Lectura de Hoy

18-09-2024

DEVOCIONAL

Devocional: 2 Samuel 14

¡Qué cosa tan sinuosa es el pecado! Sus motivaciones y maquinaciones son distorsionadas y perversas.

En cierto sentido, el relato de 2 Samuel 14 es bastante directo. En otro, está lleno de ironías que nos hacen pensar.

David adopta el peor de todos los caminos a seguir. Al principio, sencillamente no puede perdonar a Absalón, porque eso, en efecto, sería como admitir que él mismo debió haber actuado rotundamente en contra de Amnón. Por otro lado, David no logra desterrar a Absalón de manera decisiva, así que, en secreto, guarda luto por él. Después de la trama de Joab con la “mujer astuta” (14:2), se decide a traer de vuelta a Absalón. No obstante, aun aquí se muestra indeciso. Si va a permitirle a Absalón que regrese al país y a la capital, ¿por qué le impide ver a David, excluyéndolo así de reuniones familiares y eventos semejantes? Al final del capítulo, hay una reconciliación. Pero, ¿a qué costo? Los problemas no se han resuelto; más bien se han escondido debajo de la alfombra. Por otro lado, si David está decidido a perdonar a su hijo, ¿por qué lo margina durante varios años? ¿Hasta qué punto este trato de parte de su propio padre fomenta la rebelión que se describe en el siguiente capítulo?

Es bastante irónico que el hombre que, mediante esta “mujer astuta”, convence a David de aceptar el regreso de Absalón, es justamente el hombre que David debió haber castigado años antes (ver meditación de 9 de septiembre). Si David hubiera ajustado las cuentas a Joab, ¿dónde estaría ahora? Probablemente, no manipulando a los consejeros y abogados del rey.

A simple vista, Absalón está dispuesto a tomar medidas extraordinarias para lograr una audiencia con Joab para ser restaurado y hallar en gracia ante el rey. Quemar el campo de cebada de otro hombre es un paso bastante notorio (14:29-32). No obstante, a pesar de toda su sincera pasión por ser readmitido en la corte y presencia del rey, Absalón pronto intentará usurpar el trono (capítulo 15). Esa es la suprema ironía. Después de tanto esfuerzo, a Absalón finalmente se le permite entrar en la presencia de David: “el cual se presentó ante el rey y, postrándose rostro en tierra, le hizo una reverencia. A su vez, el rey recibió a Absalón con un beso” (14:33). Había logrado lo que quería. Entonces, ¿qué clase de resentimiento y hambre de poder provoca la cruel insurrección del próximo capítulo?

La gente que ha seguido la historia hasta aquí, no sólo percibirá todas las causas próximas de la rebelión, las conexiones comprensibles entre la serie de fracasos personales que provocaron la terrible conclusión. También recordarán que Dios mismo había predicho, como castigo judicial a David por el asunto de Betsabé y Urías, que traería calamidad sobre él a través de alguno de su propia casa.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Devocional: Salmo 68

El Salmo 68 es uno de los más eufóricos e impetuosos del salterio. Las primeras líneas mezclan alabanzas y peticiones que se centran en la justicia y compasión de Dios (68:1-6). Los siguientes versículos (68:7-18) describen la marcha de Dios desde el Sinaí en adelante, probablemente hasta Jerusalén, lugar en que se ubicaría el tabernáculo. Algunos han argumentado que este salmo se compuso para ser cantado por la gozosa procesión que transportó el arca desde la casa de Obed-Edom hasta la ciudad de David (2 Samuel 6:12).

Probablemente, los versículos 24-27 hablan de la cabalgata de participantes en la misma cuando se les ve llegando con el arca a Jerusalén (compárese la lista con 1 Crónicas 13:815:16-28). La gloria del Señor que reina en la ciudad es tan grande que se prevé que todas las demás naciones vendrán a rendirle homenaje. El salmo acaba con un canto de alabanza explosiva (68:32-35): “En tu santuario, oh Dios, eres imponente; ¡el Dios de Israel da poder y fuerza a su pueblo! ¡Bendito sea Dios!” (68:35).

