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Lectura de Hoy

30-01-2024

Devocional

Devocional: Marcos 2

Los tres actos principales de piedad entre los judíos eran la oración, el ayuno y las limosnas (es decir, dar dinero a los pobres). Por lo tanto, cuando los discípulos de Jesús parecían más bien indiferentes delante del segundo de estos actos, era inevitable que esto despertara cierto interés. Los fariseos ayunaban, los discípulos de Juan ayunaban, pero el ayuno no era uno de los rasgos característicos de los discípulos de Jesús. ¿Por qué no? (Marcos 2:18-22)

La respuesta de Jesús es sobrecogedora: “¿Acaso pueden ayunar los invitados del novio mientras él está con ellos?” (2:19-20). Aquí tenemos a Jesús, profundamente consciente de quién es, del hecho de que él mismo es el novio mesiánico, y que en su presencia inmediata la respuesta apropiada es el gozo. Amanecía el reino; el rey ya estaba presente; el día de las bendiciones prometidas se inauguraba. Este no era tiempo para el duelo, señalado por el ayuno.

Sin embargo, cuando Jesús siguió diciendo que el novio llegaría a ausentarse de sus discípulos, y que este suceso sí sería motivo de duelo, es difícil que nadie realmente captara el significado de esta afirmación. Después de todo, con la llegada del Mesías, habría justicia y el triunfo de Dios. ¿Quién podría hablar de que el novio fuese arrebatado? La analogía del novio comenzaba a volverse más bien opaca.

Pero tras la muerte y resurrección de Jesús, tras su exaltación a la gloria, y la proclamación de la promesa de su retorno al final de los tiempos, las piezas comenzarían a encajar. Los discípulos experimentarían un terrible dolor durante los días en la tumba, antes de que la resurrección gloriosa de Jesús pusiese fin a su desesperanza. Y en un sentido atenuado, los discípulos de Jesús conocerían ciclos de sufrimiento, los cuales requerirían días de ayuno mientras afrontasen los ataques del Maligno y esperasen el retorno glorioso del Maestro. Pero ahora mismo, el duelo y el ayuno eran francamente incongruentes.

La verdad, según dice Jesús, es que, con el amanecer del reino, las estructuras tradicionales de la vida y de las formas de piedad se transformarían. No sería apropiado injertar lo nuevo en lo viejo, como si lo viejo fuese la estructura base – precisamente, de la misma manera que no es apropiado reparar un desgarrón en una pieza de ropa vieja mediante un parche de tejido nuevo y sin encoger, o usar un odre viejo y frágil para contener vino nuevo, aun en plena fermentación, cuyos gases sin duda harían que el odre explotase. Lo viejo no resiste lo nuevo; apunta hacia ello, le abre el camino y luego, le cede lugar. De la misma manera, Jesús prepara a los discípulos para encajar los cambios significativos que van a sobrevenir.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Devocional: Ester 7

Amán es ahorcado (Ester 7). Los detalles de cómo se alcanza este punto en la narración dan testimonio simultáneamente de la mano providencial de Dios y las habilidades narrativas del autor de este pequeño libro. El segundo banquete de Ester deja a Amán completamente expuesto y sin defensa. Pocos minutos después, cae sobre el diván de la reina, implorando misericordia, pero el airado rey Jerjes lo interpreta como un intento de violación de la misma. Además, la horca de veinticinco metros de altura preparada para Mardoqueo, aquel al que Amán se vio obligado a honrar, pasa a ser ahora el lugar de su propia ejecución. El hombre que quería cometer genocidio es ajusticiado.

A posteriori, qué fácil fue la operación. A pesar de las lágrimas desesperadas de Mardoqueo, de la incertidumbre de Ester y su llamamiento a realizar tres días de ayuno y oración, desde esta perspectiva ventajosa el resultado parece casi inevitable. Sin embargo, observemos:

En primer lugar, en la mayoría de los conflictos en que nos vemos inmersos, en particular los relativos al Evangelio y a la vida y la salud del pueblo de Dios, no sabemos el resultado de los mismos cuando entramos denodadamente en la refriega. Ese conocimiento sólo está reservado para Dios. Sin embargo, la fe cristiana nunca debe confundirse con el fatalismo; la intervención de Mardoqueo y Ester exigía examen de conciencia, fe, oración y obediencia. Retrospectivamente, incluso su presencia en la corte y sus alrededores estaba preparada por Dios, y ciertamente las consecuencias fueron obra de Dios; sin embargo, nuestra confianza en la victoria final de Dios no debe diluir nuestra propia implicación apasionada, la intercesión y la inserción en los asuntos tocantes al pueblo del pacto de Dios.

