Lectura de Hoy

18-11-2023

Devocional

Devocional: Amós 7

En Amós 7:1-19el profeta intercede ante Dios para evitar dos juicios catastróficos. En ambos casos, el Señor transige (7:3-6). Pero, entonces, Dios despliega una plomada para mostrar lo deshonesto que es Israel y promete que ya no va a escatimar más al pueblo (7:6-9). Dos reflexiones:

(1) Si Dios aguantara para siempre, no habría juicio. Muchos piensan en Dios en estos términos. Dios es bueno, por tanto, está sujeto a perdonarnos: ese es su trabajo. Esto mismo argumentó Catalina la Grande. La Biblia insiste en que semejante imagen de Dios es irremediablemente errónea. Por otra parte, si Dios ejecutara una justicia inmediata, no habría lugar para la compasión ni para la espera paciente. Este tipo de tensión está sujeta a muchas virtudes. El valor genuino presupone un temor que está vencido. Si no hubiera temor en absoluto, no podría haber valor. De manera similar, si no hay ira, la paciencia ya no es una virtud; se disuelve en una alquimia extraña de amabilidad e indiferencia moral. Por ello, una gran parte de lo que estas escenas están diciendo a los israelitas antiguos es que la paciencia de Dios se está acabando. La razón por la que Dios no los ha destruido aún es que es paciente. Pero la paciencia genuina presupone que la justicia ha de prevalecer más tarde o más temprano: es un llamado al arrepentimiento antes de que sea demasiado tarde.

(2) Dios responde aquí a la oración intercesora de Amós y transige, como en varios otros pasajes emotivos donde Dios responde a la intercesión ferviente (Génesis 18:23-3320:7Éxodo 32:9-14Job 42:8-9). ¿Cómo encaja esto en un pasaje como 1 Samuel 15:29“En verdad, el que es la gloria de Israel no miente ni cambia de parecer, pues no es hombre para que se arrepienta”. En realidad, si yo estuviera seguro de poder cambiar la mente de Dios en algún sentido absoluto, me sentiría aterrorizado de intentarlo, porque sé, mucho menos que él. Con todo, “la oración del justo es poderosa y eficaz”, se nos dice (Santiago 5:16-18). La idea es, con toda seguridad, que este Dios no es una fuerza fría, determinista, mecánica. Es un Dios personal que ha ordenado medios y fines, medios que incluyen nuestra intercesión. Si debemos orar según la voluntad de Dios (1 Juan 5:14), entonces Lutero tenía razón: “La oración no consiste en vencer la voluntad de Dios. La oración es hacerse a la voluntad y a la disposición de Dios”. No es tanto un medio de hablar con Dios para llevarle a una postura que le repugna, como un medio ordenado por dios para obtener las bendiciones que, en la perfección de sus virtudes, él está deseando conceder. Pero esta perfección de virtudes también significa que puede llegarse a un punto en el que la colisión de la santidad y del pecado acabe en una ira implacable que no podrá ser desviada.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.

Devocional: Hebreos 13

La bendición de Hebreos 13:20-21 nos invita a una prolongada reflexión. Algunas observaciones:

(1) La idea central de la oración es doble: primero, que Dios “os” capacite (a los lectores cristianos) “en todo lo bueno para hacer su voluntad”; y segundo, que él haga “en nosotros lo que le agrada” (13:21, énfasis añadido). En otras palabras, se enfatiza en gran manera hacer la voluntad de Dios, en vivir de manera que le agrademos a él. Aunque la oración es para los cristianos, todo está enfocado en Dios y lo que a él le agrada. La oración más importante para los cristianos es que ellos hagan la voluntad de Dios, que Dios obre en ellos lo que le agrada a él.

(2) El cambio de persona, de vosotros a nosotros no significa que la primera petición es únicamente para los lectores y la segunda sólo para el autor. El nosotros seguramente es inclusivo; es decir, que abarca tanto al autor como a sus lectores y, por tanto, implícitamente a todos los cristianos. El giro de vosotros a nosotros bien podría estar motivado, al menos en parte, por un deseo de evitar dar la impresión de que el autor está orando para que otros hagan la voluntad de Dios sin orar lo mismo para sí.

