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26-08-2024

DEVOCIONAL

Devocional: 1 Samuel 18

Los celos que se describen en 1 Samuel 18 son algo terrible.

(1) Se fundamenta en un enfoque en uno mismo que es feo y sin restricción. En su mundo, Saúl necesitaba ser el número uno. Esto significa que nadie podía superarle en nada porque le provocarían celos. Ni por un instante ve las cosas desde la perspectiva de los demás: la de David, por ejemplo, o la de Jonatán. Decididamente tampoco puede ver nada desde la perspectiva divina. Su autoenfoque parte del egocentrismo que se encuentra en el corazón de toda la pecaminosidad humana, pero, por su intensidad y magnitud, cobra tal dimensión que, a la vez, pierde contacto con la realidad y adopta la idolatría más elemental.

(2) Se ve impulsado por innumerables comparaciones, eternas evaluaciones de quién está arriba y quién abajo. Por lo tanto, si los éxitos de David redundan a favor de Saúl, este se complace; pero si alguien hace alguna comparación entre Saúl y David que de alguna manera desacredita a Saúl, se pone celoso (18:7-8). Mientras los logros de David fueran un indicador de que “el Señor estaba con David” (18:12-28), Saúl siente celos porque sabe que el Señor no está con él. La tragedia es que reconocer esto no le lleva al arrepentimiento, sino a los celos, intensificados incluso por el amor de Mical, la hija de Saúl, hacia David (18:28-29). Actuar así está inevitablemente encadenado al temor; una y otra vez se nos dice que Saúl sentía temor hacia David (18:12, 15, 29). David se había convertido en una amenaza insoportable. Unos celos así no pueden tolerar las habilidades de los demás.

Hay que decir que muchos líderes, incluso cristianos, aunque no sucumben a este grado de maldad, gustan rodearse de personas menos competentes, pensando que de esa manera podrán preservar su propia imagen o autoridad. No lo logran, por supuesto; sencillamente, se convierten en jefes de individuos incompetentes. A la larga, su propia reputación se deteriora. Pero los celos son un pecado tan ciego, que estas realidades por obvias que sean, no se pueden admitir.

(3) En los peores casos, este tipo de celos va progresivamente devoran- do. Trastoca la mente a Saúl y se multiplica como un cáncer. Explota con una violencia descontrolada (18:10-11) y le da forma a conspiraciones perversas que atrapan a la propia familia de Saúl (18:20-27). En los capítulos siguientes, se convierte en algo más allá de la rabia: un odio implacable que envía a los soldados contra un hombre inocente que hace que Saúl se sienta inseguro.

Un creyente que quiere exaltar el nombre del Señor sobre todo lo demás, que desea genuinamente el bien del pueblo de Dios y que está perfectamente satisfecho con confiarle su reputación a Dios, jamás sucumbirá al pecado de los celos.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Lamentaciones 3
Es difícil determinar si la primera parte de Lamentaciones 3 describe la experiencia personal de un individuo (quizás Jeremías), o si este es una figura representativa de toda la nación, después de sufrir una derrota catastrófica, verse sumida en la pobreza y acabar en el exilio. Varios expertos se decantan por la primera opción (p. ej., 3:14, donde esta persona se ha convertido en el hazmerreír “de todo mi pueblo” en lugar de las naciones vecinas). El libro como un todo, y la primera persona del plural que domina en la mayor parte de la segunda mitad de este capítulo, refuerzan ligeramente la otra opinión.

Otro asunto importante es la sorprendente forma en que la esperanza o la confianza irrumpen en dos ocasiones en medio de la angustia más terrible. El primer ejemplo lo encontramos en 3:22-27. A pesar de la horrible devastación, el escritor dice: “El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota” (3:22). Sus pecados merecen más juicio del que están padeciendo. Dios podía haberlo eliminado completamente. Solo su misericordia evitó que ocurriese. Por muy grandes que fuesen sus sufrimientos, el hecho de que siguiesen existiendo da testimonio de la gracia del Señor hacia ellos. Las misericordias de Dios se renuevan cada día en nuestra experiencia (3:23). Además, los fieles insistirán seguramente en que lo que más quieren no son las bendiciones del Señor, sino a él mismo: “Por tanto, digo: ‘El Señor es todo lo que tengo. ¡En él esperaré!’” (3:24). Se trata de una postura moral: señala el final de la autosuficiencia y el egoísmo que pensaban que podían burlarse de Dios. Para este escritor, el castigo está teniendo el efecto deseado: está llevando al pueblo de vuelta a Dios.

