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Lectura de Hoy
29-08-2024
DEVOCIONAL
Devocional: 1 Corintios 3
Las dos metáforas que Pablo utiliza en 1 Corintios 3:5-15 logran más o menos lo mismo, aunque cada una tiene un matiz especial del que la otra carece. En la metáfora agrícola (3:5-9), el Señor es el agricultor, Pablo prepa- ra la tierra y siembra la semilla, Apolos riega las plantas nacientes y los corintios son “el campo de cultivo de Dios” (5:9); en efecto, “colaboradores de Dios” (es decir, son colaboradores que le pertenecen a Dios, no obreros a la par con Dios). No sólo esto, sino que ni Pablo ni Apolos pueden garantizar que haya fruto: sólo Dios hace crecer la semilla (3:6-7). Entonces, ¿por qué adoptar una postura reverente hacia Pablo o Apolos? La metáfora arquitectónica llega inicialmente a la misma conclusión: todos los edificadores contribuyen a un edificio y por ello, no se debe idolatrar a ninguno. Ahora los corintios ya no son el campo, sino el edificio mismo (3:9-10). Pablo echó los cimientos del edificio; en otras palabras, fundó la iglesia de Corinto. El fundamento que Pablo puso fue Jesucristo mismo (3:11). Desde su partida de este proyecto de construcción, otros han venido y han edificado sobre estos cimientos. Por lo tanto, hasta este punto la metáfora arquitectónica lleva implícitamente el mismo mensaje que la metáfora agrícola presentó de manera explícita. Pero, ahora, la metáfora de la arquitectura toma una dirección un tanto diferente. Pablo insiste en que los edificadores posteriores tienen la responsabilidad de elegir cuidadosamente los materiales que usarán en esta construcción (3:12-15). Viene un “día del juicio” (3:13) en el que el fuego consumirá todo lo que no sea precioso a los ojos de Dios. Es posible que un edificador use materiales tan cutres que, al final, todo lo que haya construido quede destruido, aunque él mismo logra escapar del fuego. Dos observaciones: (1) La persona acerca de la que Pablo afirma que “será salvo, pero como quien pasa por el fuego” (3:15) no se trata de un cristiano meramente nominal cuya conducta es imposible de distinguir de la de cualquier pagano. Estos no entrarán al reino (6:9-10). Esta persona es un “edificador”, no es de la masa de cristianos que forman parte del “edificio” (3:10). La pregunta es si estos evangelistas y pastores están usando los materiales correctos. (2) En 3:16-17, el edificio—la iglesia de Dios—se convierte en un templo. Más adelante, el templo de Dios es el cuerpo de cada cristiano individual (6:19-20), pero aquí se refiere a la iglesia local. Dios ama tanto a este edificio, que amenaza abiertamente con destruir a aquellos que derriben el templo de Dios. Si dañas a la iglesia, profanas el templo de Dios y él te destruirá. Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso. |
Devocional: Ezequiel 1 |
Ezequiel era coetáneo de Jeremías. Aunque nació en una familia sacerdotal, lo apartaron del templo. En marzo de 597 a.C., lo deportaron a Babilonia, a más de mil cien kilómetros de su tierra, junto al joven rey Jeconías, la reina madre, la aristocracia y muchos de los principales sacerdotes y artesanos. Jeconías estuvo en la cárcel o bajo arresto domiciliario durante treinta y cinco años. La comunidad exiliada, empobrecida y alejada de Jerusalén y del templo, soñaba con nostalgia volver a casa y suplicaba a Dios que los rescatase. No podían concebir que en una década la ciudad fuera totalmente destruida. Trataron de asentarse en los márgenes del río Kebar, probablemente un canal de irrigación procedente del Éufrates. Allí, según Ezequiel 1, a la edad de treinta años y en el quinto de su exilio (es decir, alrededor de 593, seis años antes de la destrucción de Jerusalén), Ezequiel tuvo una visión extraordinaria. Una explicación detallada de esta visión apocalíptica exige más espacio del que disponemos aquí. No obstante, algunas observaciones son fundamentales: (1) En términos generales, Ezequiel ve un trono móvil, el de Dios (una vez prediqué sobre este pasaje a algunas personas con deficiencias auditivas, ¡y más de uno creyó que estaba hablando del teléfono móvil de Dios!). (2) El trono está compuesto por “cuatro seres vivientes”, cada uno de los cuales tenía alas extendidas que se tocaban con las adyacentes, de forma que todas ellas formaban un inmenso cuadrado vacío. Dentro de ese espacio había antorchas, relámpagos y fuego. Cada criatura tenía cuatro rostros, probablemente