Lectura de Hoy

04-11-2023

Devocional

Devocional: Salmos 129–131

Muchos han observado que el Salmo 131 anticipa la enseñanza de Jesús de Mateo 18:1-4, donde pregunta: “¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?”, y llama a un niño pequeño y lo pone en medio de sus discípulos. En ciertos aspectos, el seguidor de Jesús debe ser como un niño y este salmo hace su propia contribución a ese tema. Con todo, ser como un niño no es ser infantil; la sencillez no es tener una mente simple; la humildad no es servilismo. El salmo hablará con mayor poder si reflexionamos sobre algunos de sus rasgos:

(1) Según se indica, es un salmo de David. Uno podría muy bien preguntar durante qué periodo de su carrera lo escribió. Más de un escritor ha sugerido que surge de un periodo temprano, antes de que el éxito de sus años de madurez y los últimos de su vida produjeran una cierta arrogancia que habría imposibilitado que escribiera: “No busco grandezas desmedidas, ni proezas que excedan a mis fuerzas” (131:1). Esto es posible, por supuesto. No obstante, no sería demasiado verosímil que un hombre muy joven, que no ha tenido aún la oportunidad de preocuparse con grandes asuntos, compusiera estas líneas, o, si lo hizo, sonarían vagamente pretenciosas, como una excusa pomposa por no abordar las cuestiones más difíciles. Uno no puede demostrar finalmente la idea, pero sospecho que se entendería mejor este salmo si surgiera del final de la vida de David, después de haber sido humillado por asuntos como el de Betsabé y Urías, y por la revuelta liderada por su hijo Absalón. Humillado, menos rápido para imaginar que él es el único que entiende, más lento para ofenderse y más impresionado por la sabia providencia de Dios, David (podemos imaginar) escribe ahora tranquilamente: “Señor, mi corazón no es orgulloso, ni son altivos mis ojos” (131.1).

(2) Algunos comentaristas (e incluso traducciones) describen al niño del versículo 2 como un niño recién amamantado. Sin embargo, esto no es lo que dice el texto. David se retrata “como un niño recién amamantado en el regazo de su madre”. Este niño, como David, ya no llora por lo que antes le parecía indispensable. Esto también sugiere que es lo suficientemente maduro como para abandonar algo; es decir, a la luz del versículo 1, la búsqueda confiada por entenderlo todo provocó más que una pequeña arrogancia. La falta de madurez que deja a un lado es como un niño pequeño gritando por engancharse al pecho de su madre. Pero David ha eclipsado este punto. Está destetado y satisfecho. Cf. Filipenses 4:11ss.

(3) La madurez que David ha alcanzado no se basa en una retirada escapista de las complejidades de la vida, sino en la confianza en el Señor (131:3), cuyo perfecto conocimiento es un baluarte para nuestra esperanza.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.

Devocional: 2 Reyes 17

El texto de 2 Reyes 17 relata un momento decisivo en la historia del Antiguo Testamento. El reino del norte, Israel, deja de existir como entidad política. Lo que impulsó este último paso en la destrucción de la nación fue un engaño realizado por su ultimo rey, Oseas. Mientras nominalmente mantenía su lealtad a Asiria (la superpotencia de la región), Oseas comenzó a negociar con Egipto, que todavía era una potencia política y militar muy impresionante, con la esperanza de que Israel pudiera acogerse a su protección en mejores términos. Salmanasar, rey de Asiria, interpretó esta acción como lo que era—una traición—y destruyó Samaria, la capital de Israel (17:1-6). Deportó a los principales israelitas a Asiria y luego, como vemos claramente al final del capítulo, introdujo a gente pagana de otras partes del imperio que se entremezcló con los israelitas pobres que quedaban allí.

El resto del capítulo nos ofrece dos explicaciones explícitas y una más sutil e implícita.

