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Lectura de Hoy
31-08-2024
DEVOCIONAL
Devocional: 1 Corintios 5
Si alguno leyera 1 Corintios 4 y llegara a la conclusión de que no se debe mantener ningún tipo de listón en la iglesia—dado que mantener un listón exige juzgar, ¿no es así?—, el siguiente capítulo (1 Corintios 5) presenta un caso en el que Pablo reprende a la iglesia de Corinto por no ejercer el juicio y la disciplina. Debemos reflexionar un poco sobre este caso en sí mismo y, además, sobre cómo conecta con el capítulo anterior. En cuanto al hombre que menciona en el 5:1, Pablo afirma que hay dos males evidentes. El primero es sexual: un miembro de la iglesia “tiene la mujer de su padre”. El lenguaje peculiar sugiere que se está acostando con su madrastra. En cualquier caso, el pecado es tan tremendo, que sería chocante aun entre los paganos. El segundo es la respuesta tan débil de la iglesia. A pesar de esta maldad que ocurre entre ellos, no disminuye su tendencia a pavonearse con arrogancia, algo que se menciona muchas veces en 1a y 2a de Corintios. Debieron haberse lamentado profundamente y expulsado al hombre que cometió este acto (5:2). No podemos reflexionar sobre todos los elementos de este juicio, pero observemos lo siguiente: (1) El juicio que Pablo quiere que emitan ha de ser comunitario. Toda la iglesia, reunida “en el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (5:4), conscientes de su poderosa presencia, debe tomar acción. Por tanto, dejar de hacerlo es un fracaso de la iglesia entera. (2) Una de las razones para tomar esta acción es porque “un poco de levadura hace fermentar toda la masa” (5:6). Si hay maldad en la iglesia y nadie hace nada, pronto se verá afectada toda la congregación. (3) Esto no tiene nada que ver con disciplinar al mundo exterior. Pablo da por sentado que el mundo fuera de la iglesia permitirá que el pecado se encone. Lo que él tiene en mente es la disciplina dentro de la iglesia de Dios (5:9-10). (4) La conducta que Pablo entiende que debe estar sujeta a la disciplina eclesial no se limita al ámbito sexual ni a esta forma particular de pecado sexual. Él quiere incluir las deserciones morales importantes y presenta una lista ejemplar: avaricia, idolatría, calumnia, borracheras y estafas. En otro lugar, añade a la lista de desviaciones morales severas dos elementos adicionales: el serio desvío doctrinal y la insistencia en crear divisiones. Ahora bien, en todo este pasaje, Pablo usa abiertamente el término “juzgar” (5:12-13). Los cristianos deben juzgar a “los de adentro”, mientras que Dios juzga a “los de afuera”. Como mínimo, debemos mantener la tensión creativa entre los capítulos 4 y 5. Aún más importante, los corintios en el capítulo 4 estaban imponiendo juicios “más allá de lo que está escrito” (4:6); es decir, utilizaban pautas y criterios que no estaban fundamentados en la revelación de Dios, sino más bien en los intereses de ciertas partes. En el capítulo 5, no estaban juzgando a pesar de lo que la Escritura, comprendida correctamente, dice. Ambas cosas quebrantan la revelación divina. Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso. |
Devocional: Ezequiel 3 |
Dos de los temas de Ezequiel 3, intrínsecos al llamamiento de Ezequiel, pueden esclarecerse provechosamente: Primero, la parte inicial muestra lo importante que es para el profeta comprender a Dios y su perspectiva. Desde las últimas líneas del capítulo 2, entrando en el principio del 3, Dios ordena a Ezequiel en su visión que coma un rollo que “contenía lamentos, gemidos y amenazas” (2:10), escritos por ambos lados. El profeta lo hace y dice que “era tan dulce como la miel” (3:3). ¿Por qué iba ser dulce un rollo lleno de “lamentos, gemidos y amenazas”? El sentido de la visión es que las palabras de Dios son dulces para Ezequiel simplemente porque proceden del Señor. Él conoce todas las cosas; sabe lo que es correcto. Por ello, incluso cuando sus palabras vaticinan juicio y calamidad, existe un sentido en el que el profeta debe comprender la perspectiva de Dios. De forma parecida en los siguientes versículos (3:4-9): Dios no envía a