Lectura de Hoy

08-09-2024

DEVOCIONAL

Devocional: 1 Corintios 13

A pesar de que 1 Corintios 13 forma parte de un argumento sostenido desde el capítulo 12 hasta el 14, el pasaje es una unidad tan hermosa con tantos versos maravillosos y evocadores, que ha suscitado innumerables y extensos tratados. Hoy reflexionaré un poco sobre los primeros tres versículos.

Este texto no dice que el amor lo es todo y que las otras cosas mencionadas—hablar en lenguas, el don de profecía, la capacidad de entender los misterios y todo el conocimiento, una fe que mueve montañas, negarse a sí mismo y repartir todas las posesiones por amor a los pobres y sufrir el martirio—no son nada. Más bien, afirma que esas cosas son absolutamente insignificantes a menos que vayan acompañadas de amor. El amor no las desplaza, pero su ausencia les quita el sentido y las vuelve inútiles.

Este párrafo está pensado para humillar a los arrogantes. La historia nos ofrece ejemplos tristes de personas que se han vuelto orgullosas de su don de lenguas, de su don profético, incluso de su filantropía y sacrificio. Pero sería un contrasentido enorgullecerse del amor que uno tiene, al menos en el sentido cristiano del amor. Tal vez esa es una de las razones por las cuales estas otras virtudes quedan anuladas si se hacen sin amor.

Una de las cualidades más impresionantes de esta declaración sobre el amor es que deja fuera de juego a una de las definiciones de amor que todavía persiste en algunos círculos cristianos. En ellos se afirma que el amor cristiano no pertenece al ámbito emocional, sino que es sencillamente una decisión inmutable de buscar el bien del otro. Por eso, dicen, se nos puede ordenar que amemos: a uno le puede caer extraordinariamente mal la otra persona, pero si se compromete conscientemente con el bien de él o de ella, y actúa de esa manera, sigue siendo amor. Francamente, este tipo de casuística no es más que una tontería reduccionista. Lo que han denominado como “amor” no es otra cosa que un altruismo decidido. Pero, en estos versículos, Pablo distingue con firmeza entre el altruismo y el amor:

Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consu­man las llamas” (13:3): aquí están tanto el altruismo como el sacrificio, pero Pablo puede visualizar a ambos sin amor.

De manera que el amor debe ser algo diferente de—o más que—mero altruismo y sacrificio.
Puede que sea difícil presentar una definición perfecta del amor cristiano, pero es fácil encontrar su ejemplo supremo. El amor de Cristo por nosotros no se fundamenta en nuestra belleza, sino en su propio carácter. Su amor no es meramente sentimental, pero está cargado de afecto incalculable y calidez. Es decidido en su sacrificio, pero jamás es meramente una autodisciplina mecánica.

Si queremos conciliarnos con la descripción apostólica del amor cristiano como el “camino más excelente” (12:31b; ver también la meditación de 11 de octubre) que todos los creyentes deben seguir, sólo necesitamos imitar a Jesucristo..


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Ezequiel 11
Ezequiel 11 nos presenta dos acciones altamente simbólicas. Una de ellas comienza en el capítulo 10 y la otra dentro del capítulo que nos ocupa:

(1) Aunque es difícil trazar con exactitud el movimiento de la gloria del Señor, parece razonablemente claro que esta, asociada al templo en el pasado, especialmente con el lugar santísimo y el arca del pacto sobre el cual los querubines extendían sus alas, lo abandona y sobrevuela el trono móvil, el mismo que Ezequiel había visto en Babilonia y que ahora se encontraba en la entrada sur del templo. Las cuatro criaturas vivientes, identificadas aquí como querubines, transportan la gloria de Dios hasta la puerta oriental (10:18-19) y después al cerro que está al oriente de la ciudad (11:23). Así pues, la presencia de Dios abandona oficialmente el templo y la ciudad. Nada podrá detener su destrucción.

(2) La imagen de la olla (11:3-12) pone de manifiesto la falsa sensación de seguridad que una ciudad poderosa y amurallada puede producir entre sus habitantes. Los jerosolimitanos se consideraban la buena carne de la “olla”, la ciudad bien rodeada y protegida por sus muros. Sin embargo, Dios mismo los arrojará de ella (11:7). No será en absoluto una “olla” para ellos (11:11). Lo cierto es que los jerosolimitanos, a los que los exiliados encumbraban porque aún estaban en Jerusalén, eran extraordinariamente arrogantes. Los deportados ponían sus esperanzas en ellos, pero ellos consideraban a estos como basura, personas rechazadas por Dios y llevadas lejos de la tierra y del templo (11:14-15).

