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Lectura de Hoy
19-09-2024
DEVOCIONAL
Devocional: 2 Corintios 8
La exhortación más larga a dar dinero en el Nuevo Testamento se encuentra en 2 Corintios 8-9. Hoy reflexionaré sobre algunos de los énfasis de 2 Corintios 8.
(1) Pablo anima a los corintios a dar refiriéndose a la generosidad de los macedonios, que vivían en la provincia al norte y a quienes los habitantes de Acaya, incluso los corintios, veían como una raza inferior. Mostrar la evidencia de la gracia de Dios en la vida de ciertos hermanos en Cristo se puede convertir en un incentivo para que los demás se conformen más a él.
(2) Pablo enfatiza que los macedonios no sólo fueron generosos en el contexto de su propia “gran prueba de tribulación” (8:1-3), sino que daban en función del hecho de que “se entregaron a sí mismos, primeramente al Señor y después a nosotros, conforme a la voluntad de Dios” (8:5). El apóstol no valora de esa manera la ofrenda que se da para sustituir la entrega de uno mismo primeramente al Señor Jesús y, por ello, a sus líderes-siervos.
(3) Hay un énfasis considerable sobre la perseverancia y la consistencia en este tema de las ofrendas. Aparentemente, el año anterior los corintios habían prometido dar cierta cantidad. Ahora, Pablo envía a Tito para animarles a completar lo que tan bien comenzaron. De manera que hoy aprendemos: dar de manera regular, planificada y generosa es mejor que esa gran ofrenda puntual tras un llamado emocional, en parte porque aquello es un mejor indicador de un corazón consistentemente dedicado a Cristo y a su obra.
(4) Pablo juzga que la generosidad cristiana es una de las cosas en las cuales todos los cristianos deberían ser excelentes, junto con virtudes tales como la pureza en el hablar, el conocimiento, la honestidad absoluta y el amor por líderes piadosos (8:7).
(5) Pablo no quiere que la generosidad cristiana sea el resultado de un nuevo mandamiento legal: “No es que os esté dando órdenes”, escribe (8:8). El mayor incentivo posible para ser generoso, negándose a uno mismo, se encuentra en el mismo Señor Jesucristo, quien “por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (8:9). Para Pablo, es inconcebible que alguien que realmente se deleite en conocer a este Cristo pueda ser tacaño.
(6) Pablo quiere que los corintios sepan, que a pesar de que este dinero ayudará a otros creyentes (8:13-14, probablemente los creyentes pobres de Judea), no es para hacerlos tan ricos como Creso, sino para aliviar su pobreza.
(7) Pablo se esfuerza extraordinariamente, incluso mediante su selección de los emisarios que envía para transportar el dinero, no sólo por hacer lo correcto en estos asuntos económicos, sino por evitar la mera apariencia de conducta incorrecta (8:16-24).
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Ezequiel 22
Mi llamamiento al ministerio tuvo relación con Ezequiel 22:30-31: “Yo he buscado entre ellos a alguien que se interponga entre mi pueblo y yo, y dé la cara por él para que yo no lo destruya. ¡Y no lo he hallado! Por eso derramaré mi ira sobre ellos; los consumiré con el fuego de mi ira, y haré recaer sobre ellos todo el mal que han hecho. Lo afirma el Señor omnipotente”.
Deberíamos reflexionar primero sobre este pasaje en su propio contexto histórico y textual. Ezequiel 22 condena los pecados de Jerusalén, esta “ciudad caótica y de mala fama” (22:5). En particular, se centra en los pecados de los líderes, reyes, príncipes, sacerdotes y profetas, mostrando las formas en que sus actos han llevado la ruina sobre todo el pueblo. En cualquier cultura decadente, gran parte del declive viene provocado por líderes y demagogos que buscan su propio interés y son incluso avariciosos, corruptos y quizás viciosos, personas más interesadas en conservar el poder que en servir, que dedican más atención al “efecto” que darán a sus contestaciones públicas que a la veracidad de las mismas. Muy pronto, el tejido de la sociedad se deshilacha. Se tolera la corrupción, que se convierte después en algo habitual. El escepticismo está al orden del día. Más y más personas hacen más y más cosas para salirse con la suya. La integridad es tan rara que se convierte en noticia.