Ezequiel a una cultura extranjera en la que el primer paso sea aprender la lengua local. Lo ha llamado a hablar al pueblo de su propio legado. Sin embargo, se encontrará con que no están dispuestos a escucharle, precisamente porque no quieren escuchar a Dios (3:7). Así pues, él promete: “No obstante, yo te haré tan terco y obstinado como ellos. ¡Te haré inquebrantable como el diamante, inconmovible como la roca! No les tengas miedo ni te asustes, por más que sean un pueblo rebelde” (3:8-9). Por tanto, en este concurso de liarse a cabezazos, Dios permite a Ezequiel estar de su lado sin reservas. En ocasiones, él levanta líderes fuertes y obstinados que, independientemente de la popularidad personal, anhelan luchar en el bando de Dios. Nada de esto significa que el profeta no tuviese un sentimiento de solidaridad por los exiliados; tanto los siguientes versículos como el resto del libro demuestran que sí lo tuvo. Sin embargo, su comisión es un llamamiento a comprender con la perspectiva de Dios y ser inflexible. Segundo, este capítulo contiene el mandato de pronunciar advertencias y ser cuidadosos (3:16-27). El tema del centinela (3:16-21) es recurrente en el libro (cap. 33) y puede estudiarse más adelante. Sin embargo, Dios prohíbe a Ezequiel decir nada, cortesías, salutaciones, discursos políticos, cualquier cosa, exceptuando lo que él le ordene decir. Esta situación persiste hasta la caída de Jerusalén, unos seis años después (Ezequiel 33:21-22), cuando se le permite hablar de nuevo. Esta restricción añade importancia a las veces en que se pronuncial algo. Es también un desafío para todo aquel que hable de Dios. Nuestras palabras y nuestros silencios deben calibrarse de tal modo que, cuando transmitamos el mensaje del Señor, nuestra credibilidad se vea reforzada y no disminuida. Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso. |
1 Samuel 24 |
David perdona la vida a Saúl |
24 Cuando Saúl regresó de perseguir a los filisteos, le dieron aviso: «David está en el desierto de En Gadi». 2 Entonces Saúl tomó de todo Israel 3,000 hombres escogidos, y fue en busca de David y de sus hombres por los peñascos de las cabras monteses. 3 Llegó a unos rediles de ovejas en el camino, donde había una cueva, y Saúl entró en ella para hacer sus necesidades. Y David y sus hombres estaban sentados en los rincones de la cueva. 4 Y los hombres de David le dijeron: «Mira, este es el día del que el Señor te habló: “Voy a entregar a tu enemigo en tu mano, y harás con él como bien te parezca”». Entonces David se levantó y cortó a escondidas la orilla del manto de Saúl. 5 Aconteció después de esto que la conciencia de David le remordía, porque había cortado la orilla del manto de Saúl. 6 Y dijo a sus hombres: «El Señor me guarde de hacer tal cosa contra mi rey, el ungido del Señor, de extender contra él mi mano, porque es el ungido del Señor». 7 David contuvo a sus hombres con estas palabras y no les permitió que se levantaran contra Saúl. Y Saúl se levantó, salió de la cueva, y siguió su camino. 8 Después de esto David se levantó, salió de la cueva y dio voces tras Saúl, diciendo: «¡Mi señor el rey!». Y cuando Saúl miró hacia atrás, David inclinó su rostro a tierra y se postró. 9 Y dijo David a Saúl: «¿Por qué escucha usted las palabras de los hombres, que dicen: “Mire que David procura su mal”? 10 Hoy han visto sus ojos que el Señor lo ha puesto en mis manos en la cueva en este día; y algunos me dijeron que lo matara, pero mis ojos tuvieron piedad de usted, y dije: “No extenderé mi mano contra mi rey, porque es el ungido del Señor”. 11 Mire, padre mío, mire la orilla de su manto en mi mano. Puesto que corté la orilla de su manto y no lo maté, reconozca y vea que no hay maldad ni rebelión en mis manos y que no he pecado contra usted, a pesar de que usted acecha mi vida para quitármela. 12 Juzgue el Señor entre usted y yo y que el Señor me vengue de usted, pero mi mano no será contra usted. 13 Como dice el proverbio de los antiguos: “De los malos procede la maldad”, pero mi mano no será contra usted. 14 ¿Tras quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién persigue? ¿A un perro muerto? ¿A una pulga? 