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El pastor íntegro: Por qué los hombres de Dios buscan la pureza
No permitas que nadie menosprecie tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en… pureza (1 Ti 4:12).
El ministerio pastoral no es algo inferior con lo que los pastores nos conformamos. Es algo elevado que seguimos alcanzando por la fe en la gracia de Dios, en arrepentimiento de nuestros pecados y con valor para creer siempre en Dios por Su poder revivificador.
El llamado elevado que Dios nos ha dado como pastores es obvio en la palabra final de nuestro versículo que establece la agenda, 1 Timoteo 4:12. Esa palabra es pureza. Esta es una forma segura en que cualquier pastor joven puede ganarse el respeto de personas de todas las edades en su congregación.
La pureza exigida y creada
Pureza es una palabra osada, ¿verdad? Es contundente y fuerte, no deja lugar a concesiones. Es por eso que la palabra está en este versículo para nosotros los pastores. Necesitamos este golpe de agua fría en nuestros rostros. El ethos moralmente corrosivo de nuestro tiempo (tan contrario a la pureza) queda expuesto muy bien por Marilynne Robinson en su perspicaz libro The Death of Adam [La muerte de Adán]:
Cuando un hombre o una mujer buenos tropiezan, decimos: «Lo sabía desde el principio», y cuando uno malo tiene un momento de gracia, nos mofamos de la hipocresía. Es como si no hubiera nada que lamentar o admirar, solo una narrativa oculta que de vez en cuando se hace evidente a través de la falsa narrativa superficial. Y la narrativa oculta, por ser fea y siniestra, es por tanto verdadera (p. 78).