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Lectura de Hoy
25-09-2024
DEVOCIONAL
Devocional: Gálatas 1
Las primeras líneas de las cartas de Pablo suelen estar estructuradas con gran cuidado. La forma más sencilla de las epístolas en la Grecia antigua era: “De mí, para ti, Saludos”, por lo general seguido de alguna declaración de gratitud y luego el cuerpo de la carta. Pero la costumbre de Pablo era modificar cada componente de manera que anticipara el contenido del resto de su carta. Por lo tanto, estudiar la epístola completa enriquece nuestra comprensión de su introducción, y viceversa (Gálatas 1:1-5).
(1) Pablo no siempre se presentaba como un “apóstol”. A veces, no usaba ninguna designación (1 y 2 Tesalonicenses, por ejemplo); en otros casos, se refería a sí mismo como “siervo” (Romanos 1:1). Aquí, es “Pablo, apóstol” porque algunas personas estaban atribulando a los cristianos gálatas con un “evangelio diferente” que en realidad no era evangelio en absoluto (1:6-7) y para ello tuvieron que minar la autoridad de Pablo y descartarlo por ser, como mucho, una imitación de un apóstol.
(2) No es así, dice Pablo: no sólo es apóstol, sino que lo es “no por investidura ni mediación humanas, sino por Jesucristo y por Dios Padre” (1:1). Su apostolado no estaba sujeto a un mediador, como si hubiera sido comisionado por la iglesia de Jerusalén o por algún apóstol individual de primera clase allí. Más bien, fue enviado “por Jesucristo”—basado en su experiencia, en el camino a Damasco, de ver a Jesús mismo, resucitado y exaltado—y por Dios el Padre.
(3) Pablo, además, se refiere a Dios el Padre como el que levantó a Jesús de entre los muertos. Pablo había visto al Jesús levantado y resucitado. Durante sus años de fariseo devoto, había rechazado a Jesús, tildándolo de farsante malvado, malhechor, maldito por Dios, tal como lo evidenciaba su tipo de muerte. Ver por sí mismo al Jesús resucitado le hizo repensarlo todo, pues implicaba que Dios mismo había vindicado a Jesús. Las buenas noticias de las cuales Pablo era apóstol estaban fundamentadas en la crucifixión y resurrección de Jesús.
(4) No importa cuánto insista en su estatus y autoridad apostólicos, Pablo asocia sabiamente a sí mismo y su enseñanza con “todos los hermanos” que están con él (1:2). Si los gálatas se desvían hacia este “evangelio diferente”, deben saber que no sólo están alejándose de Pablo, sino de los incontables creyentes que están de acuerdo con él.
(5) En vez del tradicional saludo Chairein, Pablo usa la palabra cristiana gracia (charis) y el saludo judío paz (Shalom en hebreo), y fundamenta estas bendiciones en la muerte sustitutoria del Señor Jesús (1:3-5) y no en una relación particular con la ley de Moisés.
(6) Sorprendentemente, Pablo obvia la sección de gratitud e inmediatamente entra a su reprensión asombrado por la inminente deserción de sus lectores (1:6-10). Si bien no es frecuente, hay ocasiones en las que una reprimenda no puede esperar.
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Ezequiel 28
La larga profecía contra la ciudad-Estado de Tiro culmina con esta otra contra el rey de la misma (Ezequiel 28:1-19). Históricamente, el rey en cuestión fue Itobal II. Sin embargo, parece claro que el capítulo que nos ocupa no se centra tanto en un monarca determinado como en todo aquello que representa.
La acusación que se repite constantemente es que el rey de Tiro dice en su corazón: “Yo soy un dios” (28:2, 6, 9). El contexto muestra que el tema no es que el monarca esté realizando algún tipo de reivindicación personal y ontológica escandalosa, sino que está tipificando la actitud de Tiro en su conjunto, confiando inmensamente en sí mismo, orgulloso de sus fabulosos éxitos comerciales y, en consecuencia, terriblemente independiente. No hay sensación de debilidad o necesidad personal, mucho menos de dependencia del Dios que lo creó y que gobierna providencialmente sobre él. La raíz de esta situación se resume fácilmente: “Eres muy hábil para el comercio; por eso te has hecho muy rico. A causa de tus grandes riquezas te has vuelto arrogante” (28:5).
