Tres años después de convertirse en un éxito aclamado por la crítica, el drama de ciencia ficción Severance regresa con su segunda temporada. Bajo la producción ejecutiva de Ben Stiller, esta serie de Apple TV+ presenta una propuesta refrescantemente original que combina el misterio que alimenta teorías de los fanáticos (al estilo de Lost), el surrealismo cómico característico de Twin Peaks y la sátira del entorno laboral de The Office.
La premisa central de la serie abre paso a grandes interrogantes y todo tipo de posibilidades dramáticas. Una corporación ficticia, Lumon Industries, ha inventado una tecnología que «divide» la conciencia de sus empleados, creando una separación entre su identidad laboral como empleado de Lumon (su «innie») y su identidad fuera del trabajo (su «outie»).
La inquietante premisa significa que los personajes principales de la serie: Mark S. (Adam Scott), Dylan G. (Zach Cherry), Helly R. (Britt Lower) e Irving B. (John Turturro), viven dos vidas separadas y compartimentadas sin ninguna conciencia de la otra. Cuando trabajan en Lumon, desconocen por completo las penas, los amores y las relaciones de su identidad no laboral. Y viceversa. Tristemente, este es el motivo por el cual las personas se inscriben voluntariamente en el programa. Buscan una ruptura absoluta, límites inquebrantables, entre su identidad laboral y su identidad fuera del trabajo.
Quizás para una generación acostumbrada a las líneas difusas entre el trabajo y el hogar, la propuesta de la «separación» suena como el paraíso. Sin embargo, rápidamente en la serie, y a lo largo de sus dos temporadas, la realidad de estar dividido resulta ser mucho más cercana al infierno.
Alusiones religiosas en “Severance”
La construcción del mundo de Severance está impregnada de iconografía religiosa. El fundador y director ejecutivo histórico de Lumon, Kier Eagan, es venerado como una especie de deidad («¡Alabado sea Kier!», exclaman ocasionalmente los empleados-discípulos). Los manuales de la empresa se presentan como textos sagrados. Los videos de capacitación tienen un aire catequético. Los «nueve principios fundamentales» de Lumon son una versión secular de los nueve frutos del Espíritu (Gá 5:22-23). Las evaluaciones de desempeño utilizan términos teológicos como «expiación». El ambiente laboral es profundamente legalista y se define por méritos y deméritos, incentivos y castigos penitenciales, sin olvidar la vigilancia constante de supervisores inquietantes y mandos intermedios.
Los elementos simbólicos de luz y oscuridad abundan por todas partes. El nombre de Lumon sugiere luz, y sus interiores de oficina son de un blanco brillante, mientras que el mundo exterior casi siempre aparece en tonos más oscuros y nocturnos. Sin embargo, la realidad es justamente la contraria: Lumon es la entidad oscura y cruel, y su postura como «luz» es un engaño diabólico. Cuando Mark y sus compañeros divididos comienzan a desenmascarar este engaño e intentan una rebelión para exponer las mentiras (al final de la primera temporada), esto evoca el valor bíblico de la luz que expone las tinieblas (p. ej., Ef 5:11-14). El papel de Mark recuerda al de Neo en Matrix: un héroe improbable que despierta ante las realidades de un régimen opresivo y trata de impulsar una insurrección para destruirlo desde dentro.
¿Es Lumon “el lugar malo”?
La idea teológica más importante en Severance gira en torno a visiones del infierno y el juicio. Cuando la serie se estrenó el 18 de febrero de 2022, el título del primer episodio hacía este simbolismo explícito: «Buenas noticias sobre el infierno». La protagonista femenina principal lleva el «infierno» (hell en inglés) en su nombre (Helly R.) y tiene el cabello de un rojo ardiente como el fuego. El misterioso trabajo que Mark, Helly y sus compañeros «separados» realizan se denomina «refinamiento», un término asociado con el fuego. En la segunda temporada, algunos personajes conversan ampliamente sobre el cielo y el infierno durante una cena, reflexionando si el innie de una persona podría ir al cielo incluso cuando su outie va al infierno.
El ambiente de «inframundo» en la serie se acentúa no solo por la geografía del edificio de Lumon (donde es necesario tomar un ascensor hacia abajo para llegar al «piso separado»), sino también por referencias ocasionales a figuras mitológicas como Perséfone, la diosa griega del inframundo. Existe una misteriosa «sala de cabras» en el piso separado de Lumon (repleta de cabras reales y sus cuidadores) que, junto con otras alusiones a estos animales a lo largo de la serie, podría ser una referencia a la parábola bíblica de las ovejas y las cabras (Mt 25:31-46), donde estas últimas simbolizan a aquellos que «irán al castigo eterno».
El fundador de Lumon, Kier, tiene un nombre que evoca a Ker, una diosa de la muerte en la mitología griega, «especialmente de la muerte violenta en batalla». Esto podría estar conectado con el nombre del proyecto crucial que ocupa cada hora de trabajo de Mark y sus compañeros refinadores: «Cold Harbor», que curiosamente es el nombre de una batalla de la Guerra Civil de 1864, en los Estados Unidos, que resultó en la muerte violenta de 1.844 soldados de la Unión.
