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03-01-2024

Devocional

Devocional: Génesis 3

Resulta poco probable que haya consenso en la solución de un problema, del tipo que sea, si no se determina antes cuál es su naturaleza.

Las religiones del mundo ofrecen una gama enorme de soluciones a los problemas humanos. Algunas promulgan distintas formas de ejercicios religiosos de autoayuda; otras abogan por un tipo de fatalismo fiel; las hay que instan a entrar en una energía impersonal o fuerza del universo, y quienes afirman que las experiencias místicas están a disposición de quienes las persigan. Todas estas prácticas relativizan el mal. Una pregunta crucial que se debería hacer es: ¿Cuál es el nivel esencial de los problemas del hombre?

La Biblia insiste en que se trata de la rebelión contra Dios, nuestro Hacedor, de cuya imagen somos portadores y cuyo gobierno intentamos derrocar. Todos nuestros problemas, sin excepción, se remontan a esta fuente fundamental: nuestra rebelión y la justa maldición de Dios que acarreamos con nuestra insubordinación.

No deberíamos (mal) entender este punto atribuyéndole un sentido simplista. Que los mayores rebeldes del mundo sufran los peores males aquí, no tiene por qué ser la norma en base a un esquema de toma y daca. Sin embargo, ya sea que ocupemos el lugar del autor (como en el caso del odio, la envidia, la lujuria o el robo) o de la víctima (p. ej., violación, agresión física o bombardeo indiscriminado), nuestra difícil situación estará vinculada al pecado, ya sea nuestro o de otros. Además de que nuestro sufrimiento sea el resultado de una clara maldad humana o fruto de un de- sastre “natural”, Génesis 3 recalca que vivimos en un mundo desordena- do y roto, y que esta situación es consecuencia de la rebelión del hombre.

Las maldiciones de Dios sobre la pareja humana son impresionantes. La primera (Gn 3:16) que vaticina dolor al parir los hijos y los matrimonios desestructurados, representa el trastorno de la tarea inicial designada para los seres humanos antes de la caída: el varón y la hembra serían fructíferos bajo la bendición de Dios y se multiplicarían (1:27-28). La segunda (Gn 3:17-19) promete el desempeño del trabajo con dolor y esfuerzo, una ecología desordenada y una muerte segura, suponiendo así la interrupción de la segunda responsabilidad atribuida al hombre antes de la caída: los portadores de la imagen de Dios gobernarían sobre el orden creado y vivirían en armonía con este (1:28-30).

En su perfecta justicia, Dios podría haber destruido aquella raza rebelde de manera instantánea. No puede ignorar tamaña rebelión, como tampoco negar su propia deidad. A pesar de ello, su misericordia le lleva a cubrirlos, suspender parte de la sentencia (la muerte misma), y anuncia un día en el que la simiente de la mujer aplastará la cabeza de la serpiente que condujo a la primera pareja por mal camino. Leemos con gran alivio el capítulo 12 de Apocalipsis y entendemos que Génesis 3 define un problema que solo Cristo puede resolver.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Devocional: Esdras 3

La absoluta intensidad de las experiencias del pueblo de Dios durante los cinco primeros meses de su retorno a la tierra prometida (Esdras 3) brilla entre las líneas de este texto.

(1) Tienen miedo (3:3). Este es el primer indicio de peligro al que se enfrentan, la fuente del cual queda más clara en los siguientes capítulos. Ciro, el rey persa, ha dado permiso a los judíos para que regresen a su tierra, e incluso ha aprobado ciertos pagos para su sustento y la reconstrucción del templo. Pero las fronteras del imperio están muy lejos del centro y, en las duras políticas del mundo real, la posesión es el noventa por ciento de la ley. Estos judíos son, después de todo, una minoría rodeada de enemigos mucho más fuertes que ellos.

(2) Están decididos (3:3). La oposición entiende que la reconstrucción del templo no es únicamente un símbolo religioso, sino también una señal de poder político creciente. Por tanto, los judíos habían tenido algún incentivo para quedarse tranquilos y mantener un perfil bajo. Sin embargo, su resolución en esta coyuntura es admirable: a pesar de su miedo comprensible, construyen el altar del Señor e instituyen de nuevo el sistema de sacrificios prescrito por la “ley de Moisés, hombre de Dios” (3:2-6), y después proceden con los primeros pasos de la construcción de un nuevo templo.

