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Lectura de Hoy

31-07-2024

DEVOCIONAL

Devocional: Jueces 14

Algunos nos hemos preguntado por qué Dios ha usado para un ministerio poderoso a personas con crasos defectos. No se trata de que Dios sólo debería usar a personas perfectas, porque eso significa que no usaría a nadie; ni me refiero al hecho de que todos tenemos debilidades y faltas de varios tipos.

A George Whitefield, por ejemplo, a pesar de ser excelente predicador y evangelista, no le fue bien en su matrimonio ni en su convicción (equivocada) de que su hijo sería sanado de su enfermedad terminal. Prácticamente, ningún líder cristiano, de la época bíblica ni en la historia más reciente, podría sostenerse ante este tipo de crítica. No. A lo que me refiero es a esas faltas tan públicas y horribles que hacen que uno se plantee dos preguntas: (a) Si esta persona es tan poderosa y piadosa, ¿por qué ha hecho algo tan feo? (b) Si esta persona está tan llena del Espíritu, ¿por qué no la capacita ese mismo Espíritu para corregir su vida? 

No hay respuestas fáciles. A veces, es sólo cuestión de tiempo. Después de todo, Judas Iscariote participó del ministerio público con los otros once apóstoles—incluso un ministerio milagroso—, pero posteriormente se mostró apóstata. El paso del tiempo lo desenmascaró. Pero a veces las faltas están presentes de principio a fin. 

Esto parece ser cierto en la vida de Sansón. El Espíritu de Dios vino sobre él de manera poderosa; el Señor lo usó para alejar a los filisteos. Pero ¿qué hace él casándose con una filistea cuando la Ley prohibía estrictamente el matrimonio con cualquier persona fuera de la comunidad del pacto (Jueces 14:2)? Cuando sus padres le advierten de las consecuencias, él sencillamente hace caso omiso de sus palabras y ellos acceden (14:3). Es cierto que “no sabían que esto venía del Señor” (14:4), de la misma manera que la venta de José como esclavo en Egipto vino del Señor; pero eso no justifica las acciones de los humanos. La apuesta arriesgada de Sansón (14:12-13) es más arrogante y avara que sabia y honrosa. Por supuesto, los filisteos fueron muy crueles en este asunto (14:15-18, 20) pero, cuando Sansón asesina a treinta hombres para cumplir las condiciones de la apuesta, le motiva más su venganza personal que el deseo de limpiar la tierra y restaurar la fuerza del pueblo del pacto. Podemos decir algo parecido de sus tácticas en el capítulo siguiente y de sus andanzas promiscuas en el capítulo 16. 

Parece, entonces, que el poder dado por el Espíritu en una faceta de la vida no garantiza por sí mismo la disciplina y la madurez motivadas por el Espíritu en todas las dimensiones de la vida. Se deduce que la presencia de dones espirituales nunca es excusa para el pecado personal.  

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Jeremías 27
Si la profecía de Jeremías 27 tiene lugar al principio del reinado de Sedequías (27:1), todavía tienen que pasar años antes de Dios vindique al profeta. El rey Jeconías y la aristocracia ya se encuentran deportados en Babilonia, dejando detrás a Sedequías y a un remanente que gobierne. Sin embargo, lejos de sentirse advertidos por estos reveses recientes, Sedequías y la oligarquía reinante quieren ser héroes y oponerse al poder babilónico. Dios ordena a Jeremías que advierta verbalmente y escenifique un ejemplo práctico, no sólo para Sedequías, sino también para los emisarios de las pequeñas naciones vecinas y ciudades-estado (27:1-3, 12). Están todos en el mismo barco: si se someten al poder babilónico, se salvarán; si se rebelan, serán aplastados y destruidos. El Dios de Israel es soberano sobre todas las naciones; los Estados paganos harían mejor escuchándolo antes que a sus propios adivinos, falsos profetas y médiums (27:9-10). Por supuesto, la mayoría escuchaba a sus propias instituciones religiosas. Sin embargo, después de desarrollarse los trágicos acontecimientos, no hay duda de que algunos quedaron algo más impresionados por el Dios de Israel que antes de los mismos. Él era el único que sabía lo que depararía el futuro.