15 Sea el Señor juez y decida entre usted y yo; que Él vea y defienda mi causa y me libre de su mano». 16 Cuando David acabó de decir a Saúl estas palabras, Saúl dijo: «¿Es esta tu voz, David, hijo mío?». Entonces Saúl alzó su voz y lloró. 17 Y dijo a David: «Eres más justo que yo, porque tú me has tratado bien mientras que yo te he tratado con maldad. 18 Tú has demostrado hoy que me has hecho bien, ya que el Señor me entregó en tu mano y sin embargo no me diste muerte. 19 Porque si un hombre halla a su enemigo, ¿lo dejará ir sano y salvo? Que el Señor, por tanto, te recompense con bien por lo que has hecho por mí hoy. 20 Mira, ahora sé que ciertamente serás rey, y que el reino de Israel será establecido en tu mano. 21 Ahora pues, júrame por el Señor que no cortarás mi descendencia después de mí, y que no borrarás mi nombre de la casa de mi padre». 22 Y David se lo juró a Saúl. Y Saúl se fue a su casa, pero David y sus hombres subieron al refugio. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
1 Corintios 5 |
Inmoralidad en la iglesia de Corinto |
5 En efecto, se oye que entre ustedes hay inmoralidad, y una inmoralidad tal como no existe ni siquiera entre los gentiles, al extremo de que alguien tiene la mujer de su padre. 2 ¡Y ustedes se han vuelto arrogantes en lugar de haberse entristecido, para que el que de entre ustedes ha cometido esta acción fuera expulsado de en medio de ustedes!3 Pues yo, por mi parte, aunque ausente en cuerpo pero presente en espíritu, como si estuviera presente, ya he juzgado al que cometió tal acción. 4 En el nombre de nuestro Señor Jesús, cuando estén reunidos, y yo con ustedes en espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesús, 5 entreguen a ese tal a Satanás para la destrucción de su carne, a fin de que su espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús. 6 La jactancia de ustedes no es buena. ¿No saben que un poco de levadura fermenta toda la masa? 7 Limpien la levadura vieja para que sean masa nueva, así como lo son en realidad sin levadura. Porque aun Cristo, nuestra Pascua, ha sido sacrificado. 8 Por tanto, celebremos la fiesta no con la levadura vieja, ni con la levadura de malicia y maldad, sino con panes sin levadura de sinceridad y de verdad.9 En mi carta les escribí que no anduvieran en compañía de personas inmorales. 10 No me refería a la gente inmoral de este mundo, o a los codiciosos y estafadores, o a los idólatras, porque entonces tendrían ustedes que salirse del mundo. 11 Sino que en efecto les escribí que no anduvieran en compañía de ninguno que, llamándose hermano, es una persona inmoral, o avaro, o idólatra, o difamador, o borracho, o estafador. Con esa persona, ni siquiera coman. 12 Pues ¿por qué he de juzgar yo a los de afuera? ¿No juzgan ustedes a los que están dentro de la iglesia? 13 Pero Dios juzga a los que están fuera. Expulsen al malvado de entre ustedes. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
Ezequiel 3 |
Comisión del profeta 3 Entonces Él me dijo: «Hijo de hombre, come lo que tienes delante; cómete este rollo, y ve, habla a la casa de Israel». 2 Abrí, pues, mi boca, y Él me dio a comer el rollo. 3 Entonces me dijo: «Hijo de hombre, alimenta tu estómago y llena tu cuerpo de este rollo que te doy». Y lo comí, y fue en mi boca dulce como la miel.4 Me dijo además: «Hijo de hombre, ve a la casa de Israel y háblales con Mis palabras. 5 Porque no eres enviado a un pueblo de habla incomprensible y lengua difícil, sino a la casa de Israel. 6 Tampoco te envío a pueblos numerosos de habla incomprensible y lengua difícil cuyas palabras no puedas entender. Aunque si te enviara a ellos, ellos te escucharían. 7 Pero la casa de Israel no querrá escucharte, ya que no quieren escucharme a Mí. Ciertamente toda la casa de Israel es terca y de duro corazón. 8 Por eso he hecho tu rostro tan duro como sus rostros, y tu frente tan dura como sus frentes. 9 Como esmeril, más duro que el pedernal, he hecho tu frente. No les temas ni te atemorices ante ellos, porque son casa rebelde». 10 Además me dijo: «Hijo de hombre, recibe en tu corazón todas Mis palabras que Yo te hablo, y escúchalas atentamente. 