(3) Están llenos de gozo y alabanza (3:10-11). El momento en que echan los cimientos del nuevo templo da lugar a la adoración de Dios, que está bendiciendo claramente los esfuerzos de su castigada comunidad del pacto. Aquí, no solo encontramos esperanza por un templo, sino por la restauración de la dinastía davídica, el cumplimiento de las promesas gloriosas de esperanza entregadas por los profetas durante las horas más oscuras del exilio de Israel.

(4) Muchos lloran (3:12-13), los ancianos que aún recordaban la figura del magnífico templo de Salomón. En comparación los cimientos de la nueva estructura parecen insignificantes. Sin duda, estas personas estaban agradecidas por esos días de pequeñas cosas; después de todo, ellos mismos habían elegido volver. Sin embargo, esos días siguen siendo pequeños y la intensidad de su respuesta emocional viene dada por las memorias de tiempos pasados.

Al menos estas personas están vivas y ocupándose de los asuntos de su Dios. Puede que en ocasiones sus respuestas no sean las adecuadas y estén llenas de altibajos, pero son reales, vitales, humanas, cargadas de vida y compromiso. No hay desánimo ni tristeza, ni cínicas reservas. No se rinden emocionalmente. Vemos las emociones de un grupo de personas comprometidas, en circunstancias difíciles, a llevar a cabo la voluntad de Dios.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Génesis 3

Desobediencia y caída del hombre

3 La serpiente era más astuta que cualquiera de los animales del campo que el SEÑOR Dios había hecho. Y dijo a la mujer: «¿Conque Dios les ha dicho: “No comerán de ningún árbol del huerto”?». La mujer respondió a la serpiente: «Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto, Dios ha dicho: “No comerán de él, ni lo tocarán, para que no mueran”». Y la serpiente dijo a la mujer: «Ciertamente no morirán. Pues Dios sabe que el día que de él coman, se les abrirán los ojos y ustedes serán como Dios, conociendo el bien y el mal». Cuando la mujer vio que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y que el árbol era deseable para alcanzar sabiduría, tomó de su fruto y comió. También dio a su marido que estaba con ella, y él comió. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; y cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales.

Sentencia por el pecado y promesa de redención

Y oyeron al SEÑOR Dios que se paseaba en el huerto al fresco del día. Entonces el hombre y su mujer se escondieron de la presencia del SEÑOR Dios entre los árboles del huerto. Pero el SEÑOR Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?». 10 Y él respondió: «Te oí en el huerto, tuve miedo porque estaba desnudo, y me escondí». 11 «¿Quién te ha hecho saber que estabas desnudo?», le preguntó Dios. «¿Has comido del árbol del cual Yo te mandé que no comieras?». 12 El hombre respondió: «La mujer que Tú me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí». 13 Entonces el SEÑOR Dios dijo a la mujer: «¿Qué es esto que has hecho?». «La serpiente me engañó, y yo comí», respondió la mujer.

14 Y el SEÑOR Dios dijo a la serpiente:

«Por cuanto has hecho esto, Maldita serás más que todos los animales, Y más que todas las bestias del campo. Sobre tu vientre andarás, Y polvo comerás Todos los días de tu vida. 15 Pondré enemistad Entre tú y la mujer, Y entre tu simiente y su simiente; Él te herirá en la cabeza, Y tú lo herirás en el talón».

16 A la mujer dijo:

«En gran manera multiplicaré Tu dolor en el parto, Con dolor darás a luz los hijos. Con todo, tu deseo será para tu marido, Y él tendrá dominio sobre ti».

17 Entonces el SEÑOR dijo a Adán: «Por cuanto has escuchado la voz de tu mujer y has comido del árbol del cual te ordené, diciendo: “No comerás de él”,

Maldita será la tierra por tu causa; Con trabajo comerás de ella Todos los días de tu vida. 18 Espinos y cardos te producirá, Y comerás de las plantas del campo. 19 Con el sudor de tu rostro Comerás el pan Hasta que vuelvas a la tierra, Porque de ella fuiste tomado; Pues polvo eres, Y al polvo volverás».

20 El hombre le puso por nombre Eva a su mujer, porque ella era la madre de todos los vivientes. 21 El SEÑOR Dios hizo vestiduras de piel para Adán y su mujer, y los vistió.

Castigo por el pecado

22 Entonces el SEÑOR Dios dijo: «Ahora el hombre ha venido a ser como uno de Nosotros, conociendo ellos el bien y el mal. Cuidado ahora, no vaya a extender su mano y tome también del árbol de la vida, y coma y viva para siempre». 23 Y el SEÑOR Dios lo echó del huerto del Edén, para que labrara la tierra de la cual fue tomado. 24 Expulsó, pues, al hombre; y al oriente del huerto del Edén puso querubines, y una espada encendida que giraba en todas direcciones para guardar el camino del árbol de la vida.