(3) Se hace referencia a Dios como el “Dios de paz” (13:20), lo cual no alude principalmente a una paz psicológica. Se trata de la paz fundamental con Dios (como presuponen los capítulos 9-10), la reconciliación de los rebeldes culpables con su Hacedor y Redentor. El autor le pide al Dios que reconcilia a los pecadores que los capacite para ser conformados a su voluntad.

(4) Este Dios “levantó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo” (13:20). En cierta manera, este es un tema bastante asiduo en el Nuevo Testamento: Dios levantó a Jesús de entre los muertos. Pero este pasaje estipula que Dios lo hizo “por la sangre del pacto eterno” (13:20). La referencia es a la sangre de Jesús, a su muerte que inaugura el nuevo pacto (como demuestran los capítulos 8-10) y este nuevo pacto no es un recurso temporal, sino “eterno” en su autoridad vinculante. Al principio, parece extraño pensar que Dios resucitó a Jesús por la sangre del mismo Jesús y mediante su muerte. Pero probablemente, el pacto eterno inaugurado por la muerte victoriosa de Jesús, su sacrificio completado, su expiación perfecta, expresado por su grito triunfante “¡Consumado es!”, sirve de fundamento para el pacto y establece que es correcto que Dios levante a Jesús y lo vindique.

(5) El propio Jesús es ese “gran Pastor de las ovejas”. Muchas imágenes vienen a nuestra mente. Dios mismo prometió pastorear a su pueblo; de hecho, dijo que enviaría al rey davídico a ejercer este papel (Ezequiel 34). Sobre todo, el Buen Pastor da su vida por las ovejas (Juan 10; ver meditación del 20 de marzo). No debe sorprendernos, entonces, que la oración se ofrezca “por Jesucristo, al cual sea la gloria por los siglos de los siglos” (13:21).

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2013. Usado con permiso.

1 Crónicas 11–12

Comienzo del reinado de David

11 Entonces se congregó todo Israel alrededor de David en Hebrón, y le dijeron: «Mire, somos hueso suyo y carne suya. Ya de antes, cuando Saúl aún era rey, usted era el que sacaba a Israel y el que lo volvía a traer. Y el SEÑOR su Dios le dijo: “Tú pastorearás a Mi pueblo Israel, y serás príncipe sobre Mi pueblo Israel”». Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel al rey en Hebrón, y David hizo un pacto con ellos en Hebrón delante del SEÑOR; luego ungieron a David como rey sobre Israel, conforme a la palabra del SEÑOR por medio de Samuel.

Entonces David fue con todo Israel a Jerusalén, es decir, Jebús, y allí estaban los jebuseos, habitantes de la tierra. Los habitantes de Jebús dijeron a David: «Usted no entrará aquí». Pero David capturó la fortaleza de Sión, es decir, la ciudad de David. Y David había dicho: «El que primero hiera a un jebuseo será jefe y comandante». Y Joab, hijo de Sarvia, subió primero, y fue hecho jefe. David habitó en la fortaleza; por tanto fue llamada la ciudad de David. Y edificó la ciudad alrededor, desde el Milo hasta la muralla que la rodeaba; y Joab reparó el resto de la ciudad. David se engrandecía cada vez más, y el SEÑOR de los ejércitos estaba con él.

Los valientes de David

10 Estos son los jefes de los valientes que tenía David, quienes le dieron fuerte apoyo en su reino, junto con todo Israel, para hacerlo rey, conforme a la palabra del SEÑOR concerniente a Israel. 11 Y estos constituyen la lista de los valientes que tenía David: Jasobeam, hijo de Hacmoni, jefe de los treinta; él blandió su lanza contra 300 a los cuales mató de una sola vez. 12 Después de él, Eleazar, hijo de Dodo el ahohíta; él era uno de los tres valientes. 13 Él estaba con David en Pasdamim cuando los filisteos se reunieron allí para la batalla; y había una parcela llena de cebada, y el pueblo huyó delante de los filisteos, 14 y se apostaron en medio de la parcela, y la defendieron e hirieron a los filisteos; y el SEÑOR los salvó con una gran victoria.

