Luego de hablar sobre las doctrinas de la gracia, y ante la controversia que genera tales enseñanzas y los debates que se ven en la iglesia latinoamericana al respecto, siento la responsabilidad de hablar un poco sobre lo que se conoce como “hipercalvinismo”.
¿Qué es el hipercalvinismo?
Es un desbalance teológico surgido en el siglo XVIII entre algunos reformados europeos, principalmente en Inglaterra, que en palabras del Nuevo Diccionario de Teología, “enfatiza la [doctrina de la] gracia irresistible a tal extensión que parece que no hay necesidad real de evangelizar”[1].
El hipercalvinismo consiste en esencia en la negación de que debemos ofrecer el evangelio a todas las personas llamándolas a la fe y al arrepentimiento, y en la negación de que todo hombre tiene la responsabilidad de creer y arrepentirse. Esto se manifiesta en la creencia dañina de que hay que llamar a arrepentimiento sólo a individuos en quienes vemos alguna “evidencia” de que fueron escogidos.
Hipercalvinismo es lo que lo que sucede cuando tomas las doctrinas de la gracia, o lo que entiendes que son, y las apartas del resto de las Escrituras para llevarlas a deducciones contrarias a la Palabra de Dios.
¿Y si mejor le decimos anti-calvinismo?
“al hipercalvinismo se le debe llamar mejor “anti-calvinismo”