El segundo bloque de esperanza es una retrospectiva de las maneras como Dios ya ha contestado anteriormente (3:55-57), las cuales pasan a ser entonces una súplica pidiendo vindicación (3:58-64). La simplicidad absoluta del primero de estos dos pasajes es profundamente convincente, la herencia de muchos creyentes que han pasado por las aguas oscuras: 

“Desde lo más profundo de la fosa invoqué, Señor, tu nombre, y tú escuchaste mi plegaria; no cerraste tus oídos a mi clamor. Te invoqué, y viniste a mí; ‘No temas’, me dijiste” (3:55-57).

La oración que sigue, en la que pide vindicación, no debe reducirse a una venganza implacable. Si Dios es justo, al igual que ha castigado al pueblo de su pacto, debe impartir justicia sobre aquellos que han atacado cruelmente a los demás, incluso si lo han hecho porque él lo había preparado así en su providencia para castigar a los suyos. Dios mismo insiste en este concepto en otros pasajes (p. ej., Isaías 10:5ss.)

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
1 Samuel 18
Amistad de David y Jonatán
18 Y aconteció que cuando David acabó de hablar con Saúl, el alma de Jonatán quedó ligada al alma de David, y Jonatán lo amó como a sí mismo. 2 Saúl tomó a David aquel día y no lo dejó volver a la casa de su padre. 3 Entonces Jonatán hizo un pacto con David, porque lo amaba como a sí mismo. 4 Jonatán se quitó el manto que llevaba puesto y se lo dio a David con sus ropas militares, incluyendo su espada, su arco y su cinturón. 5 David salía adondequiera que Saúl le enviaba, y prosperaba. Saúl lo puso sobre hombres de guerra, y esto fue agradable a los ojos de todo el pueblo y también a los ojos de los siervos de Saúl.

Envidia de Saúl

6 Y aconteció que cuando regresaban, al volver David de matar al filisteo, las mujeres de todas las ciudades de Israel salían cantando y danzando al encuentro del rey Saúl, con panderos, con cánticos de júbilo y con instrumentos musicales. 7 Las mujeres cantaban mientras tocaban, y decían:«Saúl ha matado a sus miles,

Y David a sus diez miles».8 Entonces Saúl se enfureció, pues este dicho le desagradó, y dijo: «Han atribuido a David diez miles, pero a mí me han atribuido miles. ¿Y qué más le falta sino el reino?». 9 De aquel día en adelante Saúl miró a David con recelo.10 Y aconteció al día siguiente que un espíritu malo de parte de Dios se apoderó de Saúl, y este deliraba en medio de la casa, mientras David tocaba el arpa con su mano como de costumbre. Saúl tenía la lanza en la mano, 11 y Saúl le arrojó la lanza, pues se dijo: «Clavaré a David en la pared». Pero David lo evadió dos veces.

12 Saúl temía a David, porque el Señor estaba con él pero Él se había apartado de Saúl. 13 Por tanto, Saúl alejó a David de su presencia nombrándolo capitán de 1,000 hombres; y él salía y entraba al frente de la tropa. 14 David prosperaba en todos sus caminos, porque el Señor estaba con él. 15 Cuando Saúl vio que él prosperaba mucho, le tuvo temor. 

16 Pero todo Israel y Judá amaba a David, porque él salía y entraba delante de ellos.17 Entonces Saúl dijo a David: «Mira, te daré por mujer a Merab, mi hija mayor, con tal que me seas hombre valiente y pelees las batallas del Señor». Pues Saúl se decía: «No será mi mano contra él, sino sea contra él la mano de los filisteos». 18 Y David respondió a Saúl: «¿Quién soy yo, o qué es mi vida, o quién es la familia de mi padre en Israel, para que yo sea yerno del rey?». 19 Pero llegado el tiempo en que Merab, hija de Saúl, debía ser dada a David, esta fue dada por mujer a Adriel el meholatita.