una forma de indicar que el trono de Dios es inteligente (la cara humana), regio (el león), fuerte (el toro) y compasivo (el águila, cp. Éxodo 19:4; Isaías 40:31). Al lado de cada criatura, había una rueda. Las cuatro parecían estar encajadas entre sí, de forma que no pudiesen caerse. Toda la estructura se mueve en línea recta, como el cursor en un monitor de tres dimensiones, propulsado por las ruedas y las alas adicionales de las criaturas vivientes, dirigida cohesivamente por el Espíritu. Encima de la cabeza de las criaturas, y sustentada por ellas, hay una plataforma como un cuenco gigante, que brilla como el hielo o la escarcha. El trono de Dios se encuentra sobre ella. (3) La importancia de este trono móvil queda clara más adelante en el libro. En este momento, podemos comprender dos cosas: (a) cuanto más se acerca la visión al propio Dios, se describe a este de forma más distante. La culminación, “tal era el aspecto de la gloria del Señor” (1:28), no da lugar a la concepción de un artista, sino a la adoración; (b) de forma más amplia: las visiones de Dios siempre inducen al quebrantamiento, a la humildad y a la adoración (cp. Isaías 6; Apocalipsis 1, 4—5). Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso. |
1 Samuel 21–22 |
David huye de Saúl |
21 Entonces llegó David a Nob, al sacerdote Ahimelec; y Ahimelec vino tembloroso al encuentro de David, y le dijo: «¿Por qué estás solo y no hay nadie contigo?». 2 Y David respondió al sacerdote Ahimelec: «El rey me ha encomendado cierto asunto y me ha dicho: “Que no sepa nadie acerca del asunto por el cual te envío y que te he encomendado; y yo he citado a los jóvenes a cierto lugar”. 3 Ahora pues, ¿qué tienes a mano? Dame cinco panes, o lo que tengas». 4 Respondió el sacerdote a David: «No hay pan común a mano, pero hay pan consagrado; siempre que los jóvenes se hayan abstenido de mujer». 5 Y David respondió al sacerdote: «Ciertamente las mujeres nos han sido vedadas; como anteriormente, cuando he salido en campaña, los cuerpos de los jóvenes se han mantenido puros, aunque haya sido un viaje profano; ¿cuánto más puros estarán sus cuerpos hoy?». 6 Entonces el sacerdote le dio pan consagrado; porque allí no había otro pan, sino el pan de la Presencia que había sido quitado de delante del Señor para colocar pan caliente en su lugar al ser retirado. 7 Y uno de los siervos de Saúl estaba allí aquel día, detenido delante del Señor; se llamaba Doeg el edomita, jefe de los pastores de Saúl. 8 David dijo a Ahimelec: «¿No tienes aquí a mano una lanza o una espada? Pues no traje ni espada ni armas conmigo, porque el asunto del rey era urgente». 9 Entonces el sacerdote le dijo: «Mira, la espada de Goliat el filisteo, a quien mataste en el valle de Ela, está envuelta en un paño detrás del efod; si quieres llevártela, tómala, porque aquí no hay otra sino esa». Y David dijo: «Como esa no hay otra; dámela». 10 David se levantó y huyó aquel día de Saúl, y fue a donde estaba Aquis, rey de Gat. 11 Pero los siervos de Aquis le dijeron: «¿No es este David, el rey de la tierra? ¿No cantaban de él en las danzas, diciendo: “Saúl mató a sus miles, Y David a sus diez miles”?». 12 David tomó en serio estas palabras y temió grandemente a Aquis, rey de Gat. 13 Y se fingió demente ante sus ojos y actuaba como loco en medio de ellos; escribía garabatos en las puertas de la entrada y dejaba que su saliva le corriera por la barba. 14 Entonces Aquis dijo a sus siervos: «Vean al hombre portándose como un loco. ¿Por qué me lo traes? 15 ¿Acaso me hacen falta locos, para que me traigan a este y haga de loco en mi presencia? ¿Va a entrar este en mi casa?». 22 Yéndose luego David de allí, huyó a la cueva de Adulam; y cuando sus hermanos y toda la casa de su padre lo supieron, vinieron allí a él. 2 Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos; y tuvo consigo como cuatrocientos hombres.3 Y se fue David de allí a Mizpa de Moab, y dijo al rey de Moab: Yo te ruego que mi padre y mi madre estén con vosotros, hasta que sepa lo que Dios hará de mí. 4 Los trajo, pues, a la presencia del rey de Moab, y habitaron con él todo el tiempo que David estuvo en el lugar fuerte. 