15 Tres de los treinta jefes descendieron a la roca donde estaba David, en la cueva de Adulam, mientras el ejército de los filisteos acampaba en el valle de Refaim. 16 David estaba entonces en la fortaleza, mientras la guarnición de los filisteos estaba en Belén. 17 David sintió un gran deseo, y dijo: «¡Quién me diera a beber agua del pozo de Belén que está junto a la puerta!». 18 Entonces los tres se abrieron paso por el campamento de los filisteos, y sacando agua del pozo de Belén que estaba junto a la puerta, se la llevaron y la trajeron a David; pero David no quiso beberla, sino que la derramó para el SEÑOR, 19 y dijo: «Lejos esté de mí que haga tal cosa delante de mi Dios. ¿Beberé la sangre de estos hombres que fueron con riesgo de sus vidas? Porque con riesgo de sus vidas la trajeron». Por eso no quiso beberla. Estas cosas hicieron los tres valientes.

20 Y Abisai, hermano de Joab, era el primero de los treinta, y blandió su lanza contra 300 y los mató; y él tuvo tanto renombre como los tres. 21 De los treinta en el segundo grupo, él fue el más distinguido y llegó a ser capitán de ellos; pero no igualó a los tres primeros.

22 Benaía, hijo de Joiada, hijo de un valiente de Cabseel, de grandes hazañas, mató a los dos hijos de Ariel de Moab. Y él descendió y mató a un león en medio de un foso un día que estaba nevando. 23 También mató a un egipcio, un hombre grande de 5 codos (2.25 metros) de estatura; y en la mano del egipcio había una lanza como un rodillo de tejedor, pero Benaía descendió a él con un palo, y arrebatando la lanza de la mano del egipcio, lo mató con su propia lanza. 24 Estas cosas hizo Benaía, hijo de Joiada, y tuvo tanto renombre como los tres valientes. 25 Él fue el más distinguido entre los treinta, pero no igualó a los tres; y David lo puso sobre su guardia.

26 Y los valientes de los ejércitos fueron Asael, hermano de Joab, Elhanan, hijo de Dodo de Belén, 27 Samot el harodita, Heles el pelonita, 28 Ira, hijo de Iques el tecoíta, Abiezer el anatotita, 29 Sibecai el husatita, Ilai el ahohíta, 30 Maharai el netofatita, Heled, hijo de Baana el netofatita, 31 Itai, hijo de Ribai de Guibeá de los hijos de Benjamín, Benaía el piratonita, 32 Hurai de los arroyos de Gaas, Abiel el arbatita, 33 Azmavet el barhumita, Eliaba el saalbonita, 34 los hijos de Hasem el gizonita, Jonatán, hijo de Sage el ararita, 35 Ahíam, hijo de Sacar el ararita, Elifal, hijo de Ur, 36 Hefer el mequeratita, Ahías el pelonita, 37 Hezro el carmelita, Naarai, hijo de Ezbai, 38 Joel, hermano de Natán, Mibhar, hijo de Hagrai, 39 Selec el amonita, Naharai el beerotita, escudero de Joab, hijo de Sarvia, 40 Ira el itrita, Gareb el itrita, 41 Urías el hitita, Zabad, hijo de Ahlai, 42 Adina, hijo de Siza el rubenita, jefe de los rubenitas, y treinta con él. 43 Hanán, hijo de Maaca, y Josafat el mitnita, 44 Uzías el astarotita, Sama y Jehiel, hijos de Hotam el aroerita, 45 Jediael, hijo de Simri, y Joha su hermano, el tizita, 46 Eliel el mahavita, Jerebai y Josavía, hijos de Elnaam, Itma el moabita, 47 Eliel, Obed y Jaasiel el mesobaíta.

