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Recuperando el uso de medios para cumplir la Gran Comisión
El enfoque misionero de William Carey, considerado como el padre de las misiones modernas, giraba en torno a tres conceptos: el deber de la Gran Comisión, el uso de los medios disponibles y el rol de la providencia divina. En este artículo estaremos repasando el segundo concepto.
Resolviendo el dilema
La postura de William Carey sobre el empleo de medios para cumplir la Gran Comisión resulta sorpresiva si entendemos su contexto histórico. Carey promovía el uso de los medios disponibles, no solo los tecnológicos como la imprenta y el transporte ultramarino, sino también el aprovechamiento de organizaciones típicas de su época. En específico, Carey animaba a la formación de asociaciones voluntarias que actúen como sostén para la obra misionera.
¿Qué tiene de sorprendente esto que hoy parece tan común? La propuesta de establecer una organización para-eclesiástica apuntaba a un dilema protestante y en especial, bautista, sobre la independencia de las iglesias locales.
Para esa época, la Iglesia católica ya tenía cientos de años de experiencia misionera. La organización jerárquica católica, aunque sin sustento bíblico desde la perspectiva protestante, tenía la virtud de organizarse para lanzar proyectos misioneros ambiciosos, como el de Francisco Javier, misionero jesuita a la India y Asia oriental.
El énfasis de los protestantes, y en especial de los bautistas como Carey, en la independencia de la iglesia local no permitía duplicar la potente estructura católica. Aunque existían asociaciones de iglesias en aquella época, muchos temían que proyectos de gran envergadura pudieran limitar la independencia de las iglesias locales.
La obediencia a un Dios soberano exige no solo palabras sino también acción, y la acción debe ser canalizada por los medios lícitos disponibles