Eso es lo que ocurrió en el antiguo reino de David. Cuando Dios dice que buscó un hombre que se interpusiese entre su pueblo y él por el bien de la tierra, de forma que no tuviese que destruirla (22:30), está empleando en parte las imágenes ya expuestas en el capítulo 13 con respecto a los falsos profetas (véase la meditación del 10 de septiembre). No obstante, también está buscando un mediador, un líder como Moisés que intercediese por el pueblo cuando este pecase (Éxodo 32—33), llamado y preparado para establecer la justicia y el juicio. No encontró ninguno en el Israel del siglo VI a.C. Por supuesto, Dios tenía a Jeremías en Jerusalén y a Ezequiel entre los exiliados. Sin embargo, estos hombres debían declarar la palabra de Dios en tiempos decadentes. Sus tareas no eran la de reconstruir el muro, la de interponerse, ni la de evitar la ira del Señor.
Superficialmente, podríamos decir que Nehemías reconstruyó el muro, y que Esdras restableció la justicia, pero sólo un Mediador podría interponerse entre Dios y su pueblo.
¿Y mi llamamiento, más de treinta y seis años después? Fue complejo. No comprendía este pasaje muy bien, pero el Espíritu de Dios hizo que me impactase con fuerza, y solo sabía que quería estar entre él y su pueblo.
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
2 Samuel 15
Conspiración de Absalón
15 Aconteció después de esto que Absalón consiguió un carro y caballos, y cincuenta hombres que corrieran delante de él. 2 Absalón se levantaba temprano y se situaba junto al camino de la puerta; y sucedía que todo aquel que tenía un pleito y venía al rey para juicio, Absalón lo llamaba y decía: «¿De qué ciudad eres?». Y este respondía: «Tu siervo es de una de las tribus de Israel». 3 Entonces Absalón le decía: «Mira, tu causa es buena y justa, pero nadie te va a escuchar de parte del rey». 4 Decía además Absalón: «¡Quién me nombrara juez en la tierra! Entonces todo hombre que tuviera pleito o causa alguna podría venir a mí y yo le haría justicia». 5 Y sucedía que cuando alguien se acercaba y se postraba ante él, él extendía su mano, lo levantaba y lo besaba. 6 De esta manera Absalón trataba a todo israelita que venía al rey para juicio. Así Absalón robó el corazón de los hombres de Israel.
7 Después de cuatro años, Absalón dijo al rey: «Le ruego me deje ir a Hebrón a pagar mi voto que he hecho al Señor. 8 Pues su siervo prometió un voto mientras habitaba en Gesur, en Aram y dijo: “Si en verdad el Señor me hace volver a Jerusalén, entonces yo serviré al Señor”». 9 «Vete en paz», le dijo el rey. Y él se levantó y fue a Hebrón. 10 Pero Absalón envió espías por todas las tribus de Israel y dijo: «Tan pronto oigan el sonido de la trompeta, entonces dirán: “Absalón es rey en Hebrón”». 11 Con Absalón fueron 200 hombres de Jerusalén como invitados; fueron inocentemente, sin saber nada. 12 Y Absalón envió por Ahitofel el gilonita, consejero de David, desde Gilo su ciudad, cuando ofrecía los sacrificios. Y la conspiración se hacía fuerte porque constantemente aumentaba la gente que seguía a Absalón.
13 Entonces un mensajero vino a David y le dijo: «El corazón de los hombres de Israel está con Absalón». 14 Y David dijo a todos sus siervos que estaban con él en Jerusalén: «Levántense y huyamos, porque si no, ninguno de nosotros escapará de Absalón. Vayan de prisa, no sea que nos alcance pronto, traiga desgracia sobre nosotros y hiera la ciudad a filo de espada». 15 Y los siervos del rey le dijeron: «Sus siervos están listos para hacer todo lo que nuestro señor el rey quiera». 16 Salió el rey, y toda su casa con él, dejando el rey a diez concubinas para cuidar la casa. 17 Salió, pues, el rey y toda la gente con él, y se detuvieron en la última casa. 18 Todos sus siervos pasaron junto a él, todos los cereteos, los peleteos y todos los geteos, 600 hombres que habían venido con él desde Gat; todos pasaron delante del rey.