Las muchas alusiones a Génesis 2—3 (más claras en el texto hebreo que en sus traducciones) destacan las perversas dimensiones de la arrogancia. Creían estar en el Edén, el huerto de Dios (28:13), y ser querubines protectores (28:14), pero el Señor los expulsará (28:16). En otras palabras, su pecado es como el de Adán y Eva. Ellos también quisieron ser como Dios, independientes, conocedores del bien y del mal sin que nadie se lo dijese (¡ni siquiera su Creador!). El resultado es el mismo en ambos casos: ruina, desastre, muerte, juicio catastrófico. Sólo hay un Dios y no tolera tener rivales.
Este es un resumen bastante obvio del pasaje, pero debemos pensar qué dice este a cualquier cultura, país o iglesia aferrados a las riquezas actualmente. Las personas muy pobres pueden ser materialistas, en el sentido de que las posesiones materiales son lo que más desean. No es algo exclusivo de los ricos. No obstante, en este caso, la atención se centra en los pudientes, cuyas posesiones los han vuelto prepotentes. Están por encima de la gente común, de las demás naciones empobrecidas o desposeídas. ¿Hasta qué punto nos afecta la famosa frase de Jesús: “No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas” (Mt. 6:24)?
El hecho de que EE.UU. sea una gran superpotencia en el panorama internacional ha alimentado mucho la arrogancia. Innumerables expertos han argumentado, con bastante razón, que la indiferencia moral ante las mentiras presidenciales debe atribuirse a una economía poderosa más que a cualquier otra cosa. Así pues, ¿hasta dónde y cuánto tiempo más nos dejará ir Dios si no se produce un gran y profundo arrepentimiento?
Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
2 Samuel 21
Venganza de los gabaonitas
21 En los días de David hubo hambre por tres años consecutivos, y David buscó la presencia del SEÑOR. Y el SEÑOR dijo: «Es por causa de Saúl y de su casa sangrienta, porque él dio muerte a los gabaonitas». 2 Y llamó el rey a los gabaonitas y les habló. (Los gabaonitas no eran de los israelitas, sino del remanente de los amorreos, y los israelitas habían hecho un pacto con ellos, pero Saúl había procurado matarlos en su celo por los israelitas y los de Judá). 3 Dijo, pues, David a los gabaonitas: «¿Qué debo hacer por ustedes? ¿Y cómo haré restitución para que bendigan la heredad del SEÑOR?». 4 Entonces los gabaonitas le respondieron: «No nos importa la plata ni el oro de Saúl o de su casa, ni nos corresponde dar muerte a ningún hombre en Israel». «Haré por ustedes lo que digan», les dijo el rey. 5 Y ellos dijeron al rey: «Del hombre que nos consumió y que trató de exterminarnos para que no quedáramos dentro del territorio de Israel, 6 que nos entreguen siete hombres de entre sus hijos, y los ahorcaremos delante del SEÑOR en Guibeá de Saúl, el elegido del SEÑOR». «Los entregaré», dijo el rey.
7 Pero el rey perdonó a Mefiboset, hijo de Jonatán, hijo de Saúl, a causa del pacto del SEÑOR que había entre ellos, entre David y Jonatán, hijo de Saúl. 8 El rey tomó a los dos hijos de Rizpa, hija de Aja, Armoni y Mefiboset, que ella había dado a Saúl, y a los cinco hijos de Merab, hija de Saúl, que ella había dado a Adriel, hijo de Barzilai el meholatita. 9 Entonces los entregó en manos de los gabaonitas, que los ahorcaron en el monte delante del SEÑOR, de modo que los siete cayeron a la vez. Les dieron muerte en los primeros días de la cosecha, al comienzo de la cosecha de la cebada.