En segundo lugar, esta victoria puntual no significa que todos los problemas de los judíos han terminado. Un escrutinio rápido del resto de Ester muestra hasta dónde iban a llegar. Esta situación es absolutamente realista. En ocasiones, disfrutamos de momentos decisivos, pero incluso estos se vuelven simples pasos de un esfuerzo más complicado. Pablo dirige su concluyente discurso a los ancianos efesios (Hechos 20), pero es lo suficientemente realista para reconocer los peligros continuos que esperan a esa iglesia (Hechos 20:29-31). Acabamos de ver cómo, bajo las órdenes de Nehemías, se pudo construir el muro de Jerusalén y su terminación se consideró un éxito. También, cómo se produjo un avivamiento con Esdras cuando se instituyeron de nuevo las antiguas fiestas del pacto. Sin embargo, inmediatamente surgieron nuevos desafíos, peligros, situaciones comprometidas y decisiones difíciles que tomar.

Siempre es así. Satanás no se va de vacaciones. En el momento en que nos encontramos satisfechos en este mundo caído, vuelve el peligro, sobre todo el de la satisfacción desmesurada. Debemos prepararnos para el conflicto sin ser polémicos; equiparnos para la “buena batalla” (2 Timoteo 4:7), pues esta durará toda la vida.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Génesis 31

Jacob decide volver a Canaán

31 Pero Jacob oyó las palabras de los hijos de Labán, que decían: «Jacob se ha apoderado de todo lo que era de nuestro padre, y de lo que era de nuestro padre ha hecho toda esta riqueza». También Jacob observó la actitud de Labán, que ya no era amigable para con él como antes.

Entonces el Señor dijo a Jacob: «Vuelve a la tierra de tus padres y a tus familiares, y Yo estaré contigo». Jacob, pues, envió a llamar a Raquel y a Lea al campo, donde estaba su rebaño, y les dijo: «Veo que el semblante de su padre no es amigable para conmigo como antes. Pero el Dios de mi padre ha estado conmigo.

»Ustedes saben que he servido a su padre con todas mis fuerzas. No obstante él me ha engañado, y ha cambiado mi salario diez veces; sin embargo, Dios no le ha permitido perjudicarme. Si él decía: “Las moteadas serán tu salario”, entonces todo el rebaño paría moteadas; y si decía: “Las rayadas serán tu salario”, entonces todo el rebaño paría rayadas. De esta manera Dios ha quitado el ganado al padre de ustedes y me lo ha dado a mí.

10 »Y sucedió que por el tiempo cuando el rebaño estaba en celo, alcé los ojos y vi en sueños que los machos cabríos que cubrían las hembras eran rayados, moteados y abigarrados. 11 Entonces el ángel de Dios me dijo en el sueño: “Jacob”; y yo respondí: “Aquí estoy”. 12 Y él dijo: “Levanta ahora los ojos y ve que todos los machos cabríos que están cubriendo las hembras son rayados, moteados y abigarrados, pues yo he visto todo lo que Labán te ha hecho. 13 Yo soy el Dios de Betel, donde tú ungiste un pilar, donde me hiciste un voto. Levántate ahora, sal de esta tierra, y vuelve a la tierra donde naciste”».

14 Raquel y Lea le respondieron: «¿Tenemos todavía nosotras parte o herencia alguna en la casa de nuestro padre? 15 ¿No nos ha tratado como extranjeras? Pues nos ha vendido, y también ha consumido por completo el precio de nuestra compra. 16 Ciertamente, toda la riqueza que Dios ha quitado de nuestro padre es nuestra y de nuestros hijos; ahora pues, todo lo que Dios te ha dicho, hazlo».

Jacob huye de Labán

17 Entonces Jacob se levantó, montó a sus hijos y a sus mujeres en los camellos, 18 y puso en camino todo su ganado y todas las posesiones que había acumulado, el ganado adquirido que había acumulado en Padán Aram, para ir a Isaac su padre, a la tierra de Canaán. 19 Mientras Labán había ido a trasquilar sus ovejas, Raquel robó los ídolos domésticos que eran de su padre. 20 Jacob engañó a Labán arameo al no informarle que huía.

21 Huyó, pues, Jacob con todo lo que tenía. Se levantó, cruzó el río Éufrates y se dirigió hacia la región montañosa de Galaad.

Labán alcanza a Jacob

22 Al tercer día, cuando informaron a Labán que Jacob había huido, 23 tomó a sus parientes consigo y lo persiguió por siete días; y lo alcanzó en los montes de Galaad. 24 Pero Dios vino a Labán arameo en sueños durante la noche, y le dijo: «De ningún modo hables a Jacob ni bien ni mal».