El Señor dice que la situación se va a revertir de forma poderosa. Es cierto que él dispersó a los exiliados por las naciones. No obstante, mientras han estado lejos, Dios mismo ha sido su santuario (11:16), demostrando así que el templo no era necesario para que él estuviese presente en medio de su pueblo, para ser un “santuario” para ellos. Los habitantes de Jerusalén perecerán y, aunque desprecien a los exiliados no teniéndolos en cuenta, Dios reunirá un remanente de estos (11:17). Finalmente, formalizará un nuevo pacto que los transformará (11:18-20). Estos temas se tratan con más detalle más adelante en el libro (p. ej., cap. 36).

La visión de los capítulos 8-11 acaba con Ezequiel llevado de vuelta a Babilonia, diciendo a todos lo que había visto y oído. El libro señala los primeros hilos de esperanza, pero no en la forma que ellos deseaban. Jerusalén caerá, destruida, y los propósitos de Dios para el futuro se centran en los propios exiliados. ¡Cuántas veces ha llevado a cabo Dios su rescate, su salvación, por medio de los débiles y los despreciados!.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
2 Samuel 2
David proclamado rey de Judá
2 Después de esto David consultó al Señor: «¿Subiré a alguna de las ciudades de Judá?». Y el Señor le dijo: «Sube». «¿Adónde subiré?», dijo David. Y Él dijo: «A Hebrón». 2 Entonces David subió allá, y también sus dos mujeres, Ahinoam la jezreelita y Abigail, viuda de Nabal, el de Carmel. 3 Y David trajo a los hombres que estaban con él, cada uno con su familia; y habitaron en las ciudades de Hebrón. 

4 Los hombres de Judá vinieron y ungieron allí a David como rey sobre la casa de Judá.Y avisaron a David: «Fueron los hombres de Jabes de Galaad los que sepultaron a Saúl». 5 Y David envió mensajeros a los hombres de Jabes de Galaad, a decirles: «Benditos sean del Señor, porque han mostrado esta bondad a Saúl su señor, y lo han sepultado. 6 Ahora, que el Señor les muestre misericordia y verdad; y yo también les haré bien por esto que han hecho. 7 Fortalezcan, pues, sus manos, y sean valientes porque Saúl su señor ha muerto, y la casa de Judá me ha ungido rey sobre ellos».

Isboset proclamado rey de Israel

8 Pero Abner, hijo de Ner, comandante del ejército de Saúl, había tomado a Isboset, hijo de Saúl, y lo llevó a Mahanaim. 9 Y le hizo rey sobre Galaad, sobre Gesuri, sobre Jezreel, sobre Efraín, sobre Benjamín y sobre todo Israel. 10 Isboset, hijo de Saúl, tenía cuarenta años cuando comenzó a reinar sobre Israel, y reinó dos años. La casa de Judá, sin embargo, siguió a David. 11 El tiempo que David reinó en Hebrón sobre la casa de Judá fue de siete años y seis meses.

12 Abner, hijo de Ner, salió de Mahanaim a Gabaón con los siervos de Isboset, hijo de Saúl. 13 Y Joab, hijo de Sarvia, y los siervos de David salieron y los encontraron junto al estanque de Gabaón; y se sentaron, unos a un lado del estanque y los otros al otro lado. 14 Entonces Abner dijo a Joab: «Que se levanten ahora los jóvenes y compitan delante de nosotros». «Que se levanten», respondió Joab. 15 Se levantaron y pasaron en igual número, doce por Benjamín e Isboset, hijo de Saúl, y doce de los siervos de David. 

16 Cada uno agarró a su adversario por la cabeza, y metió su espada en el costado del adversario de manera que cayeron juntos. Por eso aquel lugar fue llamado Helcat Hazurim, el cual está en Gabaón. 17 Aquel día la batalla fue muy reñida, y Abner y los hombres de Israel fueron derrotados delante de los siervos de David.18 Estaban allí los tres hijos de Sarvia: Joab, Abisai y Asael. Y Asael era tan ligero de pies como una gacela del campo. 19 Asael persiguió a Abner, y no se desvió ni a derecha ni a izquierda de ir tras Abner. 

