63 versículos bíblicos sobre el pecado

Al hablar del pecado podemos estar tentados a pensar en términos muy negativos puesto que nos recuerda la razón de nuestro alejamiento de Dios. Sin embargo, al leer cada texto que habla sobre el pecado, te encontrarás con una agradable sorpresa: el pecado solo apunta a la hermosa obra redentora de Cristo, en quien ya no somos culpables de juicio.
Te invitamos a reflexionar en esta lista de 63 versículos bíblicos sobre el pecado a la luz del evangelio.

“Entonces el Señor dijo a Caín: ‘¿Por qué estás enojado, y por qué se ha demudado tu semblante? Si haces bien, ¿no serás aceptado? Pero si no haces bien, el pecado yace a la puerta y te codicia, pero tú debes dominarlo’” (Génesis 4:6-7).

“Pero los hombres de Sodoma eran malos y pecadores en gran manera contra el Señor” (Génesis 13:13).

“Entonces Faraón envió llamar a Moisés y Aarón y les dijo: ‘Esta vez he pecado. El Señor es el justo, y yo y mi pueblo somos los impíos’” (Éxodo 9:27).

“Cuando los días del banquete habían pasado, Job enviaba a buscarlos y los santificaba, y levantándose temprano, ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque Job decía: ‘Quizá mis hijos hayan pecado y maldecido a Dios en sus corazones’. Job siempre hacía así” (Job 1:5).

“¿Cuántas son mis iniquidades y pecados? Hazme conocer mi rebelión y mi pecado” (Job 13:23).

“No te acuerdes de los pecados de mi juventud ni de mis transgresiones; acuérdate de mí conforme a tu misericordia, por tu bondad, oh Señor” (Salmo 25:7).

“Bueno y recto es el Señor; por tanto, Él muestra a los pecadores el camino” (Salmo 25:8).

“Esconde Tu rostro de mis pecados, y borra todas mis iniquidades” (Salmo 51:9).

“Los necios se ríen del pecado, pero entre los rectos hay buena voluntad” (Proverbios 14:9).

“¡Ay, nación pecadora, pueblo cargado de iniquidad, generación de malvados, hijos corrompidos! Han abandonado al Señor, han despreciado al Santo de Israel, se han apartado de Él” (Isaías 1:4).

“Y dará a luz un Hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21).

“Entonces Jerusalén, toda Judea y toda la región alrededor del Jordán, acudían a él, y confesando sus pecados, eran bautizados por Juan en el río Jordán” (Mateo 3:5-6).

“Y le trajeron un paralítico echado en una camilla; y Jesús, viendo la fe de ellos, dijo al paralítico: ‘Anímate, hijo, tus pecados te son perdonados’” (Mateo 9:2).

“Por eso les digo, que todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada” (Mateo 12:31).

“Y tomando una copa, y habiendo dado gracias, se la dio, diciendo: ‘Beban todos de ella; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados’” (Mateo 26:27-28).

“Juan el Bautista apareció en el desierto predicando el bautismo de arrepentimiento para el perdón de pecados” (Marcos 1:4).

“Cuando los escribas de los fariseos vieron que Él comía con pecadores y recaudadores de impuestos, decían a Sus discípulos: ‘¿Por qué Él come y bebe con recaudadores de impuestos y pecadores?’” (Marcos 2:16).

“Al oír esto, Jesús les dijo: ‘Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores’” (Marcos 2:17).

“Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo; porque irás delante del Señor para preparar Sus caminos; para dar a Su pueblo el conocimiento de la salvación por el perdón de sus pecados” (Lucas 1:76-77).

“Si aman a los que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Si hacen bien a los que les hacen bien, ¿qué mérito tienen? Porque también los pecadores hacen lo mismo” (Mateo 6:32-33).

“De la misma manera, les digo, hay gozo en la presencia de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente” (Lucas 15:10).

“Sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguien teme a Dios y hace Su voluntad, a este oye” (Juan 9:31).

