Lectura de Hoy

12-08-2024

DEVOCIONAL

Devocional: Romanos 2

Si Romanos 1 condena a toda la raza humana, Romanos 2 se centra específicamente en los judíos.
Tienen enormes ventajas, ya que recibieron la Ley: la revelación de Dios a través de Moisés en el Sinaí.
Pero aquí también, Pablo declara que, todos están condenados; poseer la ley no entraña salvación en sí mismo. En 3:19-20, el apóstol establece explícitamente que los que están “bajo la ley” quedan silenciados junto con los que no tienen ley: todos están bajo el pecado. Esto prepara el camino para la gloriosa solución del evangelio (3:21-31).

Aquí, en Romanos 2, sin embargo, hay un párrafo que ha generado muchísima discusión (Romanos 2:12-16). En el versículo 12, Pablo hace la afirmación general de que Dios juzga a las personas conforme a lo que estas conocen, no por lo que no conocen. Así que: “Todos los que han pecado sin conocer la ley, también perecerán sin la ley; y todos los que han pecado cono- ciendo la ley, por la ley serán juzgados” (2:12). Jesús también había unido la responsabilidad humana al privilegio humano: cuanto más sabemos, más severamente se nos pedirá cuentas (Mateo 11:20-24). La mera posesión de la ley no vale nada. Aquellos (judíos) que obedecen la ley, son justos. Luego, Pablo añade: “De hecho, cuando los gentiles, que no tienen la ley, cumplen por naturaleza lo que la ley exige, ellos son ley para sí mismos, aunque no tengan la ley. Estos muestran que llevan escrito en el corazón lo que la ley exige, como lo atestigua su conciencia, pues sus propios pensamientos algunas veces los acusan y otras veces los excusan” (2:14-15).

Muchos escritores entienden que esto implica que habría gentiles que podrían ser salvos sin haber escuchado jamás acerca de Jesús. Después de todo, Pablo dice que algunos gentiles “cumplen por naturaleza lo que la ley les exige” y afirma que sus conciencias incluso “los excusan”. Otros tratan de evitar esta implicación argumentando que esa alternativa positiva es puramente hipotética para Pablo.

Pero Pablo no está proponiendo que hay un grupillo de gentiles que son tan buenos que sus conciencias siempre están limpias y, por tanto, serán salvos. Más bien, está argumentando que en todas partes los gentiles tienen alguna noción del bien y el mal, aunque carecen de ley, y que esto lo demuestran al hacer ciertas cosas que son conforme a la ley y mediante las conciencias que a veces los acusan y a veces los defienden. Su argumento no es que algunos son lo suficientemente buenos como para ser salvos, sino que todos expresan, por su intuición sobre el bien y el mal, una conciencia de estos estándares morales (seguramente, basada en la Imago Dei), de manera que ellos también tienen suficiente conocimiento como para que se les pida cuentas. Pablo quiere demostrar que “tanto los judíos como los gentiles están bajo el pecado” (3:9)

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Jeremías 40
Cuando Jerusalén cayó en 587 a.C. (Jeremías 39), Sedequías sufrió un castigo horrible, aunque poco severo teniendo en cuenta las costumbres de la época relativas a los asedios. En cuanto a Jeremías, las noticias de sus profecías acerca de la caída de la ciudad llegaron probablemente hasta Nabucodonosor a través de los cautivos (este no se encontraba personalmente en Jerusalén, pero tenía un cuartel general en Ribla, dejando el asalto final en manos de su comandante Nabuzaradán). En consecuencia, el emperador dio órdenes de tratar bien al profeta (39:12). En un principio, se llevaron a cabo y enviaron a Jeremías a Guedalías (39:13-14), que pasó a ser el nuevo gobernador de la región después de que las tropas imperiales se retirasen, llevando consigo innumerables cautivos al exilio.