10 Y Rizpa, hija de Aja, tomó tela de cilicio y lo tendió para sí sobre la roca, desde el comienzo de la cosecha hasta que llovió del cielo sobre ellos; y no permitió que las aves del cielo se posaran sobre ellos de día ni las fieras del campo de noche. 11 Cuando le contaron a David lo que había hecho Rizpa, hija de Aja, concubina de Saúl, 12 David fue y recogió los huesos de Saúl y los huesos de Jonatán su hijo, que estaban en posesión de los hombres de Jabes de Galaad, quienes los habían robado de la plaza de Bet Sán, donde los filisteos los habían colgado el día que los filisteos mataron a Saúl en Gilboa. 13 David trajo de allí los huesos de Saúl y los huesos de su hijo Jonatán, y recogieron también los huesos de los ahorcados. 14 Entonces sepultaron los huesos de Saúl y de su hijo Jonatán en tierra de Benjamín, en Zela, en el sepulcro de su padre Cis, e hicieron todo lo que el rey había ordenado. Después de esto Dios fue movido a misericordia para con la tierra.
Guerras contra los filisteos
15 De nuevo hubo guerra entre los filisteos e Israel. Descendió David con sus siervos, y mientras peleaban contra los filisteos, David se cansó. 16 Entonces Isbi Benob, que era de los descendientes del gigante, y cuya lanza pesaba 300 siclos (3.4 kilos) de bronce, y que estaba ceñido con una espada nueva, trató de matar a David; 17 pero Abisai, hijo de Sarvia, vino en su ayuda, e hirió al filisteo y lo mató. Entonces los hombres de David le juraron: «Nunca más saldrá a la batalla con nosotros, para que no apague la lámpara de Israel».
18 Después de esto otra vez hubo guerra en Gob contra los filisteos. Entonces Sibecai el husatita mató a Saf, que era de los descendientes del gigante. 19 De nuevo hubo guerra contra los filisteos en Gob, y Elhanán, hijo de Jaare Oregim, de Belén, mató a Goliat el geteo. El asta de su lanza era como un rodillo de tejedor. 20 Hubo guerra otra vez en Gat, donde había un hombre de gran estatura que tenía seis dedos en cada mano y seis dedos en cada pie, veinticuatro en total. Él también descendía del gigante. 21 Cuando desafió a Israel, lo mató Jonatán, hijo de Simea, hermano de David. 22 Estos cuatro descendían del gigante en Gat y cayeron por mano de David y por mano de sus siervos.
Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com
Gálatas 1
Saludo
1 Pablo, apóstol, no de parte de hombres ni mediante hombre alguno, sino por medio de Jesucristo y de Dios el Padre que lo resucitó de entre los muertos, 2 y todos los hermanos que están conmigo:
A las iglesias de Galacia: 3 Gracia y paz a ustedes de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo, 4 que Él mismo se dio por nuestros pecados para librarnos de este presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, 5 a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
No hay otro evangelio
6 Me maravillo de que tan pronto ustedes hayan abandonado a Aquel que los llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente, 7 que en realidad no es otro evangelio, sino que hay algunos que los perturban a ustedes y quieren pervertir el evangelio de Cristo. 8 Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, les anunciara otro evangelio contrario al que les hemos anunciado, sea anatema.
9 Como hemos dicho antes, también repito ahora: Si alguien les anuncia un evangelio contrario al que recibieron, sea anatema. 10 Porque ¿busco ahora el favor de los hombres o el de Dios? ¿O me esfuerzo por agradar a los hombres? Si yo todavía estuviera tratando de agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo.
El evangelio predicado por Pablo
11 Pues quiero que sepan, hermanos, que el evangelio que fue anunciado por mí no es según el hombre. 12 Pues ni lo recibí de hombre, ni me fue enseñado, sino que lo recibí por medio de una revelación de Jesucristo. 13 Porque ustedes han oído acerca de mi antigua manera de vivir en el judaísmo, de cuán desmedidamente perseguía yo a la iglesia de Dios y trataba de destruirla. 14 Yo aventajaba en el judaísmo a muchos de mis compatriotas contemporáneos, mostrando mucho más celo por las tradiciones de mis antepasados.
15 Pero cuando Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre y me llamó por Su gracia, tuvo a bien 16 revelar a Su Hijo en mí para que yo lo anunciara entre los gentiles, no consulté enseguida con carne y sangre, 17 ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo, sino que fui a Arabia, y regresé otra vez a Damasco.
Visita de Pablo a Jerusalén
18 Entonces, tres años después, subí a Jerusalén para conocer a Pedro, y estuve con él quince días. 19 Pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo, el hermano del Señor. 20 En lo que les escribo, les aseguro delante de Dios que no miento.
21 Después fui a las regiones de Siria y Cilicia. 22 Pero todavía no era conocido en persona en las iglesias de Judea que eran en Cristo. 23 Ellos solo oían decir: «El que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en un tiempo quería destruir». 24 Y glorificaban a Dios por causa de mí.
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Ezequiel 28
Profecía contra el rey de Tiro
28 De nuevo vino a mí la palabra del SEÑOR: 2 «Hijo de hombre, dile al príncipe de Tiro: “Así dice el Señor DIOS:
‘Aun cuando tu corazón se ha enaltecido Y has dicho: “Soy un dios, Sentado estoy en el trono de los dioses, En el corazón de los mares”, No eres más que un hombre y no dios, Aunque hayas puesto tu corazón como el corazón de un dios. 3 -’Tú eres más sabio que Daniel; Ningún secreto te es oculto. 4 -’Con tu sabiduría y tu entendimiento Has adquirido riquezas para ti, Y has adquirido oro y plata para tus tesoros. 5 -’Con tu gran sabiduría, con tu comercio, Has aumentado tus riquezas, Y se ha enaltecido tu corazón a causa de tus riquezas. 6 -’Por lo cual, así dice el Señor DIOS: “Por cuanto has puesto tu corazón Como el corazón de un dios, 7 Por tanto, voy a traer sobre ti extranjeros, Los más crueles de entre las naciones. Y ellos desenvainarán sus espadas Contra la hermosura de tu sabiduría Y profanarán tu esplendor. 8 Te harán bajar al sepulcro, Y morirás con la muerte de los que mueren En el corazón de los mares. 9 ¿Dirás aún: ‘Un dios soy’, En presencia de tu verdugo, Tú que eres un hombre y no Dios, En manos de los que te hieren? 10 Con la muerte de los incircuncisos morirás A manos de extraños, Porque Yo he hablado”, declara el Señor DIOS’”».
11 Vino a mí de nuevo la palabra del SEÑOR: 12 «Hijo de hombre, eleva una elegía sobre el rey de Tiro y dile: “Así dice el Señor DIOS:
‘Tú eras el sello de la perfección, Lleno de sabiduría y perfecto en hermosura.
13 ’En el Edén estabas, en el huerto de Dios; Toda piedra preciosa era tu vestidura: El rubí, el topacio y el diamante, El berilo, el ónice y el jaspe, El zafiro, la turquesa y la esmeralda; Y el oro, la hechura de tus engastes y de tus encajes, Estaba en ti. El día que fuiste creado Fueron preparados. 14 -’Tú, querubín protector de alas desplegadas, Yo te puse allí. Estabas en el santo monte de Dios, Andabas en medio de las piedras de fuego. 15 -’Perfecto eras en tus caminos Desde el día que fuiste creado Hasta que la iniquidad se halló en ti. 16 -’A causa de la abundancia de tu comercio Te llenaste de violencia, Y pecaste; Yo, pues, te he expulsado por profano Del monte de Dios, Y te he eliminado, querubín protector, De en medio de las piedras de fuego. 17 -’Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura; Corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor. Te arrojé en tierra, Te puse delante de los reyes, Para que vieran en ti un ejemplo. 18 -’Por la multitud de tus iniquidades, Por la injusticia de tu comercio, Profanaste tus santuarios. Y Yo he sacado fuego de en medio de ti, Que te ha consumido; Y te he reducido a ceniza sobre la tierra A los ojos de todos los que te miran. 19 -’Todos los que entre los pueblos te conocen Están asombrados de ti; Te has convertido en terror, Y ya no existirás más’”».
