Lectura de Hoy

29-07-2024

DEVOCIONAL

Devocional: Hechos 16

Tres observaciones sobre estos pasos del ministerio de Pablo y Silas (Hechos 16): 

(1) Para entender el “llamado macedonio” de Pablo (16:6-10), debemos seguir sus movimientos en un mapa. Tras viajar por la parte central de lo que hoy día es Turquía, el Espíritu les prohibió a Pablo y a Silas ir a Asia (16:6), es decir, Asia Menor, la sección occidental de la Turquía moderna.

De manera que viajan hacia el norte y tratan de entrar a Bitinia (16:7). Si se les hubiera permitido, habrían llegado a la carretera principal que iba de este a oeste y unía al Imperio Romano con la India y estarían en dirección hacia el oriente. Pero el “espíritu de Jesús” no les permite dar ese paso (16:7), así que se van en la única dirección que les sigue abierta en las carreteras de ese entonces: se dirigen a la ciudad portuaria de Troas. Desde ahí, sólo hay un lugar obvio para ir: atravesar el mar hacia Europa. Durante la noche, Pablo tiene la visión de un hombre en Macedonia, la recalada más cercana de Europa, que le rogaba: “Pasa a Macedonia y ayúdanos” (16:9). Esto confirma los movimientos de Pablo y Silas, no los redirige. El resultado es el ministerio en el continente de Europa y, finalmente, un camino hacia Roma. 

(2) La primera conversa de Pablo en Europa fue una mujer, viajera de negocios intercontinentales, de Tiatira. Observa la descripción de su conversión y luego la de la conversión del carcelero de Filipos: “el Señor le abrió el corazón para que respondiera al mensaje de Pablo” (16:14); “El carcelero… se alegró mucho junto con toda su familia por haber creído en Dios” (16:34). Usemos ambas expresiones hoy día. 

(3) Vale la pena meditar sobre las ocasiones en las que Pablo usa su ciudadanía romana y aquellas en las que no lo hace. A veces, le golpean y él no eleva palabra alguna de protesta. En Filipos, a Pablo y a Silas les dan “muchos golpes” (16:23-24), aparentemente sin que protestaran.

Los ciudadanos romanos no podían ser azotados sin juicio. Sin embargo, cuando al carcelero se le ordena soltar a los prisioneros, Pablo protesta que a él y a Silas, ambos ciudadanos, se les azotó e insiste en que los líderes vengan y les escolten fuera de la cárcel como una especie de disculpa pública (16:37-39). ¿Por qué no sencillamente sufrir en silencio, ya que es algo que solían hacer? 

Es difícil de demostrar, pero muchos argumentan, con credibilidad, que Pablo usa sus derechos cuando piensa que al hacerlo establecerá precedentes legales que ayuden a otros cristianos. Cada caso anotado en los libros en el que a los cristianos se les declare no culpables de desorden público o amenaza al Imperio Romano puede servir como un precedente legal útil. Si esto es cierto, es señal de un pensamiento estratégico por el bien de los demás.  

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Jeremías 25
La profecía de Jeremías 25 data del cuarto año del reinado de Nabucodonosor, es decir, 605 a.C., el año en que los babilonios derrotaron a los egipcios en Carquemis, obligando a Judá a cambiar su lealtad hacia la nueva potencia creciente. En ese momento, Jeremías ha estado profetizando ya durante veintitrés años, desde el reinado del último rey bueno, Josías, hasta ese día (25:3).

El comienzo de la supremacía babilónica es una ocasión apropiada para que el profeta reitere algunos de sus principales temas: un repaso de la desobediencia crónica del pueblo, de las advertencias de no seguir a otros dioses, la negativa del pueblo a escuchar las palabras del Señor (25:4- 8). Sin embargo, existen varios elementos en este capítulo que no se han mencionado anteriormente o que apenas se han tratado hasta este momento.