25 Alcanzó, pues, Labán a Jacob, quien había plantado su tienda en la región montañosa, y Labán y sus parientes acamparon en los montes de Galaad. 26 Entonces Labán dijo a Jacob: «¿Qué has hecho, engañándome y llevándote a mis hijas como si fueran cautivas de guerra? 27 ¿Por qué huiste en secreto y me engañaste, y no me avisaste para que yo pudiera despedirte con alegría y cantos, con panderos y liras? 28 ¿Por qué no me has permitido besar a mis hijos y a mis hijas? En esto has obrado neciamente. 29 Tengo poder para hacerte daño, pero anoche el Dios de tu padre me dijo: “De ningún modo hables a Jacob ni bien ni mal”. 30 Ahora, ciertamente te has marchado porque anhelabas mucho la casa de tu padre. Pero ¿por qué robaste mis dioses?».

31 Entonces Jacob respondió a Labán: «Porque tuve miedo, pues dije: “No sea que me quites a tus hijas a la fuerza”. 32 Pero aquel con quien encuentres tus dioses, no vivirá. En presencia de nuestros parientes indica lo que es tuyo entre mis cosas y llévatelo». Pues Jacob no sabía que Raquel los había robado.

33 Entró entonces Labán en la tienda de Jacob, en la tienda de Lea y en la tienda de las dos siervas, pero no los encontró. Después salió de la tienda de Lea y entró en la tienda de Raquel. 34 Raquel había tomado los ídolos domésticos, los había puesto en los aparejos del camello y se había sentado sobre ellos. Y Labán buscó por toda la tienda, pero no los encontró. 35 Y ella dijo a su padre: «No se enoje mi señor porque no pueda levantarme delante de usted, pues estoy con lo que es común entre las mujeres». Y él buscó, pero no encontró los ídolos domésticos.

Jacob responde a Labán

36 Entonces se enojó Jacob y discutió con Labán. Y Jacob dijo a Labán: «¿Cuál es mi transgresión? ¿Cuál es mi pecado para que con tanta insistencia me hayas perseguido? 37 Aunque has buscado en todas mis cosas, ¿qué has hallado de todas las cosas de tu casa? Ponlo delante de mis parientes y de tus parientes para que ellos juzguen entre nosotros dos.

38 »Estos veinte años yo he estado contigo. Tus ovejas y tus cabras no han abortado, ni yo he comido los carneros de tus rebaños. 39 No te traía lo despedazado por las fieras. Yo cargaba con la pérdida. Tú lo demandabas de mi mano, tanto lo robado de día como lo robado de noche. 40 Estaba yo que de día el calor me consumía y de noche la helada, y el sueño huía de mis ojos. 41 Estos veinte años he estado en tu casa. Catorce años te serví por tus dos hijas y seis por tu rebaño, y diez veces cambiaste mi salario.

42 »Si el Dios de mi padre, Dios de Abraham, y temor de Isaac, no hubiera estado conmigo, ciertamente me hubieras enviado ahora con las manos vacías. Pero Dios ha visto mi aflicción y la labor de mis manos, y anoche hizo justicia».

Pacto entre Labán y Jacob

43 Respondió Labán a Jacob: «Las hijas son mis hijas, y los hijos mis hijos, y los rebaños mis rebaños, y todo lo que ves es mío. ¿Pero qué puedo yo hacer hoy a estas mis hijas, o a sus hijos que ellas dieron a luz? 44 Ahora bien, ven, hagamos un pacto tú y yo y que sirva de testimonio entre los dos».

45 Entonces Jacob tomó una piedra y la levantó como señal. 46 Y Jacob dijo a sus parientes: «Recojan piedras». Y tomaron piedras e hicieron un montón, y comieron allí junto al montón. 47 Labán lo llamó Jegar Sahaduta, pero Jacob lo llamó Galed.

48 Entonces Labán dijo: «Este montón es hoy un testigo entre tú y yo». Por eso fue llamado Galed, 49 y Mizpa, porque dijo: «Que el Señor nos vigile a los dos cuando nos hayamos apartado el uno del otro. 50 Si maltratas a mis hijas, o si tomas otras mujeres además de mis hijas, aunque nadie lo sepa, mira, Dios es testigo entre tú y yo».

51 Y Labán dijo a Jacob: «Mira este montón, y mira el pilar que he puesto entre tú y yo. 52 Testigo sea este montón y testigo sea el pilar de que yo no pasaré de este montón hacia ti y tú no pasarás de este montón y de este pilar hacia mí, para hacer daño. 53 El Dios de Abraham y el Dios de Nacor, Dios de sus padres, juzgue entre nosotros». Entonces Jacob juró por el que temía su padre Isaac.

