El mandato de Trump sobre la fecundación in vitro amenaza la vida y la libertad religiosa

La historia: Recientemente, Donald Trump anunció una nueva propuesta sobre la fecundación in vitro que supondría una amenaza importante tanto para la vida de los no nacidos como para la libertad religiosa.

Los antecedentes: En una entrevista con NBC News, el expresidente Trump dijo que su administración no solo protegería el acceso a la fecundación in vitro (FIV), sino que también haría que el gobierno o las compañías de seguros cubrieran el costo de dichos tratamientos.

«Bajo la administración Trump, vamos a estar pagando por ese tratamiento», dijo Trump. «Vamos a ordenar que lo pague la compañía de seguros».

Cuando NBC News le pidió que aclarara si el gobierno pagaría por los servicios de fecundación in vitro o si lo harían las compañías de seguros, Trump reiteró que una opción sería que las compañías de seguros pagaran «bajo un mandato, sí.»

Lo que esto significa: Incluso en 2024, un año en el que los partidos políticos han abandonado creencias que tenían desde hace mucho tiempo y el radicalismo político se ha convertido en la norma, la propuesta de Trump es chocante. Si el presidente Obama hubiera sugerido esa política en 2010, habría sido denunciada como un giro a la izquierda demasiado radical.

Incluso si dejamos de lado el extraordinario coste para los contribuyentes (casi 8000 millones de dólares al año), el plan de Trump consiste en que el gobierno subsidie el asesinato de cientos de miles de seres humanos en la etapa más temprana de su desarrollo. La voluntad de apoyar la destrucción de niños y obligar a los ciudadanos a violar su conciencia pagando por ello demuestra que el partido republicano ha pasado rápidamente de ser un partido provida a ser uno que refleja las políticas antivida de los demócratas.

En muchos sentidos, el mandato de FIV propuesto por Trump es una versión incluso de mayor alcance y contraria a la vida que el mandato emitido por el expresidente Obama.

En 2010, como parte de la reforma universal del seguro médico (a menudo denominada «Obamacare»), se exigió que todos los planes de seguro médico colectivos incluyeran la cobertura de la esterilización, los anticonceptivos y los fármacos abortivos. («Abortivo» se refiere a cualquier fármaco o preparado químico que induce el aborto. La ley exige la cobertura del acetato de ulipristal, que es químicamente similar al fármaco abortivo RU-486 (mifepristona) y tiene el mismo efecto. En 2023, aproximadamente 646.821 abortos —el 63% de todos los abortos— fueron el resultado de fármacos abortivos).

Dos años después de promulgar el mandato, la administración Obama declaró que las escuelas religiosas, los colegios, los hospitales y las organizaciones de servicios caritativos no podían quedar exentos de dicha cobertura. Muchas organizaciones se vieron obligadas a elegir entre cubrir medicamentos y servicios contrarios a sus creencias religiosas o no ofrecer planes de salud a sus empleados (lo que les acarrearía cuantiosas multas). Las exenciones del mandato también eran extremadamente limitadas. Como señaló en su momento el Fondo Becket para la Libertad Religiosa, «ni siquiera el ministerio de Jesús podría acogerse a esta exención porque alimentó, curó, sirvió y enseñó a no cristianos».

Debido a la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos en el caso Little Sisters of the Poor Saints Peter and Paul Home v. Pennsylvania, el mandato de anticoncepción ya no se aplica a los empleadores no gubernamentales que tienen objeciones religiosas sinceras a proporcionar cobertura para anticonceptivos y servicios relacionados. Esta exención es amplia y abarca a iglesias, organizaciones sin ánimo de lucro y empresas con ánimo de lucro de todos los tamaños, incluidas las sociedades que cotizan en bolsa. Los empleadores con objeciones morales no religiosas sinceras a dicha cobertura también están exentos del mandato, aunque no se extiende a las empresas que cotizan en bolsa.

Es de suponer que el mandato de Trump incluiría automáticamente tales exenciones para los empleadores. Pero, al igual que el mandato abortista, seguiría significando que millones de cristianos provida se verían obligados a financiar el asesinato de vidas humanas inocentes.

