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Lectura de Hoy

12-03-2024

Devocional

Devocional: Juan 2

Cuando los líderes judíos cuestionan el derecho de Jesús de limpiar el templo como hizo, y le exigen que explique con qué autoridad lo ha hecho, contesta: “Destruid este templo —respondió Jesús—, y lo levantaré de nuevo en tres días” (Juan 2:19).

Este dialogo sólo se encuentra en Juan. Según los sinópticos, estas palabras se recogen, algo vagamente, en las acusaciones de aquellos que querían deshacerse de él basándose en el cargo capital de profanación del templo. Que sus recuerdos de dicho suceso fuesen más bien borrosos concuerda bien con el hecho de que Jesús pronunciase estas palabras al comienzo de su ministerio, quizá algo más de dos años antes de su arresto y juicio.

Pero, ¿qué quería decir Jesús con estas palabras? Sus adversarios creían que se refería al templo literal, y tildaron su afirmación de ridícula (2:20). Según dice Juan, ni siquiera los discípulos entendían qué quería decir. Por supuesto, cuando Juan compuso el evangelio lo sabía, y hace constar su conclusión: “cuando se levantó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron de lo que había dicho, y creyeron en la Escritura y en las palabras de Jesús” (2:22).

(1) Muchas veces, a Juan se le acusa de anacronismo, de introducir en los tiempos de Jesús prácticas y creencias que sólo se desarrollaron más tarde. Pero esto es poco probable. Ningún evangelista es más persistente que Juan a la hora de distinguir cuidadosamente (lo hace dieciséis veces) entre lo poco que los discípulos comprendían en aquel tiempo (durante la vida y ministerio de Jesús) y lo que llegaron a comprender más tarde.

(2) El punto de inflexión en su entendimiento de las palabras de Jesús fue una combinación de su resurrección de la muerte y una comprensión más profunda y una aceptación más plena de las Escrituras (2:22). Al morir Jesús y resucitar de la muerte, se vieron obligados a pensar en Jesús el Mesías no sólo de acuerdo con las categorías de una llegada real y triunfal. Tanto los acontecimientos como el tutelaje que habían recibido de Jesús les habían enseñado que el Mesías no era tan sólo el Rey davídico, sino también el Siervo sufriente. El mandato de la antigua alianza con respecto al sistema sacerdotal, el día de la expiación, el Cordero Pascual, un templo peculiar construido de acuerdo con las especificaciones de diseño estable­cidas por Dios mismo, les obligaron a reconocer que su anterior lectura de las Escrituras (las que hoy llamamos el Antiguo Testamento) había sido reduccionista. Ahora podían ver que el templo del Antiguo Testamento, el lugar de encuentro entre Dios y el pueblo de la alianza, apuntaba hacia aquel lugar de encuentro definitivo, el último Mediador. Jesús desempeñaría este papel en virtud de su muerte y resurrección – el “templo” sería destruido y reconstruido.

(3) Jesús mismo es la fuente de esta “hermenéutica”, de esta manera de leer las Escrituras del Antiguo Testamento.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.

Devocional: Job 41

Del mismo modo que los tres capítulos anteriores, gran parte de Job 41 tiene el propósito de abrir los ojos de Job ante sus limitaciones. Si él admite que no conoce y no puede hacer lo que Dios sí, quizás deje de acusar al Señor tan a la ligera.

Un versículo, Job 41:11, exige una reflexión más detenida. Dios habla: “¿Quién tiene alguna cuenta que cobrarme? ¡Mío es todo cuanto hay bajo los cielos!”.

¿Ante la acusación, la inmunidad de Dios se basa únicamente en su poder? Podemos imaginarnos al ciudadano más insignificante de la Alemania nazi intentando demandar a Hitler, y la contundente respuesta de este: “¿Quién tiene alguna cuenta que cobrarme? ¡Mío es todo cuanto hay en el Tercer Reich!”. Viniendo de Hitler, estas palabras hubiesen constituido una declaración claramente inmoral. ¿Por qué iba Dios a utilizar entonces un argumento así?