Primero, la razón final para la destrucción de la nación no era política ni militar, sino religiosa y teológica (17:7-17). El pueblo de Israel sucumbió a la idolatría. Aunque mantenían una lealtad superficial al Dios vivo, “secretamente” edificaron lugares altos paganos, ¡cómo si pudieran engañar al Dios que todo lo ve! Se multiplicaron las imágenes de Asera y la adoración de Baal. El pueblo ignoró a los profetas que Dios les envió. “Se fueron tras ídolos inútiles, de modo que se volvieron inútiles ellos mismos” (17:15; cfJeremías 2:5). Rechazando el templo en Jerusalén, construyeron dos imágenes de becerros. Adoraron a las deidades astrológicas, jugaron con la hechicería y, finalmente, se rebajaron a la abominable práctica de sacrificar hijos a Moloc. “Por lo tanto, el Señor se enojó mucho contra Israel y lo arrojó de su presencia” (17:18).

Segundo, este capítulo explica los orígenes de la religión sincretista de Samaria (17:24-41). Los inmigrantes paganos se mezclaron con los judíos que permanecieron en la tierra. En términos raciales y teológicos, los resultados fueron mixtos. A pesar de las advertencias de Dios (que tomaron la forma de leones al acecho, los cuales ya no se encuentran en esa parte del mundo aunque en esa época abundaban), todo lo que logró producir esa generación fue patético: “Aunque adoraban al Señor, servían también a sus propios dioses” (17:33). Este es el trasfondo de los “samaritanos” que encontramos en la época de Jesús.

La tercera explicación sólo es implícita, siendo evidente únicamente si leemos este capítulo dentro del fluir del desarrollo de la Revelación. La humanidad caída es juzgada en el diluvio; sólo unos pocos sobreviven. Los patriarcas de la joven nación judía acaban esclavizados. Cuando Dios los libera, su incredulidad retrasa su entrada en la Tierra Prometida. El período de los jueces acaba en libertinaje, corrupción y decadencia. Y ahora la época de la monarquía está finalizando con una vergüenza parecida.

Que Dios nos ayude: necesitamos una respuesta más radical que estas.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2013. Usado con permiso.

2 Reyes 17

Causas de la caída del reino de Israel

17 En el año doce de Acaz, rey de Judá, Oseas, hijo de Ela, comenzó a reinar sobre Israel en Samaria, y reinó nueve años. Hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR, aunque no como los reyes de Israel que habían sido antes de él. Subió contra él Salmanasar, rey de Asiria, y Oseas fue hecho su siervo, y le pagaba tributo. Pero el rey de Asiria descubrió una conspiración de Oseas, quien había enviado mensajeros a So, rey de Egipto, y no había pagado tributo al rey de Asiria como había hecho año tras año. Por tanto el rey de Asiria lo detuvo y lo encadenó en la cárcel. Entonces el rey de Asiria invadió todo el país y subió a Samaria, y le puso sitio por tres años. En el año noveno de Oseas, el rey de Asiria tomó Samaria y se llevó a Israel al destierro en Asiria, y los puso en Halah y en Habor, río de Gozán, y en las ciudades de los medos.

Esto sucedió porque los israelitas habían pecado contra el SEÑOR su Dios, que los había sacado de la tierra de Egipto de bajo la mano de Faraón, rey de Egipto, y habían reverenciado a otros dioses; y anduvieron en las costumbres de las naciones que el SEÑOR había arrojado de delante de los israelitas, y en las costumbres de los reyes de Israel que ellos habían introducido. Los israelitas secretamente hicieron cosas que no eran rectas contra el SEÑOR su Dios. Además se edificaron lugares altos en todas sus ciudades, desde las torres de atalaya hasta las ciudades fortificadas. 10 Se erigieron pilares sagrados y Aseras sobre toda colina alta y bajo todo árbol frondoso. 11 Quemaron incienso allí en todos los lugares altos, como las naciones que el SEÑOR se había llevado al destierro de delante de ellos; e hicieron cosas malas provocando al SEÑOR. 12 Y sirvieron a ídolos, acerca de los cuales el SEÑOR les había dicho: «Ustedes no harán esto».