Un problema moral fundamental que los cristianos provida tienen con la FIV es la práctica habitual de crear más embriones de los que se implantarán en el útero de una mujer. Dado que el proceso de FIV es caro e intrusivo, a menudo se fecundan numerosos óvulos para aumentar las posibilidades de éxito del embarazo. Sin embargo, no todos estos embriones humanos se implantarán. Muchos se desechan, mientras que otros se congelan para un uso futuro o se almacenan indefinidamente. Esto plantea un problema moral importante.

Los embriones que no se implantan pueden desecharse o congelarse (en estado de crioconservación) con la intención de implantarlos. Aunque algunos de los que se congelan se implantan, la gran mayoría se desechan cuando los padres dejan de pagar las tasas de almacenamiento, que suelen oscilar entre 500 y 1000 dólares al año. Un número minúsculo se da en adopción. Entre 2004 y 2019, hubo 21 060 transferencias de embriones donados congelados en Estados Unidos, que dieron lugar a 8457 nacidos vivos. Esto es de los millones de embriones que han sido abandonados.

Al subsidiarse el proceso, aumentará la demanda de FIV y se dejará morir a aún más seres humanos en la fase embrionaria de la vida. Como dijo Ronald Reagan: «El gobierno no resuelve problemas. Los subsidia». Ese parece ser el enfoque adoptado por Trump. A pesar de que una vez fue aclamado como el «presidente más provida», Trump propone utilizar el poder del gobierno para aumentar la destrucción de la vida humana. Según las estimaciones actuales, la industria de la fecundación in vitro ya provoca más muertes de seres humanos que el aborto, y algunos cálculos sitúan la cifra entre 600.000 y 900.000 muertes más al año.

Por desgracia, gane quien gane las elecciones presidenciales, es probable que los estadounidenses se enfrenten a un mandato para subsidiar la FIV. Al haber propuesto esta postura política, Trump ha dado cobertura a la vicepresidenta Harris para que haga lo mismo. Ella puede rechazar fácilmente las afirmaciones de que esta idea es radicalmente demasiado izquierdista al señalar que ya ha sido adoptada por los llamados conservadores.

Aquellos de nosotros que abrazamos la verdadera posición socialmente conservadora, la cual incluye la defensa de la vida desde el momento de la concepción, no podemos permanecer en silencio ante este avance de la injusticia. Debemos pronunciarnos ahora y prepararnos para la lucha por la vida que se avecina el año próximo.

También debemos ser conscientes de que lucharemos con menos aliados a nuestro lado. Desde la caída de Roe, los comprometidos con la causa provida no han dejado de perder terreno. Hemos visto cómo disminuían nuestras filas y cómo el tema era prácticamente abandonado incluso por algunas organizaciones nacionales «provida». Ambos partidos políticos se han convertido oficialmente en «proabortistas», y es probable que ninguno de ellos pierda muchos votos por ello.

Sin embargo, hoy nos encontramos en la misma posición respecto a la FIV que los evangélicos respecto al aborto a principios de los años setenta. Por ejemplo, antes de los años setenta, muchos bautistas del sur no se pronunciaban sobre el aborto o aceptaban el aborto legal bajo ciertas condiciones. Lo mismo ocurría con muchos otros grupos protestantes. No fue hasta después de años de educación por parte de los defensores de la vida que se empezó a reconocer la verdadera naturaleza del aborto. Del mismo modo, demasiados cristianos —incluso los que se oponen al aborto— hacen la vista gorda ante la destrucción de la vida no nacida fuera del útero.

Tenemos que animar a los demás cristianos a no ceder en esta causa. Tenemos que ser firmes, aunque perdamos a corto plazo. Tenemos que hacer todo lo posible para defender a los no nacidos, porque no pueden defenderse a sí mismos. La lucha por la vida en la era de la fecundación in vitro no es solo una cuestión de política, sino de nuestros valores fundamentales como sociedad. Las decisiones que tomemos hoy resonarán a lo largo de generaciones y no solo determinarán nuestras leyes, sino incluso nuestra propia concepción de la dignidad y el valor de los seres humanos.


Publicado originalmente en The Gospel CoalitionTraducido por Eduardo Fergusson.

​Joe Carter es editor para The Gospel Coalition y el coautor de How to Argue Like Jesus: Learning Persuasion from History’s Greatest Communicator (Cómo discutir como Jesús: Aprendiendo persuasión del mejor comunicador de la historia).

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