Lectura de Hoy

03-09-2024

DEVOCIONAL

Devocional: 1 Corintios 8

Aparentemente, algunos cristianos en Corinto, firmes en su conocimiento de que los ídolos no son nada y de que toda la carne ha sido creada por el único Dios verdadero, por lo cual es buena para comer aunque haya sido ofrecida a un ídolo, sienten la maravillosa libertad de comer lo que se les antoje. Otros, tal vez convertidos tras una vida encadenada a supersticiones paganas, detectan lo demoniaco de los ídolos y creen que es peligroso comer algo que se les ha ofrecido (1 Corintios 8). La conclusión principal del argumento de Pablo es suficientemente clara: Los que tengan una conciencia bien formada sobre estos asuntos deben estar dispuestos a renunciar a sus derechos para no perjudicar a los demás hermanos y hermanas en Cristo.

Ahora bien, podríamos precisar la aplicación si destacamos algunos elementos:

(1) El asunto trata acerca de algo que no está intrínsecamente mal. Uno no puede imaginarse al apóstol enseñando que si unos cristianos piensan que el adulterio está bien, mientras otros no piensan lo mismo sobre dicha práctica, aquellos deberían tal vez renunciar a su libertad para no ofender a estos. En ese caso, nunca hay excusa, pues está prohibido. De manera que los principios que Pablo presenta aquí sólo se aplican a acciones que en sí mismas son moralmente neutrales.

(2) Pablo supone que está mal ir en contra de la conciencia, porque esta puede quedar herida (8:12). Una conciencia endurecida en un área, sobre algún asunto indiferente, puede también endurecerse en otra, con algo más crucial. Desde luego, lo ideal sería que la conciencia se alinee de manera perfecta con lo que Dios dice en la Escritura, para que, en asuntos triviales, el individuo quede libre. Podemos instruir y moldear la conciencia mediante la verdad, pero, hasta que la conciencia haya sido reformada por la Escritura, es mejor no ir en contra de ella.

(3) El hermano “débil” de este capítulo (8:7-13) es uno cuya conciencia es “débil”; es decir, uno que cree que determinada acción está mal a pesar de que no hay nada intrínsecamente malo en ella. Por tanto, el hermano “débil” está más atado por las reglas que el “fuerte”. Ambos adoptarán las que conciernen a actos verdaderamente malos, pero el hermano débil añade normas en cuanto a cosas que no están mal en realidad, pero que para él, en ese momento, son malas porque él piensa que lo son.

(4) Pablo hace que el mayor peso de responsabilidad recaiga sobre los “fuertes”, indicándoles que restrinjan su propia libertad por amor a los demás. En otras palabras, nunca basta que el cristiano se pregunte: “¿Qué se me permite hacer? ¿Cuáles son mis derechos?” Los cristianos sirven a un Señor que definitivamente no se aferró a sus derechos cuando fue a la cruz.

Siguiendo la autonegación de Jesús, ellos también preguntarán: “´¿A qué derechos debo renunciar por amor a los demás?”.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Salmo 44
El Salmo 44 ofrece un importante contraste con los temas que hemos estado considerando en los libros proféticos. Los profetas mayores siguen vinculando estrechamente los pecados de Israel con la destrucción que Dios hizo caer sobre él: el pueblo tiene lo que se merece. Está claro que hemos hablado anteriormente del sufrimiento inocente, especialmente en Job y en algunos salmos. Sin embargo, en Salmos 44 nos topamos con el de una nación inocente.

Hubo derrotas e incluso deportaciones (44:11) antes del exilio (véase Amós 1:69), por lo que no podemos saber con certeza cuándo se escribió este salmo. Ni siquiera los reyes buenos vencían siempre (p. ej., Salmo 60). Aquí, el salmista comienza repasando el pasado. Al iniciar la nación su andadura como tal, todo dependía de la intervención poderosa del Señor: 

“Fue tu brazo, tu mano derecha; fue la luz de tu rostro, porque tú los amabas” (44:3).

El salmista no está fijándose en héroes nacionales pasados, ni lamentándose por su ausencia actual. Recuerda el poder de Dios en la historia y declara que la nación sigue confiando en él (44:6-8). ¿Por qué llegan entonces esas desastrosas derrotas (44:9-16)? A diferencia del grave pecado denunciado por Isaías, en este caso predomina la fidelidad: 

“Todo esto nos ha sucedido, a pesar de que nunca te olvidamos ni faltamos jamás a tu pacto. No te hemos sido infieles, ni nos hemos apartado de tu senda” (44:17-18).

Hacia el final del salmo, al menos dos indicios invitan al lector a reflexionar acerca de la dirección tomada por escritores bíblicos posteriores, aunque no aportan “soluciones”. (1) Cuando parece que Dios duerme, cuando se retira (44:23ss.), no está derramando su ira sobre nuestro pecado, sino que está gestionando sus propios tiempos. No admite que le metamos prisa y su “gran amor” (44:26) triunfará al final. Los altibajos de la historia cristiana adoptan la misma postura: no siempre se corresponden con los diferentes métodos o grados de lealtad. Un comentarista (F. D. Kidner) definió perfectamente la situación: “Aunque la imagen del Señor durmiendo nos pueda parecer ingenua, se representaba en el Nuevo Testamento para enseñar una lección que seguimos encontrando relevante: cp. versículo 23 con 4:38”. (2) Sorprendentemente, el salmista dice: “Por tu causa, siempre nos llevan a la muerte” (44:22, cursivas añadidas). Esta idea no se desarrolla completamente hasta que Pablo cita el versículo (Romanos 8:36ss.).