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Mateo 3

Predicación de Juan el Bautista

3 En aquellos días llegó* Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, diciendo: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado». Porque este Juan es aquel a quien se refirió el profeta Isaías, cuando dijo:

«VOZ DEL QUE CLAMA EN EL DESIERTO: “PREPAREN EL CAMINO DEL SEÑOR, HAGAN DERECHAS SUS SENDAS”».

Y él, Juan, tenía un vestido de pelo de camello y un cinto de cuero a la cintura; y su comida era de langostas y miel silvestre. Entonces Jerusalén, toda Judea y toda la región alrededor del Jordán, acudían a él, y confesando sus pecados, eran bautizados por Juan en el río Jordán.

Pero cuando vio que muchos de los fariseos y saduceos venían para el bautismo, les dijo: «¡Camada de víboras! ¿Quién les enseñó a huir de la ira que está al venir? Por tanto, den frutos dignos de arrepentimiento; y no piensen que pueden decirse a sí mismos: “Tenemos a Abraham por padre”, porque les digo que Dios puede levantar hijos a Abraham de estas piedras. 10 El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego. 11 Yo, en verdad, los bautizo a ustedes con agua para arrepentimiento, pero Aquel que viene detrás de mí es más poderoso que yo, a quien no soy digno de quitar las sandalias; Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. 12 El bieldo está en Su mano y limpiará completamente Su era; y recogerá Su trigo en el granero, pero quemará la paja en un fuego que no se apaga».

Bautismo de Jesús

13 Entonces Jesús llegó* de Galilea al Jordán, a donde estaba Juan, para ser bautizado por él. 14 Pero Juan trató de impedirlo, diciendo: «Yo necesito ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí?».

15 Jesús le respondió: «Permítelo ahora; porque es conveniente que así cumplamos toda justicia». Entonces Juan consintió*. 16 Después de ser bautizado, Jesús salió del agua inmediatamente; y los cielos se abrieron en ese momento y él vio al Espíritu de Dios que descendía como una paloma y venía sobre Él. 17 se oyó una voz de los cielos que decía: «Este es Mi Hijo amado en quien me he complacido».


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Esdras 3

Restauración del culto

3 Cuando llegó el mes séptimo, y ya estando los israelitas en las ciudades, el pueblo se reunió como un solo hombre en Jerusalén. Entonces Jesúa, hijo de Josadac, con sus hermanos los sacerdotes, y Zorobabel, hijo de Salatiel, con sus hermanos, se levantaron y edificaron el altar del Dios de Israel, para ofrecer holocaustos sobre él, como está escrito en la ley de Moisés, hombre de Dios. Asentaron el altar sobre su base, porque estaban aterrorizados a causa de los pueblos de aquellas tierras; y sobre él ofrecieron holocaustos al SEÑOR, los holocaustos de la mañana y de la tarde.

Celebraron la Fiesta de los Tabernáculos como está escrito, con el número diario de holocaustos, conforme a lo prescrito para cada día; y después ofrecieron el holocausto continuo, y los de las lunas nuevas, los de todas las fiestas señaladas del SEÑOR que habían sido consagradas, y los de todos aquellos que ofrecían una ofrenda voluntaria al SEÑOR. Desde el primer día del mes séptimo comenzaron a ofrecer holocaustos al SEÑOR, pero los cimientos del templo del SEÑOR no se habían echado todavía.

Entonces dieron dinero a los canteros y a los carpinteros, y alimento, bebida y aceite a los sidonios y a los tirios para que trajeran madera de cedro desde el Líbano por mar hasta Jope, conforme al permiso que tenían de Ciro, rey de Persia. Y en el segundo año de su llegada a la casa de Dios en Jerusalén, en el mes segundo, Zorobabel, hijo de Salatiel, y Jesúa, hijo de Josadac, y los demás de sus hermanos los sacerdotes y los levitas, y todos los que habían venido de la cautividad a Jerusalén, comenzaron la obra y designaron a los levitas de veinte años arriba para dirigir la obra de la casa del SEÑOR. Entonces Jesúa, con sus hijos y sus hermanos, Cadmiel con sus hijos, los hijos de Judá y los hijos de Henadad con sus hijos y sus hermanos los levitas, se presentaron todos a una para dirigir a los obreros en la casa de Dios.

