Lectura de Hoy

05-01-2024

Devocional

Devocional: Génesis 5

En el capítulo 5 de Génesis, encontramos una y otra vez la expresión: “murió”. Tal persona vivió tantos años, “murió”. ¿Para qué tanta repetición? Desde el comienzo, era intención de Dios que la relación entre él y los que llevaban su imagen fuera eterna: Adán y Eva gozarían de la vida eterna con Dios. Sin embargo, su rebeldía puso fin a esta trayectoria (Génesis 3:21- 22). Aunque la muerte no les llegó enseguida (según Génesis 5:5, Adán vivió 930 años), era inevitable. El capítulo anterior a este catálogo de muertes relata el primer asesinato –otra muerte. Y los tres capítulos posteriores (6-8) relatan el diluvio, en el cual murió toda la raza humana, salvo Noé y su familia. Fuese por el asesinato, o por el juicio divino, o por causas naturales, el resultado siempre es el mismo: “murió”. Como sostiene el dicho actual, “La vida es dura, y luego mueres”.

De hecho, lo que sucede es que, por mandato divino, la muerte se está estableciendo en medio de la raza humana. Los arcos vitales que encontramos en el capítulo 5 son extraordinarios. Pero esta situación no se puede prolongar. Cuantos más son los años vividos, mayor el mal. En Génesis 6:3, Dios ya ha decidido acortar la vida de los rebeldes que llevan su imagen. Esta decisión se efectúa de manera gradual, pero firme, de modo que, al llegar a Génesis 11, estos arcos se han reducido considerablemente, y en las genealogías posteriores hay muy pocos que superen los 120 años. Pero, sea a la edad que sea, el resultado siempre es el mismo: “murió”.

El pensamiento contemporáneo occidental encuentra la muerte tan aterradora, que se prefiere evitar el tema en una conversación cualquiera. ¡Es el último tabú que nos queda! Hoy día, uno puede hablar del sexo y de las finanzas sin que nadie se inmute; pero, si hablas de la muerte, la mayoría de los presentes se ponen como mínimo incómodos. Incluso la mayoría de los creyentes valoran su fe por lo que les pueda aportar ahora, más que como aquello que les prepara para la eternidad, y así transforma la manera como se actúa ahora.

Dios no quiere que cerremos los ojos ante los efectos de nuestro pecado, ante el hecho de que la muerte es inevitable. No obstante, este capítulo incluye una excepción radiante: “y como anduvo fielmente con Dios, un día desapareció porque Dios se lo llevó.” (Génesis 5:24). Es como si Dios nos quisiera mostrar que la muerte no es una necesidad ontológica; que los que caminan con Dios, un día se librarán de la muerte; que incluso para los que mueran hay esperanza –bajo la gracia de Dios– de vida más allá de la muerte inevitable. Pero esta experiencia está ligada a la de caminar con Dios. Hará falta nada menos que el resto de la Biblia para elucidar lo que esto significa.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Devocional: Esdras 5

Pasan muchos años de retrasos y decepción antes de que Dios levante a los profetas Hageo y Zacarías (Esdras 5), que instan al pueblo a comenzar de nuevo la construcción del templo. Se habían echado los cimientos, pero no se había hecho nada más. Ahora, bajo el ministerio revitalizante de los dos profetas, la edificación comienza de nuevo.

Este hecho precipita una nueva crisis. Tatenay, gobernador del transÉufrates (desde la perspectiva Persa, la parte de su imperio que se encontraba al oeste del Éufrates, incluyendo el territorio que conocemos como Israel), cuestiona la autoridad de los judíos para embarcarse en este proyecto de construcción. Escribe a Darío, el nuevo rey, que responde de forma positiva en el siguiente capítulo: no solo se permite a los judíos reconstruir, sino que el tesoro del imperio les debe ayudar.

Humanamente hablando, podemos ver por qué cambia la política imperial. Para empezar, hay un nuevo emperador. Una lectura detenida de la carta de Tatenay (5:7-17) muestra que se trata de una misiva notablemente imparcial, relatando los hechos sin prejuicios y simplemente queriendo saber cómo actuar de la forma correcta. Qué diferencia con la extremadamente perversa carta de Rejún y Simsay (4:11-16). Tal como comenta la Escritura, esta era realmente “en contra de los habitantes de Jerusalén” (4:8), una obra malvada que sólo el más astuto monarca hubiese interpretado bien, y Artajerjes no lo era. Así pues, en la particular providencia de Dios, la carta de Esdras 4 bloquea el proyecto, mientras que la del capítulo 5, escrita también por paganos, como la primera, no solo consigue la autorización para el mismo, sino también dinero.

