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Duerme como un Rey: Por qué Jesús durmió antes de calmar la tempestad

No hay nada mejor que una buena noche de sueño. Cuando mi esposa y yo tuvimos a nuestro primer hijo, Judah, hace catorce años, valorábamos el sueño por encima de todo. Uno de nosotros dormía la siesta mientras el otro cuidaba del bebé. Nunca habíamos estado tan cansados en nuestras vidas.

En su relato sobre la calma de la tormenta, Marcos dice a sus lectores que Jesús estaba «durmiendo sobre una almohadilla» (Mr 4:38). ¿Por qué dice que Jesús dormía? ¿Estaba agotado por un duro día de trabajo?

De enseñar a dormir

Es fundamental comprender el contexto del sueño de Jesús durante el embate de la tormenta. Después de relatar varias parábolas sobre el reino de Dios (vv. 1-34), Jesús ordena a Sus discípulos pasar «al otro lado» del mar de Galilea (v. 35). También sabemos que la travesía tiene lugar «ese mismo día, caída ya la tarde» (v. 35). Es el mismo día en que Jesús enseñó las parábolas sobre el reino. Al alinear la travesía del mar con las parábolas sobre el reino, Marcos invita a sus lectores a relacionar la naturaleza del reino con lo que sucederá en el mar.

Jesús duerme mientras los enemigos de Dios le atacan, porque, como David, confía inquebrantablemente en la protección del Padre

 

Mientras la tormenta arrecia y las olas chocan contra la barca, encontramos una de las frases más extrañas de todo el Evangelio de Marcos: «Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre una almohadilla» (v. 38). El flujo de la narrativa es sorprendente, ya que esperamos que Jesús esté despierto en circunstancias tan terribles. Su comportamiento es también desconcertante porque este es el único pasaje en el que se le menciona durmiendo. Normalmente uno duerme porque está cansado y este pasaje no menciona nada de eso. ¿Por qué duerme Jesús? Consideremos el significado del mar y el valor simbólico del sueño.

El caos del mar

Los enemigos de Dios habitan en el mar, ya que el Antiguo Testamento está repleto de textos que describen el mar como la encarnación de la muerte, la rebelión y el caos (p. ej., Éx 14:16-31Ez 32:2Dn 7:2). Incluso llama la atención el uso que hace Marcos de la palabra «mar», ya que «lago» es una descripción más adecuada (p. ej., Lc 5:128:2223). ¿Podría ser que la tormenta en el «mar» de Galilea simbolizara el intento de una horda demoníaca de frustrar la difusión del evangelio? Yo creo que sí.

Aunque pueda parecer extraño considerar la tormenta como un ataque demoníaco, observa la respuesta de Jesús: «Jesús se levantó, reprendió [epetimēsen] al viento y dijo al mar: “¡Cálmate, sosiégate! [pephimōso]”». ¿Por qué reprender a una tormenta? Es como gritar a las malas hierbas del césped u ordenar a un rosal que produzca rosas más grandes. A lo largo de la narración de Marcos, la palabra «reprender» (epitimaō) aparece a menudo en el contexto de exorcismos (p. ej., 8:32-33; 9:25). El pasaje más relevante es 1:25, donde la combinación de «reprender» y «silencio» o «quédate quieto» aparecen juntas: «Jesús lo reprendió [epetimēsen], diciendo: “¡Cállate [phimōthēti], y sal de él!”». Inmediatamente después de calmar la tempestad, Jesús desembarca en la «tierra de los gadarenos», donde exorciza a una multitud de demonios y los arroja al mar (5:1-13).

Descansar en la soberanía de Dios

Si hubo un ataque demoníaco contra Jesús y los discípulos durante la tormenta, esto encaja con el hecho de que Jesús durmiera en la barca. Consideremos, por ejemplo, dos pasajes de los Salmos que describen al rey David durmiendo en medio de la agitación:

Yo me acosté y me dormí;
Desperté, pues el SEÑOR me sostiene.
No temeré a los diez millares de enemigos
Que se han puesto en derredor contra mí (3:5-6).

En paz me acostaré y así también dormiré,
Porque solo Tú, SEÑOR, me haces vivir seguro (4:8).

Estos pasajes revelan que David dormía profundamente a pesar de que sus enemigos hacían lo peor. Dormir demuestra una confianza total en la mano soberana de Dios.

Juntemos las piezas: Jesús duerme mientras los enemigos de Dios le atacan, porque, como David, confía inquebrantablemente en la protección del Padre. Sabe que nada puede entorpecer Su misión de morir en la cruz y resucitar de entre los muertos.

Aquí también aprendemos algo sobre la naturaleza del reino eterno de Dios. El reino ha irrumpido en la historia, pero no en su plenitud. Más temprano ese mismo día, Jesús explicó que la venida del reino es como una semilla de mostaza que con el tiempo crece hasta convertirse en un árbol imponente (Mr 4:31-32). Cuando Jesús y Sus discípulos se adentran en territorio gentil para proclamar el evangelio y hacer avanzar este reino de lento crecimiento, los demonios intentan frustrar su avance. Pero al igual que Jesús venció con éxito a Satanás en el desierto de Judea (Mr 1:12-13), aquí vence a los demonios en el mar de Galilea.

Lee en contexto

¿Qué aprendemos de este notable acontecimiento de la vida de Jesús? Aprendemos que Jesús es plenamente humano, y como humano, durmió profundamente durante un ataque, demostrando una perfecta confianza en Su Padre. Este es el sueño más profundo que alguien haya disfrutado jamás. Pero Jesús no es un ser humano cualquiera; durmió como el rey David. Incluso podríamos argumentar que Jesús durmió mejor que el rey David porque posee una confianza perfecta en Dios, en contraste con la fe imperfecta de David (ver Sal 51:1-19).

Cada mañana, debemos recordar la fidelidad de Dios en el evangelio. Cristo vivió, murió, resucitó y ascendió al trono celestial por nosotros

 

La vida cristiana se caracteriza por la confianza en Dios y en Sus promesas. En el momento de nuestra conversión, confiamos en la promesa de Dios de librarnos de nuestro pecado gracias a la obra de Cristo. Pero ¿no seguimos confiando en esas mismas promesas a lo largo de nuestra vida? Cada mañana, debemos recordar la fidelidad de Dios en el evangelio. Cristo vivió, murió, resucitó y ascendió al trono celestial por nosotros.

Este relato también nos enseña a leer cada pasaje de acuerdo con el anterior y el siguiente. El pasaje anterior hacía referencia a la naturaleza del reino (Mr 4:1-34) y el siguiente describe a Jesús restaurando al endemoniado gadareno (Mr 5:1-20). La venida del reino eterno de Dios confronta al reino de Satanás.

Podemos obtener tal entendimiento al seguir la pista de lo que precede y lo que sigue en una narrativa. Un punto de partida útil es utilizar los bosquejos bíblicos o el bosquejo de cada libro en los comentarios bíblicos de The Gospel Coalition para trazar el flujo de la narración. Cuando dejamos que las Escrituras interpreten a las Escrituras, percibimos una riqueza en Cristo y en Su obra que inevitablemente se traduce en alabanza y adoración.


Publicado originalmente en The Gospel CoalitionTraducido por Eduardo Fergusson.


Benjamin L. Gladd 
(PhD, Wheaton) es profesor asociado de Nuevo Testamento en el Seminario Teológico Reformado y autor, junto con G. K. Beale, de The Story Retold: A Biblical-Theological Introduction to the New Testament.

Acerca del Autor

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