54 Luego ofreció Jacob un sacrificio en el monte, y llamó a sus parientes a comer. Comieron, y pasaron la noche en el monte. 55 Labán se levantó muy de mañana, besó a sus hijos y a sus hijas, y los bendijo. Entonces Labán se fue y regresó a su lugar.

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Marcos 2

Curación de un paralítico

2 Cuando Jesús entró de nuevo en Capernaúm varios días después, se oyó que estaba en casa. Y se reunieron muchos, tanto que ya no había lugar ni aun a la puerta; y Él les explicaba la palabra.

Entonces vinieron* y le trajeron un paralítico llevado entre cuatro hombresComo no pudieron acercarse a Jesús a causa de la multitud, levantaron el techo encima de donde Él estaba; y cuando habían hecho una abertura, bajaron la camilla en que estaba acostado el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo* al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados».

Pero estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensaban en sus corazones: «¿Por qué habla Este así? Está blasfemando; ¿quién puede perdonar pecados, sino solo Dios?».

Al instante Jesús, conociendo en Su espíritu que pensaban de esa manera dentro de sí mismos, les dijo*: «¿Por qué piensan estas cosas en sus corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o decirle: “Levántate, toma tu camilla y anda”? 10 Pues para que sepan que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados», dijo* al paralítico: 11 «A ti te digo: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa».

12 Y él se levantó, y tomando al instante la camilla, salió a la vista de todos, de manera que todos estaban asombrados, y glorificaban a Dios, diciendo: «Jamás hemos visto cosa semejante».

Llamamiento de Leví y la cena en su casa

13 Jesús salió de nuevo a la orilla del mar, y toda la multitud venía a Él, y les enseñaba. 14 Al pasar, vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado en la oficina de los tributos, y le dijo*: «Sígueme». Y levantándose, lo siguió.

15 Y sucedió que estando Jesús sentado a la mesa en casa de Leví, muchos recaudadores de impuestos y pecadores estaban comiendo con Jesús y Sus discípulos; porque había muchos de ellos que lo seguían. 16 Cuando los escribas de los fariseos vieron que Él comía con pecadores y recaudadores de impuestos, decían a Sus discípulos: «¿Por qué Él come y bebe con recaudadores de impuestos y pecadores?».

17 Al oír esto, Jesús les dijo*: «Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

Pregunta sobre el ayuno

18 Los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando; y vinieron* y dijeron* a Jesús: «¿Por qué ayunan los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos, pero Tus discípulos no ayunan?».

19 Y Jesús les respondió: «¿Acaso pueden ayunar los acompañantes del novio mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. 20 Pero vendrán días cuando el novio les será quitado, y entonces ayunarán en aquel día. 21 Nadie pone un remiendo de tela nueva en un vestido viejo, porque entonces el remiendo al encogerse tira de él, lo nuevo de lo viejo, y se produce una rotura peor. 22 Y nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces el vino romperá el odre, y se pierden el vino y también los odres; sino que se echa vino nuevo en odres nuevos».

Jesús, Señor del día de reposo

23 Aconteció que un día de reposo Jesús pasaba por los sembrados, y Sus discípulos, mientras se abrían paso, comenzaron a arrancar espigas. 24 Entonces los fariseos le decían: «Mira, ¿por qué hacen lo que no es lícito en el día de reposo?».

25 Jesús les contestó*: «¿Nunca han leído lo que David hizo cuando tuvo necesidad y sintió hambre, él y también sus compañeros; 26 cómo entró en la casa de Dios en tiempos de Abiatar, el sumo sacerdote, y comió los panes consagrados que no es lícito a nadie comer, sino a los sacerdotes, y dio también a los que estaban con él?». 27 Y Él continuó diciéndoles: «El día de reposo se hizo para el hombre, y no el hombre para el día de reposo. 28 Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo».


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Ester 7

Amán denunciado y ahorcado

7 El rey y Amán fueron al banquete a beber vino con la reina Ester. También el segundo día, mientras bebían vino en el banquete, el rey dijo a Ester: «¿Cuál es tu petición, reina Ester? Te será concedida. ¿Cuál es tu deseo? Hasta la mitad del reino se te dará». La reina Ester respondió: «Si he hallado gracia ante sus ojos, oh rey, y si le place al rey, que me sea concedida la vida según mi petición, y la de mi pueblo según mi deseo; porque hemos sido vendidos, yo y mi pueblo, para el exterminio, para la matanza y para la destrucción. Y si solo hubiéramos sido vendidos como esclavos o esclavas, hubiera permanecido callada, porque el mal no se podría comparar con el disgusto del rey».