En primer lugar, si esta fuese la única declaración que Dios hace de sí mismo, no sería muy buena. Sin embargo, se produce dentro del contexto del libro de Job y del más amplio del canon de las Escrituras. Dentro del libro de Job, este y Dios están de acuerdo en algo: ambos reconocen en última instancia que el Señor es justo. Job no es un escéptico moderno que busca razones para rechazar al Todopoderoso. Dios no es Hitler. Si ambos coinciden en que el Señor es justo, Job debe comprender también en algún momento que este no es un igual al que él pueda llevar ante un tribunal. La confianza en Dios es más importante que intentar justificarse ante él, por muy justo que se haya sido.

En segundo lugar, dentro del contexto del canon completo, Dios ha hecho gala repetidamente de su paciencia con la raza humana, que le ha desafiado constantemente rebelándose. Él es el Dios que podría habernos destruido a todos con perfecta santidad, que ha demostrado en diversas ocasiones su terrible potencial para el juicio (el diluvio, Sodoma y Gomorra, el exilio de su propio pueblo del pacto). Sobre todo, a pesar de la insistencia de la Biblia en que Dios tenía derecho a condenar a todos, él es quien envía a su propio Hijo a morir y dar lugar a una nueva humanidad redimida.

En tercer lugar, dentro de estos marcos, Job 41:11 constituye un recordatorio saludable de que no somos independientes. Incluso si el Señor no fuese el Dios sumamente bueno que es, no habría vuelta atrás. Le pertenecemos; el universo le pertenece; toda la autoridad, las ramas del gobierno divino, el poder judicial absoluto, son suyos. No se le puede juzgar desde ningún lugar. Pretender lo contrario es inútil; peor aún, forma parte de la rebelión de nuestra raza contra Dios, imaginando que él nos debe algo o que estamos en buena posición para reprenderle, una fantasía descabellada que no es ni buena ni sensata.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.

Éxodo 23

23 »No propagarás falso rumor. No te concertarás con el impío para ser testigo falso. No seguirás a la multitud para hacer el mal, ni testificarás en un pleito inclinándote a la multitud para pervertir la justiciaTampoco serás parcial al pobre en su pleito.

»Si encuentras extraviado el buey de tu enemigo o su asno, ciertamente se lo devolverás. Si ves caído debajo de su carga el asno de uno que te aborrece, no se lo dejarás a él solo, ciertamente lo ayudarás a levantarlo.

»No pervertirás el derecho de tu hermano menesteroso en su pleito.

»Aléjate de acusación falsa, y no mates al inocente ni al justo, porque Yo no absolveré al culpable. No aceptarás soborno, porque el soborno ciega aun al de vista clara y pervierte las palabras del justo.

»No oprimirás al extranjero, porque ustedes conocen los sentimientos del extranjero, ya que ustedes también fueron extranjeros en la tierra de Egipto.

10 »Seis años sembrarás tu tierra y recogerás su producto; 11 pero el séptimo año la dejarás descansar, sin cultivar, para que coman los pobres de tu pueblo, y de lo que ellos dejen, coman los animales del campo. Lo mismo harás con tu viña y con tu olivar. 12 Seis días trabajarás, pero el séptimo día dejarás de trabajar, para que descansen tu buey y tu asno, y para que el hijo de tu sierva, así como el extranjero renueven sus fuerzas.

13 »Y en cuanto a todo lo que les he dicho, estén alerta; no mencionen ni se oiga en sus labios el nombre de otros dioses.

Fiestas anuales y primicias

14 »Tres veces al año me celebrarán fiesta. 15 Guardarás la Fiesta de los Panes sin Levadura. Siete días comerás pan sin levadura, como Yo te mandé, en el tiempo señalado del mes de Abib, pues en él saliste de Egipto. Y nadie se presentará ante Mí con las manos vacías. 16 También guardarás la fiesta de la siega de los primeros frutos de tus labores, de lo que siembres en el campo, y la fiesta de la cosecha al fin del año cuando recojas del campo el fruto de tu trabajo. 17 Tres veces al año se presentarán todos tus varones delante del Señor Dios.

