Vida Cristiana

El secreto de una oración poderosa

Cuando Jesús enseña sobre la oración en Mateo 6:5-15, él advierte que no todas las oraciones son iguales. Antes de enseñar a Sus discípulos a orar, Jesús les advierte que no oren como lo hacen los demás. Al hacerlo, muestra de dónde procede realmente el poder de la oración.

Las oraciones de los hipócritas

En primer lugar, Jesús apunta al hipócrita, al que ora para aparentar. Con una hora fija para la oración en el sacrificio de la tarde (alrededor de las tres de la tarde), las personas de las comunidades judías de la época de Jesús podían estar seguras de estar en las concurridas calles o en la sinagoga con otros devotos.

¡Qué buena manera de demostrar a todo el mundo lo piadoso que eres! Ora en voz alta con un ojo abierto para asegurarte de que todos puedan ver tu celo. Jesús advierte en el versículo 5:

«En verdad les digo que ya han recibido su recompensa». Orar así significa que no puedes esperar nada más que lo que realmente querías de todos modos, el reconocimiento de otros seres humanos con ideas afines.

La solución de Jesús es ir adentro y orar, no para los oídos de un humano, sino para el Padre invisible, que ve y recompensa lo que se hace en secreto.

Podríamos decir que el primer secreto de la oración poderosa es hacer que la oración sea secreta. La oración poderosa reconoce que la comunicación es entre tú y tu Padre celestial (y nadie más).

Las oraciones de los paganos

En segundo lugar, Jesús apunta a las oraciones no judías. Este enfoque carga un montón de palabras para impresionar y ganarse a los dioses. Esto puede parecer respetuoso.

Después de todo, a veces, si queremos que nos tomen en serio, tenemos que dejar de llamarle Albo y empezar a llamarle honorable Anthony Albanese, Primer Ministro de Australia.

¿No queremos que nuestras oraciones sean tan poderosas como las de los demás? Jesús no quiere que Sus discípulos abracen ese razonamiento. ¿Por qué?

Porque esas oraciones en forma de mantra, en lugar de ser respetuosas con Dios, simplemente demostrarían que los seguidores de Jesús no conocen al Dios al que oramos.

Una vez más, se trata de la paternidad de Dios. Jesús dice en el versículo 8: «No se hagan semejantes a ellos; porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes que ustedes lo pidan». En la oración, nos acercamos a un Dios poderoso y omnipotente que hizo y controla todas las cosas, pero también nos acercamos a nuestro propio Padre.

Apostaría a que el hijo del Primer Ministro Albanese no le llama el honorable Anthony Albanese, Primer Ministro de Australia cuando mantienen conversaciones. Cuando lo digo así puedes ver por qué, si Dios es tu Padre, hablar así podría ser inapropiado.

Los humanos pueden ver a través de la adulación y las frases vacías amontonadas, ¿cuánto más puede Dios? Los discípulos de Jesús no se acercan a alguien a quien tengan que adular antes de pedirle lo que necesitamos. Si eres discípulo de Jesús, Dios conoce tus necesidades y es tu padre.

La fuente del poder de la oración

Los discípulos de Jesús no deben orar como los hipócritas para impresionar a la gente. Los discípulos de Jesús no deben orar como los gentiles para ganarse a Dios.

Él ya es bondadoso, generoso, poderoso y justo. Él nos escucha. Ya es nuestro Padre y conoce nuestras necesidades. El secreto de una oración poderosa es orar conociendo a nuestro Padre.

"El secreto de una oración poderosa es orar conociendo a nuestro Padre"

Tal como yo lo veo, el verdadero error que cometían los paganos y los hipócritas es que no veían de dónde procedía el poder de la oración. O, mejor dicho, no veían de quién provenía.

Los paganos pensaban que el poder de la oración (de una forma u otra) era suyo. Necesitaban realizar sus oraciones para que la magia saliera bien.

Si oraban durante mucho tiempo, podían dar con las palabras adecuadas. O podían demostrar lo respetuosos y serios que eran y ganarse a su dios.

Pero un dios al que podemos manipular para que actúe no es verdaderamente sabio ni poderoso. Un dios al que tenemos que manipular no es muy amoroso.

Pero la oración no es mágica, es una conversación con el Dios que nos conoce y nos ama.
Por su parte, los hipócritas pensaban que el poder de la oración vendría de ser vistos por los demás. En tiempos de Jesús, esto era eficaz.

Conseguían ser afirmados en sus comunidades, pero no eran afirmados por Dios. Funcionalmente, pensaban que el verdadero poder de la oración estaría en que otras personas los vieran como personas que oraban mucho.

El único beneficio de la oración era social. Eso es probablemente incluso más débil que un dios pagano que puede ser manipulado.

Orando a nuestro Padre Celestial

Para las personas que escuchan y aprenden de Jesús, el poder de la oración procede de nuestro Padre celestial. Confiamos en Su sabiduría y en Su poder. Confiamos en Su bondad.

Se pone a nuestra disposición, nos escucha y responde. Puede que no haga lo que queremos. Pero hará lo que (en última instancia) es mejor para nosotros y para este mundo.

No se trata de mí y de mis palabras. Es tan fácil para los cristianos sentirse culpables por su vida de oración, cuando en realidad la oración —la oración cristiana— es hablar con un Padre amoroso y comprensivo. Él mismo es el secreto del éxito de la oración.

Acudimos a un Dios lo suficientemente grande y bondadoso como para ocuparse de nuestra ansiedad, nuestras luchas, nuestra debilidad, nuestro pecado. Él es sabio, poderoso, bondadoso y perdonador.

Publicado originalmente en The Gospel Coalition AustraliaTraducido por Eduardo Fergusson.

David Mitchell trabaja con la Fraternidad Australiana de Estudiantes Evangélicos en la Universidad de Curtin dirigiendo el equipo y enseñando la Biblia. Está casado con Traci y tienen tres hijos. David estudió física e hizo un aprendizaje ministerial en la Universidad de Wollongong, antes de estudiar en el Moore Theological College y trabajar en la Diócesis Anglicana del Noroeste de Australia. Recientemente ha publicado un libro académico sobre el uso que Jesús hace del término “Hijo del Hombre” en el Evangelio de Marcos, basado en una tesis doctoral que cursó en el Trinity Theological College de Perth.

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