El ejército de David

12 Estos son los que vinieron a David en Siclag, mientras aún se ocultaba por causa de Saúl, hijo de Cis. Eran de los hombres valientes que lo ayudaron en la guerra. Estaban armados con arcos, y usaban tanto la mano derecha como la izquierda para lanzar piedras y tirar flechas con el arco. Eran parientes de Saúl de Benjamín. El jefe era Ahiezer, después Joás, hijos de Semaa el guibeatita; Jeziel y Pelet, hijos de Azmavet; Beraca y Jehú el anatotita; Ismaías el gabaonita, hombre valiente entre los treinta, y jefe de los treinta. Después Jeremías, Jahaziel, Johanán, Jozabad el gederatita, Eluzai, Jerimot, Bealías, Semarías, Sefatías el harufita, Elcana, Isías, Azareel, Joezer, Jasobeam, los coreítas, y Joela y Zebadías, hijos de Jeroham de Gedor.

También de los de Gad se pasaron a David en la fortaleza en el desierto, hombres fuertes y valientes, entrenados para la guerra, diestros con el escudo y la lanza, cuyos rostros eran como rostros de leones, y eran tan ligeros como las gacelas sobre los montes. Ezer fue el primero, Obadías el segundo, Eliab el tercero, 10 Mismana el cuarto, Jeremías el quinto, 11 Atai el sexto, Eliel el séptimo, 12 Johanán el octavo, Elzabad el noveno, 13 Jeremías el décimo, Macbanai el undécimo. 14 De los hijos de Gad, estos fueron capitanes del ejército; el menor valía por 100 hombres y el mayor por 1,000. 15 Estos son los que cruzaron el Jordán en el primer mes, cuando todas sus riberas estaban inundadas, y pusieron en fuga a todos los de los valles, tanto al oriente como al occidente.

16 Entonces vinieron algunos de los hijos de Benjamín y Judá a David a la fortaleza. 17 Y David salió a su encuentro, y les dijo: «Si vienen a mí en paz para ayudarme, mi corazón se unirá con ustedes; pero si vienen para entregarme a mis enemigos, ya que no hay maldad en mis manos, que el Dios de nuestros padres lo vea y decida». 18 Entonces el Espíritu vino sobre Amasai, jefe de los treinta, el cual dijo:

«Tuyos somos, oh David, Y contigo estamos, hijo de Isaí. Paz, paz a ti, Y paz al que te ayuda; Ciertamente tu Dios te ayuda».

Entonces David los recibió y los hizo capitanes del grupo.

19 Algunos de Manasés se pasaron también a David, cuando este iba con los filisteos a la batalla contra Saúl. Pero estos no les ayudaron, porque los príncipes de los filisteos, después de tomar consejo, despidieron a David, diciendo: «A costa de nuestras cabezas se pasará a su señor Saúl». 20 Y cuando David iba a Siclag, se pasaron a él de Manasés: Adnas, Jozabad, Jediaiel, Micael, Jozabad, Eliú y Ziletai, capitanes de miles que eran de Manasés. 21 Ellos ayudaron a David contra la banda de merodeadores, pues todos eran hombres fuertes y valientes, y capitanes en el ejército. 22 Porque día tras día se pasaban hombres a David para ayudarlo, hasta que hubo un gran ejército, como un ejército de Dios.

23 Y estos son los números de los escuadrones equipados para la guerra, que vinieron a David en Hebrón para transferirle el reino de Saúl, conforme a la palabra del SEÑOR: 24 Los hijos de Judá que llevaban escudo y lanza eran 6,800 equipados para la guerra. 25 De los hijos de Simeón, hombres fuertes y valientes para la guerra, 7,100. 26 De los hijos de Leví, 4,600. 27 Y Joiada, príncipe de la casa de Aarón, y con él 3,700; 28 también Sadoc, joven fuerte y valiente, y de la casa de su padre veintidós capitanes. 29 De los hijos de Benjamín, parientes de Saúl, 3,000; porque hasta entonces la mayor parte de ellos habían permanecido fieles a la casa de Saúl. 30 De los hijos de Efraín, 20,800 hombres fuertes y valientes, famosos en sus casas paternas. 31 De la media tribu de Manasés, 18,000 que por nombre fueron designados para venir y hacer rey a David. 32 De los hijos de Isacar, expertos en discernir los tiempos, con conocimiento de lo que Israel debía hacer, sus jefes eran 200; y todos sus parientes estaban bajo sus órdenes. 33 De Zabulón había 50,000 que salieron con el ejército, que podían ponerse en orden de batalla con toda clase de armas de guerra y que ayudaron a David sin doblez de corazón. 34 De Neftalí había 1,000 capitanes, y con ellos 37,000 con escudo y lanza. 35 De los de Dan que podían ponerse en orden de batalla, había 28,600. 36 De Aser había 40,000 que salieron con el ejército para ponerse en orden de batalla. 37 Del otro lado del Jordán de los rubenitas y gaditas y de la media tribu de Manasés, había 120,000 con toda clase de armas de guerra para la batalla.

