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Lectura de Hoy

05-09-2024

DEVOCIONAL

Devocional: 1 Corintios 10

1 Corintios 10 incluye varios pasajes dignos de una meditación prolongada. Pero hoy reflexionaremos sobre un pasaje que, superficialmente hablando, es uno de los más fáciles.

Pablo dice a los corintios que las cosas que la Escritura señala que les sucedieron a “nuestros antepasados” (10:1) ocurrieron “para servirnos de ejemplo, a fin de que no nos apasionemos por lo malo, como lo hicieron ellos” (10:6). Después de dar varios ejemplos, el apóstol vuelve a decir: “Todo eso les sucedió para servir de ejemplo, y quedó escrito para advertencia nuestra, pues a nosotros nos ha llegado el fin de los tiempos” (10:11).

(1) Es importante observar la diversidad de propósitos que tienen las Escrituras. En otra parte, por ejemplo, aprendemos que el Antiguo Testamento (o algunas partes del mismo) fue dado: para mostrar el pecado como la atrocidad que es, nada menos que transgresión; para preparar el camino de Cristo, no sólo mediante palabras proféticas, sino con modelos, patrones y “tipos” que anticiparan cómo sería el Cristo; para anunciar el tiempo en el que Dios actuaría definitivamente a favor de su pueblo; para advertir en contra del pecado y el juicio; y por muchas otras razones. Pero aquí la Biblia nos presenta ejemplos para evitar que persigamos cosas malvadas. Esto significa que, si bien los relatos del Antiguo Testamento nos ofrecen indudablemente más que “meras” lecciones morales, tampoco es menos que esto. A la vez que buscamos los complejos niveles de conexión interna en el canon, no podemos ignorar la instrucción moral que yace en la superficie misma del texto.

(2) Los pecados flagrantes que Pablo expone como ejemplo—idolatría, inmoralidad sexual, “poner en prueba” a Dios (es decir, dudar de su bondad o capacidad, como en Ex. 17:2) y murmuración (10:7-10) —no nos son ajenos a los creyentes contemporáneos.

(3) Según Pablo, la intención de Dios era que, al figurar este material en la Escritura, nosotros nos beneficiáramos; “nosotros” se refiere a aquellos a quienes “nos ha llegado el fin de los tiempos” (10:11). Sin duda, esto no se debe tomar como una declaración exhaustiva de la intención de Dios, pero ciertamente es fundamental. Por tanto, desde la perspectiva de Dios, los libros del Antiguo Testamento no eran sólo para su audiencia original. Son también para “nosotros” que vivimos en este momento formidable de la historia en el que estamos experimentando la primera etapa del cumplimiento de promesas eternas.

(4) La implicación de esto es que resulta mucho más chocante si nosotros, que hemos recibido tanta instrucción y advertencias desde la antigüedad, ignoramos el arsenal de beneficios que nos pertenece. En nuestra ceguera, a veces nos asombramos de que los personajes o grupos del Antiguo Testamento abandonaran tan rápidamente la herencia santa y el pacto que habían recibido. ¡Cuánto peor si lo hacemos nosotros!.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Ezequiel 8
Ezequiel 8—11 constituye una larga visión.

El primer versículo de Ezequiel 8 indica que esta se produce exactamente catorce meses después de la primera visión del profeta y, por tanto, después de los trescientos noventa días en que estuvo acostado sobre su lado izquierdo censurando a las tribus del norte que ya estaban en el cautiverio, y durante los cuarenta en que lo hizo sobre el lado derecho, denunciando los pecados de Judá y Benjamín. En ese momento, ya había presentado sus credenciales como profeta, por lo que los ancianos de la comunidad en el exilio van a consultarle (8:1). Probablemente, les preocupan estas acciones cargadas de simbolismo y preguntan qué acontecerá a Jerusalén, si podrán volver a casa y cuándo.

Ezequiel no responde rápidamente. Espera y Dios le da otra visión, cuyo contenido transmite finalmente a los exiliados (11:25). En ella, ve algo de Dios en aspectos que recuerdan la del capítulo 1. Dentro de este mundo visionario, el Espíritu lleva al profeta a Jerusalén, cerca de la puerta norte. Allí, le muestra varios ejemplos horribles de idolatría y sincretismo.