18 »No ofrecerás la sangre de Mi sacrificio con pan leudado, ni la grasa de Mi fiesta quedará hasta la mañana. 19 Traerás lo mejor de las primicias de tu tierra a la casa del Señor tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su madre.

Promesa del regreso a Canaán

20 »Yo enviaré un ángel delante de ti, para que te guarde en el camino y te traiga al lugar que Yo he preparado. 21 Sé prudente delante de él y obedece su voz. No seas rebelde contra él, pues no perdonará la rebelión de ustedes, porque en él está Mi nombre. 22 Pero si en verdad obedeces su voz y haces todo lo que Yo digo, entonces seré enemigo de tus enemigos y adversario de tus adversarios.

23 »Pues Mi ángel irá delante de ti y te llevará a la tierra del amorreo, del hitita, del ferezeo, del cananeo, del heveo y del jebuseo; y los destruiré por completo. 24 No adorarás sus dioses, ni los servirás, ni harás lo que ellos hacen; sino que los derribarás totalmente y harás pedazos sus pilares sagrados25 Pero ustedes servirán al Señor su Dios. Él bendecirá tu pan y tu agua. Yo quitaré las enfermedades de en medio de ti. 26 En tu tierra no habrá mujer que aborte ni que sea estéril. Haré que se cumpla el número de tus días.

27 »Enviaré Mi terror delante de ti, y llenaré de confusión a todo pueblo donde llegues; y haré que todos tus enemigos vuelvan la espalda ante ti. 28 Enviaré avispas delante de ti para que echen fuera de delante de ti a los heveos, a los cananeos y a los hititas. 29 No los echaré de delante de ti en un solo año, a fin de que la tierra no quede desolada y se multipliquen contra ti las bestias del campo. 30 Poco a poco los echaré de delante de ti, hasta que te multipliques y tomes posesión de la tierra.

31 »Fijaré tus límites desde el Mar Rojo hasta el mar de los filisteos, y desde el desierto hasta el río Éufrates. Porque en tus manos entregaré a los habitantes de esa tierra, y tú los echarás de delante de ti. 32 No harás pacto con ellos ni con sus dioses. 33 Ellos no habitarán en tu tierra, no sea que te hagan pecar contra Mí. Porque si sirves a sus dioses, ciertamente esto será tropezadero para ti».

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Juan 2

La boda de Caná

2 Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús; y también Jesús fue invitado a la boda, con Sus discípulos. Cuando se acabó el vino, la madre de Jesús le dijo*: «No tienen vino». Y Jesús le dijo*: «Mujer, ¿qué nos interesa esto a ti y a Mí? Todavía no ha llegado Mi hora». Su madre dijo* a los que servían: «Hagan todo lo que Él les diga».

Y había allí seis tinajas de piedra, puestas para ser usadas en el rito de la purificación de los judíos; en cada una cabían dos o tres cántaros. Jesús les dijo*: «Llenen de agua las tinajas». Y las llenaron hasta el borde. Entonces les dijo*: «Saquen ahora un poco y llévenlo al mayordomo». Y se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino, sin saber de dónde era, pero los que servían, que habían sacado el agua, lo sabían. Entonces el mayordomo llamó* al novio, 10 y le dijo*: «Todo hombre sirve primero el vino bueno, y cuando ya han tomado bastante, entonces el inferior; pero tú has guardado hasta ahora el vino bueno».

11 Este principio de Sus señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó Su gloria, y Sus discípulos creyeron en Él.

12 Después de esto Jesús bajó a Capernaúm con Su madre, Sus hermanos y Sus discípulos; pero no se quedaron allí muchos días.

Jesús echa a los mercaderes del templo

13 La Pascua de los judíos estaba cerca, y Jesús subió a Jerusalén. 14 En el templo encontró a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los que cambiaban dinero allí sentados. 15 Y haciendo un látigo de cuerdas, echó a todos fuera del templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó las monedas de los que cambiaban el dinero y volcó las mesas. 16 A los que vendían palomas les dijo: «Quiten esto de aquí; no hagan de la casa de Mi Padre una casa de comercio».

