Vida Cristiana

Si realmente estamos siendo “discipulados por el mundo” 24/7, estamos perdidos

En los debates sobre nuestro contexto social actual, es una práctica habitual señalar que todos estamos siendo discipulados por el mundo todo el tiempo: a través de las redes sociales, Netflix, la publicidad, el consumo, las noticias, el sistema educativo, el lugar de trabajo y las interacciones sociales del día a día. A esta observación le sigue un llamado al discipulado intencional profundo, a una comunidad de iglesia sólida y posiblemente un llamado a algún tipo de práctica histórica como la comunión semanal o una serie de disciplinas espirituales.

En este artículo quiero aportar lo que en última instancia equivale a una aclaración menor pero importante a esta línea de argumentación. Pero para llegar allí, voy a empezar con una afirmación melodramática: si el discipulado del mundo es tan global e implacable, entonces sin el poder del Espíritu Santo y la gracia preservadora de Dios, todos estamos perdidos.

Ni siquiera los monasterios pueden salvarnos

Podríamos celebrar el artículo ocasional de un intelectual cristiano público en las noticias seculares, o su presencia en el panel de invitados de un programa de actualidad. Podríamos destacar el éxito de un músico, una serie de televisión o una película cristianos. Podríamos presumir de las riquezas de la cosmovisión integral que se enseña en el plan de estudios de nuestra escuela cristiana dirigida por los padres o del programa de predicación de nuestra iglesia; de la intencionalidad de nuestros grupos pequeños, de nuestro ministerio uno a uno o de nuestras conferencias o retiros. Pero comparado con el bombardeo de una contraprogramación 24/7, ¿cómo puede esto competir? Es una mera gota de discipulado en un enorme balde de agua mundana.

"Si el discipulado del mundo es tan global e implacable, entonces sin el poder del Espíritu Santo y la gracia preservadora de Dios, todos estamos perdidos"

Para contrarrestar el supuesto discipulado del mundo sería necesario construir una completa y hermética subcultura cristiana. Entonces podríamos controlar los mensajes enviados y el entretenimiento ofrecido, además de establecer el patrón de prácticas informales y artefactos cotidianos que también nos dan forma. Pero ni siquiera los monasterios pueden salvarnos.

Porque el aislamiento casi total no sería un discipulado fiel (Mt 28:16-20Jn 17:15-191 Co 5:9-101 P 2:9-12). Además, aislarnos del discipulado del mundo es imposible.

El problema de cualquier subcultura cristiana que pudiéramos crear es que la habríamos creado nosotros: nosotros, que hemos sido discipulados por el mundo. Aun sin darnos cuenta, infectaríamos nuestra comunidad monástica con mundanalidad, incluso si se trata de un tipo de contra-mundanalidad mundana que es tanto una reacción al mundo como el resultado de una reflexión bíblica.

El «discipulado» del mundo necesita frases de terror

Tenemos que revisar el desarrollo retórico que encierran las advertencias proféticas sobre el discipulado del mundo. Es cierto que la Escritura misma habla del mundo, de la carne y del diablo, exhortándonos a «no adaptarnos a este mundo» (Ro 12:2). Pero estas realidades no son exactamente lo mismo que lo que podríamos llamar de manera simplista «la cultura». A nivel teológico, podemos ver unificadas las fuerzas del pecado y de Satanás; a nivel sociológico y educativo, la realidad es más difusa.

Sí, varios individuos y organizaciones tienen agendas de discipulado. Pero no existe un único Orden Mundial gobernado por los hombres lagarto o los Illuminati. Mezclados con la ideología intencionada de los activistas hay también mensajes manipulados redactados por comités. Algunas corporaciones capitalistas pueden estar tratando de adoctrinarte; otras simplemente repiten como loros las tendencias de mercado. Incluso los movimientos ideológicos están, en realidad, fragmentados en múltiples opiniones, agendas, herejes, conservadores, reaccionarios, etcétera. Cuando existe una agenda de discipulado genuinamente proactiva, los que la implementan no son necesariamente muy competentes o persuasivos, y ninguno de ellos es realmente capaz de predecir o garantizar el resultado cultural de sus esfuerzos.

Es importante señalar que gran parte de lo que se denomina «discipulado» o «liturgia» solo lo es metafóricamente y necesita comillas. Los programas de televisión pueden influenciarnos, pero no son lo mismo que los sermones. Los centros comerciales pueden moldearnos, pero no son lo mismo que los templos. El «discipulado» del mundo es, en realidad, a menudo fragmentario, intermitente y superficial.

El poder particular del discipulado intencional

La iglesia no necesita combatir algún discipulado monolítico con un programa igual pero opuesto, haciendo coincidir de alguna manera cada hora pasada en YouTube o eBay con su antídoto cristiano. Esto es porque la iglesia está haciendo algo de un orden diferente, estamos haciendo algo sin comillas alrededor: discipulado real, adoración real.

El compromiso consciente, deliberado y espiritual con la predicación, la oración, el canto y los sacramentos, la comunidad y la confesión, el evangelismo y la edificación es un compromiso con un tipo diferente de actividad. Quiero insistir en que la participación deliberada, regular, coherente y sincera con la religión y la espiritualidad es una experiencia humana propia y poderosa, diferente de los metafóricos «falsos dioses» y «falsas religiones» de la práctica cultural.

Más aún, la religión monoteísta en particular es también algo diferente de la mezcla de prácticas y principios e historias que subyacen en las espiritualidades politeístas. Lo verdaderamente singular es la adoración del Dios verdadero, tal como se revela en Su Palabra,
en Cristo y por el poder de Su Espíritu.

Esto no quiere decir que no seamos moldeados y sacudidos por las diversas fuerzas caóticas del mundo. Estas fuerzas afectarán las dudas que albergamos, los pecados con los que luchamos y los malentendidos de las Escrituras a los que tendamos. Es realmente difícil seguir viviendo como cristianos y persuadir a otros, incluso a nuestros propios hijos, para que se hagan cristianos en nuestro actual contexto cultural. Lo que quiero decir es que, por un lado, el problema del mundo está totalmente fuera de nuestro control y, por otro, no es algo que tengamos que abordar con una proporción de aportación equivalente.

Estoy convencido de que una instrucción completa en las Escrituras cristianas y en la cosmovisión; un discipulado profundo; una adoración integral; una comunidad significativa; pautas y hábitos piadosos; buenas acciones y creación de cultura profundamente cristianas son importantes. Siempre lo han sido. Pero no son importantes como estrategia de adoctrinamiento para la guerra cultural. No son necesarios para diluir la influencia tóxica del llamado «discipulado» del mundo, algo que de alguna manera debemos impulsar todavía más en este momento cultural. En cambio, son la vida cristiana buena y normal.

Publicado originalmente en The Gospel Coalition: AustraliaTraducido por Eduardo Fergusson.

Mikey Lynch es el Director Editorial de TGC Australia y también sirve como Director de Campus de la University Fellowship of Christians, UTAS, Hobart. Mikey fue uno de los fundadores de The Vision 100 Network (TAS) Tasmanian church planting network y es miembro de la junta directiva de Reach Australia. También es presidente de New Front Door: the Church IT Guild. Mikey está casado con Nikki y tiene tres hijos.

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