Primero, ve al ídolo que provoca los celos de Dios (8:3-6). La puerta del norte era la utilizada por el rey y su séquito para ir al templo. El monarca, cuya responsabilidad es dirigir al pueblo con fidelidad al pacto, es el líder de la transigencia y el sincretismo, y Dios está celoso con razón, acorde con las condiciones de su pacto (véase Éxodo 20:1-17). Segundo, el profeta ve a setenta ancianos adorando a criaturas inmundas según el pacto mosaico, animales que no se podían comer ni tocar (8:7-13). Tercero, ve mujeres profundamente comprometidas con Tamuz (8:14-15). La adoración a este dios era un culto de fertilidad, que atribuía las cosechas abundantes a un dios que moría y volvía a levantarse. Algunos de sus rituales eran terriblemente promiscuos.

Finalmente, Ezequiel ve sacerdotes (ya que únicamente ellos podían estar entre el pórtico y el altar) dando la espalda al templo y adorando al sol, no solo amando a lo creado por encima del Creador (Romanos 1:25), sino violando el pacto (Deuteronomio 4:19), influenciados quizás por el dios sol egipcio Ra.

Las formas modernas de idolatría son diferentes, por supuesto. Seguramente, no hemos llorado por Tamuz. Sin embargo, ¿busca nuestro corazón cosas que ponen celoso a Dios? ¿Amamos algo sucio y prohibido? ¿Atribuimos el éxito a cualquier cosa excepto a Dios? Puede que no caigamos en los rituales de fertilidad, pero ¿no convierte nuestra propia cultura al sexo en un dios?
La adoración corrupta sustituye y relativiza invariablemente a Dios y acaba nublando la visión moral (8:17)

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
1 Samuel 29–30
Los filisteos desconfían de David
29 Los filisteos reunieron todos sus ejércitos en Afec, mientras los israelitas acamparon junto a la fuente que está en Jezreel. Y los príncipes de los filisteos iban avanzando por cientos y por miles, y David y sus hombres marchaban en la retaguardia con Aquis. Entonces los jefes de los filisteos dijeron: «¿Qué hacen aquí estos hebreos?». Y Aquis dijo a los jefes de los filisteos: «¿No ven que este es David, el siervo de Saúl, rey de Israel, que ha estado conmigo estos días, o más bien estos años, y no he hallado falta en él desde el día en que se pasó a mí hasta hoy?». 

Pero los jefes de los filisteos se enojaron contra él, y le dijeron: «Haz que ese hombre se vaya, y regrese al lugar que le asignaste, y no le permitas que descienda a la batalla con nosotros, no sea que en la batalla se convierta en nuestro adversario. Pues, ¿con qué podría hacerse él aceptable a su señor? ¿No sería con las cabezas de estos hombres? ¿No es este David, de quien cantaban en las danzas, diciendo:

“Saúl mató a sus miles, Y David a sus diez miles”?».

Aquis llamó a David y le dijo: «Vive el SEÑOR que tú has sido recto; tu salir y tu entrar en el ejército conmigo son agradables a mis ojos, pues no he hallado mal en ti desde el día en que te pasaste a mí hasta hoy. Sin embargo, no eres agradable a los ojos de los príncipes. Ahora pues, vuelve y vete en paz, para que no desagrades a los príncipes de los filisteos». Y David dijo a Aquis: «Pero ¿qué he hecho? ¿Y qué ha hallado en su siervo desde el día en que estuve delante de usted hasta hoy, para que yo no vaya y pelee contra los enemigos de mi señor el rey?». Aquis respondió a David: «Yo sé que eres grato a mis ojos como un ángel de Dios; sin embargo, los comandantes de los filisteos han dicho: “Él no debe subir con nosotros a la batalla”. 

10 Por tanto, levántate muy de mañana con los siervos de tu señor que han venido contigo, y luego que se hayan levantado temprano y haya claridad, partan de aquí». 11 David, pues, se levantó temprano, él y sus hombres, para salir por la mañana y regresar a la tierra de los filisteos. Y los filisteos subieron a Jezreel.

David contra los amalecitas

30 Al tercer día, cuando David y sus hombres llegaron a Siclag, los amalecitas habían hecho una incursión en el Neguev y contra Siclag, y habían asolado a Siclag y la habían incendiado, 2 y se habían llevado cautivas a las mujeres y a todos los que estaban en ella, grandes y pequeños, sin dar muerte a nadie. Se los llevaron y siguieron su camino.3 Cuando David y sus hombres llegaron a la ciudad, vieron que había sido quemada; y que sus mujeres, sus hijos y sus hijas habían sido llevados cautivos. 