13 El SEÑOR amonestaba a Israel y a Judá por medio de todos Sus profetas y de todo vidente, diciendo: «Vuélvanse de sus malos caminos y guarden Mis mandamientos, Mis estatutos conforme a toda la ley que ordené a sus padres y que les envié por medio de Mis siervos los profetas». 14 Sin embargo, ellos no escucharon, sino que fueron tercos como sus padres, que no creyeron en el SEÑOR su Dios. 15 Desecharon Sus estatutos y el pacto que Él había hecho con sus padres, y Sus advertencias con las cuales los había amonestado. Siguieron la vanidad y se hicieron vanos, y fueron en pos de las naciones que los rodeaban, respecto de las cuales el SEÑOR les había ordenado que no hicieran como ellas. 16 Y abandonaron todos los mandamientos del SEÑOR su Dios, y se hicieron imágenes fundidas de dos becerros; hicieron una Asera, adoraron a todo el ejército de los cielos y sirvieron a Baal. 17 Hicieron pasar por el fuego a sus hijos y a sus hijas. Practicaron la adivinación y los encantamientos, y se entregaron a hacer lo malo ante los ojos del SEÑOR, provocándolo. 18 Y el SEÑOR se enojó en gran manera contra Israel y los quitó de su presencia. Solo quedó la tribu de Judá.

19 Tampoco Judá guardó los mandamientos del SEÑOR su Dios, sino que anduvieron en las costumbres que Israel había introducido. 20 Y el SEÑOR desechó a toda la descendencia de Israel, y los afligió y los entregó en mano de saqueadores, hasta que los echó de su presencia. 21 Cuando Él arrancó a Israel de la casa de David, ellos hicieron rey a Jeroboam, hijo de Nabat. Entonces Jeroboam apartó a Israel de seguir al SEÑOR, y les hizo cometer un gran pecado. 22 Los israelitas anduvieron en todos los pecados que había cometido Jeroboam; no se apartaron de ellos, 23 hasta que el SEÑOR quitó a Israel de Su presencia, como Él había hablado por medio de todos Sus siervos los profetas. E Israel fue llevado de su propia tierra al destierro, a Asiria, hasta hoy.

24 El rey de Asiria trajo hombres de Babilonia, de Cuta, de Ava, de Hamat y de Sefarvaim, y los puso en las ciudades de Samaria en lugar de los israelitas. Y tomaron posesión de Samaria y habitaron en sus ciudades. 25 Al principio de habitar ellos allí, no temieron al SEÑOR, así que el SEÑOR envió leones entre ellos que mataron a muchos de ellos. 26 Entonces hablaron al rey de Asiria: «Las naciones que ha llevado al destierro a las ciudades de Samaria, no conocen la costumbre del dios de la tierra; por eso él ha enviado leones entre ellos, y es la causa por la que los leones los matan porque ellos no conocen la costumbre del dios de la tierra».

27 Y el rey de Asiria ordenó: «Lleven allá a uno de los sacerdotes que ustedes llevaron al destierro, y que él vaya y habite allí; y que les enseñe la costumbre del dios de la tierra». 28 Y vino uno de los sacerdotes que habían llevado al destierro desde Samaria, y habitó en Betel, y les enseñó cómo habían de temer al SEÑOR. 29 Pero cada nación continuó haciendo sus propios dioses, y los pusieron en las casas de los lugares altos que los samaritanos habían hecho, cada nación en las ciudades en que habitaban. 30 Y los hombres de Babilonia hicieron a Sucot Benot; los hombres de Cuta hicieron a Nergal; los hombres de Hamat hicieron a Asima; 31 y los aveos hicieron a Nibhaz y a Tartac; y los de Sefarvaim quemaban a sus hijos en el fuego como ofrenda a Adramelec y Anamelec, dioses de Sefarvaim. 32 También temían al SEÑOR pero nombraron de entre sí sacerdotes de los lugares altos, que oficiaban por ellos en las casas de los lugares altos. 33 Temían al SEÑOR pero servían a sus dioses conforme a la costumbre de las naciones de donde habían sido llevados al destierro.