Es importante que los creyentes recuerden que Dios controla de forma soberana innumerables elementos sobre los que tenemos poca influencia. Recuerdo un día, hace más de veinte años, en la capilla de la universidad de Cambridge, en que tuve que hablar acerca de la muerte y el juicio. Me asustaba el debate obligatorio que seguiría a mi exposición. Prediqué con toda la sencillez y fidelidad que pude y tras la reunión nos preparamos para el debate. El capellán estaba seguro de que “surgirían preguntas”. Había un interesante, pero diverso, grupo de personas. Yo esperaba con cierto nerviosismo el primer disparo. Entonces, un profesor de matemáticas al que yo nunca había visto dijo con calma: “si escuchásemos más sermones como este, Inglaterra no estaría inmersa en los problemas que tiene”. Este comentario marcó el tono del resto de la reunión. Todos estaban atentos, y pasé el resto del tiempo explicando el Evangelio. Sin embargo, el hecho de que fuese esa pregunta la que influyó en el tono del debate, y no algún comentario burlón o de desprecio, me hizo ver totalmente la mano de Dios allí.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Génesis 5

Descendientes de Adán

5 Este es el libro de las generaciones de Adán. El día que Dios creó al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. Varón y hembra los creó. Los bendijo, y los llamó Adán el día en que fueron creados. Cuando Adán había vivido 130 años, engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y le puso por nombre Set. Y los días de Adán después de haber engendrado a Set fueron 800 años, y tuvo otros hijos e hijas. El total de los días que Adán vivió fue de 930 años, y murió.

Set vivió 105 años, y fue padre de Enós. Y vivió Set 807 años después de haber engendrado a Enós, y tuvo otros hijos e hijas. El total de los días de Set fue de 912 años, y murió.

Enós vivió 90 años, y fue padre de Cainán. 10 Y vivió Enós 815 años después de haber engendrado a Cainán, y tuvo otros hijos e hijas. 11 El total de los días de Enós fue de 905 años, y murió.

sup>12 Cainán vivió 70 años, y fue padre de Mahalaleel. 13 Y vivió Cainán 840 años después de haber engendrado a Mahalaleel, y tuvo otros hijos e hijas. 14 El total de los días de Cainán fue de 910 años, y murió.

15 Mahalaleel vivió 65 años, y fue padre de Jared. 16 Y vivió Mahalaleel 830 años después de haber engendrado a Jared, y tuvo otros hijos e hijas. 17 El total de los días de Mahalaleel fue de 895 años, y murió.

18 Jared vivió 162 años, y fue padre de Enoc. 19 Y vivió Jared 800 años después de haber engendrado a Enoc, y tuvo otros hijos e hijas. 20 El total de los días de Jared fue de 962 años, y murió.

21 Enoc vivió 65 años, y fue padre de Matusalén. 22 Enoc anduvo con Dios 300 años después de haber engendrado a Matusalén, y tuvo otros hijos e hijas. 23 El total de los días de Enoc fue de 365 años. 24 Y Enoc anduvo con Dios, y desapareció porque Dios se lo llevó.

25 Matusalén vivió 187 años, y fue padre de Lamec. 26 Y vivió Matusalén 782 años después de haber engendrado a Lamec, y tuvo otros hijos e hijas. 27 El total de los días de Matusalén fue de 969 años, y murió.

28 Lamec vivió 182 años, y tuvo un hijo. 29 Y le puso por nombre Noé, diciendo: «Este nos dará descanso de nuestra labor y del trabajo de nuestras manos, por causa de la tierra que el SEÑOR ha maldecido». 30 Y vivió Lamec 595 años después de haber engendrado a Noé, y tuvo otros hijos e hijas. 31 El total de los días de Lamec fue de 777 años, y murió.

32 Noé tenía 500 años, y fue padre de Sem, de Cam y de Jafet.


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Mateo 5

El Sermón del monte

5 Cuando Jesús vio a las multitudes, subió al monte; y después de sentarse, Sus discípulos se acercaron a Él. Y abriendo Su boca, les enseñaba, diciendo:

Las bienaventuranzas

«Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos.

»Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados.

»Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra.

»Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados.

»Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia.

»Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios.