20 Entonces Abner, miró atrás y dijo: «¿Eres tú Asael?». «Yo soy», respondió él. 21 Abner le dijo: «Desvíate a tu derecha o a tu izquierda, apodérate de uno de los jóvenes y toma para ti sus despojos». Pero Asael no quería dejar de perseguirlo. 22 Abner volvió a decirle a Asael: «Deja de perseguirme. ¿Por qué he de derribarte en tierra? ¿Cómo podría entonces levantar mi rostro ante tu hermano Joab?». 23 Pero él rehusó apartarse; por tanto, Abner lo hirió en el estómago con la parte trasera de la lanza, y la lanza le salió por la espalda; allí cayó, y allí mismo murió. Y todos los que venían al lugar donde Asael había caído y muerto, se detenían.

24 Pero Joab y Abisai persiguieron a Abner, y cuando el sol se ponía, llegaron a la colina de Amma, que está frente a Gía junto al camino del desierto de Gabaón. 25 Los benjamitas se agruparon detrás de Abner formando una sola banda, y se detuvieron en la cumbre de una colina. 26 Abner llamó a Joab, y dijo: «¿Devorará la espada para siempre? ¿No sabes que el final será amargo? ¿Hasta cuándo esperarás para decirles que dejen de perseguir a sus hermanos?». 27 Respondió Joab: «Vive Dios, que si no hubieras hablado, ciertamente el pueblo, después de perseguir cada cual a su hermano, no se hubiera ido hasta la mañana». 

28 Entonces Joab tocó la trompeta y todo el pueblo se detuvo; no persiguieron más a Israel ni continuaron peleando más. 29 Abner y sus hombres marcharon toda aquella noche por el Arabá, cruzaron el Jordán, y caminando toda la mañana, llegaron a Mahanaim.30 Joab volvió también de perseguir a Abner, y cuando reunió a todo el pueblo, faltaban de los siervos de David, diecinueve hombres, además de Asael. 31 Pero los siervos de David habían herido de Benjamín y de los hombres de Abner, a 360 hombres, los cuales murieron. 

32 Se llevaron a Asael y lo sepultaron en el sepulcro de su padre, que estaba en Belén. Joab y sus hombres caminaron toda la noche hasta que les amaneció en Hebrón.

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1 Corintios 13
LIBRO QUINTO
Excelencia del amor
13 Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, he llegado a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe. 2 Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy. 3 Y si diera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me aprovecha.

4 El amor es paciente, es bondadoso. El amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante. 5 No se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido. 6 El amor no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad. 7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

8 El amor nunca deja de ser. Pero si hay dones de profecía, se acabarán; si hay lenguas, cesarán; si hay conocimiento, se acabará. 9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; 10 pero cuando venga lo perfecto, lo incompleto se acabará. 11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; pero cuando llegué a ser hombre, dejé las cosas de niño.

12 Porque ahora vemos por un espejo, veladamente, pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré plenamente, como he sido conocido. 13 Y ahora permanecen la fe, la esperanza, el amor: estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.

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Ezequiel 11
Castigo de los gobernantes

11 Entonces el Espíritu me levantó y me llevó a la puerta oriental de la casa del Señor que mira al oriente. Y a la entrada de la puerta había veinticinco hombres, y entre ellos vi a Jaazanías, hijo de Azur, y a Pelatías, hijo de Benaía, jefes del pueblo. 2 Y Dios me dijo: «Hijo de hombre, estos son los hombres que traman iniquidad y dan malos consejos en esta ciudad, 3 los cuales dicen: “¿No está cerca el tiempo de edificar casas? Esta ciudad es la olla y nosotros la carne”. 

4 Por tanto, profetiza contra ellos, profetiza, hijo de hombre».5 Entonces el Espíritu del Señor cayó sobre mí, y me ordenó que dijera: «Así dice el Señor: “Así han dicho ustedes, casa de Israel, Yo conozco sus pensamientos. 6 Han multiplicado sus muertos en esta ciudad, han llenado sus calles de muertos”. 7 Por tanto, así dice el Señor Dios: “Sus muertos, los que han dejado en medio de la ciudad, son la carne, y ella es la olla; pero Yo los sacaré de ella. 

8 Han temido la espada, y espada traeré sobre ustedes”, declara el Señor Dios. 9 “Los sacaré de en medio de la ciudad, los entregaré en manos de extraños y traeré juicios contra ustedes. 10 A espada caerán; en los confines de Israel los juzgaré; y sabrán que Yo soy el Señor. 11 Esta ciudad no será olla para ustedes, ni ustedes serán carne en medio de ella; hacia los confines de Israel los juzgaré. 

