
No amen al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él (1 Jn 2:15).
Comprendiendo el contexto
Comprender adecuadamente este importante versículo depende de comprender correctamente el referente de la palabra «mundo».
Si pensamos que Juan se refiere a la creación, podemos interpretar esto como una declaración antinaturaleza que nos llama a prestar atención solo a las cosas consideradas «espirituales» en lugar de las físicas. Sin embargo, la Biblia es rotundamente positiva sobre el hecho de que el mundo natural proviene de Dios (Gn 1-2), señala a Dios y es algo que debemos apreciar y disfrutar (Sal 19).
Si pensamos que el término «mundo» se refiere a la humanidad, entonces pensaremos que este versículo nos anima a ser misántropos e irritables, despreciando a las personas. Esa idea obviamente va en contra del testimonio bíblico, incluido el trato de Jesús a las personas. De hecho, podemos pensar en Juan 3:16 como una declaración sobre el amor de Dios por la humanidad: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna». Sin embargo, esto complica más la pregunta, ya que en Juan 3:16, Dios ama al mundo (gr. kosmos) y en 1 Juan 2:15 se nos ordena no amar al mundo (kosmos).