10 Cuando los albañiles terminaron de echar los cimientos del templo del SEÑOR, se presentaron los sacerdotes en sus vestiduras, con trompetas, y los levitas, hijos de Asaf, con címbalos, para alabar al SEÑOR conforme a las instrucciones del rey David de Israel. 11 Y cantaban, alabando y dando gracias al SEÑOR: «Porque Él es bueno, porque para siempre es Su misericordia sobre Israel». Y todo el pueblo aclamaba a gran voz alabando al SEÑOR porque se habían echado los cimientos de la casa del SEÑOR. 12 Pero muchos sacerdotes y levitas y jefes de casas paternas, que ya eran ancianos y que habían visto el primer templo, cuando se echaban los cimientos de este templo delante de sus ojos, lloraban en alta voz mientras muchos daban gritos de alegría. 13 Así que el pueblo no podía distinguir entre el clamor de los gritos de alegría y el clamor del llanto del pueblo, porque el pueblo gritaba en voz alta, y se oía el clamor desde lejos.


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Hechos 3

Curación de un cojo

3 Cierto día Pedro y Juan subían al templo a la hora novena, la hora de la oración. había un hombre, cojo desde su nacimiento, al que llevaban y ponían diariamente a la puerta del templo llamada la Hermosa, para que pidiera limosna a los que entraban al templo. Este, viendo a Pedro y a Juan que iban a entrar al templo, les pedía limosna. Entonces Pedro, junto con Juan, fijando su vista en él, le dijo: «¡Míranos!».

Él los miró atentamente, esperando recibir algo de ellos. Pero Pedro le dijo: «No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy: en el nombre de Jesucristo el Nazareno, ¡anda!».

Y tomándolo de la mano derecha, lo levantó; al instante sus pies y tobillos cobraron fuerza, y de un salto se puso en pie y andaba. Entró al templo con ellos caminando, saltando y alabando a Dios.

Todo el pueblo lo vio andar y alabar a Dios, 10 y reconocieron que era el mismo que se sentaba a la puerta del templo, la Hermosa, a pedir limosna, y se llenaron de asombro y admiración por lo que le había sucedido.

Segundo sermón de Pedro

11 Estando el que era cojo aferrado a Pedro y a Juan, todo el pueblo, lleno de asombro, corrió al pórtico llamado de Salomón, donde ellos estaban. 12 Al ver esto, Pedro dijo al pueblo: «Hombres de Israel, ¿por qué se maravillan de esto, o por qué nos miran así, como si por nuestro propio poder o piedad le hubiéramos hecho andar? 13 El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a Su Siervo Jesús, al que ustedes entregaron y repudiaron en presencia de Pilato, cuando este había resuelto poner a Jesús en libertad. 14 Pero ustedes repudiaron al Santo y Justo, y pidieron que se les concediera un asesino, 15 y dieron muerte al Autor de la vida, al que Dios resucitó de entre los muertos, de lo cual nosotros somos testigos.

16 »Por la fe en Su nombre, es el nombre de Jesús lo que ha fortalecido a este hombre a quien ven y conocen. La fe que viene por medio de Jesús, le ha dado a este esta perfecta sanidad en presencia de todos ustedes. 17 Y ahora, hermanos, yo sé que obraron por ignorancia, lo mismo que sus gobernantes. 18 Pero Dios ha cumplido así lo que anunció de antemano por boca de todos los profetas: que Su Cristo debía padecer.

19 »Por tanto, arrepiéntanse y conviértanse, para que sus pecados sean borrados, a fin de que tiempos de alivio vengan de la presencia del Señor, 20 y Él envíe a Jesús, el Cristo designado de antemano para ustedes. 21 A Él el cielo debe recibir hasta el día de la restauración de todas las cosas, acerca de lo cual Dios habló por boca de Sus santos profetas desde tiempos antiguos. 22 Moisés dijo: “EL SEÑOR DIOS LES LEVANTARÁ A USTEDES UN PROFETA COMO YO DE ENTRE SUS HERMANOS; A ÉL PRESTARÁN ATENCIÓN en todo cuanto les diga. 23 Y sucederá que todo el que no preste atención a aquel profeta, será totalmente destruido de entre el pueblo”. 24 Asimismo todos los profetas que han hablado desde Samuel y sus sucesores en adelante, también anunciaron estos días.

25 »Ustedes son los hijos de los profetas y del pacto que Dios hizo con sus padres, al decir a Abraham: “Y EN TU SIMIENTE SERÁN BENDITAS TODAS LAS FAMILIAS DE LA TIERRA”. 26 Para ustedes en primer lugar, Dios, habiendo resucitado a Su Siervo, lo ha enviado para que los bendiga, a fin de apartar a cada uno de ustedes de sus iniquidades».

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