12 Así sabrán que Yo soy el Señor; porque no han andado en Mis estatutos ni han cumplido Mis ordenanzas, sino que han obrado conforme a las costumbres de las naciones que los rodean”».13 Y mientras yo profetizaba, Pelatías, hijo de Benaía, murió. Entonces caí sobre mi rostro, y clamé a gran voz: «¡Ah, Señor Dios! ¿Vas a acabar por completo con el remanente de Israel?».14 Entonces vino a mí la palabra del Señor: 15 «Hijo de hombre, tus hermanos, tus parientes, los hombres en el destierro contigo y toda la casa de Israel, todos ellos, son aquellos a quienes los habitantes de Jerusalén han dicho: “Aléjense del Señor; a nosotros se nos ha dado esta tierra en posesión”. 

16 Por tanto, di: “Así dice el Señor Dios: ‘Aunque los había echado lejos entre las naciones, y aunque Yo los había dispersado por las tierras, sin embargo fui para ellos un santuario por poco tiempo en las tierras adonde habían ido’”. 17 Por tanto di: “Así dice el Señor Dios: ‘Yo los recogeré de entre los pueblos y los reuniré de las tierras entre las cuales han sido dispersados, y les daré la tierra de Israel’”. 18 Cuando lleguen allí, quitarán de ella todas sus cosas detestables y todas sus abominaciones. 19 Yo les daré un solo corazón y pondré un espíritu nuevo dentro de ellos. Y quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, 20 para que anden en Mis estatutos, guarden Mis ordenanzas y los cumplan. Entonces serán Mi pueblo y Yo seré su Dios. 

21 Pero en cuanto a aquellos cuyo corazón va detrás de sus cosas detestables y abominaciones, haré recaer su conducta sobre su cabeza», declara el Señor Dios.22 Entonces los querubines alzaron sus alas con las ruedas a su lado, y la gloria del Dios de Israel estaba por encima, sobre ellos. 23 La gloria del Señor se elevó de en medio de la ciudad, y se detuvo sobre el monte que está al oriente de la ciudad. 24 Y el Espíritu me levantó y me llevó a Caldea, a los desterrados, en visión por el Espíritu de Dios. Y se alejó de mí la visión que había visto. 25 Entonces hablé a los desterrados de todas las cosas que el Señor me había mostrado.

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Salmos 50
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Dios, juez del justo y del impío
Salmo de Asaf.
LIBRO SEGUNDO
50 El poderoso Dios, el Señor, ha hablado, Y convocado a la tierra, desde el nacimiento del sol hasta su ocaso. Desde Sión, perfección de hermosura, Dios ha resplandecido. Que venga nuestro Dios y no calle; El fuego consume delante de Él, Y a Su derredor hay gran tempestad.

Él convoca a los cielos en lo alto Y a la tierra, para juzgar a Su pueblo, Y dice: «Junten a Mis santos, Los que han hecho conmigo pacto con sacrificio». Y los cielos declaran Su justicia, Porque Dios mismo es el juez. (Selah)

«Oye, pueblo Mío, y hablaré; Israel, Yo testificaré contra ti. Yo soy Dios, tu Dios. No te reprendo por tus sacrificios, Ni por tus holocaustos, que están continuamente delante de Mí. No tomaré novillo de tu casa, Ni machos cabríos de tus corrales.

10 Porque Mío es todo animal del bosque, Y el ganado sobre mil colinas. 11 Conozco a todas las aves de los montes, Y Mío es todo lo que en el campo se mueve. 12 Si Yo tuviera hambre, no te lo diría a ti; Porque Mío es el mundo y todo lo que en él hay.

13 ¿Acaso he de comer carne de toros, O beber sangre de machos cabríos? 14 Ofrece a Dios sacrificio de acción de gracias, Y cumple tus votos al Altísimo. 15 Invoca Mi nombre en el día de la angustia; Yo te libraré, y tú me honrarás».

16 Pero al impío Dios le dice: «¿Qué derecho tienes tú de hablar de Mis estatutos, Y de tomar Mi pacto en tus labios? 17 Porque tú aborreces la disciplina, Y a tus espaldas echas Mis palabras. 18 Cuando ves a un ladrón, te complaces con él, Y con adúlteros te asocias. 19 Das rienda suelta a tu boca para el mal, Y tu lengua trama engaño. 20 Te sientas y hablas contra tu hermano; Al hijo de tu propia madre calumnias. 21 Estas cosas has hecho, y Yo he guardado silencio; Pensaste que Yo era tal como tú; Pero te reprenderé, y delante de tus ojos expondré tus delitos.

22 »Entiendan ahora esto ustedes, los que se olvidan de Dios, No sea que los despedace, y no haya quien los libre. 23 El que ofrece sacrificio de acción de gracias me honra; Y al que ordena bien su camino, Le mostraré la salvación de Dios».

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