Primero, en un lenguaje que recuerda el que encontramos en Isaías, Nabucodonosor recibe el calificativo de “siervo” de Dios (25:9). Es una forma de decir que el propio Todopoderoso provocará la destrucción de Jerusalén, aunque el poder temporal que está haciendo el trabajo es Babilonia y su rey.

Segundo, el servicio al rey de Babilonia durará “setenta años” (25:11). Existen diferentes maneras de calcular la duración del exilio. En esta caso, se trata de una cifra redondeada que abarca desde el auge de Babilonia en 609 hasta su derrota ante los persas (539), o quizás desde la primera deportación de líderes en 605 hasta el primer retorno de los judíos a su tierra bajo el régimen del rey Ciro de Persia (536; cp. 2 Crónicas 36:20-23Zacarías 1:12).

Tercero, recordando lo que hará con los asirios después de haberlos utilizado para castigar al reino del norte (Isaías 10:5ss.), Dios dice que Babilonia pagará “por su iniquidad” y quedará “en desolación perpetua” (25:12). “Haré que vengan sobre este país todas las amenazas que le anuncié, y todo lo que está registrado en este libro y que Jeremías ha profetizado contra las naciones” (25:13).

Cuarto, en los siguientes versículos, se pide a Jeremías, en una experiencia visionaria, que obligue a las naciones a beber “la copa del vino de mi ira” (25:15; compárese con Apocalipsis 14:10). El Dios de la Biblia no es una simple deidad tribal; todas las naciones deben rendirle cuentas. El juicio puede comenzar con la comunidad del pacto, pero abarcará finalmente a todo el mundo sin excepción. “’Seréis castigados’, afirma el Señor Todopoderoso, ‘porque yo desenvaino la espada contra todos los habitantes de la tierra’” (25:29). ¿A dónde huiremos para escapar del juicio, si no es al refugio que sólo él provee?

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
Jueces 12
Muerte de Jefté
12 Los hombres de Efraín se reunieron y cruzaron el Jordán hacia el norte, y dijeron a Jefté: «¿Por qué cruzaste a pelear contra los amonitas sin llamarnos para que fuéramos contigo? Quemaremos tu casa sobre ti». 2 Y Jefté les respondió: «Yo y mi pueblo estábamos en gran lucha con los amonitas, y cuando los llamé a ustedes, no me libraron de sus manos. 3 Viendo, pues, que no me iban a librar, arriesgué mi vida y crucé contra los amonitas, y el Señor los entregó en mi mano. ¿Por qué, pues, han subido hoy a pelear contra mí?».4 Entonces Jefté reunió a todos los hombres de Galaad y peleó contra Efraín. Los hombres de Galaad derrotaron a Efraín, porque estos decían: «Son fugitivos de Efraín, ustedes los galaaditas, en medio de Efraín y en medio de Manasés».

5 Y se apoderaron los galaaditas de los vados del Jordán al lado opuesto de Efraín. Cuando alguno de los fugitivos de Efraín decía: «Déjenme cruzar», los hombres de Galaad le decían: «¿Eres efrateo?». Si él respondía: «No», 6 entonces, le decían: «Di, pues, la palabra Shibolet». Pero él decía: «Sibolet», porque no podía pronunciarla correctamente. Entonces le echaban mano y lo mataban junto a los vados del Jordán. Y cayeron en aquella ocasión 42,000 de los de Efraín. 7 Jefté juzgó a Israel seis años. Y murió Jefté el galaadita, y fue sepultado en una de las ciudades de Galaad.

Ibzán, Elón y Abdón, jueces de Israel

8 Después de Jefté juzgó a Israel Ibzán de Belén. 9 Y tuvo treinta hijos y treinta hijas, a estas las casó fuera de la familia, y trajo de afuera treinta hijas para sus hijos. Él juzgó a Israel siete años. 10 Murió Ibzán, y fue sepultado en Belén.11 Después de Ibzán, juzgó a Israel Elón el zabulonita; quien juzgó a Israel diez años. 12 Murió Elón el zabulonita, y fue sepultado en Ajalón, en la tierra de Zabulón.13 Entonces Abdón, hijo de Hilel el piratonita, juzgó a Israel después de Elón. 14 Tuvo cuarenta hijos y treinta nietos que cabalgaban en setenta asnos. Él juzgó a Israel ocho años. 15 Y murió Abdón, hijo de Hilel el piratonita, y fue sepultado en Piratón, en la tierra de Efraín, en la región montañosa de los amalecitas.