Sin embargo, engloba la noción de que parte del sufrimiento sin ser consecuencia de nuestro pecado, es simplemente el resultado de ser fiel a Dios en un mundo que está en guerra con él. En tales casos, sufrir no es una señal de derrota, sino una insignia de nuestra fidelidad, comunión e incluso victoria: somos “más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:37).

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
1 Samuel 27
David entre los filisteos
27 Entonces David se dijo: «Ahora bien, voy a perecer algún día por la mano de Saúl. Lo mejor para mí es huir a la tierra de los filisteos. Saúl se cansará, y no me buscará más en todo el territorio de Israel, y escaparé de su mano». Se levantó, pues, David y se pasó con los 600 hombres que estaban con él a Aquis, hijo de Maoc, rey de Gat. David moró con Aquis en Gat, él y sus hombres, cada cual con los de su casa; David con sus dos mujeres Ahinoam la jezreelita, y Abigail la de Carmel, viuda de Nabal. 

Y le dieron la noticia a Saúl que David había huido a Gat, y no lo buscó más.
Entonces David dijo a Aquis: «Si he hallado ahora gracia ante sus ojos, que me dé un lugar en una de las aldeas en el campo para que habite allí; pues, ¿por qué ha de morar su siervo con usted en la ciudad real?». Aquis le dio Siclag aquel día; por eso Siclag ha pertenecido a los reyes de Judá hasta hoy. El número de los días que David habitó en el territorio de los filisteos fue un año y cuatro meses.

David y sus hombres subieron e hicieron incursiones contra los guesuritas, los guerzitas y los amalecitas; porque ellos eran los habitantes de la tierra desde tiempos antiguos, según se va a Shur, hasta la tierra de Egipto. David atacaba el territorio, y no dejaba con vida hombre ni mujer, y se llevaba las ovejas, el ganado, los asnos, los camellos y la ropa. Entonces regresaba y venía a Aquis. 10 Y Aquis decía: «¿Dónde atacaron hoy?». Y David respondía: «Contra el Neguev de Judá, contra el Neguev de Jerameel y contra el Neguev de los quenitas». 11 David no dejaba con vida hombre ni mujer para traer a Gat y dijo: «No sea que nos descubran, diciendo: “Así ha hecho David, y así ha sido su costumbre todo el tiempo que ha morado en el territorio de los filisteos”». 

12 Aquis confiaba en David y se decía: «En verdad que se ha hecho odioso a su pueblo Israel y será mi servidor para siempre».

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1 Corintios 8
LIBRO QUINTO
Cuidado con la libertad
8 En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica. Si alguien cree que sabe algo, no ha aprendido todavía como debe saber; pero si alguien ama a Dios, ese es conocido por Él.

Por tanto, en cuanto a comer de lo sacrificado a los ídolos, sabemos que un ídolo no es nada en el mundo, y que no hay sino un solo Dios. Porque aunque haya algunos llamados dioses, ya sea en el cielo o en la tierra, como por cierto hay muchos dioses y muchos señores, pero para nosotros hay un solo Dios, el Padre, de quien proceden todas las cosas y nosotros somos para Él; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por medio de Él existimos nosotros.

Sin embargo, no todos tienen este conocimiento. Porque algunos, estando acostumbrados al ídolo hasta ahora, comen alimento como si este fuera sacrificado a un ídolo, y su conciencia, siendo débil, se mancha. Pero la comida no nos recomendará a Dios, pues ni somos menos si no comemos, ni somos más si comemos. Pero tengan cuidado, no sea que esta libertad de ustedes de alguna manera se convierta en piedra de tropiezo para el débil. 10 Porque si alguien te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un templo de ídolos, ¿no será estimulada su conciencia, si él es débil, a comer lo sacrificado a los ídolos?

11 Por tu conocimiento se perderá el que es débil, el hermano por quien Cristo murió. 12 Y así, al pecar contra los hermanos y herir su conciencia cuando esta es débil, pecan contra Cristo. 13 Por tanto, si la comida hace que mi hermano caiga en pecado, no comeré carne jamás, para no hacer pecar a mi hermano.

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Ezequiel 6
Condenación de la idolatría

6 Y vino a mí la palabra del SEÑOR: 2 «Hijo de hombre, pon tu rostro hacia los montes de Israel, profetiza contra ellos, 3 y di: “Montes de Israel, escuchen la palabra del Señor DIOS. Así dice el Señor DIOS a los montes, las colinas, las barrancas y a los valles: ‘Yo mismo traeré sobre ustedes la espada y destruiré sus lugares altos. 