5 Pero el profeta Gad dijo a David: No te estés en este lugar fuerte; anda y vete a tierra de Judá. Y David se fue, y vino al bosque de Haret. Saúl mata a los sacerdotes de Nob 6 Oyó Saúl que se sabía de David y de los que estaban con él. Y Saúl estaba sentado en Gabaa, debajo de un tamarisco sobre un alto; y tenía su lanza en su mano, y todos sus siervos estaban alrededor de él. 7 Y dijo Saúl a sus siervos que estaban alrededor de él: Oíd ahora, hijos de Benjamín: ¿Os dará también a todos vosotros el hijo de Isaí tierras y viñas, y os hará a todos vosotros jefes de millares y jefes de centenas, 8 para que todos vosotros hayáis conspirado contra mí, y no haya quien me descubra al oído cómo mi hijo ha hecho alianza con el hijo de Isaí, ni alguno de vosotros que se duela de mí y me descubra cómo mi hijo ha levantado a mi siervo contra mí para que me aceche, tal como lo hace hoy? 9 Entonces Doeg edomita, que era el principal de los siervos de Saúl, respondió y dijo: Yo vi al hijo de Isaí que vino a Nob, a Ahimelec hijo de Ahitob, 10 el cual consultó por él a Jehová y le dio provisiones, y también le dio la espada de Goliat el filisteo.11 Y el rey envió por el sacerdote Ahimelec hijo de Ahitob, y por toda la casa de su padre, los sacerdotes que estaban en Nob; y todos vinieron al rey. 12 Y Saúl le dijo: Oye ahora, hijo de Ahitob. Y él dijo: Heme aquí, señor mío. 13 Y le dijo Saúl: ¿Por qué habéis conspirado contra mí, tú y el hijo de Isaí, cuando le diste pan y espada, y consultaste por él a Dios, para que se levantase contra mí y me acechase, como lo hace hoy día? 14 Entonces Ahimelec respondió al rey, y dijo: ¿Y quién entre todos tus siervos es tan fiel como David, yerno también del rey, que sirve a tus órdenes y es ilustre en tu casa? 15 ¿He comenzado yo desde hoy a consultar por él a Dios? Lejos sea de mí; no culpe el rey de cosa alguna a su siervo, ni a toda la casa de mi padre; porque tu siervo ninguna cosa sabe de este asunto, grande ni pequeña. 16 Y el rey dijo: Sin duda morirás, Ahimelec, tú y toda la casa de tu padre. 17 Entonces dijo el rey a la gente de su guardia que estaba alrededor de él: Volveos y matad a los sacerdotes de Jehová; porque también la mano de ellos está con David, pues sabiendo ellos que huía, no me lo descubrieron. Pero los siervos del rey no quisieron extender sus manos para matar a los sacerdotes de Jehová. 18 Entonces dijo el rey a Doeg: Vuelve tú, y arremete contra los sacerdotes. Y se volvió Doeg el edomita y acometió a los sacerdotes, y mató en aquel día a ochenta y cinco varones que vestían efod de lino. 19 Y a Nob, ciudad de los sacerdotes, hirió a filo de espada; así a hombres como a mujeres, niños hasta los de pecho, bueyes, asnos y ovejas, todo lo hirió a filo de espada. 20 Pero uno de los hijos de Ahimelec hijo de Ahitob, que se llamaba Abiatar, escapó, y huyó tras David. 21 Y Abiatar dio aviso a David de cómo Saúl había dado muerte a los sacerdotes de Jehová. 22 Y dijo David a Abiatar: Yo sabía que estando allí aquel día Doeg el edomita, él lo había de hacer saber a Saúl. Yo he ocasionado la muerte a todas las personas de la casa de tu padre. 23 Quédate conmigo, no temas; quien buscare mi vida, buscará también la tuya; pues conmigo estarás a salvo. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
1 Corintios 3 |
Divisiones de la iglesia de Corinto |
3 Así que yo, hermanos, no pude hablarles como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. 2 Les di a beber leche, no alimento sólido, porque todavía no podían recibirlo. En verdad, ni aun ahora pueden, 3 porque todavía son carnales. Pues habiendo celos y discusiones entre ustedes, ¿no son carnales y andan como hombres del mundo? 4 Porque cuando uno dice: «Yo soy de Pablo», y otro: «Yo soy de Apolos», ¿no son como hombres del mundo? 5 ¿Qué es, pues, Apolos? ¿Y qué es Pablo? Servidores mediante los cuales ustedes han creído, según el Señor dio oportunidad a cada uno. 6 Yo planté, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. 7 Así que ni el que planta ni el que riega es algo, sino Dios, que da el crecimiento. 8 Ahora bien, el que planta y el que riega son una misma cosa, pero cada uno recibirá su propia recompensa conforme a su propio trabajo. 9 Porque nosotros somos colaboradores en la labor de Dios, y ustedes son el campo de cultivo de Dios, el edificio de Dios. Jesucristo, único cimiento 10 Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como sabio arquitecto, puse el fundamento, y otro edifica sobre él. Pero cada uno tenga cuidado cómo edifica encima. 11 Pues nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto, el cual es Jesucristo. 