No obstante, quiero reflexionar un poco más sobre 68:11: “El Señor ha emitido la palabra, y millares de mensajeras la proclaman”. En el contexto de este salmo, la “palabra” que el Señor anunció es la de victoria. Debemos imaginar una escena como la de 2 Samuel 18:19ss., en la que un general victorioso anuncia su victoria, solo que aquí la victoria pertenece al Señor y es él quien anuncia la palabra. La consecuencia es la misma que en 1 Samuel 18:6-7: las calles se llenan de personas que danzan y cantan por el gozo de la victoria. Cuando el Señor anunció la palabra, “millares de mensajeras” la proclamaron y eso es lo que encontramos en los siguientes versículos.

Todas las victorias de Dios merecen nuestra alabanza y proclamación. Por esta razón, las victorias imaginadas aquí se convierten en un patrón de lo que acontecerá. Cuando el Señor anuncia que revertirá las sanciones impuestas sobre Israel, las buenas noticias deben llevarse hasta los confines de la tierra: los veloces mensajeros que transmiten esas buenas nuevas tienen pies hermosos (Isaías 52:7; véase la meditación del 20 de junio). No es de extrañar, por tanto, que el apóstol Pablo cite Isaías 52:7 con respecto al Evangelio (Romanos 10:15): el fin definitivo del exilio, el triunfo absoluto de Dios, reside en el propio Evangelio. Como en el caso de los pies hermosos que corren por las montañas para traer las buenas nuevas, y en el de la compañía de aquellos que proclamaron la palabra que el Señor anunció, asimismo con nosotros (¡y cuánto más!): la única reacción adecuada a la palabra de la gloriosa victoria de Dios en la cruz de Jesucristo es que habrá una gran comunidad de personas para proclamarla.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

2 Samuel 14

Absalón regresa a Jerusalén

14 Joab hijo de Sarvia se dio cuenta de que el rey extrañaba mucho a Absalón. Por eso mandó traer a una mujer muy astuta, la cual vivía en Tecoa, y le dijo:

—Quiero que te vistas de luto, y que no te eches perfume, sino que finjas estar de duelo, como si llevaras mucho tiempo llorando la muerte de alguien.

Luego Joab le ordenó presentarse ante el rey, explicándole antes lo que tenía que decirle. Cuando aquella mujer de Tecoa se presentó ante el rey, le hizo una reverencia y se postró rostro en tierra.

—¡Ayúdeme, Su Majestad! —exclamó.

—¿Qué te pasa? —le preguntó el rey.

—Soy una pobre viuda —respondió ella—; mi esposo ha muerto. Esta servidora de Su Majestad tenía dos hijos, los cuales se pusieron a pelear en el campo. Como no había nadie que los separara, uno de ellos le asestó un golpe al otro y lo mató. Pero ahora resulta que toda la familia se ha puesto en contra de esta servidora de Su Majestad. Me exigen que entregue al asesino para que lo maten, y así vengar la muerte de su hermano, aunque al hacerlo eliminen al heredero. La verdad es que de esa manera apagarían la última luz de esperanza que me queda, y dejarían a mi esposo sin nombre ni descendencia sobre la tierra.

—Regresa a tu casa, que yo me encargaré de este asunto —respondió el rey.

Pero la mujer de Tecoa replicó:

—Su Majestad, que la culpa caiga sobre mí y sobre mi familia, y no sobre el rey ni su trono.

10 —Si alguien te amenaza —insistió el rey—, tráemelo para que no vuelva a molestarte.

11 Entonces ella le suplicó:

—¡Ruego a Su Majestad invocar al Señor su Dios, para que quien deba vengar la muerte de mi hijo no aumente mi desgracia matando a mi otro hijo!