Estos hechos establecen el escenario de Jeremías 40. El marco de la historia es bastante simple; los últimos versículos de la narración instan a reflexionar acerca de un importante asunto. Primero, el marco: los babilonios reunieron en Ramá a los que iban a ser deportados al exilio. Este lugar, situado a unos ocho kilómetros al norte de Jerusalén, sirvió como punto de partida. A pesar de las instrucciones de Nabucodonosor de dejar a Jeremías con Guedalías, el profeta acabó de alguna forma en este grupo (40:1). Cualquier persona familiarizada con la confusión de la guerra entenderá lo fácilmente que pudo ocurrir este error. El comandante Nabuzaradán lo liberó y le ofreció llevarlo a Babilonia; probablemente, su prestigio aumentaría al volver a casa como protector de un gran profeta que había predicho el éxito de Babilonia. No obstante, Jeremías era libre para tomar su propia decisión y optó por permanecer con el remanente en Judá. Nabuzaradán le dio comida y un regalo (40:5), un ejemplo más de que un profeta recibe frecuentemente honra de todos excepto de los más cercanos a él (cp. Mateo 13:57).

Seguidamente, el relato se apresura a describir las primeras etapas del mandato de Guedalías. Este hombre hizo lo correcto en casi todos los frentes. Instó a los pobres a asentarse, cultivar la tierra y reunir la cosecha. Se acercó a “los demás jefes militares que estaban en el campo” (40:13), una guerrilla potencialmente peligrosa que podría desencadenar el tipo de anarquía que desataría de nuevo la ira de Babilonia. Incluso los que habían huido a las naciones vecinas comenzaron a volver a casa (40:11-12), animados por los movimientos del gobernador para garantizar la estabilidad. Sin embargo, la gran debilidad de Guedalías fue que, a pesar del mal de los años anteriores, no creía que este pudiese producirse, que hubiese personas malvadas dispuestas a hacer daño. No era consciente de que en ocasiones un líder debe enfrentarse al mal. Guedalías fue un buen hombre en muchos aspectos, pero pagó con su vida su optimismo redomado.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
1 Samuel 2
Cántico de Ana
2 Entonces Ana oró y dijo:
«Mi corazón se regocija en el Señor,
Mi fortaleza en el Señor se exalta;
Mi boca habla sin temor contra mis enemigos,
Por cuanto me regocijo en Tu salvación.
2  No hay santo como el Señor;
En verdad, no hay otro fuera de Ti,
Ni hay roca como nuestro Dios.
3  No se jacten más ustedes con tanto orgullo,
No salga la arrogancia de su boca.
Porque el Señor es Dios de sabiduría,
Y por Él son pesadas las acciones.
4  Quebrados son los arcos de los fuertes,
Pero los débiles se ciñen de poder.
5  Los que estaban saciados se alquilan por pan,
Y dejan de tener hambre los que estaban hambrientos.
Aun la estéril da a luz a siete,
Pero la que tiene muchos hijos desfallece.
6  El Señor da muerte y da vida;
Hace bajar al Seol y hace subir.
7  El Señor empobrece y enriquece;
Humilla y también exalta.
8  Levanta del polvo al pobre,
Del muladar levanta al necesitado
Para hacerlos sentar con los príncipes,
Y heredar un sitio de honor;
Pues las columnas de la tierra son del Señor,
Y sobre ellas ha colocado el mundo.
9  Él guarda los pies de Sus santos,
Pero los malvados son acallados en tinieblas,
Pues no por la fuerza ha de prevalecer el hombre.
10  Los que se oponen al Señor serán quebrantados,
Él tronará desde los cielos contra ellos.
El Señor juzgará los confines de la tierra,
Dará fortaleza a Su rey,
Y ensalzará el poder de Su ungido».

11 Entonces Elcana regresó a Ramá, a su casa. Y el niño Samuel se quedó sirviendo al Señor delante del sacerdote Elí.

El pecado de los hijos de Elí

12 Pero los hijos de Elí eran hombres indignos; no conocían al Señor 13  ni la costumbre de los sacerdotes con el pueblo: cuando alguien ofrecía sacrificio, venía el criado del sacerdote con un tenedor de tres dientes en su mano mientras se cocía la carne, 14  lo introducía en la cazuela, la olla, la caldera o el caldero, y todo lo que el tenedor sacaba, lo tomaba el sacerdote para sí. Así hacían ellos en Silo con todos los israelitas que iban allí. 15  Además, antes de quemar la grasa, el criado del sacerdote venía y decía al hombre que ofrecía el sacrificio: «Da al sacerdote carne para asar, pues no aceptará de ti carne cocida, sino solamente cruda». 