4 Sus altares serán devastados, sus altares de incienso serán destrozados y haré que caigan sus muertos delante de sus ídolos. 5 También pondré los cadáveres de los israelitas delante de sus ídolos, y esparciré sus huesos alrededor de sus altares. 6 Dondequiera que ustedes tengan sus moradas, las ciudades quedarán desoladas y los lugares altos devastados, para que queden desolados y devastados sus altares, rotos y eliminados sus ídolos, derribados sus altares de incienso y borradas sus obras. 7 Los muertos caerán en medio de ustedes, y sabrán que Yo soy el SEÑOR.

8 ’Sin embargo, dejaré un remanente, porque tendrán entre las naciones a los que escaparon de la espada cuando estén esparcidos por las tierras. 9 Entonces los que de ustedes escapen me recordarán entre las naciones adonde serán llevados cautivos. Porque he sufrido a causa de sus corazones adúlteros que se apartaron de Mí, y a causa de sus ojos que se prostituyeron tras sus ídolos. Pero se aborrecerán a sí mismos por los males que han cometido, por todas sus abominaciones. 10 Y sabrán que Yo soy el SEÑOR; no en vano he dicho que les haría este mal’”.11 »Así dice el Señor DIOS: “Bate tus manos, golpea con tu pie, y di: ‘¡Ay!, a causa de todas las graves abominaciones de la casa de Israel, que a espada, de hambre y de pestilencia caerán. 

12 El que esté lejos morirá de pestilencia, el que esté cerca caerá a espada, y el que quede y esté sitiado morirá de hambre. Así desahogaré Mi furor sobre ellos. 13 Entonces ustedes sabrán que Yo soy el SEÑOR, cuando sus muertos estén en medio de sus ídolos alrededor de sus altares, en toda colina elevada, en todas las cumbres de los montes, bajo todo árbol verde y bajo toda encina frondosa, lugares donde ofrecían aroma agradable a todos sus ídolos. 14 Así que por todas sus moradas extenderé Mi mano contra ellos, y haré la tierra más desolada y devastada que el desierto hacia Diblat; y sabrán que Yo soy el SEÑOR’”».

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Salmos 44
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Oración nacional de intercesión
Para el director del coro.
Masquil de los hijos de Coré.
LIBRO SEGUNDO
44 Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído,
Nuestros padres nos han contado
La obra que hiciste en sus días,
En los tiempos antiguos:
2 Tú con Tu mano echaste fuera las naciones,
Pero a ellos los plantaste.
Afligiste a los pueblos,
Pero a ellos los hiciste crecer.
3 Pues no fue por su espada que tomaron posesión de la tierra,
Ni fue su brazo el que los salvó,
Sino Tu diestra y Tu brazo, y la luz de Tu presencia,
Porque te complaciste en ellos.

4 Tú eres mi Rey, oh Dios;
Manda victorias a Jacob.
5 Contigo rechazaremos a nuestros adversarios;
En Tu nombre pisotearemos a los que contra nosotros se levanten.
6 Porque yo no confiaré en mi arco,
Ni me podrá salvar mi espada;
7 Pues Tú nos has salvado de nuestros adversarios,
Y has avergonzado a los que nos aborrecen.

8 En Dios nos hemos gloriado todo el día.
Por siempre alabaremos Tu nombre. (Selah)
9 Sin embargo, Tú nos has rechazado y nos has confundido,
Y no sales con nuestros ejércitos.
10 Nos haces retroceder ante el adversario,
Y los que nos aborrecen tomaron botín para sí.
11 Nos entregas como ovejas para ser devorados,
Y nos has esparcido entre las naciones.

12 Vendes a Tu pueblo a bajo precio,
Y nada has ganado con su venta.
13 Nos haces el oprobio de nuestros vecinos,
Escarnio y burla de los que nos rodean.
14 Nos pones por proverbio entre las naciones,
Causa de risa entre los pueblos.
15 Todo el día mi ignominia está delante de mí,
Y la vergüenza de mi rostro me ha abrumado

16 Por la voz del que me reprocha e insulta,
Por la presencia del enemigo y del vengativo.
17 Todo esto nos ha sobrevenido, pero no nos hemos olvidado de Ti,
Ni hemos faltado a Tu pacto.
18 No se ha vuelto atrás nuestro corazón,
Ni se han desviado nuestros pasos de Tu senda;
19 Sin embargo, nos has quebrantado en la región de los chacales,
Y nos has cubierto con la sombra de la muerte.

20 Si nos hubiéramos olvidado del nombre de nuestro Dios,
O extendido nuestras manos a un dios extraño,
21 ¿No se habría dado cuenta Dios de esto?
Pues Él conoce los secretos del corazón.
22 Pero por causa Tuya nos matan cada día;
Se nos considera como ovejas para el matadero.
23 ¡Despierta! ¿Por qué duermes, Señor?
¡Levántate! No nos rechaces para siempre.

24 ¿Por qué escondes Tu rostro
Y te olvidas de nuestra aflicción y de nuestra opresión?
25 Porque nuestra alma se ha hundido en el polvo;
Nuestro cuerpo está pegado a la tierra.
26 ¡Levántate! Sé nuestra ayuda,
Y redímenos por amor de Tu misericordia.

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