—¡Tan cierto como que el Señor vive —respondió el rey—, juro que tu hijo no perderá ni un solo cabello!

12 Pero la mujer siguió diciendo:

—Permita Su Majestad a esta servidora suya decir algo más.

—Habla.

13 —¿Cómo es que Su Majestad intenta hacer lo mismo contra el pueblo de Dios? Al prometerme usted estas cosas, se declara culpable, pues no deja regresar a su hijo desterrado. 14 Así como el agua que se derrama en tierra no se puede recoger, así también todos tenemos que morir. Pero Dios no nos arrebata la vida, sino que provee los medios para que el desterrado no siga separado de él para siempre.

15 »Yo he venido a hablar con Su Majestad porque hay gente que me ha infundido temor. He pensado: “Voy a hablarle al rey; tal vez me conceda lo que le pida, 16 librándonos a mí y a mi hijo de quien quiere eliminarnos, para quedarse con la heredad que Dios nos ha dado”.

17 »Pensé, además, que su palabra me traería alivio, pues Su Majestad es como un ángel de Dios, que sabe distinguir entre lo bueno y lo malo. ¡Que el Señor su Dios lo bendiga!»

18 Al llegar a este punto, el rey le dijo a la mujer:

—Voy a hacerte una pregunta, y te pido que no me ocultes nada.

—Dígame usted.

19 —¿Acaso no está Joab detrás de todo esto?

La mujer respondió:

—Juro por la vida de Su Majestad que su pregunta ha dado en el blanco. En efecto, fue su siervo Joab quien me instruyó y puso en mis labios todo lo que he dicho. 20 Lo hizo para disimular el asunto, pero Su Majestad tiene la sabiduría de un ángel de Dios, y sabe todo lo que sucede en el país.

21 Entonces el rey llamó a Joab y le dijo:

—Estoy de acuerdo. Anda, haz que regrese el joven Absalón.

22 Postrándose rostro en tierra, Joab le hizo una reverencia al rey y le dio las gracias, añadiendo:

—Hoy sé que cuento con el favor de mi señor y rey, pues usted ha accedido a mi petición.

23 Dicho esto, Joab emprendió la marcha a Guesur, y regresó a Jerusalén con Absalón. 24 Pero el rey dio esta orden: «Que se retire a su casa, y que nunca me visite». Por tanto, Absalón tuvo que irse a su casa sin presentarse ante el rey.

25 En todo Israel no había ningún hombre tan admirado como Absalón por su hermosura; era perfecto de pies a cabeza. 26 Tenía una cabellera tan pesada que una vez al año tenía que cortársela; y según la medida oficial, el pelo cortado pesaba dos kilos. 27 Además, tuvo tres hijos y una hija. Su hija, que se llamaba Tamar, llegó a ser una mujer muy hermosa.

28 Absalón vivió en Jerusalén durante dos años sin presentarse ante el rey. 29 Un día, le pidió a Joab que fuera a ver al rey, pero Joab no quiso ir. Se lo volvió a pedir, pero Joab se negó a hacerlo. 30 Así que Absalón dio esta orden a sus criados: «Miren, Joab ha sembrado cebada en el campo que tiene junto al mío. ¡Vayan y préndanle fuego!»

Los criados fueron e incendiaron el campo de Joab. 31 Entonces este fue en seguida a casa de Absalón y le reclamó:

—¿Por qué tus criados le han prendido fuego a mi campo?

32 Y Absalón le respondió:

—Te pedí que fueras a ver al rey y le preguntaras para qué he vuelto de Guesur. ¡Más me habría valido quedarme allá! Voy a presentarme ante el rey y, si soy culpable de algo, ¡que me mate!

33 Joab fue a comunicárselo al rey; este, por su parte, mandó llamar a Absalón, el cual se presentó ante el rey y, postrándose rostro en tierra, le hizo una reverencia. A su vez, el rey recibió a Absalón con un beso.


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2 Corintios 7

7 Como tenemos estas promesas, queridos hermanos, purifiquémonos de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu, para completar en el temor de Dios la obra de nuestra santificación.

La alegría de Pablo

Hagan lugar para nosotros en su corazón. A nadie hemos agraviado, a nadie hemos corrompido, a nadie hemos explotado. No digo esto para condenarlos; ya les he dicho que tienen un lugar tan amplio en nuestro corazón que con ustedes viviríamos o moriríamos. Les tengo mucha confianza y me siento muy orgulloso de ustedes. Estoy muy animado; en medio de todas nuestras aflicciones se desborda mi alegría.

Cuando llegamos a Macedonia, nuestro cuerpo no tuvo ningún descanso, sino que nos vimos acosados por todas partes; conflictos por fuera, temores por dentro. Pero Dios, que consuela a los abatidos, nos consoló con la llegada de Tito, y no solo con su llegada, sino también con el consuelo que él había recibido de ustedes. Él nos habló del anhelo, de la profunda tristeza y de la honda preocupación que ustedes tienen por mí, lo cual me llenó de alegría.

Si bien los entristecí con mi carta, no me pesa. Es verdad que antes me pesó, porque me di cuenta de que por un tiempo mi carta los había entristecido. Sin embargo, ahora me alegro, no porque se hayan entristecido, sino porque su tristeza los llevó al arrepentimiento. Ustedes se entristecieron tal como Dios lo quiere, de modo que nosotros de ninguna manera los hemos perjudicado. 10 La tristeza que proviene de Dios produce el arrepentimiento que lleva a la salvación, de la cual no hay que arrepentirse, mientras que la tristeza del mundo produce la muerte. 11 Fíjense lo que ha producido en ustedes esta tristeza que proviene de Dios: ¡qué empeño, qué afán por disculparse, qué indignación, qué temor, qué anhelo, qué preocupación, qué disposición para ver que se haga justicia! En todo han demostrado su inocencia en este asunto. 12 Así que, a pesar de que les escribí, no fue por causa del ofensor ni del ofendido, sino más bien para que delante de Dios se dieran cuenta por ustedes mismos de cuánto interés tienen en nosotros. 13 Todo esto nos reanima.

Además del consuelo que hemos recibido, nos alegró muchísimo el ver lo feliz que estaba Tito debido a que todos ustedes fortalecieron su espíritu. 14 Ya le había dicho que me sentía orgulloso de ustedes, y no me han hecho quedar mal. Al contrario, así como todo lo que les dijimos es verdad, también resultaron ciertos los elogios que hice de ustedes delante de Tito. 15 Y él les tiene aún más cariño al recordar que todos ustedes fueron obedientes y lo recibieron con temor y temblor. 16 Me alegro de que puedo confiar plenamente en ustedes.


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Ezequiel 21

La espada justiciera

21 El Señor me dirigió la palabra: «Hijo de hombre, vuélvele la espalda a Jerusalén; clama contra sus santuarios, profetiza contra la tierra de Israel, anúnciale que así dice el Señor: “Me declaro contra ti. Desenvainaré mi espada y mataré a justos y a malvados por igual. Puesto que he de extirpar de ti tanto al justo como al malvado, mi espada saldrá contra todo el mundo, desde el norte hasta el sur. Así todos sabrán que yo, el Señor, he desenvainado la espada y no volveré a envainarla”.

»Y tú, hijo de hombre, con el corazón quebrantado y en presencia de todo el mundo, llora con amargura. Y, cuando te pregunten por qué lloras así, diles que es por la noticia de lo que va a suceder. Esta noticia hará que todos los corazones desfallezcan, que se dejen caer todos los brazos, y que tiemblen todas las rodillas. ¡Ya está por llegar! ¡Ya es una realidad! Yo, el Señor, lo afirmo».