38 Todos estos, hombres de guerra, que podían ponerse en orden de batalla, vinieron con corazón perfecto a Hebrón, para hacer rey a David sobre todo Israel; también todos los demás de Israel eran de un mismo parecer para hacer rey a David. 39 Y estuvieron allí con David tres días, comiendo y bebiendo, porque sus parientes habían hecho provisión para ellos. 40 También, los que estaban cerca de ellos, y hasta los de Isacar, Zabulón y Neftalí, trajeron víveres en asnos, camellos, mulos y bueyes; grandes cantidades de tortas de harina, tortas de higos y racimos de uvas pasas, vino, aceite, bueyes y ovejas. Verdaderamente había alegría en Israel.

Hebreos 13

Deberes cristianos

13 Permanezca el amor fraternal. No se olviden de mostrar hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles. Acuérdense de los presos, como si estuvieran presos con ellos, y de los maltratados, puesto que también ustedes están en el cuerpo. Sea el matrimonio honroso en todos, y el lecho matrimonial sin deshonra, porque a los inmorales y a los adúlteros los juzgará Dios.

Sea el carácter de ustedes sin avaricia, contentos con lo que tienen, porque Él mismo ha dicho: «NUNCA TE DEJARÉ NI TE DESAMPARARÉ», de manera que decimos confiadamente:

«EL SEÑOR ES EL QUE ME AYUDA; NO TEMERÉ. ¿QUE PODRÁ HACERME EL HOMBRE?».

Acuérdense de sus guías que les hablaron la palabra de Dios, y considerando el resultado de su conducta, imiten su fe. Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos. No se dejen llevar por doctrinas diversas y extrañas. Porque es buena cosa para el corazón el ser fortalecido por la gracia, no por alimentos, de los que no recibieron beneficio los que de ellos se ocupaban.

10 Nosotros tenemos un altar del cual no tienen derecho a comer los que sirven en el tabernáculo. 11 Porque los cuerpos de aquellos animales, cuya sangre es llevada al santuario por el sumo sacerdote como ofrenda por el pecado, son quemados fuera del campamento. 12 Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante Su propia sangre, padeció fuera de la puerta. 13 Así pues, salgamos a Su encuentro fuera del campamento, llevando Su oprobio. 14 Porque no tenemos aquí una ciudad permanente, sino que buscamos la que está por venir.

15 Por tanto, ofrezcamos continuamente mediante Él, sacrificio de alabanza a Dios, es decir, el fruto de labios que confiesan Su nombre. 16 Y no se olviden ustedes de hacer el bien y de la ayuda mutua, porque de tales sacrificios se agrada Dios. 17 Obedezcan a sus pastores y sujétense a ellos, porque ellos velan por sus almas, como quienes han de dar cuenta. Permítanles que lo hagan con alegría y no quejándose, porque eso no sería provechoso para ustedes.

Bendición y saludos finales

18 Oren por nosotros, pues confiamos en que tenemos una buena conciencia, deseando conducirnos honradamente en todo. 19 Es más, les exhorto a hacer esto, a fin de que yo les sea restituido muy pronto.