19 Y el rey dijo a Itai el geteo: «¿Por qué has de venir tú también con nosotros? Regresa y quédate con el rey, porque eres un extranjero y también un desterrado; regresa a tu lugar. 20 Llegaste apenas ayer, ¿y he de hacer que vagues hoy con nosotros mientras yo voy por donde quiera ir? Regresa y haz volver a tus hermanos, y que sean contigo la misericordia y la verdad». 21 Pero Itai respondió al rey: «Vive el Señor y vive mi señor el rey, ciertamente dondequiera que esté mi señor el rey, ya sea para muerte o para vida, allí también estará su siervo». 22 Entonces David dijo a Itai: «Ve y pasa adelante». Así Itai el geteo pasó con todos sus hombres y con todos los pequeños que estaban con él. 23 Mientras todo el país lloraba en alta voz, todo el pueblo cruzó. El rey también cruzó el torrente Cedrón, y todo el pueblo pasó en dirección al desierto.
24 Y Sadoc pasó también, y todos los levitas con él, llevando el arca del pacto de Dios. Y asentaron el arca de Dios, y Abiatar subió después que había terminado de pasar todo el pueblo que salía de la ciudad. 25 Entonces el rey dijo a Sadoc: «Haz volver el arca de Dios a la ciudad. Si hallo gracia ante los ojos del Señor, Él me hará volver y me mostrará tanto el arca como Su morada. 26 Pero si Él dijera así: “No me complazco en ti”, mira, aquí estoy, que haga conmigo lo que bien le parezca». 27 También el rey David dijo al sacerdote Sadoc: «¿No eres vidente? Regresa en paz a la ciudad, y con ustedes sus dos hijos, tu hijo Ahimaas, y Jonatán, hijo de Abiatar. 28 Miren, esperaré en los vados del desierto hasta que venga palabra de ustedes para informarme». 29 Sadoc y Abiatar hicieron volver el arca de Dios a Jerusalén, y se quedaron allí.
30 David subía a la cuesta del monte de los Olivos, y mientras iba, lloraba con la cabeza cubierta y los pies descalzos. Entonces todo el pueblo que iba con él cubrió cada uno su cabeza, e iban llorando mientras subían. 31 Alguien dio aviso a David: «Ahitofel está entre los conspiradores con Absalón». Y David dijo: «Oh Señor, te ruego, haz necio el consejo de Ahitofel».
32 Sucedió que mientras David se acercaba a la cumbre donde se adoraba a Dios, Husai el arquita salió a su encuentro con su manto desgarrado y polvo sobre la cabeza. 33 Y David le dijo: «Si pasas conmigo, entonces me serás una carga. 34 Pero si regresas a la ciudad, y dices a Absalón: “Seré su siervo, oh rey; como en el pasado he sido siervo de su padre, así ahora seré su siervo”, entonces hará nulo el consejo de Ahitofel en favor mío. 35 ¿Y no están allí contigo Sadoc y Abiatar los sacerdotes? Por tanto, todo lo que oigas de la casa del rey lo comunicarás a los sacerdotes Sadoc y Abiatar. 36 También, sus dos hijos están allí con ellos, Ahimaas, hijo de Sadoc, y Jonatán, hijo de Abiatar, y por medio de ellos me comunicarás todo lo que oigas». 37 Husai, amigo de David, entró en la ciudad cuando Absalón entraba en Jerusalén.
