Ministerio
Redescubriendo el valor de las asociaciones de iglesias
Una entrevista a Marcelo Brondo, coordinador de ABRA.
Así como Dios no quiere creyentes que vivan aislados del resto de Su pueblo, tampoco desea que una iglesia local esté aislada de las demás. La comunión de las iglesias locales es un tema que impregna todo el Nuevo Testamento y es el sustento bíblico para las actuales asociaciones de iglesia locales.
Para reflexionar sobre este tema, conversamos con Marcelo Brondo —coordinador de la Asociación Bautista Reformada Argentina (ABRA)— sobre los objetivos que puede tener una asociación de iglesias y sus bases bíblicas. También nos compartió algunas experiencias que pueden animar a otras iglesias locales a considerar los beneficios de asociarse con otras iglesias para la edificación mutua y el avance de la gran comisión.
¿Cómo definirías una asociación de iglesias y qué objetivo tiene?
Una asociación de iglesias es una organización o agrupación voluntaria que une a varias iglesias locales con el propósito de trabajar juntas en áreas de interés común. Aunque existen varias áreas, que describo a continuación, considero que el objetivo más importante que puede tener es servir en la plantación de iglesias y la obra misionera. Algunas características y funciones comunes de una asociación de iglesias incluyen:
Compañerismo y comunión. Por ejemplo, en un país con una superficie tan vasta, como es el caso de Argentina y la mayoría de los países en Sudamérica, hay iglesias que por su ubicación geográfica están muy distantes de las grandes ciudades, donde existen más oportunidades de participar de eventos y encuentros edificantes. En nuestros días, al formar parte de una asociación, todas las iglesias en ella —es decir, tanto las que están cerca como las que están distantes de las demás— pueden tener la oportunidad de tener tiempos devocionales, comunión y oración con otras iglesias gracias a los medios tecnológicos que disponemos hoy. Además, una asociación también anima y fomenta que entre las iglesias existan vínculos fuertes que se concreten en viajes y visitas que también cultivan el compañerismo.
El objetivo más importante que puede tener una asociación es servir en la plantación de iglesias y la obra misionera
Recursos y capacitación. Una asociación de iglesias puede ofrecer recursos, formación y capacitación para líderes y miembros de las iglesias locales, apoyando de esta manera su desarrollo espiritual y organizacional. Estos recursos pueden variar según sean las características y necesidades que exprese cada congregación local, como también de acuerdo a la situación geográfica en la que se encuentren. Los recursos pueden ir desde materiales de discipulado y consejería bíblica, hasta una formación teológica de excelencia a través de un seminario relacionado a la asociación.
Cooperación en proyectos misioneros. Las iglesias asociadas pueden colaborar en proyectos misioneros. Estos proyectos pueden ser de «corto plazo», en el sentido de que varias iglesias pueden, por ejemplo, enviar algunos de sus miembros para apoyar a otra que necesite ayuda para evangelizar su región y hacer este trabajo por varios días. Otra opción pudiera ser enviar pasantes en el ministerio que puedan quedarse por un tiempo más largo, como tres meses o más, para que vayan a ayudar a las iglesia. A la vez, esto sirve para que los pasantes ganen experiencia y enriquezcan su formación teológica, con el fin de que en el futuro puedan ser llamados al campo misionero, sea dentro o fuera del país.
Para este tipo de iniciativas, la suma de los recursos que cada iglesia de la asociación pueda aportar también habrá de ser fundamental para el cumplimiento de la gran comisión por medio de la plantación de nuevas iglesias.
¿Cuáles son las bases bíblicas por las que toda iglesia local debería considerar tener alguna asociación con otras?
Las bases bíblicas para que una iglesia local considere asociarse y cultivar buenas relaciones con otras iglesias se encuentran en diversos pasajes y principios del Nuevo Testamento, que subrayan la importancia de la unidad, la cooperación y el apoyo mutuo entre los creyentes. Aquí hay algunas de esas bases:
La unidad en Cristo: Pablo utiliza la metáfora del cuerpo para describir la iglesia, enfatizando que, aunque hay muchos miembros, todos forman un solo cuerpo en Cristo (1 Co 12:12-27). Si bien Pablo se está refiriendo a los miembros de la iglesia local, este principio puede ser aplicado al entendimiento de que todas las iglesias, como partes del cuerpo militante de Cristo en la tierra, deben poder trabajar juntas para cumplir su misión común.
La colaboración en la misión y el ministerio: Por ejemplo, Pablo agradeció a la iglesia de Filipos por su «participación en el evangelio desde el primer día hasta ahora» (Fil 1:5), destacando la colaboración y el apoyo financiero a su ministerio. De la misma manera, muchas iglesias locales participaron en el ministerio y la misión de Pablo (cp. Hch 13:3; 17:10, 14; Ro 15:24).
La ayuda y el soporte mutuo: las iglesias de Antioquía y Jerusalén colaboraron para enviar ayuda a los hermanos en Judea durante una hambruna, mostrando un espíritu de cooperación y apoyo mutuo (Hch 11:27-30). También podemos leer a Pablo elogiando a las iglesias de Macedonia y Acaya por su generosidad al destinar ofrendas para los pobres entre los santos de Jerusalén (2 Co 8:1-15; Ro 15:25-27), mostrando un modelo de cómo las iglesias pueden apoyarse mutuamente en tiempos de necesidad. Estos son ejemplos dignos de imitar y que considero que una asociación de iglesias debería buscar promover.
Las iglesias no están llamadas a operar de manera aislada, sino a buscar la unidad y la cooperación para la expansión del reino y el bienestar de sus miembros