La vida dentro de Lumon se caracteriza por un ambiente que refleja los «cuatro temperamentos» que, según Kier, definen cada mente humana: Aflicción, retozo, pavor y malicia. Con excepción de «retozo», estas inquietantes palabras evocan el infierno. El episodio 4 de la segunda temporada («El vacío de la aflicción») está impregnado de aflicción invernal, pavor y malicia. El episodio concluye cuando el Sr. Milchick (Tramell Tillman) pronuncia estas palabras de aflicción a un personaje «eliminado»: «Que la misericordia de Kier te acompañe en la eterna oscuridad». En este momento y en otros de Severance, recordé el Infierno de Dante y la famosa inscripción sobre la entrada al infierno: «Yo soy el camino a la ciudad del dolor… Yo soy el camino al dolor eterno… Abandonad toda esperanza los que aquí entráis».
El infierno: dividiendo lo que Dios unió
Más allá de los frecuentes elementos estéticos o las sutiles alusiones al infierno, la idea central de la serie encapsula el infierno de forma temática.
Estar «separado» como los desafortunados personajes de la serie sería un infierno en la tierra. Si el cielo será una experiencia de plenitud, integración y verdadera humanidad como nunca antes hemos experimentado completamente, el infierno probablemente será lo contrario: división, desintegración, inhumanidad, separación de Dios y de los demás. Eso es precisamente lo que Severance presenta de manera desoladora.
La serie captura la aflicción que representaría una existencia de puro trabajo. Los innies, cuya existencia es exclusivamente laboriosa —sin descanso, sin fin de semana, sin ocio, sin reposo— están experimentando lo opuesto a cómo se describe el cielo en las Escrituras: un lugar de reposo duradero en la presencia de Dios (He 4:9-10), donde experimentaremos descanso de nuestras labores (Ap 14:13).
Pero los outies también experimentan una especie de infierno. Una vida sin trabajo y solo descanso sería igualmente desoladora. El trabajo y el descanso encuentran su significado en su relación mutua. Si nunca trabajáramos, un fin de semana no tendría valor especial. Si nunca nos cansáramos por el trabajo, el sueño no resultaría placentero. Sin embargo, si nunca descansáramos, no podríamos trabajar. Como tantos elementos en la creación brillantemente diseñada por Dios, el binomio trabajo-descanso es armonioso y complementario: luz y tinieblas (Gn 1:4), día y noche (v. 5), tierra y mares (vv. 9-10), varón y mujer (v. 27), trabajo y descanso (v. 28; 2:2-3).
Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. Si rompiéramos el ritmo creado por Dios de trabajo-descanso como lo hace Severance, el significado de ambos se desmoronaría y viviríamos en la miseria. Sería el «infierno» de la monotonía, la uniformidad, la infinitud monocromática sin variación ni dinamismo. Como la miseria de un mundo con solo varones, o solo noche, o solo mares, o solo el yo.
La creación de Dios se caracteriza por el equilibrio, el contraste y la complementariedad armoniosa, y creo que su nueva creación también poseerá estas cualidades. Será un lugar gozoso de diversidad en comunidad: Dios habitando con nosotros, y nosotros con los demás como su pueblo. El infierno, por el contrario, será una experiencia de aislamiento absoluto y claustrofobia egocéntrica: el doble horror de verse privados de la gloriosa presencia de Dios y también de hastiarse de uno mismo, del yo del que no podemos escapar, de esa autodeterminación supuestamente liberadora que termina siendo completamente solitaria y desesperanzada.
El «yo» que emerge en Severance se aproxima a esta versión infernal, recordando la noción agustiniana del incurvatus in se: el replegarse hacia uno mismo. Aunque en este caso, la distorsión consiste más bien en una división del yo en dos partes. Los empleados separados están desintegrados y profundamente solos, cada una de sus mitades desconocida para la otra. Lo más triste es que se trata de una decisión que ellos mismos tomaron: un infierno de su propia elección.
El interés cultural en el más allá
Es interesante observar con qué frecuencia las narrativas de la cultura popular exploran el más allá. La serie Lost terminó sus seis temporadas con una representación cursi de un reino medio similar al purgatorio. The Good Place exploró el cielo y el infierno a través del género de la comedia televisiva. Películas como Más allá de los sueños lo han contemplado. Series oscuras como El juego del calamar y The Walking Dead parecen interesadas en escenarios de «infierno en la tierra»: lo que los humanos son capaces de hacerse unos a otros y en qué seres macabros podemos convertirnos.
Además, están las numerosas películas del muy popular género de «historias de fantasmas», producciones que asumen la existencia de reinos sobrenaturales. Presence, recién estrenada por Steven Soderbergh, es uno de los mejores giros recientes del género. A Ghost Story (2017) de David Lowery también destaca. Incluso una película infantil alegre como Soul (2020) de Pixar explora mundos del más allá.
En un mundo supuestamente «desencantado», la mayoría de las personas no puede dejar de especular sobre los misterios del más allá. Una encuesta reciente de Pew encontró que el 71 % de los estadounidenses cree en el cielo y el 61 % cree en el infierno. ¿Qué hay detrás de esta creencia? ¿Un instinto interno de que somos seres eternos? ¿Una esperanza de que exista la justicia cósmica? ¿Un deseo de que ovejas y cabras realmente sean separadas eternamente por un juez perfectamente justo?
Sea cual sea el motor de este interés perdurable, series como Severance dan testimonio de ello, ofreciendo provocadoras reflexiones artísticas sobre cuestiones espirituales vitales que no desaparecerán.
Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Eduardo Fergusson.
Brett McCracken es editor principal de The Gospel Coalition y autor de Uncomfortable: The Awkward and Essential Challenge of Christian Community, Gray Matters: Navigating the Space Between Legalism and Liberty, y Hipster Christianity: When Church and Cool Collide. Brett y su esposa, Kira, viven en Santa Ana, California. Pertenecen a Southlands Church, donde Brett sirve como un anciano. Puedes seguirlo en Twitter.