He estado conservando durante años ensayos y libros raros que predicen el futuro, escritos por astrólogos, diversos futurólogos e individuos autoproclamados profetas. Por supuesto, no todos trabajan sobre las mismas premisas. Los futurólogos tienden a proyectar hacia el futuro tendencias actuales, deduciendo que estas tendrán lugar; los mejores también hacen algunas concesiones a las reacciones hacia las mismas. Los astrólogos y los que se proclaman profetas reivindican algún tipo de perspectiva externa. He guardado estas predicciones durante bastantes años como para saber que su trayectoria no es buena. Inevitablemente, aciertan en algunas cosas, pues hacen muchos pronósticos y no se van a equivocar siempre. Sin embargo, tomando uno de estos ensayos al azar, consulto lo que un experto predijo en 1968 en relación con la situación de la religión en Canadá veinticinco años más tarde, es decir, en 1993. Algunas de sus predicciones fueron: la iglesia católica ordenaría mujeres; la asistencia a la iglesia descendería en un sesenta por ciento en la nación; aparecería un nuevo Billy Graham, más carismático e hipnótico en su influencia sobre las masas que el propio Graham; el asunto ético crucial para la opinión pública no sería el aborto ni la pena de muerte, sino la esterilización de las personas con minusvalías psíquicas y los trasplantes de cerebro. Muchos de nosotros estamos familiarizados con la extendida profecía que predecía un avivamiento enorme en Occidente en una fecha determinada, que hace tiempo que pasó.

Hermanos, no las temamos, no las escuchemos ni las respetemos. Temamos y oigamos las palabras del Señor.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
Jueces 14
El matrimonio de Sansón
14 Sansón descendió a Timnat y vio allí a una mujer de las hijas de los filisteos. 2 Cuando regresó, se lo contó a su padre y a su madre: «Vi en Timnat a una mujer de las hijas de los filisteos. Ahora pues, tómenmela por mujer». 3 Le respondieron su padre y su madre: «¿No hay mujer entre las hijas de tus parientes o entre todo nuestro pueblo, para que vayas a tomar mujer de los filisteos incircuncisos?». Pero Sansón dijo a su padre: «Tómala para mí, porque ella me agrada». 4 Su padre y su madre no sabían que esto era del Señor, porque Él buscaba ocasión contra los filisteos, pues en aquel tiempo los filisteos dominaban a Israel.

5 Entonces Sansón descendió a Timnat con su padre y con su madre, y llegó hasta los viñedos de Timnat. Y allí un león joven venía rugiendo hacia él. 6 Pero el Espíritu del Señor vino sobre él con gran poder, y lo despedazó como se despedaza un cabrito, aunque no tenía nada en su mano. Pero no contó a su padre ni a su madre lo que había hecho. 7 Descendió y habló con la mujer; y ella le agradó a Sansón.

8 Cuando regresó más tarde para tomarla, se apartó del camino para ver el cadáver del león. Y había un enjambre de abejas y miel en el cuerpo del león. 9 Recogió la miel en sus manos y siguió adelante, comiéndola mientras caminaba. Cuando llegó adonde estaban su padre y su madre, les dio miel y ellos comieron. Pero no les contó que había recogido la miel del cuerpo del león.

La adivinanza de Sansón

10 Después el padre descendió adonde estaba la mujer. Y Sansón hizo allí un banquete, porque así acostumbraban hacer los jóvenes. 11 Y cuando lo vieron, trajeron a treinta compañeros para que estuvieran con él.

12 Entonces Sansón les dijo: «Permítanme proponerles ahora una adivinanza. Y si en verdad me lo declaran dentro de los siete días del banquete, y lo descifran, entonces les daré treinta vestidos de lino y treinta mudas de ropa. 13 Pero si no pueden declarármela, entonces ustedes me darán treinta vestidos de lino y treinta mudas de ropa». «Dinos tu adivinanza, para que la escuchemos», le dijeron ellos. 14 Entonces les dijo:

«Del que come salió comida,
Y del fuerte salió dulzura».

Y no pudieron declararle la adivinanza en tres días.

15 Al cuarto día dijeron a la mujer de Sansón: «Persuade a tu marido a que nos declare la adivinanza, o te quemaremos a fuego a ti y a la casa de tu padre. Nos han invitado para empobrecernos. ¿No es así?». 16 La mujer de Sansón lloró delante de él, y dijo: «Solo me aborreces y no me quieres. Has propuesto una adivinanza a los hijos de mi pueblo, y no me la has declarado». Y él le dijo: «No se la he declarado ni a mi padre ni a mi madre. ¿Y te la he de declarar a ti?». 17 Pero ella lloró delante de él los siete días que duró su banquete. Y sucedió el séptimo día que él se la declaró porque ella le presionaba mucho. Entonces ella declaró la adivinanza a los hijos de su pueblo.

