran trompeta y reunirán a Sus escogidos de los cuatro vientos, desde un extremo de los cielos hasta el otro. Parábola de la higuera 32 »De la higuera aprendan la parábola: cuando su rama ya se pone tierna y echa las hojas, saben que el verano está cerca. 33 Así también ustedes, cuando vean todas estas cosas, sepan que Él está cerca, a las puertas. 34 En verdad les digo que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. 35 El cielo y la tierra pasarán, pero Mis palabras no pasarán. 36 »Pero de aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre. 37 Porque como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. 38 Pues así como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dándose en matrimonio, hasta el día en que Noé entró en el arca, 39 y no comprendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos; así será la venida del Hijo del Hombre. 40 »Entonces estarán dos en el campo; uno será llevado y el otro será dejado. 41 Dos mujeres estarán moliendo en el molino; una será llevada y la otra será dejada. 42 Por tanto, velen, porque no saben en qué día viene su Señor. 43 Pero entiendan esto: si el dueño de la casa hubiera sabido a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, hubiera estado alerta y no hubiera permitido que entrara en su casa. 44 Por eso, también ustedes estén preparados, porque a la hora que no piensan vendrá el Hijo del Hombre. Parábola del siervo fiel y del infiel 45 »¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente a quien su señor puso sobre los de su casa para que les diera la comida a su tiempo? 46 Dichoso aquel siervo a quien, cuando su señor venga, lo encuentre haciendo así. 47 De cierto les digo que lo pondrá sobre todos sus bienes. 48 Pero si aquel siervo es malo, y dice en su corazón: “Mi señor tardará”; 49 y empieza a golpear a sus consiervos, y come y bebe con los que se emborrachan, 50 vendrá el señor de aquel siervo el día que no lo espera, y a una hora que no sabe, 51 y lo azotará severamente y le asignará un lugar con los hipócritas; allí será el llanto y el crujir de dientes. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |