Vida Cristiana

¿Quién sos? Lo que quizás no has entendido sobre tu identidad

COMPRENDIENDO LA IDENTIDAD DE BASE DE TODO CRISTIANO

¿Quién sos? Esta es quizás una de las preguntas más importantes que podés y debés hacerte. De la respuesta que des a esta pregunta depende gran parte de las cosas que van a pasar (o no van a pasar) en tu vida.

Antes de sumergirnos en el tema, quiero adelantarte que este artículo es el primero de una serie de tres, en los que hablaremos sobre la identidad de base, la identidad específica y cómo descubrir nuestra identidad específica. Un tema que considero fundamental no solo para los jóvenes que pastoreamos en la iglesia, sino incluso para nosotros, sus líderes y pastores. En esta oportunidad, avanzaremos sobre nuestra identidad de base. ¡Comencemos entonces!

Identidad, ¿de qué depende?

Si te preguntara quién sos, muy probablemente me respondas con tu nombre: «Soy Andrés». Frente a esa respuesta te diría que no sos Andrés, ese es tu nombre, es la forma en la que te nombran, pero allí no está tu identidad. Puede ser que me respondas: «Soy estudiante de Ciencias Políticas», y entonces mi respuesta será que no sos estudiante, sino que «estás» estudiando. «OK, soy empleado en un supermercado»; en este caso, te preguntaría: «¿Sos empleado en un supermercado o trabajas como empleado en un supermercado»? Probablemente me respondas que trabajas de eso, pero no sos eso… Y así podríamos seguir con muchos ejemplos más: «Soy simpático, atento, cariñoso». No sos eso; esas son características de tu personalidad. «Soy padre de…». No sos padre, cumplís el rol de padre para con tus hijos, pero tus hijos no te dan tu identidad, etc., etc., etc.

La realidad es que nuestra identidad no depende de nada de lo que cité recién, ni siquiera depende de lo que nosotros pensemos, creamos o sintamos de nosotros mismos: somos lo que Dios dice que somos. 

¿Por qué? Porque Él nos creó, la Palabra dice que somos «su obra maestra» (Ef. 2:10 NTV). Somos lo que Dios dice que somos, y lo que Dios dice que somos, ya lo sabemos porque está en su Palabra. Simplemente, a modo de ejemplo, podemos decir que: somos hijos de Dios (Jn. 1:12), somos la sal de la tierra, la luz del mundo (Mt. 5:13-15), somos linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios (1 Pe. 2:9), somos templo del Espíritu Santo (1 Cor. 6:19) y un gran etc. Algo interesante respecto a la identidad de base es, justamente, que es básica, es igual para todos, todos somos lo que Dios dice que somos, y personalmente me gusta resumir eso con una palabra, somos: cristianos. Y ahora comienzan los problemas… ¿Estás listo?

A ver qué falta…

Además de lo dicho anteriormente, ¿qué significa ser cristiano?, ¿qué cosas caracteriza a un cristiano?

Podríamos decir que un cristiano: ora, lee la biblia, ama y adora a Dios. Va a la iglesia. Es diferente, ayuda al prójimo. Vive a Cristo, trata de no pecar, sirve a Dios. Se compromete, es íntegro, bendice a los demás, es generoso, solidario. Escucha música cristiana, tiene buen testimonio, asiste a eventos (como congresos, campamentos, capacitaciones).

¿Qué te parece esa pequeña lista? ¿Estás de acuerdo? ¿Quitarías o agregarías algo? ¿Podrías estar en contra de alguna de esas afirmaciones? ¿Habrá algún error en esa lista?

Quizás, te hayas dado cuenta de una gravísima falta en esa lista de casi veinte cosas que «hace» a un cristiano. ¿De qué hablamos? ¿Qué falta ahí?

Quisiera plantearte un escenario: Imagina que te queda tan solo una hora de vida. En tu mano tenés tu celular, y la posibilidad de grabar un video que quedará a disposición del mundo entero. Este video podrá tener una duración máxima de cinco minutos. Esto significa que, a partir de ahora, tenés unos 50 minutos para pensar qué vas a decir y grabar el video de cinco minutos. ¿Qué dirías? ¿Algo absolutamente importante, o algo intrascendente? Tenés cinco minutos para dejar un legado a la humanidad, la última chance. ¿Cuál sería tu mensaje?

Quiero decirte que Jesús tuvo sus últimos minutos para dar su mensaje. De todo lo que podría haber dicho eligió muy cuidadosamente sus palabras: ¿Querés saber que dijo? Te invito a que leas Mateo 28:18-20.

¿Ya lo leíste? Entonces, ¿qué le faltó a esa lista? ¿Qué debemos agregar?

¡Exactamente! Ir y hacer discípulos. Jesús de forma intencional decidió que esas sean sus últimas palabras. Es más, vos estás leyendo esto porque los discípulos obedecieron al maestro.

Ahora bien, ¿querés saber qué nos pasó? Hemos cambiado el ir y hacer discípulos por ir y congregarnos. ¡Boom!

No estoy diciendo que no debamos congregarnos, claramente debemos asistir a una iglesia y comprometernos allí; lo que digo es que nos hemos llenado de actividades (que pueden ser muy buenas y súper necesarias) y hemos dejado de hacer discípulos.

Quizás me digas: «Pero yo tengo un grupo pequeño que lidero, y allí tengo a mis discípulos», y mi respuesta es fuerte prepárate: eso no es discipulado. Hacer discípulos era lo que hacía Jesús, Él compartía su vida con sus discípulos, Él no tenía un encuentro semanal de 90 minutos, Jesús estaba todos los días con ellos. Seguramente estarás pensando que vos no tenés esa posibilidad, pero quiero decirte que sí la tenés. ¿Dónde estás gran parte de tu vida? Así es, en el trabajo, en la universidad, si sos adolescente, puede ser que la calle o la escuela sean los lugares donde pasás gran parte de tu tiempo.

¿Qué quiero decirte con todo esto? Que todos esos lugares pueden y deberían ser los lugares donde hagas discípulos. ¿Te imaginás? Ya no vas a trabajar, vas a hacer discípulos mientras trabajas, ¡y además te pagan! Es decir, vas a estar disponible a tiempo completo para el Señor.

Hacer discípulos es, entonces, desde mi punto de vista, una de las cosas que define a un cristiano, y la otra es que un cristiano busca a Dios. ¿Qué es entonces lo que caracteriza a un cristiano? Busca a Dios y hace discípulos.

Ahora bien, ¿a qué me refiero con que la otra cosa que define a un cristiano es que «busca a Dios»? Con buscar a Dios me refiero a tener una relación con Él, tener intimidad, hablar con Él, buscarlo en su Palabra, adorarlo, y sobre todo, amarlo. ¿Cuál es entonces la consecuencia natural de mi real y concreto encuentro con Dios? Que «no puedo dejar de hablar de aquello que he visto y oído» (Hch 4:20), que necesito ir y hacer discípulos, predicar el evangelio, porque «ay de mí si no predico el evangelio, me siento obligado a hacerlo» (1 Cor. 9:16).

Aquí recién empieza

Este es el primer nivel en nuestra identidad, la primera identidad, la identidad de base. La llamo así porque es básica, esencial, primaria. Es, justamente, la base sobre la cual se comienza a construir nuestra identidad como cristianos. Es el punto de partida general, común a todos aquellos que seguimos a Jesús. Ninguna persona, que se considere cristiana, está fuera de la identidad de base.

Posteriormente, cada vida cobra su propia especificidad en función de los propósitos de Dios; cada uno tendrá una identidad específica, un llamado particular. Pero todos partimos de la misma base: somos cristianos, buscamos a Dios y hacemos discípulos. ¿Cuál es mi identidad específica? Lo veremos en el próximo artículo.


Por Gabriel Bustos (gabrielbustosrp@gmail.com)
Gabriel, licenciado en Relaciones Públicas por la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, sirve como pastor en la Iglesia Cristo Para Todos en Don Orione, Buenos Aires. Junto a su esposa Lu, trabaja en el ministerio juvenil desde 2000, abordando temas desafiantes como la pornografía y la santidad sexual. Fue director de JEBA (2014-2023) y ha impactado a jóvenes en Argentina y Latinoamérica. Es autor de varios libros, entre ellos La verdad sobre la pornografía y El verdadero amor espera.

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