Profecía contra Sidón
20 Y vino a mí la palabra del SEÑOR: 21 «Hijo de hombre, pon tu rostro hacia Sidón, profetiza contra ella, 22 y di: “Así dice el Señor DIOS:
‘Yo estoy contra ti, Sidón, Y seré glorificado en medio de ti. Entonces sabrán que Yo soy el SEÑOR, cuando ejecute juicios en Sidón, Y manifieste en ella Mi santidad. 23 -’Enviaré a ella pestilencia Y sangre a sus calles; Los heridos caerán en medio de ella Por la espada que está sobre ella por todos lados. Entonces sabrán que Yo soy el SEÑOR.
24 Y no habrá más zarza punzante ni espina dolorosa para la casa de Israel de ninguno de los que la rodean y la desprecian. Entonces sabrán que Yo soy el Señor DIOS’.
25 ”Así dice el Señor DIOS: ‘Cuando Yo recoja a la casa de Israel de los pueblos donde está dispersa, y manifieste en ellos Mi santidad a los ojos de las naciones, entonces habitarán en su propia tierra, la que di a Mi siervo Jacob. 26 Y habitarán seguros en ella; edificarán casas, plantarán viñas, y habitarán seguros, cuando Yo haga juicios sobre todos los que a su alrededor la desprecian. Entonces sabrán que Yo soy el SEÑOR su Dios’”».
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Salmos 77
Las maravillas de Dios en el pasado consuelan en el presente
Para el director del coro; según Jedutún.
Salmo de Asaf.
77 Mi voz se eleva a Dios, y a Él clamaré; Mi voz se eleva a Dios, y Él me oirá. 2 En el día de mi angustia busqué al Señor; En la noche mi mano se extendía sin cansarse; Mi alma rehusaba ser consolada. 3 Me acuerdo de Dios, y me siento turbado; Me lamento, y mi espíritu desmaya. (Selah) 4 Has mantenido abiertos mis párpados; Estoy tan turbado que no puedo hablar. 5 He pensado en los días pasados, En los años antiguos. 6 De noche me acordaré de mi canción; En mi corazón meditaré, Y mi espíritu indaga:
7 ¿Rechazará el Señor para siempre? ¿No mostrará más Su favor? 8 ¿Ha cesado para siempre Su misericordia? ¿Ha terminado para siempre Su promesa? 9 ¿Ha olvidado Dios tener piedad, O ha retirado con Su ira Su compasión? (Selah) 10 Entonces dije: «Este es mi dolor: Que la diestra del Altísimo ha cambiado».
11 Me acordaré de las obras del SEÑOR; Ciertamente me acordaré de Tus maravillas antiguas. 12 Meditaré en toda Tu obra, Y reflexionaré en Tus hechos. 13 Santo es, oh Dios, Tu camino; ¿Qué dios hay grande como nuestro Dios? 14 Tú eres el Dios que hace maravillas, Has hecho conocer Tu poder entre los pueblos. 15 Con Tu brazo has redimido a Tu pueblo, A los hijos de Jacob y de José. (Selah)
16 Las aguas te vieron, oh Dios, Te vieron las aguas y temieron, Los abismos también se estremecieron. 17 Derramaron aguas las nubes, Tronaron los nubarrones, También Tus saetas centellearon por todos lados. 18 La voz de Tu trueno estaba en el torbellino, Los relámpagos iluminaron al mundo, La tierra se estremeció y tembló. 19 En el mar estaba Tu camino, Y Tus sendas en las aguas inmensas, Y no se conocieron Tus huellas. 20 Como rebaño guiaste a Tu pueblo Por mano de Moisés y de Aarón.