12 Ahora bien, si sobre este fundamento alguien edifica con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, 13 la obra de cada uno se hará evidente; porque el día la dará a conocer, pues con fuego será revelada. El fuego mismo probará la calidad de la obra de cada uno. 14 Si permanece la obra de alguien que ha edificado sobre el fundamento, recibirá recompensa. 15 Si la obra de alguien es consumida por el fuego, sufrirá pérdida; sin embargo, él será salvo, aunque así como a través del fuego. Ustedes son templo de Dios 16 ¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? 17 Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios es santo, y eso es lo que ustedes son. Ustedes son de Cristo 18 Nadie se engañe a sí mismo. Si alguien de ustedes se cree sabio según este mundo, hágase necio a fin de llegar a ser sabio. 19 Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios. Pues escrito está: «Él es el que prende a los sabios en su propia astucia». 20 Y también: «El Señor conoce los razonamientos de los sabios, los cuales son inútiles». 21 Así que nadie se jacte en los hombres, porque todo es de ustedes: 22 ya sea Pablo, o Apolos, o Cefas, o el mundo, o la vida, o la muerte, o lo presente, o lo por venir, todo es suyo, 23 y ustedes de Cristo, y Cristo de Dios. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
Ezequiel 1 |
La visión de la gloria divina 1 Aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del mes, que estando yo en medio de los cautivos junto al río Quebar, los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios. 2 En el quinto año de la deportación del rey Joaquín, a los cinco días del mes, 3 vino palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar; vino allí sobre él la mano de Jehová. 4 Y miré, y he aquí venía del norte un viento tempestuoso, y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente, 5 y en medio de ella la figura de cuatro seres vivientes. Y esta era su apariencia: había en ellos semejanza de hombre. 6 Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas. 7 Y los pies de ellos eran derechos, y la planta de sus pies como planta de pie de becerro; y centelleaban a manera de bronce muy bruñido. 8 Debajo de sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos de hombre; y sus caras y sus alas por los cuatro lados. 9 Con las alas se juntaban el uno al otro. No se volvían cuando andaban, sino que cada uno caminaba derecho hacia adelante. 10 Y el aspecto de sus caras era cara de hombre, y cara de león al lado derecho de los cuatro, y cara de buey a la izquierda en los cuatro; asimismo había en los cuatro cara de águila. 11 Así eran sus caras. Y tenían sus alas extendidas por encima, cada uno dos, las cuales se juntaban; y las otras dos cubrían sus cuerpos. 12 Y cada uno caminaba derecho hacia adelante; hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; y cuando andaban, no se volvían. 13 Cuanto a la semejanza de los seres vivientes, su aspecto era como de carbones de fuego encendidos, como visión de hachones encendidos que andaba entre los seres vivientes; y el fuego resplandecía, y del fuego salían relámpagos. 14 Y los seres vivientes corrían y volvían a semejanza de relámpagos.15 Mientras yo miraba los seres vivientes, he aquí una rueda sobre la tierra junto a los seres vivientes, a los cuatro lados. 16 El aspecto de las ruedas y su obra era semejante al color del crisólito. Y las cuatro tenían una misma semejanza; su apariencia y su obra eran como rueda en medio de rueda. 17 Cuando andaban, se movían hacia sus cuatro costados; no se volvían cuando andaban. 18 Y sus aros eran altos y espantosos, y llenos de ojos alrededor en las cuatro. 19 Y cuando los seres vivientes andaban, las ruedas andaban junto a ellos; y cuando los seres vivientes se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban. 20 Hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; hacia donde les movía el espíritu que anduviesen, las ruedas también se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas. 21 Cuando ellos andaban, andaban ellas, y cuando ellos se paraban, se paraban ellas; asimismo cuando se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.22 Y sobre las cabezas de los seres vivientes aparecía una expansión a manera de cristal maravilloso, extendido encima sobre sus cabezas. 23 Y debajo de la expansión las alas de ellos estaban derechas, extendiéndose la una hacia la otra; y cada uno tenía dos alas que cubrían su cuerpo. 