El Señor me dirigió la palabra: «Hijo de hombre, profetiza y proclama que así dice el Señor:

»“¡La espada, la espada, afilada y bruñida!, 10 bruñida para fulgurar y afilada para masacrar. 11 La bruñeron y la afilaron para ponerla en manos del asesino.

12 »”¡Grita y gime, hijo de hombre, que la espada se perfila contra mi pueblo y contra todos los jefes de Israel! Han sido arrojados contra ella, lo mismo que mi pueblo. Por eso, ¡date golpes de pecho!

13 »”El Señor omnipotente afirma:

14 »”Hijo de hombre, profetiza y bate palmas; que hiera la espada, y vuelva a herir. Es la espada de la muerte que a todos mantiene amenazados, 15 para que el corazón desfallezca y aumente el número de víctimas. Ya he colocado en las puertas la espada asesina. Es la espada bruñida para centellear y afilada para matar. 16 Muévete a diestra y a siniestra, y hiere por todas partes. ¡Exhibe tu filo, espada asesina! 17 También yo batiré palmas y aplacaré mi furor. Yo, el Señor, lo he dicho”».

18 El Señor me dirigió la palabra: 19 «Tú, hijo de hombre, traza dos caminos para que llegue por ellos la espada del rey de Babilonia. Estos dos caminos partirán del mismo país, y a la entrada de cada uno de ellos colocarás una señal que indique a qué ciudad conduce. 20 Traza un camino para que la espada llegue contra Rabá de los amonitas y contra Jerusalén, la ciudad fortificada de Judá. 21 El rey de Babilonia se ha colocado en la bifurcación del camino y consulta los augurios: sacude las saetas, consulta los ídolos domésticos y examina el hígado de un animal. 22 Con su mano derecha ha marcado el destino de Jerusalén: prepara arietes para derribar las puertas, levanta terraplenes y edifica torres de asedio; alza la voz en grito de batalla y da la orden para la matanza. 23 Por las alianzas ya hechas, los habitantes de Jerusalén creerán que se trata de una falsa profecía; pero aquel rey les recordará la iniquidad por la que serán capturados.

24 »Por eso dice el Señor omnipotente:

»Se les ha recordado su iniquidad, y han quedado al descubierto sus rebeliones; expuestas están sus acciones pecaminosas, ¡y por tanto serán capturados!

25 »Y en cuanto a ti, príncipe de Israel, infame y malvado, tu día ha llegado; ¡la hora de tu castigo es inminente! 26 Así dice el Señor omnipotente: Quítate el turbante, renuncia a la corona, que todo cambiará. Lo humilde será exaltado y lo excelso será humillado. 27 ¡Ruinas, ruinas, todo lo convertiré en ruinas! Esto no sucederá hasta que venga aquel a quien le asiste el derecho, y a quien le pediré que establezca la justicia.

28 »Y tú, hijo de hombre, profetiza y declara que esto afirma el Señor omnipotente acerca de los amonitas y de sus insultos: “La espada, la espada está desenvainada para la masacre; pulida está para devorar y centellear como relámpago. 29 La espada degollará a esos infames malvados, pues sus visiones son falsas y sus adivinanzas, mentiras. Pero su día ha llegado; ¡la hora de su castigo es inminente!

30 »”¡Espada, vuelve a tu vaina! Allí, en tu tierra de origen, donde fuiste forjada, ¡allí te juzgaré! 31 Sobre ti derramaré mi ira, sobre ti soplaré el fuego de mi furor; te entregaré en manos de gente sanguinaria y destructora. 32 Serás pasto para el fuego; salpicaré con tu sangre todo el país, y borraré tu memoria de la faz de la tierra. Yo, el Señor, lo he dicho”».


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Salmos 68

Al director musical. Salmo de David. Cántico.

68 Que se levante Dios,
que sean dispersados sus enemigos,
que huyan de su presencia los que le odian.
Que desaparezcan del todo,
como humo que se disipa con el viento;
que perezcan ante Dios los impíos,
como cera que se derrite en el fuego.
Pero que los justos se alegren y se regocijen;
que estén felices y alegres delante de Dios.
Canten a Dios, canten salmos a su nombre;
aclamen a quien cabalga por las estepas,
y regocíjense en su presencia.
¡Su nombre es el Señor!
Padre de los huérfanos y defensor de las viudas
es Dios en su morada santa.
Dios da un hogar a los desamparados
y libertad a los cautivos;
los rebeldes habitarán en el desierto.
Cuando saliste, oh Dios, al frente de tu pueblo,
cuando a través de los páramos marchaste, Selah
la tierra se estremeció,
los cielos se vaciaron,
delante de Dios, el Dios de Sinaí,
delante de Dios, el Dios de Israel.
Tú, oh Dios, diste abundantes lluvias;
reanimaste a tu extenuada herencia.
10 Tu familia se estableció en la tierra
que en tu bondad, oh Dios, preparaste para el pobre.
11 El Señor ha emitido la palabra,
y millares de mensajeras la proclaman:
12 «Van huyendo los reyes y sus tropas;
en las casas, las mujeres se reparten el botín:
13 alas de paloma cubiertas de plata,
con plumas de oro resplandeciente.
Tú te quedaste a dormir entre los rebaños».
14 Cuando el Todopoderoso puso en fuga
a los reyes de la tierra,
parecían copos de nieve
cayendo sobre la cumbre del Zalmón.
15 Montañas de Basán, montañas imponentes;
montañas de Basán, montañas escarpadas:
16 ¿Por qué, montañas escarpadas, miran con envidia
al monte donde a Dios le place residir,
donde el Señor habitará por siempre?
17 Los carros de guerra de Dios
se cuentan por millares;
del Sinaí vino en ellos el Señor
para entrar en su santuario.
18 Cuando tú, Dios y Señor,
ascendiste a las alturas,
te llevaste contigo a los cautivos;
tomaste tributo de los hombres,
aun de los rebeldes,
para establecer tu morada.
19 Bendito sea el Señor, nuestro Dios y Salvador,
que día tras día sobrelleva nuestras cargas. Selah
20 Nuestro Dios es un Dios que salva;
el Señor Soberano nos libra de la muerte.
21 Dios aplastará la cabeza de sus enemigos,
la testa enmarañada de los que viven pecando.
22 El Señor nos dice: «De Basán los regresaré;
de las profundidades del mar los haré volver,
23 para que se empapen los pies
en la sangre de sus enemigos;
para que, al lamerla, los perros
tengan también su parte».
24 En el santuario pueden verse
las procesiones de mi Dios,
las procesiones de mi Dios y Rey.
25 Los cantores van al frente,
seguidos de los músicos de cuerda,
entre doncellas que tocan panderetas.
26 Bendigan a Dios en la gran congregación;
alaben al Señor, descendientes de Israel.
27 Los guía la joven tribu de Benjamín,
seguida de los múltiples príncipes de Judá
y de los príncipes de Zabulón y Neftalí.
28 Despliega tu poder, oh Dios;
haz gala, oh Dios, de tu poder,
que has manifestado en favor nuestro.
29 Por causa de tu templo en Jerusalén
los reyes te ofrecerán presentes.
30 Reprende a esa bestia de los juncos,
a esa manada de toros bravos
entre naciones que parecen becerros.
Haz que, humillada, te lleve barras de plata;
dispersa a las naciones belicosas.
31 Egipto enviará embajadores,
y Cus se someterá a Dios.
32 Cántenle a Dios, oh reinos de la tierra,
cántenle salmos al Señor, Selah
33 al que cabalga por los cielos,
los cielos antiguos,
al que hace oír su voz,
su voz de trueno.
34 Reconozcan el poder de Dios;
su majestad está sobre Israel,
su poder está en las alturas.
35 En tu santuario, oh Dios, eres imponente;
¡el Dios de Israel da poder y fuerza a su pueblo!
¡Bendito sea Dios!


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