20 Y el Dios de paz, que resucitó de entre los muertos a Jesús nuestro Señor, el gran Pastor de las ovejas mediante la sangre del pacto eterno, 21 los haga aptos en toda obra buena para hacer Su voluntad, obrando Él en nosotros lo que es agradable delante de Él mediante Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

22 Les ruego, hermanos, que soporten la palabra de exhortación, pues les he escrito brevemente. 23 Sepan que nuestro hermano Timoteo ha sido puesto en libertad, con el cual, si viene pronto, he de verlos. 24 Saluden a todos sus pastores y a todos los santos. Los de Italia los saludan.

25 La gracia sea con todos ustedes. Amén.

Amós 7

Visiones de la langosta, del fuego y de la plomada

7comenzaba a brotar la cosecha de primavera. Y la cosecha de primavera era después de la siega del rey. Sucedió que cuando habían terminado de devorar la hierba de la tierra, yo dije:

«Señor DIOS, te ruego que perdones. ¿Cómo podrá resistir Jacob Si es tan pequeño?». El SEÑOR se apiadó de esto: «No sucederá», dijo el SEÑOR.

Esto me mostró el Señor DIOS: El Señor DIOS llamaba para juzgarlos con fuego, y consumió el gran abismo y empezó a consumir el campo.

Entonces dije: «Señor DIOS, te ruego que ceses. ¿Cómo podrá resistir Jacob Si es tan pequeño?». El SEÑOR se apiadó de esto: «Esto tampoco sucederá», dijo el Señor DIOS.

Esto Él me mostró: El Señor estaba junto a un muro hecho a plomo, y tenía en Su mano una plomada. Y el SEÑOR me dijo: «¿Qué ves, Amós?». «Una plomada», le respondí. Entonces el Señor dijo:

«Voy a poner una plomada En medio de Mi pueblo Israel. Ya no volveré a dejarlos sin castigo. Los lugares altos de Isaac serán asolados Y los santuarios de Israel destruidos; Y Yo me levantaré con espada contra la casa de Jeroboam».

Amós acusado por Amasías

10 Entonces Amasías, sacerdote de Betel, envió palabra a Jeroboam, rey de Israel: «Amós conspira contra ti en medio de la casa de Israel; la tierra ya no puede soportar todas sus palabras. 11 Porque así dice Amós: “Jeroboam morirá a espada y ciertamente Israel saldrá en cautiverio de su tierra”». 12 Entonces Amasías dijo a Amós: «Vete, vidente, huye a la tierra de Judá, come allí pan y allí profetiza. 13 Pero en Betel no vuelvas a profetizar más, porque es santuario del rey y residencia real».

14 Entonces Amós le respondió a Amasías: «Yo no soy profeta, ni hijo de profeta, sino que soy boyero y cultivador de higueras. 15 Pero el SEÑOR me tomó cuando pastoreaba el rebaño, y me dijo: “Ve, profetiza a Mi pueblo Israel”. 16 Ahora pues, escucha la palabra del SEÑOR: Tú dices: “No profetices contra Israel ni hables contra la casa de Isaac”. 17 Por tanto, así dice el SEÑOR: “Tu mujer se prostituirá en la ciudad, tus hijos y tus hijas caerán a espada, tu tierra será repartida a cordel, y tú morirás en una tierra inmunda. Además, Israel ciertamente saldrá de su tierra en cautiverio”».

Lucas 2

Nacimiento de Jesús

2 Aconteció en aquellos días que salió un edicto de César Augusto, para que se hiciera un censo de todo el mundo habitado. Este fue el primer censo que se levantó cuando Cirenio era gobernador de Siria. Todos se dirigían a inscribirse en el censo, cada uno a su ciudad. También José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David que se llama Belén, por ser él de la casa y de la familia de David, para inscribirse junto con María, comprometida para casarse con él, la cual estaba encinta.

Sucedió que mientras estaban ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su Hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.

Los pastores y los ángeles

En la misma región había pastores que estaban en el campo, cuidando sus rebaños durante las vigilias de la noche. Y un ángel del Señor se les presentó, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor, y tuvieron gran temor. 10 Pero el ángel les dijo: «No teman, porque les traigo buenas nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo; 11 porque les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. 12 Esto les servirá de señal: hallarán a un Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre».