18 Y al séptimo día, antes de ponerse el sol, los hombres de la ciudad le dijeron:«¿Qué es más dulce que la miel?
¿Y qué es más fuerte que un león?».

Y Sansón les contestó:«Si no hubieran arado con mi novilla,
No habrían descubierto mi adivinanza».

19 Entonces el Espíritu del Señor vino sobre él con gran poder, y descendió a Ascalón y mató a treinta de ellos y tomando sus despojos, dio las mudas de ropa a los que habían declarado la adivinanza. Y ardiendo en ira, subió a la casa de su padre. 20 Pero la mujer de Sansón fue dada al compañero que había sido su amigo íntimo.


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Hechos 18
LIBRO QUINTO
Pablo en Corinto
18 Después de esto Pablo salió de Atenas y fue a Corinto. Allí se encontró con un judío que se llamaba Aquila, natural del Ponto, quien acababa de llegar de Italia con Priscila su mujer, pues el emperador Claudio había ordenado a todos los judíos que salieran de Roma. Pablo fue a verlos, y como él era del mismo oficio, se quedó con ellos y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas de campaña. Y discutía en la sinagoga todos los días de reposo, tratando de persuadir a judíos y a griegos.

Cuando Silas y Timoteo llegaron de Macedonia, Pablo comenzó a dedicarse por completo a la predicación de la palabra, testificando solemnemente a los judíos que Jesús era el Cristo. Pero cuando los judíos se le opusieron y blasfemaron, él sacudió sus ropas y les dijo: «Su sangre sea sobre sus cabezas; yo soy limpio; desde ahora me iré a los gentiles».

Partiendo de allí, se fue a la casa de un hombre llamado Ticio Justo, que adoraba a Dios, cuya casa estaba junto a la sinagoga. Crispo, el oficial de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa. También muchos de los corintios, al oír, creían y eran bautizados.

Por medio de una visión durante la noche, el Señor dijo a Pablo: «No temas, sigue hablando y no calles; 10 porque Yo estoy contigo, y nadie te atacará para hacerte daño, porque Yo tengo mucha gente en esta ciudad». 11 Entonces Pablo se quedó allí un año y seis meses, enseñando la palabra de Dios entre ellos.
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Pablo ante Galión

12 Pero siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se levantaron a una contra Pablo y lo trajeron ante el tribunal. 13 «Este persuade a los hombres a que adoren a Dios en forma contraria a la ley», dijeron ellos.

14 Cuando Pablo iba a hablar, Galión dijo a los judíos: «Si fuera cuestión de una injusticia o de un crimen depravado, oh judíos, yo les toleraría, como sería razonable. 15 Pero si son cuestiones de palabras y nombres, y de su propia ley, allá ustedes; yo no estoy dispuesto a ser juez de estas cosas».

16 Y los echó del tribunal. 17 Entonces todos ellos agarraron a Sóstenes, el oficial de la sinagoga, y lo golpeaban frente al tribunal, pero Galión no hacía caso de nada de esto.

Fin del segundo viaje misionero de Pablo, y principio del tercero

18 Pablo, después de quedarse muchos días más, se despidió de los hermanos y se embarcó hacia Siria, y con él iban Priscila y Aquila. Y en Cencrea se hizo cortar el cabello, porque tenía hecho un voto. 19 Llegaron a Éfeso y dejó allí a Priscila y Aquila. Y entrando Pablo a la sinagoga, discutía con los judíos. 

20 Cuando le rogaron que se quedara más tiempo, no consintió, 21 sino que se despidió de ellos, diciendo: «Volveré a ustedes otra vez, si Dios quiere». Y embarcándose, se fue de Éfeso.

22 Al llegar a Cesarea, subió a Jerusalén para saludar a la iglesia, y luego descendió a Antioquía. 23 Después de pasar allí algún tiempo, Pablo fue recorriendo por orden la región de Galacia y de Frigia, fortaleciendo a todos los discípulos.