16  Y si el hombre le decía: «Ciertamente deben quemar primero la grasa y después toma todo lo que quieras»; él respondía: «No, sino que me la darás ahora, y si no la tomaré por la fuerza». 17  El pecado de los jóvenes era muy grande delante del Señor, porque despreciaban la ofrenda del Señor.

Los hijos de Ana

18 Samuel, siendo niño, ministraba delante del Señor usando un efod de lino. 19  Su madre le hacía una túnica pequeña cada año, y se la traía cuando subía con su marido a ofrecer el sacrificio anual. 20  Entonces Elí bendecía a Elcana y a su mujer, y decía: «Que el Señor te dé hijos de esta mujer en lugar del que ella dedicó al Señor». Y regresaban a su casa. 21  El Señor visitó a Ana, y ella concibió y dio a luz tres hijos y dos hijas. Y el niño Samuel crecía delante del Señor.

Elí reprende a sus hijos

22 Elí era ya muy anciano; y oyó todo lo que sus hijos estaban haciendo a todo Israel, y cómo se acostaban con las mujeres que servían a la entrada de la tienda de reunión, 23  y les preguntó: «¿Por qué hacen estas cosas, las cosas malas de que oigo hablar a todo este pueblo? 24  No, hijos míos; porque no es bueno el informe que oigo circular por el pueblo del Señor. 25  Si un hombre peca contra otro, Dios mediará por él; pero si un hombre peca contra el Señor, ¿quién intercederá por él?». Pero ellos no escucharon la voz de su padre, porque el Señor quería que murieran. 26  Y el niño Samuel crecía en estatura y en gracia para con el Señor y para con los hombres.

Profecía contra la casa de Elí

27 Entonces un hombre de Dios vino a Elí y le dijo: «Así dice el Señor: “¿No me revelé ciertamente a la casa de tu padre cuando ellos estaban en Egipto como esclavos de la casa de Faraón? 28  ¿No los escogí de entre todas las tribus de Israel para ser Mis sacerdotes, para subir a Mi altar, para quemar incienso, para llevar un efod delante de Mí? ¿No le di a la casa de tu padre todas las ofrendas encendidas de los israelitas? 29  ¿Por qué pisotean Mi sacrificio y Mi ofrenda que he ordenado en Mi morada, y honras a tus hijos más que a Mí, engordándose ustedes con lo mejor de cada ofrenda de Mi pueblo Israel?”. 

30  Por tanto, el Señor, Dios de Israel, declara: “Ciertamente Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de Mí para siempre”; pero ahora el Señor declara: “Lejos esté esto de Mí, porque Yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco. 31  Por tanto, vienen días cuando cortaré tu fuerza, y la fuerza de la casa de tu padre, y no habrá anciano en tu casa. 32  Y verás la angustia de Mi morada, a pesar de todo el bien que hago a Israel; y nunca habrá anciano en tu casa.

33 ”Sin embargo, a algunos de los tuyos no cortaré de Mi altar para que tus ojos se consuman llorando y tu alma sufra; pero todos los nacidos en tu casa morirán en la flor de la juventud. 34  Y para ti, esta será la señal que vendrá en cuanto a tus dos hijos, Ofni y Finees: en el mismo día morirán los dos. 35  Pero levantaré para Mí un sacerdote fiel que hará conforme a los deseos de Mi corazón y de Mi alma; y le edificaré una casa duradera, y él andará siempre delante de Mi ungido. 

36  Y todo aquel que haya quedado de tu casa vendrá y se postrará ante él por una moneda de plata o una torta de pan, y le dirá: ‘Asígname a uno de los oficios sacerdotales para que pueda comer un bocado de pan’”».

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com
Romanos 2
LIBRO QUINTO
Con Dios no hay parcialidad
2 Por lo cual no tienes excusa, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas, pues al juzgar a otro, a ti mismo te condenas, porque tú que juzgas practicas las mismas cosas.  Sabemos que el juicio de Dios justamente cae sobre los que practican tales cosas.  ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que condenas a los que practican tales cosas y haces lo mismo, que escaparás del juicio de Dios?  ¿O tienes en poco las riquezas de Su bondad y tolerancia y paciencia, ignorando que la bondad de Dios te guía al arrepentimiento?

