Ama a tu esposa con un propósito claro

Nota del editor: Este es un fragmento adaptado del libro Amando a tu esposa como Cristo ama a la iglesia (Poiema Publicaciones, 2020), por Larry McCall.

Pablo escribió: «Así deben también los maridos amar a sus mujeres» (Ef 5:28). Así como Cristo ama con un amor con propósito, así nosotros debemos amar.

Así como Cristo tiene una meta maravillosa para nosotros, Su novia, y nos está llevando hacia allá, también nosotros como esposos debemos tener metas para que nuestras esposas honren a Dios, y en amor debemos llevarlas hasta allá, «hasta que la muerte nos separe».

«¿Qué metas?», podrías preguntar. La idea de llevar a nuestras esposas a una meta suprema nos desconcierta. La tentación es ir al mundo a buscar sabiduría. Pero eso no funciona. Esas direcciones no nos ayudarán a llegar al destino.

A veces en nuestro orgullo nos negamos a pedir direcciones. Si fuera solo por nosotros, miraríamos hacia adentro, ideando nuestras propias metas para con nuestras esposas.

Lamentablemente, ya sea por costumbre o por diseño, la tendencia es a tratar de hacer que nuestras esposas sean como nosotros. Tontamente pensamos que si nuestras esposas fueran más como nosotros, nuestros matrimonios serían mejores y nuestras vidas tendrían menos preocupaciones.

Al contrario, ¿por qué Dios querría hacer a nuestras esposas a nuestra propia imagen? Más bien, nuestra meta final debe ser un reflejo de la meta final de Cristo para Su novia: parecernos a Él. «Pero todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu» (2 Co 3:18).

Nosotros los esposos somos herramientas primarias en las manos del Espíritu Santo en ese glorioso proceso que Dios tiene de moldear a nuestras esposas a ser más y más como Cristo.

Así que nos sería muy útil entender mejor cómo el Espíritu nos usa con el objetivo de que sirvamos a nuestras esposas en este proceso de transformación.

Durante nuestro desayuno semanal, uno de los hombres de mi grupo de rendición de cuentas le quitó la tapa al salero del restaurante y tomó un palillo. Con estos accesorios (que se veían graciosamente diminutos en sus manos gigantes), nos contó de una sencilla pero alentadora conversación que tuvo con su esposa.

Si bien él era creyente por muchos años, nunca había apartado seriamente el tiempo ni la energía para crecer en la madurez cristiana.

En sus propias palabras, «nunca había pasado de la primera base». Estaba luchando por poner en práctica su fe débil en el trabajo y en la casa.
Pero un día su esposa lo retó.

Ella le dijo que él estaba tratando de batallar en el mundo, pero que no se había vestido de la armadura de Dios. Él nunca había sido intencional en seguir la estrategia de Efesios 6:10-11:

«Por lo demás, fortalézcanse en el Señor y en el poder de su fuerza. Revístanse con toda la armadura de Dios para que puedan estar firmes contra las insidias del diablo».

Al tomar el palillo, le expresó: «¡“La espada del Espíritu” que estás usando es del tamaño de este palillo!».

¡Auch! El Señor usó la exhortación de su esposa para llamar la atención de mi amigo. Había una buena explicación para sus luchas al representar a Jesús en su negocio, en su iglesia y en su casa. Él no se había esforzado por crecer en su propio entendimiento y aplicación de las Escrituras.

Con esta nueva luz, preparó un plan para leer la Palabra diariamente y orar. Con el tiempo, pasó de la primera base y era posible observar su crecimiento espiritual.

Su coherencia al representar a Cristo en el trabajo y en la casa mejoró significativamente, lo cual animó grandemente a su esposa.

El pastor John Piper retó a los hombres de su iglesia en esa misma línea.

Para proveer comida espiritual para la familia, tienes que conocer la comida espiritual.
Eso si magnifica que el hombre debe seguir a Dios con todas sus fuerzas. Solo puedes liderar espiritualmente si estás creciendo en tu propio conocimiento de Dios y en tu amor por Dios. Si estás alimentando tu alma con la Palabra de Dios, tendrás el deseo de alimentar a tu esposa y a tus hijos.1


Steve Farrar es aún más específico. Escribe:

Caballeros, si vamos a ser líderes espirituales para nuestras esposas e hijos… necesitamos sacar tiempo para sumergirnos en la Palabra de Dios; necesitamos tiempo para masticar lo que la Escritura nos está diciendo; necesitamos tiempo para venir delante de Dios y pedirle la sabiduría que necesitamos para ser Sus hombres en este mundo.2

Sabemos que si queremos estar en forma físicamente, cinco minutos de ejercicio al día no serán suficientes. Sin embargo, asumimos que cinco minutos de ejercicio espiritual al día nos pondrán en forma espiritualmente.

Si vamos a ser instrumentos en las manos del Espíritu de Dios, sirviendo a nuestras esposas para enseñarles los caminos de Dios, necesitamos tomar bien en serio nuestro crecimiento espiritual, de modo que podamos tener un fundamento espiritual que enseñarles.

Bob Lepine dice que «debemos asumir la responsabilidad de nutrirlas y discipularlas. Esto es parte fundamental de ser un esposo».3

¿Cómo enseñamos a nuestras esposas? Lepine lamenta: «La verdad es que, para muchos hombres cristianos, la idea de un tiempo formal de estudio bíblico y de instrucción está en su lista de actividades más amenazantes.

Nos sentimos inadecuados e inseguros de nosotros mismos».4 Algunos hombres quedan totalmente intimidados, tratando de excusarse diciendo: «Yo no tengo el don de la enseñanza». Pero enseñar pudiera ser tan simple como sacar un tiempo diariamente para leer una porción de la Escritura con ella, apuntando a algún pasaje que sea de descanso o de desafío para ti.

Pudieras notar algo en la lectura de ese día que puede ser particularmente útil para tu esposa, en la medida que ella enfrenta desafíos con los que simpatizas.

No necesitas tener una librería de comentarios bíblicos a su disposición. A veces animo a los hombres a encontrar una buena Biblia de estudio y a pasar unos minutos revisando las notas antes de leer el pasaje con sus esposas.

Si todavía no tienes algún plan para enseñar las Escrituras a tu esposa, ¿por qué no ir delante del Señor hoy mismo? Luego, aparta con ella una hora, un lugar y un pasaje, y manos a la obra.

Yo sospecho que tu esposa va a sentirse bendecida por tener un esposo que la ame espiritualmente con tal propósito.


1. John Piper, “Adam, Where are You?” [“Adán, ¿dónde estás?”], un sermón basado en Efesios 5:21-28, dado en Bethlehem Baptist Church (Minneapolis, MN, junio 17, 1984). 
2. Farrar, Point Man, p. 145. 
3. Lepine, The Christian Husband, p. 193. 
4. Ibíd, p. 117. 

Larry E. McCall es pastor de Christ Covenant Church en Wionna Lake, Indiana, desde 1981. Además de su rol como pastor, da conferencias, charlas y retiros sobre el matrimonio y temas bíblicos diversos. Ha escrito varios artículos y libros, y disfruta pasar tiempo con su esposa Gladine.

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