4 razones para que los misioneros den prioridad al apoyo de las iglesias locales

La mayoría de los misioneros reciben apoyo financiero para sus gastos personales y de ministerio en el extranjero. Como líder de una agencia misionera, he tenido conversaciones con muchas personas que entran en esta fase del ministerio. Una de las preguntas que recibo con más frecuencia es por qué alguien debe priorizar la recaudación de fondos de las iglesias locales por encima del apoyo de individuos.

Es útil reconocer que la historia de las misiones está repleta de historias de benefactores individuales del evangelio que han apoyado la labor de los misioneros. Incluso Jesús y los apóstoles fueron apoyados por individuos (Lc 8:3Ro 16:2). De ninguna manera quiero desalentar a los cristianos de dar directa, sacrificada y generosamente a los misioneros.

Sin embargo, animo a los misioneros a que establezcan compañerismo significativo con iglesias locales para recaudar fondos. Estas son cuatro razones.

1. Evaluación y rendición de cuentas

En comparación con los donantes individuales, las iglesias están en una mejor posición para evaluar el carácter y las competencias de los misioneros. Más específicamente, los ancianos de una iglesia están mejor capacitados para ello que los amigos y la familia. Un misionero debe ser enviado por una iglesia local, no solo por un grupo de individuos desconectados.

Los ancianos de una iglesia podrían involucrar a un comité para hacer recomendaciones sobre a qué misioneros apoyar. Pero en última instancia, los hombres que pastorean la iglesia local están en la mejor posición para evaluar el carácter y la capacidad porque han sido afirmados como aquellos que poseen estas cualidades.

He sido moldeado por pastores de varias congregaciones que de manera intencional me hacen preguntas sobre mis disciplinas espirituales personales, mi liderazgo en el hogar y mi trabajo. Me presionan en las áreas en las que ven una oportunidad de mejora y me animan con su discernimiento.

Si bien es cierto que los misioneros pueden tener conversaciones alentadoras de este tipo con colaboradores individuales, pueden beneficiarse aún más si establecen relaciones de rendición de cuentas con congregaciones completas y sus ancianos.

2. Colaboración práctica

Las iglesias aumentan las oportunidades de colaboración práctica. Una congregación está compuesta por miembros con diferentes competencias y conexiones; sus diversos dones y habilidades pueden ser de gran ayuda para quienes prestan servicio en el extranjero.

Tanto si un misionero busca ayuda profesional para un negocio o si solicita asistencia significativa a través de un equipo a corto plazo, las iglesias locales son el primer lugar lógico para solicitar ayuda. En mi experiencia, siempre intentan que los miembros de sus iglesias ayuden a los misioneros a los que apoyan.

Las iglesias también representan un mayor número de colaboradores en la oración. Una misionera con cien donantes individuales podría esperar que estos colaboradores oraran por ella. Pero con solo añadir una iglesia local a su base de apoyo, podría aumentar considerablemente el número de personas que oran por ella de forma regular.

3. Facilidad de conectividad

Imagina dos escenarios diferentes para una familia misionera que recauda 75 000 pesos, solo a modo de ejemplo y suponiendo que eso es lo que necesita para sostenerse.

En el primero, su iglesia local contribuye con 15 000 pesos para el año. La familia entonces recauda el resto de su sostenimiento mediante donaciones individuales. Para conseguir los 60 000 pesos restantes, cien donantes deberían aportar un promedio de 50 pesos al mes, es decir, 600 pesos al año.

En el segundo caso, la familia recibe ayuda de la iglesia que la envía y de otras cuatro iglesias locales, y el resto lo recauda a través de donaciones individuales. Si la iglesia que la envía contribuye con 15 000 pesos para el año y las otras cuatro iglesias contribuyen con 6 000 pesos cada una, entonces solo quedan 36 000 pesos por recaudar a través de donantes individuales. A un donativo promedio anual de 600 pesos cada uno, serían sesenta individuos.

En el primer escenario, hay ciento un relaciones (cien individuos y una iglesia). En el escenario dos, sesenta y cinco. Esto es un 36 %, o poco más de un tercio, menos personas con las que mantener contacto durante el ajetreo del aprendizaje del idioma, la adquisición de la cultura y el ministerio en el extranjero. Son treinta y seis visitas, almuerzos o reuniones de café menos cuando está en el país de origen. He visto de primera mano la carga que sienten los misioneros de visitar personalmente a quienes los apoyan cuando están en casa. Al ser apoyados más por iglesias que por individuos —y especialmente por iglesias que dan generosamente— los misioneros pueden minimizar ese estrés.

4. Ánimo mutuo

En Filipenses 4:15-20, Pablo escribe:

Ustedes mismos también saben, filipenses, que al comienzo de la predicación del evangelio, después que partí de Macedonia, ninguna iglesia compartió conmigo en cuestión de dar y recibir, sino solamente ustedes. Porque aun a Tesalónica enviaron dádivas más de una vez para mis necesidades. No es que busque la dádiva en sí, sino que busco fruto que aumente en su cuenta. Pero lo he recibido todo y tengo abundancia. Estoy bien abastecido, habiendo recibido de Epafrodito lo que han enviado: fragante aroma, sacrificio aceptable, agradable a Dios. Y mi Dios proveerá a todas sus necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. A nuestro Dios y Padre sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Pablo elogia a la iglesia filipense por su continua generosidad. No solo le ayudaron a él en su necesidad, sino que ellos estaban dando fruto a través de sus ofrendas. No puedes dejar de notar el ánimo mutuo en estos versículos. Las necesidades ministeriales de Pablo fueron satisfechas y la iglesia filipense se regocijó por su participación en lo que el Señor estaba haciendo.

Este estímulo mutuo y esta cosecha compartida siguen produciéndose hoy en día, cuando misioneros fieles reciben apoyo a través de la generosidad de iglesias locales. Esto no significa que los misioneros deban dejar de buscar apoyo de amigos y familiares. Pero harían bien en priorizar el buscar apoyo desde las iglesias locales para aprovechar la rendición de cuentas, la colaboración, la conectividad y el estímulo que se puede obtener allí.

Soy consciente de las diversas complejidades que surgen en la recaudación de fondos. No todas las iglesias pueden dar una cantidad considerable para un obrero enviado, aunque deberían tratar de dar sacrificialmente. Mientras tanto, algunos misioneros no tienen relaciones con otras iglesias además de la iglesia que los envía. Pero muchos pastores sí las tienen y pueden alentar esas conexiones. Cuando eso sucede, he sido testigo de asociaciones locales, relaciones y redes que se estimulan mutuamente cuando las iglesias de esa región apoyan entre sí a sus diferentes misioneros, todo para la gloria de Dios.


Publicado originalmente en The Gospel CoalitionTraducido y adaptado por Eduardo Fergusson.

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