4 Entonces David y la gente que estaba con él alzaron su voz y lloraron, hasta que no les quedaron fuerzas para llorar. 5 Las dos mujeres de David, Ahinoam la jezreelita y Abigail, la viuda de Nabal, el de Carmel, habían sido llevadas cautivas. 6 Y David estaba muy angustiado porque la gente hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba amargado, cada uno a causa de sus hijos y de sus hijas. Pero David se fortaleció en el SEÑOR su Dios.7 Entonces dijo David al sacerdote Abiatar, hijo de Ahimelec: «Te ruego que me traigas el efod». Y Abiatar llevó el efod a David. 

8 Y David consultó al SEÑOR: «¿Perseguiré a esta banda? ¿Podré alcanzarlos?». Y Él le respondió: «Persíguelos, porque de cierto los alcanzarás y sin duda los rescatarás a todos». 9 Partió, pues, David, él y los 600 hombres que estaban con él, y llegaron hasta el torrente Besor, donde algunos se quedaron rezagados. 10 Pero David siguió adelante, él y 400 hombres, porque 200, que estaban demasiado fatigados para cruzar el torrente Besor, se quedaron atrás.11 Y hallaron en el campo a un egipcio y se lo llevaron a David; le dieron pan y comió, y le dieron a beber agua. 

12 También le dieron un pedazo de torta de higos y dos racimos de uvas pasas y comió, y su espíritu se reanimó; porque no había comido pan ni bebido agua en tres días y tres noches. 13 Y David le dijo: «¿De quién eres tú, y de dónde eres?». Y él dijo: «Soy un joven de Egipto, siervo de un amalecita; mi amo me dejó atrás cuando me enfermé hace tres días. 14 Hicimos una incursión contra el Neguev de los cereteos, contra el de Judá y contra el Neguev de Caleb, y pusimos fuego a Siclag». 15 Entonces David le dijo: «¿Me llevarás a esa banda?». Y él respondió: «Júreme por Dios que no me matará ni me entregará en manos de mi amo, y lo llevaré a esa banda».

16 Cuando lo llevó, vieron que los amalecitas estaban desparramados sobre toda aquella tierra, comiendo, bebiendo y bailando por el gran botín que habían tomado de la tierra de los filisteos y de la tierra de Judá. 17 Y David los hirió desde el anochecer hasta el atardecer del día siguiente. Ninguno de ellos escapó, excepto 400 jóvenes que montaron en camellos y huyeron. 18 David recuperó todo lo que los amalecitas habían tomado, también rescató a sus dos mujeres. 19 Nada de lo que era de ellos les faltó, pequeño o grande, hijos o hijas, botín o cualquier cosa que habían tomado para sí; David lo recuperó todo. 

20 David tomó también todas las ovejas y el ganado de los amalecitas, llevándolos delante de los otros ganados, y decían: «Este es el botín de David».21 Cuando David llegó a donde estaban los 200 hombres que, demasiado fatigados para seguir a David, se habían quedado en el torrente Besor, estos salieron al encuentro de David y del pueblo que estaba con él, y David se acercó al pueblo y los saludó. 22 Entonces todos los hombres malvados e indignos de entre los que habían ido con David respondieron, y dijeron: «Porque no fueron con nosotros, no les daremos nada del botín que hemos recuperado, sino a cada hombre su mujer y sus hijos, para que se los lleven y se vayan». 23 Pero David dijo: «No deben hacer eso, hermanos míos, con lo que nos ha dado el SEÑOR, quien nos ha guardado y ha entregado en nuestra mano la banda que vino contra nosotros. 

24 ¿Y quién los escuchará a ustedes sobre este asunto? Porque conforme a la parte del que desciende a la batalla, así será la parte de los que se quedan cuidando el equipaje; ellos recibirán lo mismo». 25 Y así ha sido desde aquel día en adelante, en que David lo estableció como estatuto y ordenanza para Israel hasta el día de hoy.26 Cuando llegó David a Siclag, mandó parte del botín a los ancianos de Judá, sus amigos, diciendo: «Aquí está un presente para ustedes del botín de los enemigos del SEÑOR». 27 Y lo envió a los de Betel, a los de Ramot del Neguev, a los de Jatir, 

28 a los de Aroer, a los de Sifmot, a los de Estemoa, 29 a los de Racal, a los de las ciudades de Jerameel, a los de las ciudades del quenita, 30 a los de Horma, a los de Corasán, a los de Atac, 31 a los de Hebrón y a todos los lugares por donde David y sus hombres habían andado.