24 Y oí el sonido de sus alas cuando andaban, como sonido de muchas aguas, como la voz del Omnipotente, como ruido de muchedumbre, como el ruido de un ejército. Cuando se paraban, bajaban sus alas. 25 Y cuando se paraban y bajaban sus alas, se oía una voz de arriba de la expansión que había sobre sus cabezas.26 Y sobre la expansión que había sobre sus cabezas se veía la figura de un trono que parecía de piedra de zafiro; y sobre la figura del trono había una semejanza que parecía de hombre sentado sobre él. 27 Y vi apariencia como de bronce refulgente, como apariencia de fuego dentro de ella en derredor, desde el aspecto de sus lomos para arriba; y desde sus lomos para abajo, vi que parecía como fuego, y que tenía resplandor alrededor. 28 Como parece el arco iris que está en las nubes el día que llueve, así era el parecer del resplandor alrededor.Esta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová. Y cuando yo la vi, me postré sobre mi rostro, y oí la voz de uno que hablaba. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
Salmos 37 |
El camino de los malos Salmo de David. |
37 No te impacientes a causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. 2 Porque como hierba serán pronto cortados, Y como la hierba verde se secarán. 3 Confía en Jehová, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. 4 Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón. 5 Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará. 6 Exhibirá tu justicia como la luz, Y tu derecho como el mediodía. 7 Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, Por el hombre que hace maldades. 8 Deja la ira, y desecha el enojo; No te excites en manera alguna a hacer lo malo. 9 Porque los malignos serán destruidos, Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra. 10 Pues de aquí a poco no existirá el malo; Observarás su lugar, y no estará allí. 11 Pero los mansos heredarán la tierra, Y se recrearán con abundancia de paz. 12 Maquina el impío contra el justo, Y cruje contra él sus dientes; 13 El Señor se reirá de él; Porque ve que viene su día. 14 Los impíos desenvainan espada y entesan su arco, Para derribar al pobre y al menesteroso, Para matar a los de recto proceder. 15 Su espada entrará en su mismo corazón, Y su arco será quebrado. 16 Mejor es lo poco del justo, Que las riquezas de muchos pecadores. 17 Porque los brazos de los impíos serán quebrados; Mas el que sostiene a los justos es Jehová. 18 Conoce Jehová los días de los perfectos, Y la heredad de ellos será para siempre. 19 No serán avergonzados en el mal tiempo, Y en los días de hambre serán saciados. 20 Mas los impíos perecerán, Y los enemigos de Jehová como la grasa de los carneros Serán consumidos; se disiparán como el humo. 21 El impío toma prestado, y no paga; Mas el justo tiene misericordia, y da. 22 Porque los benditos de él heredarán la tierra; Y los malditos de él serán destruidos. 23 Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, Y él aprueba su camino. 24 Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, Porque Jehová sostiene su mano. 25 Joven fui, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, Ni su descendencia que mendigue pan. 26 En todo tiempo tiene misericordia, y presta; Y su descendencia es para bendición. 27 Apártate del mal, y haz el bien, Y vivirás para siempre. 28 Porque Jehová ama la rectitud, Y no desampara a sus santos. Para siempre serán guardados; Mas la descendencia de los impíos será destruida. 29 Los justos heredarán la tierra, Y vivirán para siempre sobre ella. 30 La boca del justo habla sabiduría, Y su lengua habla justicia. 31 La ley de su Dios está en su corazón; Por tanto, sus pies no resbalarán. 32 Acecha el impío al justo, Y procura matarlo. 33 Jehová no lo dejará en sus manos, Ni lo condenará cuando le juzgaren. 34 Espera en Jehová, y guarda su camino, Y él te exaltará para heredar la tierra; Cuando sean destruidos los pecadores, lo verás. 35 Vi yo al impío sumamente enaltecido, Y que se extendía como laurel verde. 36 Pero él pasó, y he aquí ya no estaba; Lo busqué, y no fue hallado. 37 Considera al íntegro, y mira al justo; Porque hay un final dichoso para el hombre de paz. 38 Mas los transgresores serán todos a una destruidos; La posteridad de los impíos será extinguida. 39 Pero la salvación de los justos es de Jehová, Y él es su fortaleza en el tiempo de la angustia. 40 Jehová los ayudará y los librará; Los libertará de los impíos, y los salvará, Por cuanto en él esperaron. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |