Lectura de Hoy

30-12-2023

Devocional

Devocional: Malaquías 3

Las personas pueden ser infieles, pero el Señor no cambia. Esa inmutabilidad amenaza juicio; es, asimismo, la razón por la que no son destruidas (Malaquías 3:6). La esperanza depende de la intervención misericordiosa de Dios basada en su carácter inmutable (Malaquías 3).

(1) “Yo voy a enviar a mi mensajero para que prepare el camino delante de mí. De pronto vendrá a su templo el Señor a quien vosotros buscáis; vendrá el mensajero del pacto, en quien vosotros os complacéis” (3:1). Esta promesa suena como si estuviera respondiendo al cinismo que se estableció después de que se edificara el segundo templo. Había templo, ¿pero dónde estaba la gloria que Ezequiel había presagiado (Ezequiel 43.1:5)? El propósito de la reedificación del templo no se realizará hasta que el Señor venga. Y el Señor cumplirá esa promesa. Primero, enviará a su “mensajero”, un precursor “que prepare el camino delante de mí”. Luego, de repente, “el Señor a quien vosotros buscáis” vendrá a su templo, “el mensajero del pacto, en quien vosotros os complacéis”. A pesar de los valientes esfuerzos por explicar el texto de otra forma, la interpretación más obvia es la que escoge unas pocas páginas más adelante en la Biblia (aunque, en realidad, corresponden a unos cuantos siglos posteriores). Antes de que el Señor mismo venga —el Señor al que buscan, el mensajero del nuevo pacto prometido desde hace tanto tiempo—, otro enviado preparará el camino. Jesús insiste en que ese precursor del que habló Malaquías no es otro que Juan el Bautista (Mateo 11:10).

(2) Cuando Dios se revela a su pueblo de una forma especial, en particular en esta autorrevelación culminante, hay ira a la vez que misericordia. La anticipación del “el día de su venida” (3:2) llama, por tanto, al profundo arrepentimiento (3:2-5). Esta contrición cubre el paso de los desagradables pecados enumerados en 3:5 a algo que se relativiza con mayor facilidad, pero que también disgusta a Dios: el robo, robarle a Dios los diezmos y las ofrendas a los que tiene derecho (3:6-12). Es el cinismo que afirma que servir a Dios es una pérdida de tiempo y de dinero, que no se consigue nada con poner a Dios en el centro, que el servicio al Señor es algo “fútil” (3:13-15).

(3) No fueron pocos los profetas veterotestamentarios que desempeñaron fielmente su ministerio y vieron poco fruto en su propio tiempo. Otros testificaron sobre algo parecido a un avivamiento. Hageo vio al Señor obrando de tal modo entre su pueblo que el templo se reedificó. Malaquías también presenció fruto en la vida de quienes prestaron atención a su mensaje y empezaron a vivir a la luz de la promesa que aún estaba por cumplirse: “Los que temían al Señor hablaron entre sí, y él los escuchó y les prestó atención. Entonces se escribió en su presencia un libro de memorias de aquellos que temen al Señor y honran su nombre” (3:16).


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Devocional: Apocalipsis 21

Finalmente, llegamos a la cúspide de la redención (Apocalipsis 21). En su visión final, Juan ve “un cielo nuevo y una tierra nueva” (21:1). Algunas anotaciones:

(1) La ausencia del mar (21:1) no establece los principios hidrológicos del cielo nuevo y la tierra nueva. El mar, como hemos visto anteriormente, es símbolo del caos, del viejo orden, de la muerte. De manera que el mar ya no está.

(2) Juan también ve “la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios” (21:2). No debemos ubicar esta nueva Jerusalén dentro del nuevo cielo y la nueva tierra. Son dos imágenes muy distintas de la realidad final, dos formas de presentar una verdad. Es parecido al León y el Cordero de Apocalipsis 5, en el cual aunque hay dos animales, ambos se refieren a un mismo Jesús. Una forma de pensar sobre la gloria consumada es concebirla como un nuevo universo, un nuevo cielo y tierra; otra manera de pensarlo es como la nueva Jerusalén, con las muchas implicaciones que supone esta última imagen.

(3) Una tercera manera de ver la consumación es centrarse en las bodas del Cordero (21:2, 9; cf. 19:9) y aquí la novia es la nueva Jerusalén. Las metáforas se han mezclado de manera admirable. Pero todos pueden ver que la consumación implicará una intimidad perfecta entre el Señor Jesús y el pueblo que él ha redimido.

(4) No hay duda de que las perfecciones de la nueva Jerusalén están tan lejos de nuestra experiencia, que es difícil imaginarlas. Pero una manera de llegar a ellas es mediante la negación: debemos entender qué cosas feas conectadas con el pecado y la corrupción no estarán allí: “ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir” (21:4).

(5) La ciudad es una realidad inherentemente social. La consumación no es un lugar de espiritualidad de llanero solitario. Tampoco son malas todas las ciudades, como Babilonia, la madre de las prostitutas (capítulo 17; ver meditación del 26 de diciembre). Esta ciudad, la nueva Jerusalén, se describe de muchas maneras llenas de símbolos para ilustrar su maravilla y su gloria, tantas que no se pueden tratar todas aquí. Pero notemos que está construida como un cubo perfecto. Esto no se refiere a su arquitectura, al igual que la falta de mar no se refiere a los aspectos hidrológicos del fin. El cubo es simbólico: sólo hay un cubo en el Antiguo Testamento y es el Lugar Santísimo del templo, donde únicamente el sacerdote podía entrar, una vez al año, llevando sangre por sus propios pecados y por los pecados del pueblo. Ahora la ciudad entera es el Lugar Santísimo: en la consumación, todo el pueblo de Dios se encuentra perennemente en el esplendor ilimitado de su gloriosa presencia.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

2 Crónicas 35

La Pascua celebrada por Josías

35 Entonces Josías celebró la Pascua al SEÑOR en Jerusalén, y mataron los animales de la Pascua el día catorce del mes primero. Y puso a los sacerdotes en sus oficios y los animó al servicio de la casa del SEÑOR. También dijo a los levitas que enseñaban a todo Israel y que estaban consagrados al SEÑOR: «Pongan el arca santa en la casa que edificó Salomón, hijo de David, rey de Israel. No será más una carga sobre sus hombros. Ahora sirvan al SEÑOR su Dios y a Su pueblo Israel. Prepárense según sus casas paternas en sus clases, conforme a lo escrito por David, rey de Israel, y conforme a lo escrito por su hijo Salomón. Además, estén en el lugar santo conforme a las secciones de las casas paternas de sus hermanos, los hijos del pueblo, y conforme a los levitas, según la división de una casa paterna. Ahora pues, maten los animales de la Pascua, santifíquense y hagan las preparaciones para que sus hermanos hagan conforme a la palabra del SEÑOR dada por Moisés».

Josías contribuyó para los hijos del pueblo, para todos los que estaban presentes, rebaños de corderos y cabritos en número de 30,000 más 3,000 bueyes, todo para las ofrendas de la Pascua; todo ello de las posesiones del rey. También sus jefes contribuyeron con una ofrenda voluntaria al pueblo, a los sacerdotes y a los levitas. Hilcías, Zacarías y Jehiel, oficiales de la casa de Dios, dieron a los sacerdotes 2,600 ovejas y 300 bueyes para las ofrendas de la Pascua. Asimismo Conanías, y Semaías y Natanael sus hermanos, y Hasabías, Jeiel y Josabad, jefes de los levitas, contribuyeron para los levitas 5,000 ovejas y 500 bueyes para las ofrendas de la Pascua.

10 Así fue preparado el servicio; los sacerdotes se colocaron en sus puestos y los levitas según sus clases, conforme al mandato del rey. 11 Los levitas mataron los animales de la Pascua, y mientras los sacerdotes rociaban la sangre recibida de la mano de ellos, los levitas los desollaban. 12 Entonces quitaron los holocaustos para dárselos a las secciones de las casas paternas de los hijos del pueblo, para que los presentaran al SEÑOR, como está escrito en el libro de Moisés. Hicieron esto también con los bueyes. 13 Y asaron los animales de la Pascua sobre el fuego conforme a la ordenanza, y cocieron las cosas consagradas en calderos, ollas y sartenes, y las llevaron rápidamente a todos los hijos del pueblo. 14 Después hicieron las preparaciones, para sí y para los sacerdotes, porque los sacerdotes, hijos de Aarón, estuvieron ofreciendo los holocaustos y la grasa hasta la noche; por eso los levitas prepararon para sí y para los sacerdotes, hijos de Aarón. 15 También los cantores, los hijos de Asaf, estaban en sus puestos conforme a lo ordenado por David, Asaf, Hemán, y Jedutún, vidente del rey. Los porteros en cada puerta no tenían que apartarse de su servicio, porque sus hermanos los levitas preparaban para ellos.

16 Así se preparó todo el servicio del SEÑOR en aquel día para celebrar la Pascua y para ofrecer holocaustos sobre el altar del SEÑOR, conforme al mandato del rey Josías. 17 Los israelitas que estaban presentes celebraron la Pascua en ese tiempo, y la Fiesta de los Panes sin Levadura por siete días. 18 No se había celebrado una Pascua como esta en Israel desde los días del profeta Samuel. Tampoco ninguno de los reyes de Israel había celebrado una Pascua como la que celebró Josías con los sacerdotes, los levitas y todos los de Judá e Israel que estaban presentes, y los habitantes de Jerusalén. 19 Esta Pascua se celebró en el año dieciocho del reinado de Josías.

Muerte de Josías

20 Después de todo esto, cuando Josías había terminado de reparar el templo, Necao, rey de Egipto, subió para combatir en Carquemis junto al Éufrates, y Josías salió para enfrentarse a él. 21 Pero Necao le envió mensajeros, diciéndole: «¿Qué tenemos que ver el uno con el otro, oh rey de Judá? No vengo hoy contra ti, sino contra la casa con la que estoy en guerra, y Dios me ha ordenado que me apresure. Por tu propio bien, deja de oponerte a Dios, que está conmigo, para que Él no te destruya». 22 Sin embargo, Josías no quiso retirarse de él, sino que se disfrazó para combatir contra él. Tampoco escuchó las palabras de Necao que venían de boca de Dios, sino que vino a entablar batalla en la llanura de Meguido. 23 Y los arqueros hirieron al rey Josías, y el rey dijo a sus siervos: «Llévenme, porque estoy gravemente herido». 24 Sus siervos lo sacaron del carro y lo llevaron en el segundo carro que él tenía, y lo trajeron a Jerusalén donde murió, y fue sepultado en los sepulcros de sus padres. Y todo Judá y Jerusalén hicieron duelo por Josías. 25 Entonces Jeremías entonó una elegía por Josías. Y todos los cantores y cantoras en sus lamentaciones hablan de Josías hasta hoy. Y las establecieron como ordenanza en Israel. También están escritas en las Lamentaciones. 26 Los demás hechos de Josías y sus obras piadosas conforme a lo escrito en la ley del SEÑOR, 27 y sus hechos, primeros y postreros, están escritos en el libro de los reyes de Israel y de Judá.


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Apocalipsis 21

Un cielo nuevo y una tierra nueva

21 Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo. Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: «El tabernáculo de Dios está entre los hombres, y Él habitará entre ellos y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos. Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado».

El que está sentado en el trono dijo: «Yo hago nuevas todas las cosas». Y añadió*: «Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas». También me dijo: «Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al que tiene sed, Yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El vencedor heredará estas cosas, y Yo seré su Dios y él será Mi hijo. Pero los cobardes, incrédulos, abominables, asesinos, inmorales, hechiceros, idólatras, y todos los mentirosos tendrán su herencia en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda».

La nueva Jerusalén

Vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las últimas siete plagas, y habló conmigo, diciendo: «Ven, te mostraré la novia, la esposa del Cordero». 10 Entonces me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, 11 y tenía la gloria de Dios. Su fulgor era semejante al de una piedra muy preciosa, como una piedra de jaspe cristalino.

12 Tenía un muro grande y alto con doce puertas, y en las puertas doce ángeles, y en las puertas estaban escritos los nombres de las doce tribus de los hijos de Israel. 13 Había tres puertas al este, tres puertas al norte, tres puertas al sur, y tres puertas al oeste. 14 El muro de la ciudad tenía doce cimientos, y en ellos estaban los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.

15 El que hablaba conmigo tenía una vara de medir de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro. 16 La ciudad está asentada en forma de cuadro, y su longitud es igual que su anchura. Y midió la ciudad con la vara, 12,000 estadios (2,160 kilómetros). Su longitud, anchura, y altura son iguales. 17 Midió su muro, 144 codos (64.8 metros), según medida humana, que es también medida de ángel.

18 El material del muro era jaspe, y la ciudad era de oro puro semejante al cristal puro. 19 Los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda clase de piedras preciosas: el primer cimiento, jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda; 20 el quinto, sardónice; el sexto, sardio; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; y el duodécimo, amatista. 21 Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era de una sola perla. La calle de la ciudad era de oro puro, como cristal transparente.

22 No vi en ella templo alguno, porque su templo es el Señor, el Dios Todopoderoso, y el Cordero.

23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que la iluminen, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. 24 Las naciones andarán a su luz y los reyes de la tierra traerán a ella su gloria.

25 Sus puertas nunca se cerrarán de día (pues allí no habrá noche); 26 y traerán a ella la gloria y el honor de las naciones.

27 Jamás entrará en ella nada inmundo, ni el que practica abominación y mentira, sino solo aquellos cuyos nombres están escritos en el libro de la vida del Cordero.


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Malaquías 3

El día del juicio

3 «Yo envío a Mi mensajero, y él preparará el camino delante de Mí. Y vendrá de repente a Su templo el Señor a quien ustedes buscan; el mensajero del pacto en quien ustedes se complacen, ya viene», dice el SEÑOR de los ejércitos. «¿Pero quién podrá soportar el día de Su venida? ¿Y quién podrá mantenerse en pie cuando Él aparezca? Porque Él es como fuego de fundidor y como jabón de lavanderos. Y Él se sentará como fundidor y purificador de plata, y purificará a los hijos de Leví y los acrisolará como a oro y como a plata, y serán los que presenten ofrendas en justicia al SEÑOR. Entonces será grata al SEÑOR la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días de antaño y como en los años pasados. Me acercaré a ustedes para el juicio, y seré un testigo veloz contra los hechiceros, contra los adúlteros, contra los que juran en falso y contra los que oprimen al jornalero en su salario, a la viuda y al huérfano, contra los que niegan el derecho del extranjero y los que no me temen», dice el SEÑOR de los ejércitos. «Porque Yo, el SEÑOR, no cambio; por eso ustedes, oh hijos de Jacob, no han sido consumidos.

El pago de los diezmos

»Desde los días de sus padres se han apartado de Mis estatutos y no los han guardado. Vuelvan a Mí y Yo volveré a ustedes», dice el SEÑOR de los ejércitos. «Pero dicen: “¿Cómo hemos de volver?”.

Fidelidad de las ofrendas

»¿Robará el hombre a Dios? Pues ustedes me están robando. Pero dicen: “¿En qué te hemos robado?”. En los diezmos y en las ofrendas. Con maldición están malditos, porque ustedes, la nación entera, me están robando. 10 Traigan todo el diezmo al alfolí, para que haya alimento en Mi casa; y pónganme ahora a prueba en esto», dice el SEÑOR de los ejércitos, «si no les abro las ventanas de los cielos, y derramo para ustedes bendición hasta que sobreabunde. 11 Por ustedes reprenderé al devorador, para que no les destruya los frutos del suelo, ni su vid en el campo sea estéril», dice el SEÑOR de los ejércitos. 12 «Y todas las naciones los llamarán a ustedes bienaventurados, porque serán una tierra de delicias», dice el SEÑOR de los ejércitos.

El justo y el injusto

13 «Las palabras de ustedes han sido duras contra Mí», dice el SEÑOR. «Pero dicen: “¿Qué hemos hablado contra Ti?”. 14 Ustedes han dicho: “En vano es servir a Dios. ¿Qué provecho hay en que guardemos Sus ordenanzas y en que andemos de duelo delante del SEÑOR de los ejércitos? 15 Por eso ahora llamamos bienaventurados a los soberbios. No solo prosperan los que hacen el mal, sino que también ponen a prueba a Dios y escapan sin ser castigados”».

16 Entonces los que temían al SEÑOR se hablaron unos a otros, y el SEÑOR prestó atención y escuchó, y fue escrito delante de Él un libro memorial para los que temen al SEÑOR y para los que estiman Su nombre. 17 «Y ellos serán Míos», dice el SEÑOR de los ejércitos, «el día en que Yo prepare Mi tesoro especial, y los perdonaré como un hombre perdona al hijo que le sirve». 18 Entonces volverán a distinguir entre el justo y el impío, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve.


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Juan 20

La resurrección

20 El primer día de la semana María Magdalena fue* temprano al sepulcro, cuando todavía estaba* oscuro, y vio* que la piedra ya había sido quitada del sepulcro. Entonces corrió* y fue* adonde estaban Simón Pedro y el otro discípulo a quien Jesús amaba, y les dijo*: «Se han llevado al Señor del sepulcro, y no sabemos dónde lo han puesto».

Salieron, pues, Pedro y el otro discípulo, y fueron hacia el sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro; e inclinándose para mirar adentro, vio* las envolturas de lino puestas allí, pero no entró.

Entonces llegó* también Simón Pedro tras él, entró al sepulcro, y vio* las envolturas de lino puestas allí, y el sudario que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con las envolturas de lino, sino enrollado en un lugar aparte. También entró el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó. Porque todavía no habían entendido la Escritura de que Jesús debía resucitar de entre los muertos. 10 Los discípulos entonces se fueron de nuevo a sus casas.

Aparición de Jesús a María Magdalena

11 Pero María estaba fuera, llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó y miró dentro del sepulcro; 12 y vio* dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. 13 «Mujer, ¿por qué lloras?», le preguntaron*. «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto», les contestó* ella.

14 Al decir esto, se volvió y vio* a Jesús que estaba allí, pero no sabía que era Jesús. 15 «Mujer, ¿por qué lloras?», le dijo* Jesús. «¿A quién buscas?». Ella, pensando que era el que cuidaba el huerto, le dijo*: «Señor, si usted lo ha llevado, dígame dónde lo ha puesto, y yo me lo llevaré». 16 «¡María!», le dijo* Jesús. Ella, volviéndose, le dijo* en hebreo: «¡Raboní!» (que quiere decir Maestro).

17 Jesús le dijo*: «Suéltame porque todavía no he subido al Padre; pero ve a Mis hermanos, y diles: “Subo a Mi Padre y Padre de ustedes, a Mi Dios y Dios de ustedes”». 18 María Magdalena fue* y anunció a los discípulos: «¡He visto al Señor!», y que Él le había dicho estas cosas.

Aparición a los discípulos

19 Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, y estando cerradas las puertas del lugar donde los discípulos se encontraban por miedo a los judíos, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y les dijo*: «Paz a ustedes». 20 Y diciendo esto, les mostró las manos y el costado. Entonces los discípulos se regocijaron al ver al Señor. 21 Jesús les dijo otra vez: «Paz a ustedes; como el Padre me ha enviado, así también Yo los envío».

22 Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo*: «Reciban el Espíritu Santo. 23 A quienes perdonen los pecados, estos les son perdonados; a quienes retengan los pecados, estos les son retenidos».

Incredulidad de Tomás

24 Tomás, uno de los doce, llamado el Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. 25 Entonces los otros discípulos le decían: «¡Hemos visto al Señor!». Pero él les dijo: «Si no veo en Sus manos la señal de los clavos, y meto el dedo en el lugar de los clavos, y pongo la mano en Su costado, no creeré».

26 Ocho días después, Sus discípulos estaban otra vez dentro, y Tomás con ellos. Estando las puertas cerradas, Jesús vino* y se puso en medio de ellos, y dijo: «Paz a ustedes». 27 Luego dijo* a Tomás: «Acerca aquí tu dedo, y mira Mis manos; extiende aquí tu mano y métela en Mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». 28 «¡Señor mío y Dios mío!», le dijo Tomás. 29 Jesús le dijo*: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que no vieron, y sin embargo creyeron».

El propósito de este evangelio según Juan

30 Y muchas otras señales hizo también Jesús en presencia de Sus discípulos, que no están escritas en este libro; 31 pero estas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que al creer, tengan vida en Su nombre.

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