¿Por qué Dios es justo cuando perdona los pecados? | Preguntas bíblicas

El apóstol Juan afirmó que «si confesamos nuestros pecados, Él [Dios] es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad» (1 Jn 1:9). Este texto presenta una falsa paradoja sobre el carácter de Dios y por eso podemos plantearnos la pregunta: ¿Cómo es posible que Dios sea justo si perdona a personas que son culpables?

Una regla clave

Consultar los pasajes paralelos es una regla hermenéutica importante que se aplica para interpretar un texto de manera adecuada, en especial cuando encuentras un texto bíblico que tiene una aparente contradicción. Es decir, se deben analizar los textos relacionados con el tema del pasaje bajo estudio para que den claridad.

Dada la naturaleza perfecta, inmutable e inerrante de Dios y de Su Palabra, sabemos que Él no se contradice. Por tanto, la presencia de la paradoja mencionada nos indica que hay algo más que estamos pasando por alto.

Lo primero a observar con atención es que, antes de declarar que Dios es justo, Juan afirma que Dios es fiel. ¿Fiel a qué? A Sus promesas. A lo largo del Antiguo Testamento, Dios prometió una y otra vez que Él extendería Su misericordia para aquellos que lo aman y guardan Sus mandamientos (Dt 7:9Sal 19:7Is 49:7; cp. Pr 28:13).

En otro pasaje clave, Dios revela Su carácter justo a Moisés con estas palabras:

El SEÑOR, el SEÑOR, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, el que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, y que no tendrá por inocente al culpable; que castiga la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta generación (Éx 34:6-7, énfasis añadido).

Este es un texto maravilloso, pero a la vez es difícil de entender, porque vemos de nuevo un aparente dualismo en el carácter de Dios. Él se revela como un Dios de misericordia que perdona el pecado, pero a la vez deja ver que en Su justicia no tratará como inocente al culpable. La Escritura también afirma que no hay justo ni aún uno (Ro 3:10). Ciertamente parece un callejón sin salida.

En efecto, lo sería si nuestra justicia dependiera de nosotros mismos o de sacrificios. Pero no es así. Juan afirma que si confesamos nuestros pecados, Dios es fiel y justo para perdonarlos. No obstante, en Su soberanía, Dios elige dar vida y extender Su misericordia a quien desea (Ro 9:14-18; cp. Jn 5:21). Esto me lleva al elemento central para comprender la justicia de Dios ante la situación del ser humano pecador.

Una Persona clave

La clave para comprender cómo actúa la justicia de Dios con los pecadores que se vuelven a Él es la persona de Jesucristo. Cuando Él se hizo hombre y murió en la cruz, ofreció la única solución posible: Él asumiría nuestro lugar como condenados a causa de la desobediencia en el Edén (Ro 5:12).

Dios no podría ser considerado justo si nuestra ofensa no se hubiera pagado. O cada uno intentaba pagarla inútilmente o la pagaba alguien más, pero ese Alguien más debía ser perfecto y libre de culpa para ser un sacrificio puro a nuestro favor. En Cristo fue así. Como Pablo explica:

Pero ahora, aparte de la ley, la justicia de Dios ha sido manifestada, confirmada por la ley y los profetas. Esta justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo es para todos los que creen. Porque no hay distinción, por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios. Todos son justificados gratuitamente por Su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios exhibió públicamente como propiciación por Su sangre a través de la fe, como demostración de Su justicia, porque en Su tolerancia, Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente, para demostrar en este tiempo Su justicia, a fin de que Él sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús (Ro 3:22-26).

El inocente se entregó por los culpables (1 P 3:18). La justicia de Cristo es puesta a nuestro favor en el momento en el que —por el ministerio regenerador del Espíritu Santo— confesamos nuestros pecados y confiamos en que la obra de Jesús es suficiente para hacernos libres de las consecuencias de nuestra maldad (Ro 8:1).

Cristo tuvo que morir como nuestro sustituto penal por causa del pecado. Sin la intervención de nuestro Salvador, Dios no podía ser considerado justo. Sin embargo, es importante resaltar que a Dios no podemos separarlo de Sus atributos. Dios no solo es justo, sino que también es misericordioso y fiel.

La obra de la cruz refleja el carácter de un Dios maravilloso y a quien no podemos comprender plenamente, quien pudo destruir Su creación porque esta le dio la espalda, pero no lo hizo. En cambio, decidió redimirla y asumir en Su Hijo las consecuencias que no merecía.

Dios es justo cuando perdona los pecados confesados por los corazones arrepentidos de manera genuina, porque Cristo asumió nuestro lugar. Dios es fiel porque prometió que quien confesara sus pecados delante de Él sería perdonado. Dios es misericordioso porque aunque esa paga le correspondía a cada pecador, Cristo la satisfizo. Jesús fue tratado de una manera que no merecía, para que los creyentes seamos tratados de una manera que no merecemos por causa de nuestro pecado. Todos los que confiamos en la obra de Jesús podemos tener certeza de que en Él nuestra injusticia ha sido eliminada por la misericordia de un Dios justo.


María José Rivera estudió comunicaciones y tiene un maestría en marketing y gestión comercial. Es graduada del Instituto Integridad y Sabiduría y cursa una maestría en el Southern Baptist Theological Seminary. También estudia en el Instituto Reforma de Guatemala. Tiene una compañía de adiestramiento canino y otra de alimentos saludables para perros. Produce material cristiano para las redes sociales y también traduce y hace doblaje de libros y autores cristianos. Es miembro de la Iglesia IBC en Lima, Perú. Está casada con Alonso y tiene dos hijos, Aitana y Salvador. Puedes seguirla en Instagram: @riveramajose.

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