Apolos en Éfeso

24 Llegó entonces a Éfeso un judío que se llamaba Apolos, natural de Alejandría, hombre elocuente, y que era poderoso en las Escrituras. 25 Este había sido instruido en el camino del Señor, y siendo ferviente de espíritu, hablaba y enseñaba con exactitud las cosas referentes a Jesús, aunque solo conocía el bautismo de Juan. 

26 Y comenzó a hablar abiertamente en la sinagoga. Pero cuando Priscila y Aquila lo oyeron, lo llevaron aparte y le explicaron con mayor exactitud el camino de Dios.27 Cuando Apolos quiso pasar a Acaya, los hermanos lo animaron, y escribieron a los discípulos que lo recibieran. Cuando llegó, ayudó mucho a los que por la gracia habían creído, 

28 porque refutaba vigorosamente en público a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo.

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Jeremías 27
Orden de someterse a Nabucodonosor

27 Al principio del reinado de Sedequías, hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra de parte del Señor a Jeremías: 2 Así me ha dicho el Señor: «Hazte coyundas y yugos y póntelos al cuello, 3 y envía palabra al rey de Edom, al rey de Moab, al rey de Amón, al rey de Tiro y al rey de Sidón por medio de los mensajeros que vienen a Jerusalén a ver a Sedequías, rey de Judá. 

4 Y ordénales que digan a sus señores: “Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel, así le dirán a sus señores: 5 ‘Yo hice la tierra, los hombres y los animales que están sobre la superficie de la tierra con Mi gran poder y con Mi brazo extendido, y la doy a quien me place. 6 Y ahora Yo he puesto todas estas tierras en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, siervo Mío, y también le he dado las bestias del campo para que le sirvan. 7 Y todas las naciones le servirán a él, a su hijo, y al hijo de su hijo, hasta que llegue también la hora a su propia tierra; entonces muchas naciones y grandes reyes lo harán su siervo. 

8 Y sucederá que la nación o el reino que no sirva a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y que no ponga su cuello bajo el yugo del rey de Babilonia, a esa nación castigaré con espada, con hambre y con pestilencia’, declara el Señor, ‘hasta que Yo la haya destruido por su mano.9 ’Ustedes, pues, no escuchen a sus profetas, a sus adivinos, a sus soñadores, a sus agoreros ni a sus hechiceros que les dicen: “No servirán al rey de Babilonia”. 10 Porque ellos les profetizan mentira, para alejarlos a ustedes de su tierra, y para que Yo los expulse y perezcan. 11 Pero la nación que ponga su cuello bajo el yugo del rey de Babilonia y le sirva, la dejaré en su tierra’, declara el Señor, ‘y la cultivará y habitará en ella’”».

12 Y a Sedequías, rey de Judá, hablé palabras como estas: «Pongan su cuello bajo el yugo del rey de Babilonia, y sírvanle a él y a su pueblo, y vivirán. 13 ¿Por qué han de morir, tú y tu pueblo, por la espada, el hambre y la pestilencia, tal como ha hablado el Señor de la nación que no sirva al rey de Babilonia? 14 No escuchen las palabras de los profetas que les dicen: “No servirán al rey de Babilonia”, porque les profetizan mentira. 15 Yo no los he enviado», declara el Señor, «y ellos profetizan mentira en Mi nombre, para que Yo los expulse y perezcan ustedes y los profetas que les profetizan».

16 Entonces hablé a los sacerdotes y a todo este pueblo, y les dije: «Así dice el Señor: No escuchen las palabras de sus profetas que les profetizan: “Los utensilios de la casa del Señor serán devueltos en breve de Babilonia”, porque ellos les profetizan mentira. 17 No los escuchen; sirvan al rey de Babilonia y vivirán. ¿Por qué ha de convertirse en ruinas esta ciudad? 18 Pero si ellos son profetas, y si la palabra del Señor está con ellos, que supliquen ahora al Señor de los ejércitos para que los utensilios que quedan en la casa del Señor, en la casa del rey de Judá y en Jerusalén, no sean llevados a Babilonia.19 »Porque así dice el Señor de los ejércitos acerca de las columnas, del mar, de las basas y de los demás utensilios que quedan en esta ciudad, 

20 los cuales no tomó Nabucodonosor, rey de Babilonia, cuando llevó al destierro a Jeconías, hijo de Joacim, rey de Judá, de Jerusalén a Babilonia con todos los nobles de Judá y de Jerusalén. 21 Sí, así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel, acerca de los utensilios que quedan en la casa del Señor, en la casa del rey de Judá y en Jerusalén: 22 “A Babilonia serán llevados, y allí quedarán hasta el día en que Yo los visite”, declara el Señor. “Entonces los traeré y los restituiré a este lugar”».