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Hechos 16
LIBRO QUINTO
Pablo escoge a Timoteo
16 Pablo llegó también a Derbe y a Listra. Y estaba allí cierto discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego, del cual hablaban elogiosamente los hermanos que estaban en Listra y en Iconio. Pablo quiso que este fuera con él, y lo tomó y lo circuncidó por causa de los judíos que había en aquellas regiones, porque todos sabían que su padre era griego.
Según pasaban por las ciudades, entregaban los acuerdos tomados por los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalén, para que los observaran. Así que las iglesias eran confirmadas en la fe, y diariamente crecían en número.

Visión de Pablo del hombre macedonio

6 Pasaron por la región de Frigia y Galacia, habiendo sido impedidos por el Espíritu Santo de hablar la palabra en Asia. 7 Cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió. 8 Entonces pasando por Misia, descendieron a Troas.9 Por la noche se le mostró a Pablo una visión: un hombre de Macedonia estaba de pie, suplicándole: «Pasa a Macedonia y ayúdanos». 10 Cuando tuvo la visión, enseguida procuramos ir a Macedonia, persuadidos de que Dios nos había llamado para anunciarles el evangelio.

Conversión de Lidia

11 Así que, saliendo de Troas, navegamos con rumbo directo a Samotracia, y al día siguiente a Neápolis. 12 De allí fuimos a Filipos, que es una ciudad principal de la provincia de Macedonia, una colonia romana; en esta ciudad nos quedamos por varios días.

13 El día de reposo salimos fuera de la puerta, a la orilla de un río, donde pensábamos que habría un lugar de oración. Nos sentamos y comenzamos a hablar a las mujeres que se habían reunido. 14 Y estaba escuchando cierta mujer llamada Lidia, de la ciudad de Tiatira, vendedora de telas de púrpura, que adoraba a Dios; y el Señor abrió su corazón para que recibiera lo que Pablo decía. 15 Cuando ella y su familia se bautizaron, nos rogó: «Si juzgan que soy fiel al Señor, vengan a mi casa y quédense en ella». Y nos persuadió a ir.

Conversión de la muchacha adivina

16 Mientras íbamos al lugar de oración, nos salió al encuentro una muchacha esclava que tenía espíritu de adivinación, la cual daba grandes ganancias a sus amos, adivinando. 17 Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, gritaba: «Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes les proclaman el camino de salvación».18 Esto lo hacía por muchos días; pero desagradando esto a Pablo, se volvió y dijo al espíritu: «¡Te ordeno, en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella!». Y el espíritu salió en aquel mismo momento.

19 Pero cuando sus amos vieron que se les había ido la esperanza de ganancia para ellos, prendieron a Pablo y a Silas, y los arrastraron hasta la plaza, ante las autoridades. 20 Después de haberlos presentado a los magistrados superiores, dijeron: «Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad, 21 y proclaman costumbres que no nos es lícito aceptar ni observar, puesto que somos romanos». 

22 La multitud se levantó a una contra ellos, y los magistrados superiores, rasgándoles sus ropas, ordenaron que los azotaran con varas. 23 Después de darles muchos azotes, los echaron en la cárcel, ordenando al carcelero que los guardara con seguridad; 24 el cual, habiendo recibido esa orden, los echó en el calabozo interior y les aseguró los pies en el cepo.

Conversión del carcelero

25 Como a medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban himnos a Dios, y los presos los escuchaban. 26 De repente se produjo un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel fueron sacudidos. Al instante se abrieron todas las puertas y las cadenas de todos se soltaron. 27 Al despertar el carcelero y ver abiertas todas las puertas de la cárcel, sacó su espada y se iba a matar, creyendo que los prisioneros se habían escapado. 