»Bienaventurados los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios.

10 »Bienaventurados aquellos que han sido perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos.

11 »Bienaventurados serán cuando los insulten y persigan, y digan todo género de mal contra ustedes falsamente, por causa de Mí. 12 Regocíjense y alégrense, porque la recompensa de ustedes en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que ustedes.

13 »Ustedes son la sal de la tierra; pero si la sal se ha vuelto insípida, ¿con qué se hará salada otra vez? Ya no sirve para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.

14 »Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar; 15 ni se enciende una lámpara y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. 16 Así brille la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean sus buenas acciones y glorifiquen a su Padre que está en los cielos.

Jesús cumple la ley y los profetas

17 »No piensen que he venido para poner fin a la ley o a los profetas; no he venido para poner fin, sino para cumplir. 18 Porque en verdad les digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la ley hasta que toda se cumpla.

19 »Cualquiera, pues, que anule uno solo de estos mandamientos, aun de los más pequeños, y así lo enseñe a otros, será llamado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los guarde y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos. 20 Porque les digo a ustedes que si su justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entrarán en el reino de los cielos.

Enseñanza de Jesús sobre el odio

21 »Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: “NO MATARÁS” y: “Cualquiera que cometa homicidio será culpable ante la corte”. 22 Pero Yo les digo que todo aquel que esté enojado con su hermano será culpable ante la corte; y cualquiera que diga: “Insensato” a su hermano, será culpable ante la corte suprema; y cualquiera que diga: “Idiota”, será merecedor del infierno de fuego.

23 »Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.

25 »Ponte de acuerdo pronto con tu adversario mientras vas con él por el camino, no sea que tu adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y seas echado en la cárcel. 26 En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.

Enseñanza de Jesús sobre el adulterio

27 »Ustedes han oído que se dijo: “NO COMETERÁS ADULTERIO”. 28 Pero Yo les digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón. 29 Si tu ojo derecho te hace pecar, arráncalo y tíralo; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. 30 Y si tu mano derecha te hace pecar, córtala y tírala; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo vaya al infierno.

31 »También se dijo: “CUALQUIERA QUE REPUDIE A SU MUJER, QUE LE DÉ CARTA DE DIVORCIO”. 32 Pero Yo les digo que todo el que se divorcia de su mujer, a no ser por causa de infidelidad, la hace cometer adulterio; y cualquiera que se casa con una mujer divorciada, comete adulterio.

Enseñanza de Jesús sobre el juramento falso

33 »También han oído que se dijo a los antepasados: “NO JURARÁS FALSAMENTE, SINO QUE CUMPLIRÁS TUS JURAMENTOS AL SEÑOR”. 34 Pero Yo les digo: no juren de ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; 35 ni por la tierra, porque es el estrado de Sus pies; ni por Jerusalén, porque es LA CIUDAD DEL GRAN REY. 36 Ni jurarás por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o negro ni un solo cabello. 37 Antes bien, sea el hablar de ustedes: “Sí, sí” o “No, no”; porque lo que es más de esto, procede del mal.

Enseñanza de Jesús sobre la venganza

38 »Ustedes han oído que se dijo: “OJO POR OJO Y DIENTE POR DIENTE”. 39 Pero Yo les digo: no resistan al que es malo; antes bien, a cualquiera que te abofetee en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. 40 Al que quiera ponerte pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa. 41 Y cualquiera que te obligue a ir un kilómetro, ve con él dos. 42 Al que te pida, dale; y al que desee pedirte prestado, no le vuelvas la espalda.

El amor verdadero y su recompensa

43 »Ustedes han oído que se dijo: “AMARÁS A TU PRÓJIMO y odiarás a tu enemigo”. 44 Pero Yo les digo: amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen, 45 para que ustedes sean hijos de su Padre que está en los cielos; porque Él hace salir Su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. 46 Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa tienen? ¿No hacen también lo mismo los recaudadores de impuestos? 47 Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen más que otros? ¿No hacen también lo mismo los gentiles? 48 Por tanto, sean ustedes perfectos como su Padre celestial es perfecto.