20 Mical, la otra hija de Saúl, amaba a David. Cuando se lo informaron a Saúl, el asunto le agradó. 21 Y Saúl se dijo: «Se la daré para que le sirva de lazo y para que la mano de los filisteos sea contra él». Saúl, pues, dijo a David por segunda vez: «Serás mi yerno hoy». 22 Entonces Saúl ordenó a sus siervos: «Hablen en secreto a David y díganle: “El rey se deleita en ti y todos sus siervos te aman; ahora pues, sé yerno del rey”». 23 Así que los siervos de Saúl hablaron estas palabras a oídos de David. Pero David dijo: «¿Les parece poca cosa llegar a ser yerno del rey, siendo yo un hombre pobre y de poca estima?». 

24 Y los siervos de Saúl le informaron conforme a estas palabras que David había hablado. 25 Entonces Saúl dijo: «Así dirán a David: “El rey no desea dote alguna, sino 100 prepucios de los filisteos, para tomar venganza de los enemigos del rey”». Pero Saúl pensaba hacer caer a David por mano de los filisteos.26 Cuando sus siervos contaron a David estas palabras, agradó a David llegar a ser yerno del rey. Y antes que el plazo se cumpliera, 27 se levantó David y se fue con sus hombres, y mató a 200 hombres de entre los filisteos. Entonces David trajo sus prepucios y se los dio todos al rey a fin de ser yerno del rey. Y Saúl le dio a su hija Mical por mujer. 

28 Cuando Saúl vio y comprendió que el Señor estaba con David, y que su hija Mical lo amaba, 29 temió Saúl aún más a David. Y Saúl fue siempre enemigo de David.30 Y salían los capitanes de los filisteos a campaña, y sucedía que cada vez que salían, David se comportaba con más sabiduría que todos los siervos de Saúl, por lo cual su nombre era muy estimado.

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Romanos 16
LIBRO QUINTO
Recomendaciones y saludos personales
16 Les recomiendo a nuestra hermana Febe, diaconisa de la iglesia en Cencrea, 2 para que la reciban en el Señor de una manera digna de los santos, y que la ayuden en cualquier asunto en que ella necesite de ustedes, porque ella también ha ayudado a muchos y aun a mí mismo.

3 Saluden a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús, 4 los cuales expusieron su vida por mí, a quienes no solo yo doy gracias, sino también todas las iglesias de los gentiles.

5 Saluden también a la iglesia que está en su casa. Saluden a mi querido hermano Epeneto, que es el primer convertido a Cristo en Asia. 6 Saluden a María, que ha trabajado mucho por ustedes. 7 Saluden a Andrónico y a Junias, mis parientes y compañeros de prisión, que se destacan entre los apóstoles y quienes también vinieron a Cristo antes que yo.

8 Saluden a Amplias, mi querido hermano en el Señor. 9 Saluden a Urbano, nuestro colaborador en Cristo, y a mi querido hermano Estaquis. 10 Saluden a Apeles, el aprobado en Cristo. Saluden a los de la casa de Aristóbulo.

11 Saluden a Herodión, mi pariente. Saluden a los de la casa de Narciso, que son del Señor. 12 Saluden a Trifena y a Trifosa, obreras del Señor. Saluden a la querida hermana Pérsida, que ha trabajado mucho en el Señor. 13 Saluden a Rufo, escogido en el Señor, también a su madre y mía.

14 Saluden a Asíncrito, a Flegonte, a Hermes, a Patrobas, a Hermas, y a los hermanos con ellos. 15 Saluden a Filólogo y a Julia, a Nereo y a su hermana, y a Olimpas, y a todos los santos que están con ellos. 16 Salúdense los unos a los otros con un beso santo. Todas las iglesias de Cristo los saludan.

Advertencias contra las disensiones y la apostasía

17 Les ruego, hermanos, que vigilen a los que causan disensiones y tropiezos contra las enseñanzas que ustedes aprendieron, y que se aparten de ellos. 18 Porque los tales son esclavos, no de Cristo nuestro Señor, sino de sus propios apetitos, y por medio de palabras suaves y lisonjeras engañan los corazones de los ingenuos. 19 Porque la noticia de la obediencia de ustedes se ha extendido a todos. Por tanto, me regocijo por ustedes, pero quiero que sean sabios para lo bueno e inocentes para lo malo. 

20 Y el Dios de paz aplastará pronto a Satanás debajo de los pies de ustedes.La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con ustedes.