28 Pero Pablo clamó a gran voz, diciendo: «No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí».29 Entonces él pidió luz y se precipitó adentro, y temblando, se postró ante Pablo y Silas, 30 y después de sacarlos, dijo: «Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?». 31 Ellos respondieron: «Cree en el Señor Jesús, y serás salvo, tú y toda tu casa».

32 Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. 33 El carcelero los tomó en aquella misma hora de la noche y les lavó las heridas, y enseguida fue bautizado con todos los suyos. 34 Llevándolos a su hogar, les dio de comer, y se regocijó grandemente por haber creído en Dios con todos los suyos.

Vindicación de Pablo y Silas

35 Cuando se hizo de día, los magistrados superiores enviaron a sus oficiales, diciendo: «Suelta a esos hombres». 36 El carcelero comunicó a Pablo estas palabras, diciendo: «Los magistrados superiores han dado orden de que les suelte. Así que, salgan ahora y vayan en paz». 37 Pero Pablo les dijo: «Aunque somos ciudadanos romanos, nos han azotado públicamente sin hacernos juicio y nos han echado a la cárcel; ¿y ahora nos sueltan en secreto? ¡De ninguna manera! Que ellos mismos vengan a sacarnos».

38 Los oficiales informaron esto a los magistrados superiores, y al saber que eran ciudadanos romanos, tuvieron temor. 39 Entonces vinieron y les suplicaron, y después de sacarlos, les rogaban que salieran de la ciudad. 40 Cuando salieron de la cárcel, fueron a casa de Lidia, y al ver a los hermanos, los consolaron y se fueron.

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Jeremías 25
Setenta años de cautiverio

25 Palabra que vino a Jeremías acerca de todo el pueblo de Judá, en el año cuarto de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá (este era el primer año de Nabucodonosor, rey de Babilonia), 2 la cual el profeta Jeremías habló a todo el pueblo de Judá y a todos los habitantes de Jerusalén, diciéndoles: 3 «Desde el año trece de Josías, hijo de Amón, rey de Judá, hasta hoy, en estos veintitrés años ha venido a mí la palabra del Señor, y les he hablado repetidas veces, pero no han escuchado. 4 Y el Señor les envió repetidas veces a todos Sus siervos los profetas, pero ustedes no escucharon ni pusieron atención.

5 Ellos les decían: “Vuélvase ahora cada uno de su camino y de la maldad de sus obras, y habitarán en la tierra que el Señor les dio a ustedes y a sus padres para siempre. 6 No vayan tras otros dioses para servirles y postrarse ante ellos, no me provoquen a ira con la obra de sus manos, y no les haré ningún mal”. 7 Pero no me han escuchado», declara el Señor, «de modo que me provocaron a ira con la obra de sus manos para su propio mal.8 »Por tanto, así dice el Señor de los ejércitos: “Por cuanto no han obedecido Mis palabras, 9 mandaré a buscar a todas las familias del norte”, declara el Señor, “y a Nabucodonosor, rey de Babilonia, Mi siervo. Los traeré contra esta tierra, contra sus habitantes y contra todas estas naciones de alrededor; los destruiré por completo y los haré objeto de horror, de burla y de eterna desolación. 

10 Además, haré cesar de ellos la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia, el sonido de las piedras de molino y la luz de la lámpara. 11 Toda esta tierra será desolación y horror, y estas naciones servirán setenta años al rey de Babilonia.12 ”Después que se hayan cumplido los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a esa nación por su iniquidad”, declara el Señor, “y a la tierra de los caldeos la haré una desolación eterna. 13 Y traeré sobre esa tierra todas las palabras que he hablado contra ella, todo lo que está escrito en este libro que Jeremías ha profetizado contra todas las naciones. 14 (Pues también a ellos los harán esclavos muchas naciones y grandes reyes, y les pagaré conforme a sus hechos y conforme a la obra de sus manos)”».