34 Hasta el día de hoy siguen haciendo conforme a sus antiguas costumbres. No temen al SEÑOR, ni siguen sus estatutos ni sus ordenanzas ni la ley ni el mandamiento que el SEÑOR había ordenado a los hijos de Jacob, a quien puso el nombre de Israel, 35 con los cuales el SEÑOR hizo un pacto y les ordenó: «No temerán a otros dioses ni se inclinarán ante ellos, no los servirán ni les ofrecerán sacrificios. 36 Sino que al SEÑOR, que los hizo subir de la tierra de Egipto con gran poder y con brazo extendido, a Él temerán y ante Él se inclinarán y a Él ofrecerán sacrificios. 37 Y los estatutos, las ordenanzas, la ley y el mandamiento que Él les escribió, cuidarán de cumplirlos siempre, y no temerán a otros dioses. 38 Y el pacto que he hecho con ustedes, no lo olvidarán, ni temerán a otros dioses. 39 Sino que al SEÑOR su Dios temerán, y Él los librará de mano de todos sus enemigos».

40 Pero ellos no escucharon, sino que hicieron conforme a su antigua costumbre. 41 Y aunque estas naciones temían al SEÑOR, también servían a sus ídolos; y de la misma manera que hicieron sus padres, así hacen hasta hoy sus hijos y sus nietos.

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Tito 3

La base de la salvación

3 Recuérdales que estén sujetos a los gobernantes, a las autoridades; que sean obedientes, que estén preparados para toda buena obra. Que no injurien a nadie, que no sean contenciosos, sino amables, mostrando toda consideración para con todos los hombres.

Porque nosotros también en otro tiempo éramos necios, desobedientes, extraviados, esclavos de deleites y placeres diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles y odiándonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y Su amor hacia la humanidad, Él nos salvó, no por las obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a Su misericordia, por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo, que Él derramó sobre nosotros abundantemente por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por Su gracia fuéramos hechos herederos según la esperanza de la vida eterna.

Palabra fiel es esta; y en cuanto a estas cosas quiero que hables con firmeza, para que los que han creído en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles para los hombres. Pero evita controversias necias, genealogías, contiendas y discusiones acerca de la ley, porque son sin provecho y sin valor. 10 Al hombre que cause divisiones, después de la primera y segunda amonestación, recházalo, 11 sabiendo que el tal es perverso y está pecando, habiéndose condenado a sí mismo.

Recomendaciones finales y bendición

12 Cuando te envíe a Artemas o a Tíquico, procura venir a verme en Nicópolis, porque he decidido pasar allí el invierno. 13 Encamina con diligencia a Zenas, intérprete de la ley, y a Apolos, para que nada les falte. 14 Y que los nuestros aprendan a ocuparse en buenas obras, atendiendo a las necesidades apremiantes, para que no estén sin fruto.

15 Todos los que están conmigo te saludan. Saluda a los que nos aman en la fe.

La gracia sea con todos ustedes.

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Oseas 10

10 Israel es un viñedo frondoso, Dando fruto para sí mismo. Según la abundancia de su fruto, Así multiplicaba los altares; Cuanto más rica era su tierra, Más hermosos hacían sus pilares sagrados. Su corazón es infiel; Ahora serán hallados culpables; El SEÑOR derribará sus altares Y destruirá sus pilares sagrados.

