Ministerio
Cómo ser un anciano el domingo por la mañana
Los ancianos de la iglesia de Dios están llamados a pastorear Su rebaño (Hch 20:28; 1 P 5:1-3). Debemos conocer, apacentar, guiar y proteger a las ovejas de Cristo (Jn 10:11-18). Dado que los ancianos influyen enormemente en la salud de una iglesia, Dios nos pedirá cuentas (He 13:17; Tit 1:5).
Sin embargo, dirigir una comunidad cristiana saludable también es un gozo (He 13:17). Nos esforzamos por ser como Cristo imitando a nuestro buen Pastor (Jn 10:11-18; 1 Ti 4:15). De hecho, los ancianos fieles recibirán una corona de gloria de parte del mismísimo Pastor principal (1 P 5:4).
Dos maneras de pensar sobre el domingo por la mañana
Los ancianos siempre son responsables de la iglesia. Pero funcionamos de maneras específicas cuando la iglesia se reúne. Aquí hay dos maneras en que un anciano debe pensar los domingos.
1. Piensa como un padre (1 Ts 2:11-12; 1 Ti 3:4-5).
Imagina que asistes a un evento con un amigo, compañero de trabajo o cliente. ¿Cómo lo enfocas? Ahora imagina que vas con tus hijos, como padre. ¿En qué se diferencia tu enfoque?
Pensar como un padre los domingos debe llenar tu corazón, aclarar tu enfoque y hacerte más alerta mientras cuidas de la familia de Dios
Ver las cosas como un padre lo cambia todo. Los ancianos proveen liderazgo paternal, cuidado y protección para la familia de Dios. Pensar como un padre los domingos debe llenar tu corazón, aclarar tu enfoque y hacerte más alerta mientras cuidas de la familia de Dios.
2. Piensa como un anfitrión (1 Ti 3:2; Tit 1:7-8).
Cada domingo, los recién llegados están entre nosotros. No son clientes a los que impresionar o extraños a los que ignorar, sino huéspedes que debemos recibir. Como huéspedes de honor, deben recibir la misma hospitalidad generosa que nosotros hemos recibido de Dios.
Conversa con los visitantes, anticipa sus necesidades, muéstrales el lugar, siéntate con ellos, preséntales a otros e invítalos a almorzar. «Un obispo debe ser… hospitalario» (1 Ti 3:2). Si la hospitalidad bíblica abre nuestros hogares, ¿cuánto más nuestros corazones el domingo? Cuando los ancianos muestran calidez en nuestras reuniones, toda la familia de nuestra iglesia adquiere con el tiempo esa misma calidez.
10 cosas para hacer el domingo por la mañana
Cuando un anciano piensa como un padre y un anfitrión, se ilumina una maravillosa constelación de oportunidades. Se hace mucho bien cuando los ancianos aman a través de pequeños gestos.
1. Ora por la Iglesia (Fil 1:9-11).
Cada domingo es una celebración renovada de la victoria de Jesús sobre el pecado y la muerte. Cada domingo es un descanso necesario para los peregrinos cansados. Cada domingo trae una nueva porción de comida de la Palabra de Dios. Cada domingo es una oportunidad para reunirnos en torno a una mesa. Cada domingo puede traer compañerismo para los solitarios, sanidad para los heridos y fortaleza para la batalla. Y cada domingo es una nueva declaración a los principados y potestades de que Cristo es más sabio y está ganando (Ef 3:10).
El santuario es un lugar para modelar la búsqueda relacional, la preparación en oración, la adoración gozosa
Por eso, cada domingo, debemos orar para que el Espíritu de Dios se mueva poderosamente entre nosotros, cumpliendo la promesa de Cristo de edificar Su iglesia (Mt 16:18).
2. Ven temprano y quédate hasta tarde (Sal 84:10).
La reunión dominical es el momento central en el que toda la familia de la iglesia adora unida, una oportunidad para dar la bienvenida a los invitados, una ocasión para animar a nuestros voluntarios y una ventana para que los ancianos modelen un liderazgo amoroso. Llega temprano y quédate hasta tarde para aprovechar al máximo este tiempo sagrado en la presencia de Dios.
3. Inicia conversaciones personales (Ef 4:15-16; 1 Ts 5:11).
Conocer a las ovejas empieza con la interacción, y la interacción empieza con la conversación. No hace falta ser un extrovertido o un maestro de la charla. Simplemente haz preguntas personales, escucha bien y sé tú mismo en Cristo.
4. Muévete alrededor de la iglesia (He 10:24-25).
Todos tenemos nuestros hábitos de tráfico. Por eso, conviene cambiarlos. Ve a la zona infantil para hablar con los padres y los niños. Muévete por el santuario para saludar a los que ves poco. Pasa tiempo en el estacionamiento dando la bienvenida a las personas que llegan. Dirígete a la zona de los jóvenes y conecta con los estudiantes. Acércate a revisar el plan del servicio y ora con los músicos. Lo que ves depende de dónde estés, así que muévete y mira todo lo que Dios está haciendo.
5. Anima al personal y a los voluntarios (Ro 16:1-2).
En última instancia, el ministerio de la iglesia se sostiene gracias a quienes sirven activamente. Cada miembro desempeña un papel, pero siempre hay un grupo que se entrega constantemente. Búscalos y sé generoso con tu reconocimiento, aliento y apoyo.
6. Sé un observador alerta (Hch 20:28).
¿Quién está en contacto? ¿Quién parece nuevo, solo o perdido? ¿Alguien parece sospechoso? ¿Los dones y la personalidad de quién podrían encajar en un ministerio específico? ¿Qué dones podrían encajar mejor en otro lugar? ¿Qué fue alentador en el servicio y qué no lo fue? Sé un observador atento, y la reunión dominical cobrará vida con oportunidades.
7. Conecta a las personas unas con otras (Ec 4:9-10).
Con el tiempo, los ancianos se familiarizan con la iglesia. Aprendemos acerca de las necesidades, los recursos, las personalidades, las oportunidades, los ministerios y todas las tradiciones orales de una comunidad. Con este conocimiento, podemos ser útiles creadores de redes.
Como ancianos, debemos recordar que nuestras reuniones dominicales están llenas de oportunidades sagradas