Saludos y bendición final

21 Timoteo, mi colaborador, los saluda, y también Lucio, Jasón y Sosípater, mis parientes. 22 Yo, Tercio, que escribo esta carta, los saludo en el Señor. 23 Gayo, hospedador mío y de toda la iglesia, los saluda. Erasto, el tesorero de la ciudad, los saluda, y el hermano Cuarto. 24 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos ustedes. Amén.

Doxología final

25 Y a Aquel que es poderoso para afirmarlos conforme a mi evangelio y a la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que ha sido mantenido en secreto durante siglos sin fin, 26 pero que ahora ha sido manifestado, y por las Escrituras de los profetas, conforme al mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las naciones para guiarlas a la obediencia de la fe, 27 al único y sabio Dios, por medio de Jesucristo, sea la gloria para siempre. Amén.

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Lamentaciones 3
Lamentación del afligido

3 Yo soy el hombre que ha visto la aflicción
A causa de la vara de Su furor.
2 Él me ha llevado y me ha hecho andar
En tinieblas y no en luz.
3 Ciertamente contra mí ha vuelto y revuelto
Su mano todo el día.
4 Ha hecho que se consuman mi carne y mi piel,
Ha quebrado mis huesos.
5 Me ha sitiado y rodeado
De amargura y de fatiga.

6 En lugares tenebrosos me ha hecho morar,
Como los que han muerto hace tiempo.
7 Con muro me ha cercado y no puedo salir,
Ha hecho pesadas mis cadenas.
8 Aun cuando clamo y pido auxilio,
Él cierra el paso a mi oración.
9 Ha cerrado mis caminos con piedra labrada,
Ha hecho tortuosos mis senderos.

10 Él es para mí como oso en acecho,
Como león en lugares ocultos.
11 Ha desviado mis caminos y me ha destrozado,
Me ha dejado desolado.
12 Ha tensado Su arco
Y me ha puesto como blanco de la flecha.
13 Hizo que penetraran en mis entrañas
Las flechas de Su aljaba.

14 He venido a ser objeto de burla de todo mi pueblo,
Su canción todo el día.
15 Él me ha llenado de amargura,
Me ha embriagado con ajenjo.
16 Ha quebrado con guijarro mis dientes,
Ha hecho que me revuelque en el polvo.
17 Y mi alma ha sido privada de la paz,
He olvidado la felicidad.

18 Digo, pues: «Se me acabaron las fuerzas,
Y mi esperanza que venía del Señor».19 Acuérdate de mi aflicción y de mi vagar,
Del ajenjo y de la amargura.
20 Ciertamente mi alma lo recuerda
Y se abate mi alma dentro de mí.
21 Esto traigo a mi corazón,
Por esto tengo esperanza:

22 Que las misericordias del Señor jamás terminan,
Pues nunca fallan Sus bondades;
23 Son nuevas cada mañana;
¡Grande es Tu fidelidad!
24 «El Señor es mi porción», dice mi alma,
«Por tanto en Él espero».
25 Bueno es el Señor para los que en Él esperan,
Para el alma que lo busca.

26 Bueno es esperar en silencio
La salvación del Señor.
27 Bueno es para el hombre llevar
El yugo en su juventud.
28 Que se siente solo y en silencio
Ya que Él se lo ha impuesto.
29 Que ponga su boca en el polvo,
Quizá haya esperanza;

30 Que dé la mejilla al que lo hiere;
Que se sacie de oprobios.
31 Porque el Señor no rechaza para siempre,
32 Antes bien, si aflige, también se compadecerá
Según Su gran misericordia.
33 Porque Él no castiga por gusto
Ni aflige a los hijos de los hombres.

34 Aplastar bajo los pies
A todos los prisioneros de un país,
35 Privar del derecho a un hombre
En presencia del Altísimo,
36 Defraudar a un hombre en su litigio:
Estas cosas no aprueba el Señor.
37 ¿Quién es aquel que habla y así sucede,
A menos que el Señor lo haya ordenado?

38 ¿No salen de la boca del Altísimo
Tanto el mal como el bien?39 ¿Por qué ha de quejarse el ser viviente?
¡Sea valiente frente a sus pecados!
40 Examinemos nuestros caminos y escudriñémoslos,
Y volvamos al Señor.
41 Alcemos nuestro corazón en nuestras manos
Hacia Dios en los cielos.

