CrecimientoVida Cristiana
¿Crecimiento? Obra de Dios
Lo determinante en la búsqueda del crecimiento eclesial
Hace unos años, pastoreando una congregación en la Ciudad de Rio Grande (la Iglesia Rio en la frontera de Texas/ México), decidimos enfocarnos en el crecimiento de miembros adultos. Los líderes de la congregación y yo desarrollamos un gran plan que incluyó invitaciones en el periódico local, caminatas en la comunidad alrededor de la iglesia en fines de semana para platicar con la gente, y coordinación con grupos en la iglesia para recibir visitantes. Hicimos todo lo que pudimos y por tres meses… nada.
De repente, llegó una familia con dos jóvenes. Dos semanas después, llegó otra familia con cuatro jóvenes. En cinco meses, había un grupo de 12 jóvenes reuniendo cada semana y formaron un grupo de alabanza que nos lideró en servicios.
Interesantemente, ninguna de estas familias vio las invitaciones en los periódicos ni vivía en la comunidad alrededor de la iglesia. En sus propias palabras, “Bueno, pensábamos que sería bueno tener a nuestros jóvenes involucrados en una comunidad de fe.”
En el año siguiente, la asistencia y participación en nuestros servicios dominicales básicamente se doblaron, las finanzas se estabilizaron y maduramos en la fe.
Si vamos a entender verdaderamente el crecimiento eclesial, tenemos que indagar unas preguntas para ayudarnos: ¿Qué significa “crecer”? y ¿Qué es esta iglesia que queremos crecer?
¿Qué significa “crecer”?
Muchas veces cuando hablamos del crecimiento eclesial, hablamos de números… cantidades… personas presentes. Sin embargo, debemos reconocer que el crecimiento de una congregación puede referirse no solamente a la cantidad de personas involucradas, sino también a asuntos de discipulado y madurez cristiana, obras y ministerios, bautizos, misiones, la práctica del dar, y más.
• Cuando llegué a la Iglesia Coosa en Georgia (Estados Unidos), había casi 115 personas congregándose y tres años después vimos casi 300 personas cada semana en dos servicios dominicales. Crecimos. En la Iglesia Rio (Texas), brincamos en un año de 45 personas en servicio hasta casi 100 congregantes. Crecimos.
• En la Iglesia Rio, empezamos 2018 con cero grupos de discipulado en casas. Al final, había tres grupos… con más de 20 personas. Crecimos.
• Marco llegó a la Iglesia Rio con tres jóvenes y dos niños, pero sin conocimiento de la Biblia, sin formación espiritual. Casi un año después, él me sorprendió en un grupo de discipulado no solamente por su conocimiento de las Escrituras sino también por su madurez para discutir temas a veces divisivos. Crecía.
• Después de mucha oración y muchas conversaciones, la Iglesia Coosa decidió convertirse en una “congregación de diezmo” —determinamos dar 10% de nuestro presupuesto anual a misiones. Crecimos.
En nuestras congregaciones el crecimiento viene en maneras y formas diferentes, pero realmente no tenemos la última palabra sobre el crecimiento. En verdad, no tenemos ni la primera palabra.
¿Qué es esta “iglesia” que queremos ver crecer?
En la Iglesia reconocemos el día de Pentecostés como el nacimiento de la Iglesia. Pero Jesús habla de su Iglesia antes en el evangelio de Mateo. ¿Recuerdan la historia cuando Jesús preguntó a sus discípulos acerca de su identidad?
“—Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente —afirmó Simón Pedro. —Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás —le dijo Jesús—, porque eso no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en el cielo. 18Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:13-18).
La palabra más importante, más significativa en este pasaje es edificaré. ¿Quién va a convertir esta idea —la iglesia— en realidad? ¿A quién pertenece la iglesia? La respuesta es siempre, Jesús. La Iglesia y cada congregación local existe por y para Jesús. A pesar de los egos de algunos pastores y líderes, cada expresión sana de la Iglesia es generada por Jesús porque Jesús nos dijo que él iba a edificarla. Sin embargo, tenemos una parte real e importante en el crecimiento de una congregación.
Escribiendo a la congregación en Corinto sobre asuntos de división y lealtad, Pablo dice:
“Yo sembré, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. Así que no cuenta ni el que siembra ni el que riega, sino solo Dios, quien es el que hace crecer. El que siembra y el que riega están al mismo nivel, aunque cada uno será recompensado según su propio trabajo. En efecto, nosotros somos colaboradores al servicio de Dios; y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios” (1 Corintios 3:4-9).
Sí, es cierto que “somos colaboradores al servicio de Dios” (v. 9). Sin embargo, tenemos que reconocer que el crecimiento (en cualquier forma) es obra de Dios —“… solo Dios, quien es el que hace crecer” (v. 7). También, Pablo nos recuerda que la gente y no el santuario es la iglesia —“… ustedes… son el edificio de Dios” (v. 9b).
¡Adelante!
Con estas ideas como fundamento de nuestro análisis del crecimiento eclesial —el crecimiento ocurre en diferentes aspectos y es obra de Dios — podemos seguir adelante como colaboradores en el gran proyecto de edificar la Iglesia de Jesucristo. ¡Qué aventura nos espera!
Por Jon Herrin jonherrinwriter@gmail.com
El Rvdo. Dr. Jon A Herrin es teólogo, escritor y pastor. Después de servir por siete años en Venezuela y México, él y su esposa, Jeanne, viven ahora en los Estados Unidos en la frontera de Texas con México donde Jon sirve como pastor y profesor de ministerio cristiano. Él es autor del libro recién publicado, Making Sense of It All: Reflections on the Ancient Narratives of Genesis (Descubriendo el sentido de todo: Reflexiones sobre las antiguas narrativas de Génesis). Él y su esposa tienen tres hijos grandes y un nieto. Sus intereses incluyen la teología, el senderismo y el café expreso.