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2 Corintios 8
Generosidad de los macedonios
8 Ahora, hermanos, les damos a conocer la gracia de Dios que ha sido dada en las iglesias de Macedonia. 2 Pues en medio de una gran prueba de aflicción, abundó su gozo, y su profunda pobreza sobreabundó en la riqueza de su liberalidad. 3 Porque yo testifico que según sus posibilidades, y aun más allá de sus posibilidades, dieron de su propia voluntad, 4 suplicándonos con muchos ruegos el privilegio de participar en el sostenimiento de los santos. 5 Y esto no como lo habíamos esperado, sino que primeramente se dieron a sí mismos al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios. 6 En consecuencia, rogamos a Tito que como él ya había comenzado antes, así también llevara a cabo en ustedes esta obra de gracia.
7 Pero así como ustedes abundan en todo: en fe, en palabra, en conocimiento, en toda solicitud, y en el amor que hemos inspirado en ustedes, vean que también abunden en esta obra de gracia. 8 No digo esto como un mandamiento, sino para probar, por la solicitud de otros, también la sinceridad del amor de ustedes. 9 Porque conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, sin embargo por amor a ustedes se hizo pobre, para que por medio de Su pobreza ustedes llegaran a ser ricos.
10 Doy mi opinión en este asunto, porque esto les conviene a ustedes, que fueron los primeros en comenzar hace un año no solo a hacer esto, sino también a desear hacerlo. 11 Ahora pues, acaben también de hacerlo; para que como hubo la buena voluntad para desearlo, así también la haya para llevarlo a cabo según lo que tengan. 12 Porque si hay buena voluntad, se acepta según lo que se tiene, no según lo que no se tiene.
13 Esto no es para holgura de otros y para aflicción de ustedes, sino para que haya igualdad. 14 En el momento actual la abundancia de ustedes suple la necesidad de ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad de ustedes, de modo que haya igualdad. 15 Como está escrito: «El que recogió mucho, no tuvo demasiado; y el que recogió poco, no tuvo escasez».
Delegación encabezada por Tito
16 Pero gracias a Dios que pone la misma solicitud por ustedes en el corazón de Tito. 17 Pues él no solo aceptó nuestro ruego, sino que, siendo de por sí muy diligente, ha ido a ustedes por su propia voluntad. 18 Junto con él hemos enviado al hermano cuya fama en las cosas del evangelio se ha divulgado por todas las iglesias.
19 Y no solo esto, sino que también ha sido designado por las iglesias como nuestro compañero de viaje en esta obra de gracia, la cual es administrada por nosotros para la gloria del Señor mismo, y para manifestar nuestra buena voluntad; 20 teniendo cuidado de que nadie nos desacredite en esta generosa ofrenda administrada por nosotros. 21 Pues nos preocupamos por lo que es honrado, no solo ante los ojos del Señor, sino también ante los ojos de los hombres. 22 Con ellos hemos enviado a nuestro hermano, de quien hemos comprobado con frecuencia que fue diligente en muchas cosas, pero que ahora es mucho más diligente debido a la gran confianza que tiene en ustedes.
23 En cuanto a Tito, es mi compañero y colaborador entre ustedes; en cuanto a nuestros hermanos, son mensajeros de las iglesias y gloria de Cristo. 24 Por tanto, muéstrenles abiertamente ante las iglesias la prueba de su amor, y de nuestra razón para jactarnos respecto a ustedes.
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Ezequiel 22
Pecado y castigo de Jerusalén
22 Y vino a mí la palabra del Señor: 2 «Tú, hijo de hombre, ¿Vas a juzgar? ¿Vas a juzgar a la ciudad sanguinaria? Hazle saber todas sus abominaciones. 3 Dirás: “Así dice el Señor Dios: ‘¡Ciudad que derrama sangre en medio de sí misma para que llegue su hora, y que se hace ídolos para contaminarse! 4 Por la sangre que has derramado te has hecho culpable, y con los ídolos que has hecho te has contaminado. Has hecho que se acerque tu día y has llegado al término de tus años. Por tanto te he hecho oprobio de las naciones y objeto de burla de todas las tierras. 5 Las que están cerca de ti y las que están lejos se burlarán de ti, ciudad de mala fama, llena de confusión.