17 Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: «El celo por Tu casa me consumirá».

18 Entonces los judíos le dijeron: «Ya que haces estas cosas, ¿qué señal nos muestras?». 19 Jesús les respondió: «Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré». 20 Entonces los judíos dijeron: «En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y Tú lo levantarás en tres días?».

21 Pero Él hablaba del templo de Su cuerpo. 22 Por eso, cuando resucitó de los muertos, Sus discípulos se acordaron de que había dicho esto; y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús había hablado.

Los primeros creyentes en Jerusalén

23 Cuando Jesús estaba en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en Su nombre al ver las señales que hacía. 24 Pero Jesús, en cambio, no se confiaba en ellos, porque los conocía a todos, 25 y no tenía necesidad de que nadie le diera testimonio del hombre, porque Él conocía lo que había en el interior del hombre.

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Job 41

41 »¿Sacarás tú a Leviatán con anzuelo,
O sujetarás con cuerda su lengua?
¿Pondrás una soga en su nariz,
O perforarás su quijada con gancho?
¿Acaso te hará muchas súplicas,
O te hablará palabras sumisas?
¿Hará un pacto contigo?
¿Lo tomarás como siervo para siempre?
¿Jugarás con él como con un pájaro,
O lo atarás para tus doncellas?
¿Traficarán con él los comerciantes?
¿Lo repartirán entre los mercaderes?
¿Podrás llenar su piel de arpones,
O de lanzas de pescar su cabeza?
Pon tu mano sobre él;
Te acordarás de la batalla y no lo volverás a hacer.
Falsa es tu esperanza;
Con solo verlo serás derribado.
10 Nadie hay tan audaz que lo despierte;
¿Quién, pues, podrá estar delante de Mí?
11 ¿Quién me ha dado algo para que Yo se lo restituya?
Cuanto existe debajo de todo el cielo es Mío.

12 »No dejaré de hablar de sus miembros,
Ni de su gran poder, ni de su agraciada figura.
13 ¿Quién lo desnudará de su armadura exterior?
¿Quién penetrará su doble malla?
14 ¿Quién abrirá las puertas de sus fauces?
Alrededor de sus dientes hay terror.
15 Sus fuertes escamas son su orgullo,
Cerradas como con apretado sello.
16 La una está tan cerca de la otra
Que el aire no puede penetrar entre ellas.
17 Unidas están una a la otra;
Se traban entre sí y no pueden separarse.
18 Sus estornudos dan destellos de luz,
Y sus ojos son como los párpados del alba.
19 De su boca salen antorchas,
Chispas de fuego saltan.
20 De sus narices sale humo,
Como de una olla que hierve sobre juncos encendidos.
21 Su aliento enciende carbones,
Y una llama sale de su boca.
22 En su cuello reside el poder,
Y salta el desaliento delante de él.
23 Unidos están los pliegues de su carne,
Firmes están en él e inconmovibles.
24 Su corazón es duro como piedra,
Duro como piedra de molino.
25 Cuando él se levanta, los poderosos tiemblan;
A causa del estruendo quedan confundidos.
26 La espada que lo alcance no puede prevalecer,
Ni la lanza, el dardo, o la jabalina.
27 Estima el hierro como paja,
El bronce como madera carcomida.
28 No lo hace huir la flecha;
En hojarasca se convierten para él las piedras de la honda.
29 Como hojarasca son estimados los mazos;
Se ríe del blandir de la jabalina.
30 Por debajo tiene como tiestos puntiagudos;
Se extiende como trillo sobre el lodo.
31 Hace hervir las profundidades como olla;
Hace el mar como un recipiente de ungüento.
32 Detrás de sí hace brillar una estela;
Se diría que el abismo es blanca cabellera.
33 Nada en la tierra es semejante a él,
Que fue hecho sin temer a nada.
34 Desafía a todo ser altivo;
él es rey sobre todos los orgullosos».