Pero por causa de tu terquedad y de tu corazón no arrepentido, estás acumulando ira para ti en el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios.  Él pagará a cada uno conforme a sus obras:  a los que por la perseverancia en hacer el bien buscan gloria, honor e inmortalidad: vida eterna;  pero a los que son ambiciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia: ira e indignación. 

 Habrá tribulación y angustia para toda alma humana que hace lo malo, del judío primeramente y también del griego; 10  pero gloria y honor y paz para todo el que hace lo bueno, al judío primeramente, y también al griego.

11 Porque en Dios no hay acepción de personas. 12  Pues todos los que han pecado sin la ley, sin la ley también perecerán; y todos los que han pecado bajo la ley, por la ley serán juzgados. 13  Porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los que cumplen la ley; esos serán justificados.

14 Porque cuando los gentiles, que no tienen la ley, cumplen por instinto los dictados de la ley, ellos, no teniendo la ley, son una ley para sí mismos. 15  Porque muestran la obra de la ley escrita en sus corazones, su conciencia dando testimonio, y sus pensamientos acusándolos unas veces y otras defendiéndolos, 16  el día en que, según mi evangelio, Dios juzgará los secretos de los hombres mediante Cristo Jesús.

La ley y el pueblo judío

17 Pero si tú, que llevas el nombre de judío y te apoyas en la ley; que te glorías en Dios 18  y conoces Su voluntad; que apruebas las cosas que son esenciales, siendo instruido por la ley, 19  y te confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas, 20  instructor de los necios, maestro de los faltos de madurez; que tienes en la ley la expresión misma del conocimiento y de la verdad, 21  tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se debe robar, ¿robas? 

22  Tú que dices que no se debe cometer adulterio, ¿adulteras? Tú que abominas a los ídolos, ¿saqueas templos? 23  Tú que te jactas de la ley, ¿violando la ley deshonras a Dios? 24  Porque tal como está escrito: «El nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de ustedes».25 Pues ciertamente la circuncisión es de valor si tú practicas la ley, pero si eres transgresor de la ley, tu circuncisión se ha vuelto incircuncisión. 

26  Por tanto, si el incircunciso cumple los requisitos de la ley, ¿no se considerará su incircuncisión como circuncisión? 27  Y si el que es físicamente incircunciso guarda la ley, ¿no te juzgará a ti, que aunque tienes la letra de la ley y eres circuncidado, eres transgresor de la ley?28 Porque no es judío el que lo es exteriormente, ni la circuncisión es la externa, en la carne. 29  Pues es judío el que lo es interiormente, y la circuncisión es la del corazón, por el Espíritu, no por la letra; la alabanza del cual no procede de los hombres, sino de Dios.

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Jeremías 40
Jeremías y el gobernador Gedalías

40 La palabra que vino a Jeremías de parte del Señor después que Nabuzaradán, capitán de la guardia, lo había dejado libre en Ramá, cuando lo había tomado estando él encadenado entre todos los desterrados de Jerusalén y Judá que iban deportados a Babilonia. 2  Tomó, pues, el capitán de la guardia a Jeremías, y le dijo: «El Señor tu Dios decretó esta calamidad contra este lugar, 3  y el Señor la ha traído y hecho tal como había dicho. Porque ustedes pecaron contra el Señor y no escucharon su voz, por tanto les ha sucedido esto. 

4  Pero ahora, hoy te libro de las cadenas que están en tus manos. Si te parece bien venir conmigo a Babilonia, ven, y yo te cuidaré; pero si te parece mal venir conmigo a Babilonia, no te preocupes. Mira, toda la tierra está delante de ti; ve adonde mejor y más conveniente te parezca ir». 5  Como Jeremías aún no se volvía, le dijo: «Vuelve a Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, a quien el rey de Babilonia ha puesto para gobernar sobre las ciudades de Judá, y quédate con él en medio del pueblo; y si no, ve adonde te parezca más conveniente ir». Entonces el capitán de la guardia le dio una ración de alimentos y un regalo, y lo dejó ir. 6  Jeremías fue entonces a Gedalías, hijo de Ahicam, en Mizpa, y se quedó con él en medio del pueblo que había quedado en la tierra.7 Y todos los jefes de las tropas que estaban en el campo, ellos y sus hombres, oyeron que el rey de Babilonia había puesto a Gedalías, hijo de Ahicam, para gobernar la tierra, y que le había encomendado los hombres, mujeres y niños y los más pobres de la tierra que no habían sido deportados a Babilonia. 