13 De repente apareció con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales, alabando a Dios y diciendo:

14 «Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace».

15 Cuando los ángeles se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, hasta Belén y veamos esto que ha sucedido, que el Señor nos ha dado a saber».

16 Fueron a toda prisa, y hallaron a María y a José, y al Niño acostado en el pesebre. 17 Cuando lo vieron, dieron a saber lo que se les había dicho acerca de este Niño. 18 Y todos los que lo oyeron se maravillaron de las cosas que les fueron dichas por los pastores. 19 Pero María atesoraba todas estas cosas, reflexionando sobre ellas en su corazón. 20 Y los pastores se volvieron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, tal como se les había dicho.

21 Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al Niño, le pusieron por nombre Jesús, el nombre dado por el ángel antes de que Él fuera concebido en el seno materno.

Jesús presentado en el templo

22 Al cumplirse los días para la purificación de ellos, según la ley de Moisés, lo trajeron a Jerusalén para presentar al Niño al Señor, 23 (como está escrito en la Ley del Señor: «TODO VARÓN QUE ABRA LA MATRIZ SERÁ LLAMADO SANTO PARA EL SEÑOR)», 24 y para ofrecer un sacrificio conforme a lo que fue dicho en la Ley del Señor: «UN PAR DE TÓRTOLAS O DOS PICHONES».

25 Había en Jerusalén un hombre que se llamaba Simeón. Este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba sobre él. 26 Y por el Espíritu Santo se le había revelado que no vería la muerte sin antes ver al Cristo del Señor. 27 Movido por el Espíritu fue al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron para cumplir por Él el rito de la ley, 28 Simeón tomó al Niño en sus brazos, y bendijo a Dios diciendo:

29 «Ahora, Señor, permite que Tu siervo se vaya En paz, conforme a Tu palabra; 30 Porque mis ojos han visto Tu salvación 31 La cual has preparado en presencia de todos los pueblos; 32 LUZ DE REVELACIÓN A LOS GENTILES, Y gloria de Tu pueblo Israel».

33 Y los padres del Niño estaban asombrados de las cosas que de Él se decían. 34 Simeón los bendijo, y dijo a Su madre María: «Este Niño ha sido puesto para caída y levantamiento de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción, 35 y una espada traspasará aun tu propia alma, a fin de que sean revelados los pensamientos de muchos corazones».

36 Y había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Ella era de edad muy avanzada, y había vivido con su marido siete años después de su matrimonio, 37 y después de viuda, hasta los ochenta y cuatro años. Nunca se alejaba del templo, sirviendo noche y día con ayunos y oraciones. 38 Llegando ella en ese preciso momento, daba gracias a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.

Crecimiento de Jesús

39 Habiendo ellos cumplido con todo conforme a la Ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. 40 Y el Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él.

El niño Jesús discute con los maestros

41 Los padres de Jesús acostumbraban ir a Jerusalén todos los años a la fiesta de la Pascua. 42 Y cuando Él cumplió doce años, subieron allá conforme a la costumbre de la fiesta. 43 Al regresar ellos, después de haber pasado todos los días de la fiesta, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que lo supieran Sus padres, 44 y suponiendo que iba en la caravana, anduvieron camino de un día, y comenzaron a buscar a Jesús entre los familiares y conocidos.

45 Cuando no lo encontraron, volvieron y lo buscaron en Jerusalén. 46 Después de tres días lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. 47 Todos los que le oían estaban asombrados de Su entendimiento y de Sus respuestas. 48 Cuando Sus padres lo vieron, se quedaron maravillados; y Su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has tratado de esta manera? Mira, Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia».

49 Entonces Él les dijo: «¿Por qué me buscaban? ¿Acaso no sabían que me era necesario estar en la casa de Mi Padre?». 50 Pero ellos no entendieron las palabras que Él les había dicho. 51 Descendió con sus padres y vino a Nazaret, y continuó sujeto a ellos. Y Su madre atesoraba todas estas cosas en su corazón. 52 Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres.

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