42 Nosotros hemos transgredido y nos hemos rebelado;
Tú no has perdonado.
43 Te has cubierto de ira y nos has perseguido;
Has matado y no has perdonado.
44 Te has cubierto de una nube
Para que no pase la oración.
45 Basura y escoria nos has hecho
En medio de los pueblos.

46 Han abierto su boca contra nosotros
Todos nuestros enemigos.
47 Nos han sobrevenido terror y foso,
Desolación y destrucción.
48 Arroyos de lágrimas derraman mis ojos
A causa de la destrucción de la hija de mi pueblo.
49 Mis ojos fluyen sin cesar,
Ya que no hay descanso

50 Hasta que el Señor mire
Y vea desde los cielos.
51 Mis ojos traen dolor a mi alma
Por todas las hijas de mi ciudad.
52 Mis enemigos, sin haber causa,
Constantemente me han dado caza como a un ave.
53 Silenciaron mi vida en la fosa,
Pusieron piedra sobre mí.

54 Cubrieron las aguas mi cabeza,
Dije: «¡Estoy perdido!».
55 Invoqué Tu nombre, oh Señor,
Desde la fosa más profunda.
56 Tú oíste mi voz: «No escondas
Tu oído a mi clamor, a mi grito de auxilio».
57 Te acercaste el día que te invoqué,
Dijiste: «¡No temas!».

58 Tú has defendido, oh Señor, la causa de mi alma,
Tú has redimido mi vida.
59 Tú has visto, oh Señor, mi opresión,
Juzga mi causa.
60 Has visto toda su venganza,
Todas sus tramas contra mí.
61 Has oído sus oprobios, oh Señor,
Todas sus tramas contra mí;

62 Los labios de mis agresores y sus murmuraciones
Están contra mí todo el día.
63 Se sienten o se levanten, míralos,
Yo soy el objeto de su canción.
64 Tú les darás su pago, oh Señor,
Conforme a la obra de sus manos.
65 Les darás dureza de corazón,
Tu maldición será sobre ellos.

66 Los perseguirás con ira y los destruirás
De debajo de los cielos del Señor.

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Salmos 34
El Señor, Proveedor y Salvador
Salmo de David
cuando se fingió loco delante de Abimelec, quien lo echó, y él se fue.
34 Bendeciré al Señor en todo tiempo;
Continuamente estará Su alabanza en mi boca.
2 En el Señor se gloriará mi alma;
Lo oirán los humildes y se regocijarán.
3 Engrandezcan al Señor conmigo,
Y exaltemos a una Su nombre.

4 Busqué al Señor, y Él me respondió,
Y me libró de todos mis temores.
5 Los que a Él miraron, fueron iluminados;
Sus rostros jamás serán avergonzados.
6 Este pobre clamó, y el Señor le oyó,
Y lo salvó de todas sus angustias.
7 El ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen,
Y los rescata.

8 Prueben y vean que el Señor es bueno.
¡Cuán bienaventurado es el hombre que en Él se refugia!
9 Teman al Señor, ustedes Sus santos,
Pues nada les falta a aquellos que le temen.
10 Los leoncillos pasan necesidad y tienen hambre,
Pero los que buscan al Señor no carecerán de bien alguno.
11 Vengan, hijos, escúchenme;
Les enseñaré el temor del Señor.

12 ¿Quién es el hombre que desea vida
Y quiere muchos días para ver el bien?
13 Guarda tu lengua del mal
Y tus labios de hablar engaño.
14 Apártate del mal y haz el bien,
Busca la paz y síguela.
15 Los ojos del Señor están sobre los justos,
Y Sus oídos atentos a su clamor.

16 El rostro del Señor está contra los que hacen mal,
Para cortar de la tierra su memoria.
17 Claman los justos, y el Señor los oye
Y los libra de todas sus angustias.
18 Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón,
Y salva a los abatidos de espíritu.19 Muchas son las aflicciones del justo,
Pero de todas ellas lo libra el Señor.

20 Él guarda todos sus huesos;
Ni uno de ellos es quebrantado.
21 La maldad dará muerte al impío,
Y los que aborrecen al justo serán condenados.
22 El Señor redime el alma de Sus siervos,
Y no será condenado ninguno de los que en Él se refugian.

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