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1 Corintios 10
LIBRO QUINTO
Ejemplos de la historia de Israel
10 Porque no quiero que ignoren, hermanos, que todos nuestros padres estuvieron bajo la nube y todos pasaron por el mar. En Moisés todos fueron bautizados en la nube y en el mar. Todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían de una roca espiritual que los seguía. La roca era Cristo. Sin embargo, Dios no se agradó de la mayor parte de ellos, y por eso quedaron tendidos en el desierto.

Estas cosas sucedieron como ejemplo para nosotros, a fin de que no codiciemos lo malo, como ellos lo codiciaron. No sean, pues, idólatras, como fueron algunos de ellos, según está escrito: «EL PUEBLO SE SENTÓ A COMER Y A BEBER, Y SE LEVANTÓ A JUGAR». Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y en un día cayeron veintitrés mil. Ni provoquemos al Señor, como algunos de ellos lo provocaron, y fueron destruidos por las serpientes. 10 Ni murmuren, como algunos de ellos murmuraron, y fueron destruidos por el destructor.

11 Estas cosas les sucedieron como ejemplo, y fueron escritas como enseñanza para nosotros, para quienes ha llegado el fin de los siglos. 12 Por tanto, el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga. 13 No les ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres. Fiel es Dios, que no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que pueden soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que puedan resistirla.

14 Por tanto, amados míos, huyan de la idolatría. 15 Les hablo como a sabios; juzguen ustedes lo que digo. 16 La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la participación en la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la participación en el cuerpo de Cristo? 17 Puesto que el pan es uno, nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo; porque todos participamos de aquel mismo pan. 18 Consideren al pueblo de Israel: los que comen los sacrificios, ¿no participan del altar?

19 ¿Qué quiero decir, entonces? ¿Que lo sacrificado a los ídolos es algo, o que un ídolo es algo? 20 No, sino que digo que lo que los gentiles sacrifican, lo sacrifican a los demonios y no a Dios; no quiero que ustedes sean partícipes con los demonios. 21 Ustedes no pueden beber la copa del Señor y la copa de los demonios; no pueden participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios. 22 ¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos, acaso, más fuertes que Él?.

Libertad cristiana

23 Todo es lícito, pero no todo es de provecho. Todo es lícito, pero no todo edifica. 24 Nadie busque su propio bien, sino el de su prójimo. 25 Coman de todo lo que se vende en la carnicería sin preguntar nada por motivos de conciencia, 26 PORQUE DEL SEÑOR ES LA TIERRA Y TODO LO QUE EN ELLA HAY.

27 Si algún incrédulo los invita y quieren ir, coman de todo lo que se les ponga delante sin preguntar nada por motivos de conciencia. 28 Pero si alguien les dice: «Esto ha sido sacrificado a los ídolos», no lo coman, por causa del que se lo dijo, y por motivos de conciencia, PORQUE DEL SEÑOR ES LA TIERRA Y TODO LO QUE EN ELLA HAY. 29 Quiero decir, no la conciencia de ustedes, sino la del otro. Pues ¿por qué ha de ser juzgada mi libertad por la conciencia ajena? 30 Si participo con agradecimiento, ¿por qué he de ser censurado a causa de aquello por lo cual doy gracias?

31 Entonces, ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios. 32 No sean motivo de tropiezo ni a judíos, ni a griegos, ni a la iglesia de Dios; 33 así como también yo procuro agradar a todos en todo, no buscando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos.

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Ezequiel 8
Visión de las abominaciones en Jerusalén

8 Y sucedió en el año sexto, en el día cinco del mes sexto, que estando yo sentado en mi casa con los ancianos de Judá sentados ante mí, bajó allí sobre mí la mano del Señor DIOS. Entonces miré, y vi una figura con aspecto de hombre; desde Sus lomos para abajo tenía la apariencia de fuego, y desde Sus lomos para arriba tenía la apariencia de un resplandor, como el aspecto de un metal refulgente. Y extendió algo semejante a una mano y me tomó por un mechón de mi cabello; y el Espíritu me alzó entre la tierra y el cielo y me llevó a Jerusalén en visiones de Dios, a la entrada de la puerta que mira al norte del atrio interior, allí donde estaba la morada del ídolo de los celos que provoca los celos. 

La gloria del Dios de Israel estaba allí, como la visión que yo había visto en la llanura.
Y Dios me dijo: «Hijo de hombre, levanta ahora tus ojos hacia el norte». Y levanté mis ojos hacia el norte, y vi que al norte de la puerta del altar, a la entrada estaba el ídolo de los celos. Entonces Él me dijo: «Hijo de hombre, ¿ves lo que hacen estos, las grandes abominaciones que comete aquí la casa de Israel para que me aleje de Mi santuario? Pero aún verás mayores abominaciones».
Después me llevó a la entrada del atrio, y miré que había un agujero en el muro. 