6 ’Los príncipes de Israel, cada uno según su poder, han estado en ti para derramar sangre. 7 En ti despreciaron al padre y a la madre, en medio de ti trataron con violencia al extranjero, y en ti oprimieron al huérfano y a la viuda. 8 Has despreciado Mis cosas sagradas y has profanado Mis días de reposo. 9 En ti han estado calumniadores para derramar sangre y en ti han comido en los santuarios de los montes. En ti han cometido perversidades. 10 En ti se ha descubierto la desnudez del padre, en ti han humillado a la que estaba impura por su menstruación. 11 Uno ha cometido abominación con la mujer de su prójimo, otro ha manchado a su nuera con lascivia, y en ti otro ha humillado a su hermana, la hija de su padre. 12 En ti se ha recibido soborno para derramar sangre; has tomado interés y usura, y has dañado a tus prójimos, extorsionándolos y de Mí te has olvidado’, declara el Señor Dios.
13 ‘Por eso voy a batir palmas contra las ganancias deshonestas que has adquirido y contra el derramamiento de sangre que hay en medio de ti. 14 ¿Aguantará tu corazón o serán fuertes tus manos en los días que Yo actúe contra ti? Yo, el Señor, he hablado y lo haré. 15 Yo te dispersaré entre las naciones, te esparciré por las tierras y haré desaparecer de ti tu inmundicia. 16 Y por ti misma quedarás profanada a la vista de las naciones; y sabrás que Yo soy el Señor’”».
17 Y vino a mí la palabra del Señor: 18 «Hijo de hombre, la casa de Israel se ha convertido en escoria para Mí. Todos ellos son bronce, estaño, hierro y plomo en medio del horno; escoria de plata son. 19 Por tanto, así dice el Señor Dios: “Por cuanto todos ustedes se han convertido en basura, por tanto, los voy a reunir en medio de Jerusalén. 20 Como se junta plata, bronce, hierro, plomo y estaño en medio del horno, y se atiza el fuego en él para fundirlos, así los juntaré Yo en Mi ira y en Mi furor, los pondré allí y los fundiré. 21 Los reuniré y atizaré sobre ustedes el fuego de Mi furor, y serán fundidos en medio de Jerusalén. 22 Como se funde la plata en el horno, así serán fundidos ustedes en medio de la ciudad; y sabrán que Yo, el Señor, he derramado Mi furor sobre ustedes”».
23 Y vino a mí la palabra del Señor: 24 «Hijo de hombre, dile a Israel: “Tú eres tierra que no ha sido lavada ni mojada con la lluvia el día de la indignación”. 25 Hay conspiración de sus profetas en medio de Jerusalén, como león rugiente que desgarra la presa. Han devorado almas, de las riquezas y cosas preciosas se han apoderado, las viudas se han multiplicado en medio de ella. 26 Sus sacerdotes han violado Mi ley y han profanado Mis cosas sagradas; entre lo sagrado y lo profano no han hecho diferencia, y entre lo inmundo y lo limpio no han enseñado a distinguir; han escondido sus ojos de Mis días de reposo, y he sido profanado entre ellos.
27 »Sus príncipes en medio de la ciudad son como lobos que desgarran la presa, derramando sangre y destruyendo vidas para obtener ganancias injustas. 28 Y sus profetas los han recubierto con cal, viendo visiones falsas y adivinándoles mentiras, diciendo: “Así dice el Señor Dios”, cuando el Señor no ha hablado. 29 Las gentes de la tierra han hecho violencia y cometido robo, han oprimido al pobre y al necesitado y han maltratado injustamente al extranjero. 30 Busqué entre ellos alguien que levantara un muro y se pusiera en pie en la brecha delante de Mí a favor de la tierra, para que Yo no la destruyera, pero no lo hallé. 31 He derramado, pues, Mi indignación sobre ellos; con el fuego de Mi furor los he consumido; he hecho recaer su conducta sobre sus cabezas», declara el Señor Dios.
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Salmos 69
Oración del justo perseguido
Para el director del coro; según «Los lirios». Salmo de David.