“Entonces Pedro les dijo: ‘Arrepiéntanse y sean bautizados cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán el don del Espíritu Santo’” (Hechos 2:38).

“Por tanto, arrepiéntanse y conviértanse, para que sus pecados sean borrados, a fin de que tiempos de alivio vengan de la presencia del Señor” (Hechos 3:19).

“Pues todos los que han pecado sin la ley, sin la ley también perecerán; y todos los que han pecado bajo la ley, por la ley serán juzgados” (Romanos 2:12).

“Porque por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Él; pues por medio de la ley viene el conocimiento del pecado” (Romanos 3:20).

“Bienaventurado el hombre cuyo pecado el Señor no tomará en cuenta” (Romanos 4:8).

“Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por medio de un hombre, y por medio del pecado la muerte, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron” (Romanos 5:12).

“Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de Uno los muchos serán constituidos justos” (Romanos 5:19).

“¿Qué diremos, entonces? ¿Continuaremos en pecado para que la gracia abunde? ¡De ningún modo! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” (Romanos 6:1-2).

“Así también ustedes, considérense muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús” (Romanos 6:11).

“Por tanto, no reine el pecado en su cuerpo mortal para que ustedes no obedezcan a sus lujurias; ni presenten los miembros de su cuerpo al pecado como instrumentos de iniquidad, sino preséntense ustedes mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y sus miembros a Dios como instrumentos de justicia” (Romanos 6:12-13).

“Pero ahora, habiendo sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tienen por su fruto la santificación, y como resultado la vida eterna” (Romanos 6:22).

“Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8:2).

“Huyan de la fornicación. Todos los demás pecados que un hombre comete están fuera del cuerpo, pero el fornicario peca contra su propio cuerpo” (1 Corintios 6:18).

“Porque yo les entregué en primer lugar lo mismo que recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1 Corintios 15:3-4).

“Al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él” (2 Corintios 5:21).

“Que Él mismo se dio por nuestros pecados para librarnos de este presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre” (Gálatas 1:4).

“En Él tenemos redención mediante Su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de Su gracia” (Efesios 1:7).
“No impongas las manos sobre nadie con ligereza, compartiendo así la responsabilidad por los pecados de otros; guárdate libre de pecado” (1 Timoteo 5:22).

“Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino Uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado” (Hebreos 4:15).

“Pues tendré misericordia de sus iniquidades, y nunca más me acordaré de sus pecados” (Hebreos 8:12).

“Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte” (Santiago 1:15).

“Porque para este propósito han sido llamados, pues también Cristo sufrió por ustedes, dejándoles ejemplo para que sigan Sus pasos, el cual no cometió pecado, ni engaño alguno se halló en Su boca” (1 Pedro 2:21-22).

“Él mismo llevó nuestros pecados en Su cuerpo sobre la cruz, a fin de que muramos al pecado y vivamos a la justicia, porque por Sus heridas fueron ustedes sanados” (1 Pedro 2:24).

“Porque también Cristo murió por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, muerto en la carne pero vivificado en el espíritu” (1 Pedro 3:18). 

“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:8-9).

“Hijitos míos, les escribo estas cosas para que no pequen. Y si alguien peca, tenemos Abogado para con el Padre, a Jesucristo el Justo. Él mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero” (1 Juan 2:1-2).

“Ustedes saben que Cristo se manifestó a fin de quitar los pecados, y en Él no hay pecado” (1 Juan 3:5).

“Sabemos que todo el que ha nacido de Dios, no peca; sino que Aquel que nació de Dios lo guarda y el maligno no lo toca” (1 Juan 5:18).

“Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a ustedes, de parte de Aquel que es y que era y que ha de venir, y de parte de los siete Espíritus que están delante de Su trono, y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos libertó de nuestros pecados con Su sangre” (Apocalipsis 1:4-5).

Escrito por el equipo de trabajo de Coalición por el Evangelio.

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