Ciertamente ahora dirán: «No tenemos rey, Porque no hemos temido al SEÑOR. Y el rey, ¿qué haría por nosotros?». Hablan solo palabras, Hacen pactos con juramentos vanos, Y el juicio brotará como hierbas venenosas en los surcos del campo. Por el becerro de Bet Avén Temerán los habitantes de Samaria. En verdad, por él hará duelo su pueblo, Y sus sacerdotes idólatras se lamentarán a causa de él, Porque de él se ha alejado su gloria. También el becerro será llevado a Asiria Como tributo al rey Jareb; Efraín se cubrirá de vergüenza, E Israel se avergonzará de su consejo. Samaria será destruida con su rey, Como astilla sobre la superficie del agua. También serán destruidos los lugares altos de Avén, el pecado de Israel; Espinos y cardos crecerán sobre sus altares. Entonces dirán a los montes: «¡Cúbrannos!», y a los collados: «¡Caigan sobre nosotros!». Desde los días de Guibeá has pecado, oh Israel; ¡Allí se han quedado! ¿No los alcanzará en Guibeá la batalla contra los hijos de la iniquidad? 10 Cuando Yo lo desee, los castigaré; Y se juntarán pueblos contra ellos Cuando sean castigados por su doble iniquidad.

11 Efraín es una novilla domesticada que le gusta trillar, Pero Yo pasaré un yugo sobre su hermoso cuello; Unciré a Efraín, Arará Judá, rastrillará Jacob por sí mismo. 12 Siembren para ustedes según la justicia, Sieguen conforme a la misericordia; Rompan la tierra para sembrar, Porque es tiempo de buscar al SEÑOR Hasta que venga a enseñarles justicia. 13 Ustedes han arado iniquidad, han segado injusticia, Han comido fruto de mentira. Porque has confiado en tu camino, en la multitud de tus guerreros, 14 Se levantará un tumulto entre tu pueblo, Y todas tus fortalezas serán destruidas, Como Salmán destruyó a Bet Arbel el día de la batalla, Cuando las madres fueron despedazadas con sus hijos. 15 Así les será hecho en Betel a causa de su gran iniquidad. Al amanecer, el rey de Israel será totalmente destruido.

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Salmos 129–131

Plegaria por la caída de los enemigos de Sión

Cántico de ascenso gradual.

129 «Muchas veces me han perseguido desde mi juventud», Que lo diga ahora Israel. «Muchas veces me han perseguido desde mi juventud, Pero no han prevalecido contra mí. Sobre mis espaldas araron los aradores; Alargaron sus surcos». El SEÑOR es justo; Ha cortado las ataduras de los impíos.

Sean avergonzados y vueltos atrás Todos los que odian a Sión. Que sean como la hierba en los techos, Que se seca antes de crecer; Con la cual el segador no llena su mano, Ni el recogedor de gavillas sus brazos. Que no digan los que pasan: «La bendición del SEÑOR sea sobre ustedes; Los bendecimos en el nombre del SEÑOR».

Clamor de un pecador

Cántico de ascenso gradual.

130 Desde lo más profundo, oh SEÑOR, he clamado a Ti. ¡Señor, oye mi voz! Estén atentos Tus oídos A la voz de mis súplicas. SEÑOR, si Tú tuvieras en cuenta las iniquidades, ¿Quién, oh Señor, podría permanecer? Pero en Ti hay perdón, Para que seas temido.

Espero en el SEÑOR; en Él espera mi alma, Y en Su palabra tengo mi esperanza. Mi alma espera al Señor Más que los centinelas a la mañana; Sí, más que los centinelas a la mañana. Oh Israel, espera en el SEÑOR, Porque en el SEÑOR hay misericordia, Y en Él hay abundante redención; Él redimirá a Israel De todas sus iniquidades.

Humilde confianza en Dios

Cántico de ascenso gradual; de David.

131 SEÑOR, mi corazón no es soberbio, ni mis ojos altivos; No ando tras las grandezas, Ni en cosas demasiado difíciles para mí; Sino que he calmado y acallado mi alma; Como un niño destetado en el regazo de su madre, Como un niño destetado está mi alma dentro de mí. Espera, oh Israel, en el SEÑOR, Desde ahora y para siempre.


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