69 Sálvame, oh Dios, Porque las aguas me han llegado hasta el alma. 2 Me he hundido en cieno profundo, y no hay donde apoyar el pie; He llegado a lo profundo de las aguas, y la corriente me cubre. 3 Cansado estoy de llorar; reseca está mi garganta; Mis ojos desfallecen mientras espero a mi Dios. 4 Más que los cabellos de mi cabeza son los que sin causa me aborrecen; Poderosos son los que quieren destruirme, Sin razón son mis enemigos, Me hacen devolver aquello que no robé.
5 Oh Dios, Tú conoces mi insensatez, Y mis transgresiones no te son ocultas. 6 ¡No se avergüencen de mí los que en Ti esperan, oh Señor, Dios de los ejércitos! ¡No sean humillados por mí los que te buscan, oh Dios de Israel! 7 Pues por amor de Ti he sufrido insultos; La ignominia ha cubierto mi rostro. 8 Me he convertido en extraño para mis hermanos, Y en extranjero para los hijos de mi madre. 9 Porque el celo por Tu casa me ha consumido, Y los insultos de los que te injurian han caído sobre mí. 10 Cuando lloraba afligiendo con ayuno mi alma, Eso se convirtió en afrenta para mí. 11 Cuando hice de cilicio mi vestido, Me convertí en proverbio para ellos. 12 Hablan de mí los que se sientan a la puerta, Y soy la canción de los borrachos.
13 Pero yo elevo a Ti mi oración, oh Señor, en tiempo propicio; Oh Dios, en la grandeza de Tu misericordia, Respóndeme con Tu verdad salvadora. 14 Sácame del cieno y no dejes que me hunda; Sea yo librado de los que me odian, y de lo profundo de las aguas. 15 No me cubra la corriente de las aguas, Ni me trague el abismo, Ni el pozo cierre sobre mí su boca.
16 Respóndeme, oh Señor, pues buena es Tu misericordia; Vuélvete a mí, conforme a Tu inmensa compasión, 17 Y no escondas Tu rostro de Tu siervo, Porque estoy en angustia; respóndeme pronto. 18 Acércate a mi alma y redímela; Por causa de mis enemigos, rescátame. 19 Tú conoces mi afrenta, mi vergüenza y mi ignominia; Todos mis adversarios están delante de Ti.
20 La afrenta ha quebrantado mi corazón, y estoy enfermo; Esperé compasión, pero no la hubo; Busqué consoladores, pero no los hallé. 21 Y por comida me dieron hiel, Y para mi sed me dieron a beber vinagre.
22 Que la mesa delante de ellos se convierta en lazo, Y cuando estén en paz, se vuelva una trampa. 23 Núblense sus ojos para que no puedan ver, Y haz que sus lomos tiemblen continuamente. 24 Derrama sobre ellos Tu indignación, Y que el ardor de Tu ira los alcance. 25 Sea desolado su campamento, Y nadie habite en sus tiendas. 26 Porque han perseguido al que ya Tú has herido, Y cuentan del dolor de aquellos que Tú has traspasado. 27 Añade iniquidad a su iniquidad, Y que no entren en Tu justicia. 28 Sean borrados del libro de la vida, Y no sean inscritos con los justos.
29 Pero yo estoy afligido y adolorido; Tu salvación, oh Dios, me ponga en alto. 30 Con cántico alabaré el nombre de Dios, Y con acción de gracias lo exaltaré. 31 Y esto agradará al Señor más que el sacrificio de un buey O de un novillo con cuernos y pezuñas. 32 Esto han visto los humildes y se alegran. Viva su corazón, ustedes los que buscan a Dios. 33 Porque el Señor oye a los necesitados Y no desprecia a los suyos que están presos.
34 Alábenle los cielos y la tierra, Los mares y todo lo que en ellos se mueve. 35 Porque Dios salvará a Sión y edificará las ciudades de Judá, Para que ellos moren allí y la posean. 36 Y la descendencia de Sus siervos la heredará, Y los que aman Su nombre morarán en ella.