11 Y ve a los desterrados, a los hijos de tu pueblo; háblales y diles, escuchen o dejen de escuchar: “Así dice el Señor Dios”». 12 Entonces el Espíritu me levantó, y oí detrás de mí un gran ruido atronador: «Bendita sea la gloria del Señor desde Su lugar». 13 Oí el ruido de las alas de los seres vivientes que se tocaban una a la otra, y el ruido de las ruedas junto a ellos, un gran ruido atronador. 14 El Espíritu me levantó y me tomó; yo iba con amargura en la indignación de mi espíritu, y la mano del Señor era fuerte sobre mí. 15 Entonces vine a los desterrados de Tel Abib que habitaban junto al río Quebar, y allí donde ellos vivían, estuve sentado siete días, atónito, en medio de ellos.16 Después de los siete días vino a mí la palabra del Señor: 17 «Hijo de hombre, te he puesto por centinela de la casa de Israel. Cuando oigas la palabra de Mi boca, adviérteles de Mi parte. 18 Cuando Yo diga al impío: “Ciertamente morirás”, si no le adviertes, si no hablas para advertir al impío de su mal camino a fin de que viva, ese impío morirá por su iniquidad, pero Yo demandaré su sangre de tu mano. 19 Pero si tú has advertido al impío, y este no se aparta de su impiedad ni de su camino impío, él morirá por su iniquidad, pero tú habrás salvado tu vida. 20 Y cuando un justo se desvíe de su justicia y cometa iniquidad, Yo pondré un obstáculo delante de él, y morirá; porque tú no le advertiste, él morirá por su pecado, y las obras de justicia que había hecho no serán recordadas, pero Yo demandaré su sangre de tu mano. 21 Sin embargo, si tú has advertido al justo de que el justo no debe pecar, y él no peca, ciertamente vivirá porque aceptó la advertencia, y tú habrás salvado tu vida».22 La mano del Señor vino allí sobre mí, y Él me dijo: «Levántate, ve a la llanura, y allí te hablaré». 23 Así que me levanté y salí a la llanura; y la gloria del Señor estaba parada allí, como la gloria que yo había visto junto al río Quebar, y caí rostro en tierra. 24 Entonces el Espíritu entró en mí, me hizo ponerme en pie y habló conmigo, y me dijo: «Ve, enciérrate en tu casa. 25 Y tú, hijo de hombre, mira, te echarán cuerdas y con ellas te atarán para que no salgas en medio de ellos. 26 Haré que tu lengua se te pegue al paladar y enmudecerás, y no serás para ellos el hombre que reprenda, porque son una casa rebelde. 27 Pero cuando Yo te hable, te abriré la boca, y les dirás: “Así dice el Señor Dios”. El que oye, que oiga; el que rehúse oír, que rehúse; porque son una casa rebelde. Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |
Salmos 39 |
Vanidad de la vida Para el director del coro, para Jedutún. Salmo de David. |
39 Yo dije: «Guardaré mis caminos Para no pecar con mi lengua; Guardaré mi boca como con mordaza Mientras el impío esté en mi presencia». 2 Enmudecí y callé; Guardé silencio aun acerca de lo bueno, Y se agravó mi dolor. 3 Ardía mi corazón dentro de mí; Mientras meditaba, se encendió el fuego; Entonces dije con mi lengua: 4 «Señor, hazme saber mi fin, Y cuál es la medida de mis días, Para que yo sepa cuán efímero soy. 5 Tú has hecho mis días muy breves, Y mi existencia es como nada delante de Ti; Ciertamente todo hombre, aun en la plenitud de su vigor, es solo un soplo. (Selah) 6 Sí, como una sombra anda el hombre; Ciertamente en vano se afana; Acumula riquezas, y no sabe quién las recogerá. 7 »Y ahora, Señor, ¿qué espero? En Ti está mi esperanza. 8 Líbrame de todas mis transgresiones; No me hagas la burla de los necios. 9 Mudo me he quedado, no abro la boca, Porque Tú eres el que ha obrado. 10 Quita de mí Tu plaga; Por la dureza de Tu mano estoy pereciendo. 11 Con castigos reprendes al hombre por su iniquidad; Como la polilla, consumes lo que es más precioso para él. Ciertamente, todo hombre es solo un soplo. (Selah) 12 »Escucha mi oración, oh Señor, y presta oído a mi clamor; No guardes silencio ante mis lágrimas; Porque extranjero soy junto a Ti, Peregrino, como todos mis padres. 13 Aparta de mí Tu mirada, para poder alegrarme Antes de que me vaya de aquí y ya no exista». Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com |