Y me dijo: «Hijo de hombre, cava ahora en el muro». Cavé en el muro, y tenía una entrada. Entonces me dijo: «Entra y mira las perversas abominaciones que ellos están cometiendo aquí». 10 Entré, pues, y miré; y vi grabados en el muro, por todo alrededor, toda clase de reptiles y bestias y cosas abominables, y todos los ídolos de la casa de Israel. 11 Frente a ellos estaban de pie setenta hombres de los ancianos de la casa de Israel. También Jaazanías, hijo de Safán, estaba de pie entre ellos, cada uno con su incensario en la mano; y el aroma de la nube de incienso subía.

12 Entonces Dios me dijo: «Hijo de hombre, ¿has visto lo que hacen en la oscuridad los ancianos de la casa de Israel, cada uno en su cámara de imágenes grabadas? Porque ellos dicen: “El SEÑOR no nos ve; el SEÑOR ha abandonado la tierra”». 13 También me dijo: «Aún verás que cometen mayores abominaciones».

14 Entonces me llevó a la entrada de la puerta de la casa del SEÑOR que está al norte; y había allí mujeres sentadas llorando a Tamuz. 15 Y me dijo: «¿Has visto, hijo de hombre? Aún verás mayores abominaciones que estas».

16 Entonces me llevó al atrio interior de la casa del SEÑOR. Y a la entrada del templo del SEÑOR, entre el pórtico y el altar, había unos veinticinco hombres de espaldas al templo del SEÑOR y de cara al oriente, y se postraban hacia el oriente, hacia el sol. 17 Y Él me dijo: «¿Has visto, hijo de hombre? ¿Le parece poco a la casa de Judá cometer las abominaciones que aquí han cometido, que han llenado la tierra de violencia y me han provocado repetidas veces? Porque se llevan el ramo a la nariz. 18 Por tanto, ciertamente Yo obraré con furor. Mi ojo no tendrá piedad, ni Yo perdonaré; y aunque griten a Mis oídos con gran voz, no los escucharé».

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Salmos 46–47
Dios, nuestro amparo y fortaleza
Para el director del coro. 
Salmo de los hijos de Coré,
compuesto para Alamot. Cántico
LIBRO SEGUNDO
46 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
2 Por tanto, no temeremos aunque la tierra sufra cambios,
Y aunque los montes se deslicen al fondo de los mares;
3 Aunque bramen y se agiten sus aguas,
Aunque tiemblen los montes con creciente enojo. (Selah)

4 Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios,
Las moradas santas del Altísimo.
5 Dios está en medio de ella, no será sacudida;
Dios la ayudará al romper el alba.
6 Bramaron las naciones, se tambalearon los reinos;
Dio Él Su voz, y la tierra se derritió.
7 El SEÑOR de los ejércitos está con nosotros;
Nuestro baluarte es el Dios de Jacob. (Selah)

8 Vengan, contemplen las obras del SEÑOR,
Que ha hecho asolamientos en la tierra;
9 Que hace cesar las guerras hasta los confines de la tierra;
Quiebra el arco, parte la lanza,
Y quema los carros en el fuego.
10 Estén quietos, y sepan que Yo soy Dios;
Exaltado seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra.
11 El SEÑOR de los ejércitos está con nosotros;
Nuestro baluarte es el Dios de Jacob. (Selah)

Dios, el Rey de la tierraPara el director del coro.
Salmo de los hijos de Coré.

47 Batan palmas, pueblos todos;
Aclamen a Dios con voz de júbilo.
2 Porque el SEÑOR, el Altísimo, es digno de ser temido;
Rey grande es sobre toda la tierra.
3 Él somete pueblos debajo de nosotros,
Y naciones bajo nuestros pies.

4 Él nos escoge nuestra heredad,
La gloria de Jacob a quien Él ama. (Selah)5 Dios ha ascendido entre aclamaciones,
El SEÑOR, al son de trompeta.
6 Canten alabanzas a Dios, canten alabanzas;
Canten alabanzas a nuestro Rey, canten alabanzas.
7 Porque Dios es Rey de toda la tierra;
Canten alabanzas con armonioso salmo.

8 Dios reina sobre las naciones;
Sentado está Dios en Su santo trono.
9 Se han reunido los príncipes de los pueblos como el pueblo del
Dios de Abraham;
Porque de Dios son los escudos de la tierra;
Él es ensalzado en gran manera.

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