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Marcos 13
Profecía sobre la destrucción del templo
13 Cuando Jesús salía del templo, uno de Sus discípulos le dijo*: «Maestro, ¡mira qué piedras y qué edificios!». 2 Y Jesús le dijo: «¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada».

Señales antes del fin

3 Y estando Él sentado en el monte de los Olivos, frente al templo, Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaban en privado: 4 «Dinos, ¿cuándo sucederá esto, y qué señal habrá cuando todas estas cosas se hayan de cumplir?». 5 Y Jesús comenzó a decirles: «Miren que nadie los engañe. 6 Muchos vendrán en Mi nombre diciendo: “Yo soy el Cristo”, y engañarán a muchos. 

7 Cuando ustedes oigan de guerras y de rumores de guerras, no se alarmen; es necesario que todo esto suceda, pero todavía no es el fin. 8 Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá terremotos en diversos lugares; y habrá hambres. Esto solo es el comienzo de dolores.9 »Pero ustedes, estén alerta; porque los entregarán a los tribunales y serán azotados en las sinagogas, y comparecerán delante de gobernadores y reyes por Mi causa, para testimonio a ellos. 10 Pero primero el evangelio debe ser predicado a todas las naciones. 

11 Cuando los lleven y los entreguen, no se preocupen de antemano por lo que van a decir, sino que lo que les sea dado en aquella hora, eso hablen; porque no son ustedes los que hablan, sino el Espíritu Santo. 12 El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y les causarán la muerte. 13 Y ustedes serán odiados de todos por causa de Mi nombre, pero el que persevere hasta el fin, ese será salvo.

La abominación de la desolación

14 »Pero cuando vean la abominación de la desolación puesta donde no debe estar (el que lea, que entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes; 15 y el que esté en la azotea, no baje ni entre a sacar nada de su casa; 16 y el que esté en el campo, no vuelva a tomar su capa. 17 Pero, ¡ay de las que estén encinta y de las que estén criando en aquellos días!18 »Oren para que esto no suceda en el invierno. 19 Porque aquellos días serán de tribulación, tal como no ha acontecido desde el principio de la creación que hizo Dios hasta ahora, ni acontecerá jamás. 

20 Si el Señor no hubiera acortado aquellos días, nadie se salvaría; pero por causa de los escogidos que Él eligió, acortó los días. 21 Entonces, si alguien les dice: “Miren, aquí está el Cristo”, o: “Miren, allí está”, no lo crean. 22 Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán señales y prodigios a fin de extraviar, de ser posible, a los escogidos. 23 Pero ustedes, estén alerta; vean que se lo he dicho todo de antemano.

La venida del Hijo del Hombre

24 »Pero en aquellos días, después de esa tribulación, el sol se oscurecerá y la luna no dará su luz, 25 las estrellas irán cayendo del cielo y las potencias que están en los cielos serán sacudidas. 26 Entonces verán al Hijo del Hombre que viene en las nubes con gran poder y gloria. 27 Y entonces Él enviará a los ángeles, y reunirá a Sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.

Parábola de la higuera

28 »De la higuera aprendan la parábola: cuando su rama ya se pone tierna y echa las hojas, saben que el verano está cerca. 29 Así también ustedes, cuando vean que suceden estas cosas, sepan que Él está cerca, a las puertas. 30 En verdad les digo que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. 31 El cielo y la tierra pasarán, pero Mis palabras no pasarán. 32 Pero de aquel día o de aquella hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre.

Exhortación a velar

33 »Estén alerta, velen; porque no saben cuándo es el tiempo señalado. 34 Es como un hombre que se fue de viaje, y al salir de su casa dejó a sus siervos encargados, asignándole a cada uno su tarea, y ordenó al portero que estuviera alerta. 35 Por tanto, velen, porque no saben cuándo viene el señor de la casa, si al atardecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; 36 no sea que venga de repente y los halle dormidos. 37 Y lo que a ustedes digo, a todos digo: ¡Velen!».

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