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Esdras 5

La construcción se reanuda

5 Cuando los profetas Hageo y Zacarías, hijo de Iddo, profetizaron a los judíos que estaban en Judá y en Jerusalén, en el nombre del Dios de Israel que estaba sobre ellos, Zorobabel, hijo de Salatiel, y Jesúa, hijo de Josadac, se levantaron entonces y comenzaron a reedificar la casa de Dios en Jerusalén; y los profetas de Dios estaban con ellos apoyándolos. En aquel tiempo Tatnai, gobernador de la provincia al otro lado del Río, y Setar Boznai y sus compañeros vinieron a ellos y les hablaron así: «¿Quién les dio orden de reedificar este templo y de terminar este edificio?». También les dijeron así: «¿Cuáles son los nombres de los hombres que están reedificando este edificio?». Pero el ojo de su Dios velaba sobre los ancianos de los judíos, y no les detuvieron la obra hasta que un informe llegara a Darío, y volviera una respuesta escrita tocante al asunto.

Esta es la copia de la carta que Tatnai, gobernador de la provincia al otro lado del río, y Setar Boznai y sus compañeros los oficiales que estaban al otro lado del río, enviaron al rey Darío. Le enviaron un informe que estaba escrito así: «Al rey Darío, toda paz. Sepa el rey que hemos ido a la provincia de Judá, a la casa del gran Dios, que está siendo edificada con piedras enormes y vigas empotradas en las paredes; y esta obra se adelanta con gran esmero y prospera en sus manos.

»Entonces preguntamos a aquellos ancianos, y les dijimos así: “¿Quién les dio orden de reedificar este templo y de terminar este edificio?”. 10 También les preguntamos sus nombres para informarle, y para dar por escrito los nombres de los hombres que eran sus jefes. 11 Y así nos respondieron: “Somos los siervos del Dios del cielo y de la tierra, y estamos reedificando el templo que fue construido hace muchos años, el cual un gran rey de Israel edificó y terminó. 12 Pero como nuestros padres provocaron a ira al Dios del cielo, Él los entregó en mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia, el caldeo, quien destruyó este templo, y llevó cautivo al pueblo a Babilonia.

13 ”Sin embargo, en el año primero de Ciro, rey de Babilonia, el rey Ciro proclamó un decreto de que se reedificara esta casa de Dios. 14 También los utensilios de oro y de plata de la casa de Dios, que Nabucodonosor había sacado del templo que estaba en Jerusalén y llevado al templo de Babilonia, los sacó el rey Ciro del templo de Babilonia, y fueron entregados a Sesbasar, a quien había puesto por gobernador. 15 Y le dijo: ‘Toma estos utensilios, ve y colócalos en el templo que está en Jerusalén, y sea la casa de Dios reedificada en su lugar’. 16 Entonces aquel Sesbasar vino y puso los cimientos de la casa de Dios que está en Jerusalén; y desde entonces hasta ahora se sigue construyendo, pero aún no está terminada”. 17 Ahora, si al rey le parece bien, que se busque en la casa del tesoro del rey que está allí en Babilonia, a ver si es que fue proclamado un decreto de parte del rey Ciro para reedificar esta casa de Dios en Jerusalén; y que se nos envíe la decisión del rey en cuanto a este asunto».


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Hechos 5

Castigo de Ananías y Safira

5 Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una propiedad, y se quedó con parte del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo la otra parte, la puso a los pies de los apóstoles.

Pero Pedro dijo: «Ananías, ¿por qué ha llenado Satanás tu corazón para mentir al Espíritu Santo, y quedarte con parte del precio del terreno? Mientras estaba sin venderse, ¿no te pertenecía? Y después de vendida, ¿no estaba bajo tu poder? ¿Por qué concebiste este asunto en tu corazón? No has mentido a los hombres sino a Dios».

Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró; y vino un gran temor sobre todos los que lo supieron. Entonces los jóvenes se levantaron y lo cubrieron, y sacándolo, le dieron sepultura.

Como tres horas después entró su mujer, no sabiendo lo que había sucedido. Y Pedro le preguntó: «Dime, ¿vendieron el terreno en tal precio?». «Sí, ese fue el precio», dijo ella. Entonces Pedro le dijo: «¿Por qué se pusieron de acuerdo para poner a prueba al Espíritu del Señor? Mira, los pies de los hombres que sepultaron a tu marido están a la puerta, y te sacarán también a ti». 10 Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró. Al entrar los jóvenes, la hallaron muerta; entonces la sacaron y le dieron sepultura junto a su marido. 11 Y vino un gran temor sobre toda la iglesia y sobre todos los que supieron estas cosas.