La ira de Dios contra las naciones

15 Porque así me ha dicho el Señor, Dios de Israel: «Toma de Mi mano esta copa del vino del furor, y haz que beban de ella todas las naciones a las cuales Yo te envío. 16 Ellas beberán y se tambalearán y enloquecerán a causa de la espada que enviaré en medio de ellas».

17 Entonces tomé la copa de la mano del Señor, e hice beber de ella a todas las naciones a las cuales me envió el Señor: 18 a Jerusalén y a las ciudades de Judá, a sus reyes y a sus príncipes, para ponerlos por desolación, horror, burla y maldición, como hasta hoy; 19 a Faraón, rey de Egipto, a sus siervos, a sus príncipes y a todo su pueblo; 20 a todos los extranjeros, a todos los reyes de la tierra de Uz, a todos los reyes de la tierra de los filisteos (es decir, Ascalón, Gaza, Ecrón y al remanente de Asdod); 21 a Edom, a Moab y a los hijos de Amón; 22 a todos los reyes de Tiro, a todos los reyes de Sidón y a los reyes de las costas que están más allá del mar; 23 a Dedán, a Tema, a Buz y a todos los que se rapan las sienes; 24 a todos los reyes de Arabia y a todos los reyes de los extranjeros que habitan en el desierto; 25 a todos los reyes de Zimri, a todos los reyes de Elam y a todos los reyes de Media; 26 a todos los reyes del norte, los de cerca y los de lejos, los unos con los otros, y a todos los reinos del mundo que están sobre la superficie de la tierra. El rey de Sesac beberá después de ellos.

27 «Tú les dirás: “Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: ‘Beban, embriáguense, vomiten, cáiganse y no se levanten a causa de la espada que Yo enviaré en medio de ustedes’”. 28 Y sucederá que si rehúsan tomar la copa de tu mano para beber, les dirás: “Así dice el Señor de los ejércitos: ‘Ciertamente van a beber. 29 Porque Yo comienzo a causar mal en esta ciudad que se llama por Mi nombre, ¿y quedarán ustedes sin castigo alguno? No quedarán sin castigo, porque llamo a la espada contra todos los habitantes de la tierra’, declara el Señor de los ejércitos”.

30 »Tú, pues, profetizarás contra ellos todas estas palabras, y les dirás:“El Señor rugirá desde lo alto,

Y dará Su voz desde Su santa morada;
Rugirá fuertemente contra Su rebaño.
Dará gritos como los que pisan las uvas
Contra todos los habitantes de la tierra.
31 Ha llegado el estruendo hasta el fin de la tierra,
Porque el Señor tiene un pleito contra las naciones;
Entra en juicio contra toda carne;

A los impíos los entrega a la espada”, declara el Señor».32 Así dice el Señor de los ejércitos:
«El mal va
De nación en nación,
Y una gran tempestad se levanta
De los confines de la tierra.33 En aquel día los muertos por el Señor estarán desde un extremo de la tierra hasta el otro. No los llorarán, ni los recogerán, ni los sepultarán; serán como estiércol sobre la superficie de la tierra.

34 Den gemidos, pastores, y clamen;
Revuélquense en ceniza, mayorales del rebaño;
Porque se han cumplido los días de su matanza y de su dispersión,
Y caerán como vaso escogido.
35 No habrá huida para los pastores,
Ni escape para los mayorales del rebaño.
36 Se oye el sonido del clamor de los pastores,
Y el gemido de los mayorales del rebaño,
Porque el Señor está destruyendo sus pastos,

37 Y son silenciados los rebaños apacibles
A causa de la ardiente ira del Señor.
38 Él ha abandonado como un león Su guarida,
Porque su tierra se ha convertido en horror
Por el furor de la espada opresora,
Y a causa de Su ardiente ira».