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2 Corintios 11

Pablo defiende su apostolado

11 Ojalá que me soportaran un poco de insensatez, y en verdad me soportan. Porque celoso estoy de ustedes con celo de Dios; pues los desposé a un esposo para presentarlos como virgen pura a Cristo. Pero temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, las mentes de ustedes sean desviadas de la sencillez y pureza de la devoción a Cristo. Porque si alguien viene y predica a otro Jesús, a quien no hemos predicado, o reciben un espíritu diferente, que no han recibido, o aceptan un evangelio distinto, que no han aceptado, bien lo toleran. Pues yo no me considero inferior en nada a los más eminentes apóstoles. Pero aunque yo sea torpe en el hablar, no lo soy en el conocimiento; de hecho, por todos los medios se lo hemos demostrado en todas las cosas.

¿O cometí un pecado al humillarme a mí mismo para que ustedes fueran exaltados, porque les prediqué el evangelio de Dios gratuitamente? A otras iglesias despojé, tomando salario de ellas para servirles a ustedes. Cuando estaba con ustedes y tuve necesidad, a nadie fui carga; porque cuando los hermanos llegaron de Macedonia, suplieron plenamente mi necesidad, y en todo me guardé, y me guardaré, de serles carga. 10 Como la verdad de Cristo está en mí, este gloriarme no se me impedirá en las regiones de Acaya. 11 ¿Por qué? ¿Porque no los amo? ¡Dios lo sabe!

12 Pero lo que hago continuaré haciéndolo, a fin de privar de oportunidad a aquellos que desean una oportunidad de ser considerados iguales a nosotros en aquello en que se glorían. 13 Porque los tales son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. 14 Y no es de extrañar, pues aun Satanás se disfraza como ángel de luz. 15 Por tanto, no es de sorprender que sus servidores también se disfracen como servidores de justicia, cuyo fin será conforme a sus obras.

Credenciales de un apóstol verdadero

16 Otra vez digo, que nadie me tenga por insensato. Pero si ustedes lo hacen, recíbanme aunque sea como insensato, para que yo también me gloríe un poco. 17 Lo que digo, no lo digo como lo diría el Señor, sino como en insensatez, en esta confianza de gloriarme. 18 Pues ya que muchos se glorían según la carne, yo también me gloriaré. 19 Porque ustedes, siendo tan sabios, con gusto toleran a los insensatos. 20 Pues toleran si alguien los esclaviza, si alguien los devora, si alguien se aprovecha de ustedes, si alguien se exalta a sí mismo, si alguien los golpea en el rostro.

21 Para vergüenza mía digo que en comparación nosotros hemos sido débiles. Pero en cualquier otra cosa que alguien más sea osado (hablo con insensatez), yo soy igualmente osado. 22 ¿Son ellos hebreos? Yo también. ¿Son israelitas? Yo también. ¿Son descendientes de Abraham? Yo también. 23 ¿Son servidores de Cristo? (Hablo como si hubiera perdido el juicio). Yo más. En muchos más trabajos, en muchas más cárceles, en azotes un sinnúmero de veces, con frecuencia en peligros de muerte. 24 Cinco veces he recibido de los judíos treinta y nueve azotes25 Tres veces he sido golpeado con varas, una vez fui apedreado, tres veces naufragué, y he pasado una noche y un día en lo profundo.

26 Con frecuencia en viajes, en peligros de ríos, peligros de salteadores, peligros de mis compatriotas, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; 27 en trabajos y fatigas, en muchas noches de desvelo, en hambre y sed, con frecuencia sin comida, en frío y desnudez. 28 Además de tales cosas externas, está sobre mí la presión cotidiana de la preocupación por todas las iglesias. 29 ¿Quién es débil sin que yo sea débil? ¿A quién se le hace pecar sin que yo no me preocupe intensamente?

30 Si tengo que gloriarme, me gloriaré en cuanto a mi debilidad. 31 El Dios y Padre del Señor Jesús, el cual es bendito para siempre, sabe que no miento. 32 En Damasco, el gobernador bajo el rey Aretas, vigilaba la ciudad de los damascenos con el fin de prenderme. 33 Pero me bajaron en un cesto por una ventana en la muralla, y así escapé de sus manos.

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