Muchas señales y prodigios

12 Por mano de los apóstoles se realizaban muchas señales y prodigios entre el pueblo; y acostumbraban a estar todos de común acuerdo en el pórtico de Salomón. 13 Pero ninguno de los demás se atrevía a juntarse con ellos; sin embargo, el pueblo los tenía en gran estima.

14 Y más y más creyentes en el Señor, multitud de hombres y de mujeres, se añadían constantemente al número de ellos15 a tal punto que aun sacaban a los enfermos a las calles y los tendían en lechos y camillas, para que al pasar Pedro, siquiera su sombra cayera sobre alguno de ellos. 16 También la gente de las ciudades en los alrededores de Jerusalén acudía trayendo enfermos y atormentados por espíritus inmundos, y todos eran sanados.

En la cárcel y libres otra vez

17 Pero levantándose el sumo sacerdote, y todos los que estaban con él, (es decir, la secta de los saduceos), se llenaron de celo. 18 Entonces echaron mano a los apóstoles y los pusieron en una cárcel pública. 19 Pero durante la noche, un ángel del Señor, abrió las puertas de la cárcel y sacándolos, les dijo: 20 «Vayan, preséntense en el templo, y hablen al pueblo todo el mensaje de esta Vida».

21 Habiendo oído esto, al amanecer entraron en el templo y enseñaban. Cuando llegaron el sumo sacerdote y los que estaban con él, convocaron al Concilio, es decir, a todo el Senado de los israelitas. Y mandaron traer de la cárcel a los apóstoles22 Pero los guardias que fueron no los encontraron en la cárcel; volvieron, pues, y les informaron: 23 «Encontramos la cárcel cerrada con toda seguridad y los guardias de pie a las puertas; pero cuando abrimos, a nadie hallamos dentro».

24 Cuando oyeron estas palabras el capitán de la guardia del templo y los principales sacerdotes, se quedaron muy perplejos a causa de ellas, pensando en qué terminaría aquello. 25 Pero alguien se presentó y les informó: «Miren, los hombres que pusieron en la cárcel están en el templo enseñando al pueblo».

26 Entonces el capitán fue con los guardias y los trajo sin violencia porque temían al pueblo, no fuera que los apedrearan. 27 Cuando los trajeron, los pusieron ante el Concilio, y el sumo sacerdote los interrogó: 28 «Les dimos órdenes estrictas de no continuar enseñando en este Nombre, y han llenado a Jerusalén con sus enseñanzas, y quieren traer sobre nosotros la sangre de este Hombre».

29 Pero Pedro y los apóstoles respondieron: «Debemos obedecer a Dios en vez de obedecer a los hombres. 30 El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien ustedes mataron y colgaron en una cruz. 31 A Él Dios lo exaltó a Su diestra como Príncipe y Salvador, para dar arrepentimiento a Israel, y perdón de pecados. 32 Y nosotros somos testigos de estas cosas; y también el Espíritu Santo, el cual Dios ha dado a los que le obedecen».

El consejo de Gamaliel

33 Cuando ellos oyeron esto, se sintieron profundamente ofendidos y querían matarlos. 34 Pero cierto fariseo llamado Gamaliel, maestro de la ley, respetado por todo el pueblo, se levantó en el Concilio y ordenó que sacaran fuera a los apóstoles por un momento.

35 Entonces les dijo: «Hombres de Israel, tengan cuidado de lo que van a hacer con estos hombres. 36 Porque hace algún tiempo Teudas se levantó pretendiendo ser alguien; y un grupo como de 400 hombres se unió a él. Y fue muerto, y todos los que lo seguían fueron dispersos y reducidos a nada. 37 Después de él, se levantó Judas de Galilea en los días del censo, y llevó mucha gente tras sí; él también pereció, y todos los que lo seguían se dispersaron.

38 »Por tanto, en este caso les digo que no tengan nada que ver con estos hombres y déjenlos en paz, porque si este plan o acción es de los hombres, perecerá; 39 pero si es de Dios, no podrán destruirlos; no sea que se hallen luchando contra Dios».

40 Ellos aceptaron su consejo, y después de llamar a los apóstoles, los azotaron y les ordenaron que no hablaran más en el nombre de Jesús y los soltaron. 41 Los apóstoles, pues, salieron de la presencia del Concilio, regocijándose de que hubieran sido considerados dignos de sufrir afrenta por Su Nombre. 42 Y todos los días, en el templo y de casa en casa, no cesaban de enseñar y proclamar el evangelio de Jesús como el Cristo.

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