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Marcos 11
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La entrada triunfal
11 Cuando se acercaban* a Jerusalén, por Betfagé y Betania, cerca del monte de los Olivos, Jesús envió* a dos de Sus discípulos, 2 y les dijo*: «Vayan a la aldea enfrente de ustedes, y tan pronto como entren en ella, encontrarán un pollino atado en el cual nadie se ha montado todavía; desátenlo y tráiganlo. 3 Si alguien les dice: “¿Por qué hacen eso?” digan: “El Señor lo necesita”; y enseguida lo devolverá acá».

4 Ellos fueron y encontraron un pollino atado junto a la puerta, afuera en la calle, y lo desataron*. 5 Y algunos de los que estaban allí les dijeron: «¿Qué hacen desatando el pollino?». 6 Ellos les respondieron tal como Jesús les había dicho, y les dieron permiso. 7 Entonces trajeron* el pollino a Jesús y echaron encima sus mantos, y Él se sentó sobre él.

8 Muchos tendieron sus mantos en el camino, y otros tendieron ramas que habían cortado de los campos. 9 Los que iban delante y los que lo seguían, gritaban:

«¡Hosanna!
Bendito el que viene en el nombre del Señor;

10 Bendito el reino de nuestro padre David que viene;
¡Hosanna en las alturas!».11 Jesús entró en Jerusalén, fue al templo, y después de mirar todo alrededor, salió para Betania con los doce discípulos, siendo ya avanzada la hora.

La higuera estéril

12 Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús tuvo hambre. 13 Y viendo de lejos una higuera con hojas, fue a ver si quizá pudiera hallar algo en ella; cuando llegó a ella, no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. 14 Jesús, hablando a la higuera, le dijo: «Nunca jamás coma nadie fruto de ti». Y Sus discípulos le estaban escuchando.

Jesús echa a los mercaderes del templo

15 Llegaron* a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; volcó las mesas de los que cambiaban el dinero y los asientos de los que vendían las palomas, 16 y no permitía que nadie transportara objeto alguno a través del templo. 17 Y les enseñaba, diciendo: «¿No está escrito: “Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones”? Pero ustedes la han hecho cueva de ladrones». 

18 Los principales sacerdotes y los escribas oyeron esto y buscaban cómo destruir a Jesús, pero le tenían miedo, pues toda la multitud estaba admirada de Su enseñanza.19 Cuando atardecía, Jesús y Sus discípulos solían salir fuera de la ciudad.

El poder de la fe

20 Por la mañana, cuando pasaban, vieron la higuera seca desde las raíces. 21 Entonces Pedro, acordándose, dijo* a Jesús: «Rabí, mira, la higuera que maldijiste se ha secado». 22 Y Jesús respondió*: «Tengan fe en Dios. 23 En verdad les digo que cualquiera que diga a este monte: “Quítate y arrójate al mar”, y no dude en su corazón, sino crea que lo que dice va a suceder, le será concedido. 

24 Por eso les digo que todas las cosas por las que oren y pidan, crean que ya las han recibido, y les serán concedidas. 25 Y cuando estén orando, perdonen si tienen algo contra alguien, para que también su Padre que está en los cielos les perdone a ustedes sus transgresiones. 26 Pero si ustedes no perdonan, tampoco su Padre que está en los cielos perdonará sus transgresiones».

La autoridad de Jesús puesta en duda

27 Llegaron* de nuevo a Jerusalén; y cuando Jesús andaba por el templo, se acercaron* a Él los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos, 28 y le preguntaron: «¿Con qué autoridad haces estas cosas, o quién te dio la autoridad para hacer esto?». 29 Jesús les respondió: «Yo también les haré una pregunta; respóndanla, y entonces les diré con qué autoridad hago estas cosas. 30 El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondan».31 Y ellos discutían entre sí, diciendo: «Si decimos: “Del cielo”, Él dirá: “Entonces, ¿por qué no le creyeron?”. 32 ¿Pero si decimos: “De los hombres”?». Pero temían a la multitud, porque todos consideraban que Juan verdaderamente había sido un profeta. 33 Respondiendo a Jesús, dijeron*: «No sabemos». Jesús les dijo*: «Tampoco Yo les diré con qué autoridad hago estas cosas».

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