Entonces el rey Asuero preguntó a la reina Ester: «¿Quién es, y dónde está el que pretende hacer tal cosa?». Ester respondió: «¡El adversario y enemigo es este malvado Amán!». Entonces Amán se sobrecogió de terror delante del rey y de la reina. Y dejando de beber vino, el rey se levantó lleno de furor y salió al jardín del palacio. Pero Amán se quedó para rogar por su vida a la reina Ester, porque vio que el mal había sido determinado contra él por el rey.

Cuando el rey volvió del jardín del palacio al lugar donde estaban bebiendo vino, Amán se había dejado caer sobre el lecho donde se hallaba Ester. Entonces el rey dijo: «¿Aún se atreve a hacer violencia a la reina estando yo en la casa?». Al salir la palabra de la boca del rey, cubrieron el rostro a Amán. Entonces Harbona, uno de los eunucos que estaban delante del rey, dijo: «Precisamente, la horca de 50 codos (22.5 metros) de alto está en la casa de Amán, la cual Amán había preparado para Mardoqueo, quien había hablado bien en favor del rey». «Ahórquenlo en ella», ordenó el rey. 10 Colgaron, pues, a Amán en la horca que había preparado para Mardoqueo, y se aplacó el furor del rey.


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Romanos 2

Con Dios no hay parcialidad

2 Por lo cual no tienes excusa, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas, pues al juzgar a otro, a ti mismo te condenas, porque tú que juzgas practicas las mismas cosas. Sabemos que el juicio de Dios justamente cae sobre los que practican tales cosas. ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que condenas a los que practican tales cosas y haces lo mismo, que escaparás del juicio de Dios? ¿O tienes en poco las riquezas de Su bondad y tolerancia y paciencia, ignorando que la bondad de Dios te guía al arrepentimiento?

Pero por causa de tu terquedad y de tu corazón no arrepentido, estás acumulando ira para ti en el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios. Él pagará a cada uno conforme a sus obras: a los que por la perseverancia en hacer el bien buscan gloria, honor e inmortalidad: vida eterna; pero a los que son ambiciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia: ira e indignación. Habrá tribulación y angustia para toda alma humana que hace lo malo, del judío primeramente y también del griego; 10 pero gloria y honor y paz para todo el que hace lo bueno, al judío primeramente, y también al griego.

11 Porque en Dios no hay acepción de personas. 12 Pues todos los que han pecado sin la ley, sin la ley también perecerán; y todos los que han pecado bajo la ley, por la ley serán juzgados. 13 Porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los que cumplen la ley; esos serán justificados.

14 Porque cuando los gentiles, que no tienen la ley, cumplen por instinto los dictados de la ley, ellos, no teniendo la ley, son una ley para sí mismos. 15 Porque muestran la obra de la ley escrita en sus corazones, su conciencia dando testimonio, y sus pensamientos acusándolos unas veces y otras defendiéndolos, 16 el día en que, según mi evangelio, Dios juzgará los secretos de los hombres mediante Cristo Jesús.

La ley y el pueblo judío

17 Pero si tú, que llevas el nombre de judío y te apoyas en la ley; que te glorías en Dios 18 y conoces Su voluntad; que apruebas las cosas que son esenciales, siendo instruido por la ley, 19 y te confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas, 20 instructor de los necios, maestro de los faltos de madurez; que tienes en la ley la expresión misma del conocimiento y de la verdad, 21 tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se debe robar, ¿robas? 22 Tú que dices que no se debe cometer adulterio, ¿adulteras? Tú que abominas a los ídolos, ¿saqueas templos? 23 Tú que te jactas de la ley, ¿violando la ley deshonras a Dios? 24 Porque tal como está escrito: «El nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de ustedes».

25 Pues ciertamente la circuncisión es de valor si tú practicas la ley, pero si eres transgresor de la ley, tu circuncisión se ha vuelto incircuncisión. 26 Por tanto, si el incircunciso cumple los requisitos de la ley, ¿no se considerará su incircuncisión como circuncisión? 27 Y si el que es físicamente incircunciso guarda la ley, ¿no te juzgará a ti, que aunque tienes la letra de la ley y eres circuncidado, eres transgresor de la ley?

28 Porque no es judío el que lo es exteriormente, ni la circuncisión es la externa, en la carne. 29 Pues es judío el que lo es interiormente, y la circuncisión es la del corazón, por el Espíritu, no por la letra; la alabanza del cual no procede de los hombres, sino de Dios.

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