8  Fueron, pues, a Gedalías en Mizpa, junto con Ismael, hijo de Netanías, y Johanán y Jonatán, hijos de Carea, y Seraías, hijo de Tanhumet, y los hijos de Efai el netofatita, y Jezanías, hijo de un maacateo, ellos y sus hombres. 9  Entonces Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, les juró a ellos y a sus hombres: «No teman servir a los caldeos; quédense en la tierra y sirvan al rey de Babilonia, y les irá bien. 10  Así que, por mi parte, yo me quedaré en Mizpa para estar en lugar de ustedes delante de los caldeos que vengan a nosotros. Pero en cuanto a ustedes, recojan vino y frutos de verano y aceite, y guárdenlos en sus vasijas, y habiten en las ciudades que han tomado».11 También todos los judíos que estaban en Moab, Amón, y Edom, y los que estaban en todos los demás países, oyeron que el rey de Babilonia había dejado un remanente en Judá y que había puesto para gobernar sobre ellos a Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán. 

12  Entonces todos los judíos regresaron de todos los lugares donde habían sido dispersados, y vinieron a la tierra de Judá, a Gedalías en Mizpa, y recogieron vino y frutos de verano en gran abundancia.13 Johanán, hijo de Carea, y todos los jefes de las tropas que estaban en el campo vinieron a Gedalías en Mizpa, 14  y le dijeron: «¿Sabes que Baalis, rey de los amonitas, ha enviado a Ismael, hijo de Netanías, para quitarte la vida?». Pero Gedalías, hijo de Ahicam, no les creyó. 15  Entonces Johanán, hijo de Carea, le dijo en secreto a Gedalías en Mizpa: «Déjame ir a matar a Ismael, hijo de Netanías, y nadie lo sabrá. ¿Por qué te ha de quitar la vida y se dispersen así todos los judíos que se han reunido alrededor de ti, y perezca el remanente de Judá?». 

16  Pero Gedalías, hijo de Ahicam, dijo a Johanán, hijo de Carea: «No hagas eso, porque es mentira lo que dices de Ismael».

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Salmos 15–16
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El ciudadano de Sión
Salmo de David.
15 Señor, ¿quién habitará en Tu tabernáculo?
¿Quién morará en Tu santo monte?
2  El que anda en integridad y obra justicia,
Y habla verdad en su corazón.
3  El que no calumnia con su lengua,
No hace mal a su prójimo,
Ni toma reproche contra su amigo;

4  En cuyos ojos el perverso es despreciado, pero honra a los que temen al Señor;
El que aun jurando en perjuicio propio, no cambia;
5  El que su dinero no da a interés,
Ni acepta soborno contra el inocente.
El que hace estas cosas permanecerá firme.

El Señor, herencia del justo en vida y en muerte
Mictam de David.


16 Protégeme, oh Dios, pues en Ti me refugio.
2  Yo dije al Señor: «Tú eres mi Señor;
Ningún bien tengo fuera de Ti».
3  En cuanto a los santos que están en la tierra,
Ellos son los nobles en quienes está toda mi delicia.
4  Se multiplicarán las aflicciones de aquellos que han corrido tras otro dios;
No derramaré yo sus libaciones de sangre,
Ni sus nombres pronunciarán mis labios.5 El Señor es la porción de mi herencia y de mi copa;
Tú sustentas mi suerte.

6  Las cuerdas me cayeron en lugares agradables;
En verdad es hermosa la herencia que me ha tocado.7 Bendeciré al Señor que me aconseja;
En verdad, en las noches mi corazón me instruye.
8  Al Señor he puesto continuamente delante de mí;
Porque está a mi diestra, permaneceré firme.
9  Por tanto, mi corazón se alegra y mi alma se regocija;
También mi carne morará segura,
10  Porque Tú no abandonarás mi alma en el Seol,
Ni permitirás que Tu Santo sufra corrupción.
11  Me darás a conocer la senda de la vida;
En Tu presencia hay plenitud de gozo;
En Tu diestra hay deleites para siempre.

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